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Tertuliano



Quinto Septimio Florente Tertuliano[a]​ (c. 160-c. 220) fue un padre de la Iglesia y un prolífico escritor durante la segunda parte del siglo II y primera parte del siglo III. Debido a su trayectoria controvertida por haberse unido al movimiento montanista es, junto con Orígenes, uno de los dos padres de la Iglesia que no fueron canonizados. Nació, vivió y murió en Cartago, en el actual Túnez, y ejerció una gran influencia en la Cristiandad occidental de la época.

De su vida muy poco se sabe, ya que está basada en referencias de sus escritos, en Eusebio de Cesarea[2]​ y en san Jerónimo.[3]

Su padre fue centurión en el Ejército romano en África. El África romana se destacó por albergar grandes oradores y esta influencia puede verse en su estilo, sus arcaísmos, su gran imaginación, y su temperamento pasional. Fue un académico que recibió una excelente educación. Escribió por lo menos tres libros en griego, de los cuales él mismo cita; pero ninguno se ha conservado. Su especialidad fueron las leyes, y sus métodos de argumentación lo demuestran. Eusebio nos cuenta que fue un destacado abogado en Roma.

Su conversión al cristianismo ocurrió alrededor de 197-198, tal y como sostienen Adolf von Harnack, Gottlieb N. Bonwetsch, y otros, pero sus antecedentes son desconocidos, a menos por conjeturas de sus obras. Tal evento debe haber sido decisivo en su vida, transformando su personalidad; él mismo dijo que no podría imaginar una verdadera vida cristiana sin tal cambio radical, un radical acto de conversión: "los cristianos se hacen, no nacen".[4]

Fue ordenado presbítero en la Iglesia de Cartago, estando a su vez casado, ya que el celibato no fue obligatorio hasta varios siglos más tarde. Este hecho está bien confirmado por sus dos libros dedicados a su esposa. Sin embargo, se opuso a la «bigamia», es decir, el nuevo matrimonio de viudos y viudas, y dirigiéndose a quienes experimentaron el «feliz deceso de un cónyuge», urgía a los sobrevivientes a aprovechar la oportunidad de suspender sus deseos carnales y no volver a casarse. Fue uno de los mayores teólogos de la cristiandad del siglo III.

A la mitad de su vida, hacia el año 207, se separa de la Iglesia local y se une al grupo religioso de Montano. Pero los montanistas no fueron los suficientemente rigurosos para Tertuliano, quien rompió con ellos para fundar su propio movimiento religioso. San Agustín[5]​ afirma que antes de morir Tertuliano retornó al seno de la Iglesia local.

Su movimiento, los tertulianistas, todavía existía en una basílica de Cartago en tiempos de Agustín, pero en el mismo periodo se trasladaron a oriente. Tertuliano continuó su lucha contra la herejía, especialmente contra el gnosticismo; y por sus obras doctrinales llegó a ser maestro de Cipriano de Cartago, el predecesor de Agustín y el fundador de la teología latina.

Tertuliano considera al Logos de Dios (Sermo o Verbum) como Dios en sentido derivado, por ser de la misma sustancia de Dios; Dios que viene de Dios como la luz del sol, proviene del Sol.

No considera al Hijo coeterno con el Padre. El Hijo de Dios no siempre existió, sólo a partir de ser engendrado por el Padre. Esto lo demuestra diciendo:

Tertuliano, al igual que Hipólito de Roma, escribió contra el Modalismo, doctrina que profesaban Noeto, Práxeas y Sabelio. Los tres afirmaban que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo eran la misma persona.

Tertuliano escribe refutando a Práxeas:

Uno de los textos de soporte de Práxeas era Juan 10:30. Tertuliano contradice su interpretación apelando a sus conocimientos de gramática:

Es el primero en usar la palabra latina "trinitas". Con respecto al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo nos dice:

Es, y sigue siendo un tema de debate, el uso de la palabra latina "substantia" que Tertuliano aplica a la unidad entre el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. Algunos eruditos, como Harnack, afirman que esta palabra significa "propiedad", que viene del significado no filosófico de la palabra griega ουσια (ousía). Entonces, este sería un término jurídico que denota jurisdicción. Otros le dan el significado de la ουσια primera, a la que Aristóteles llama "substancia primera", que es la "essentia", lo que ha de ser (το τι ην ειναι), que no se puede predicar de otro (ver su obra Metafísica). Sin embargo, un estudio detallado, revela que "substantia" en Tertuliano tiene más de un significado, dependiendo del contexto de aplicación, que no está circunscrito siempre al aristotélico.

Tertuliano rechaza a los filósofos paganos, tal como manifiesta en estas palabras:

Sin embargo, esto no implica que Tertuliano no utilizara argumentos de la filosofía para su exégesis y refutación. Tampoco niega que la filosofía alcance verdades, aunque sin reconocerles gran mérito, tal como afirma en Acerca del alma:

Tertuliano también utilizó argumentos de los filósofos para sustentar sus propias doctrinas. Así, en Acerca del alma se apoya en un verso del poeta epicúreo Lucrecio[7]​ para defender una concepción del alma como algo material.[8]

Los escritos de Tertuliano están incluidos en los volúmenes I-II de la Patrología Latina, y existen textos modernos en el Corpus Christianorum (vid. Thesaurus Patrum Latinorum). En Intratext hay una buena cantidad de sus escritos, tanto en latín como en traducciones al inglés, italiano y alemán.



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