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Tierra silvestre



Las tierras silvestres son áreas naturales terrenas o acuáticas que no han sido modificadas por las actividades humanas o lo han sido muy poco. Cualquier ecosistema natural, relativamente intacto, puede ser una tierra silvestre; algunos ejemplos son los bosques, prados, aguas interiores, tierras húmedas interiores o costaneras, y ciertas áreas marinas, como los arrecifes de coral.

Las tierras silvestres merecen especial atención en las evaluaciones ambientales. Son valiosas porque:

Las tierras silvestres son vulnerables a las presiones del crecimiento demográfico, la carencia de tierras y el desarrollo económico, y han estado desapareciendo, rápidamente, en muchos países, desarrollados y subdesarrollados.

Las tierras silvestres, de especial preocupación, son aquellas que han sido reconocidas como de importancia excepcional en la preservación de la diversidad biológica o realización de servicios ambientales. Algunas de éstas han sido designadas, oficialmente, por los gobiernos nacionales, a veces en colaboración con organismos internacionales como las Naciones Unidas (p.ej. Sitios Naturales de Patrimonio Mundial). Otras son desprotegidas hasta la fecha, aunque reconocidas nacional o internacionalmente como biológicamente únicas, ambientalmente frágiles, o de especial importancia para la población local o servicios ambientales.

La Nota Política Operacional No. 11.02, "Wildlands: Their Protection and Management in Economic Development" expresa la política general de Banco:

Esta política se aplica a todo proyecto en el cual se involucró el Banco, aunque este no financia un componente que afecte a las tierras silvestres.

La política del Banco enfatiza además que, cuando el éxito de un proyecto depende de los servicios ambientales brindados por ciertas tierras silvestres, se debe incluir en el proyecto un compromiso de que se conservará dichas tierras. Donde no sirven directamente al proyecto, este puede ser mejorado con el manejo de tierras silvestres, a fin de proporcionar beneficios socioeconómicos en el área general. Se debe alentar la realización de proyectos que tengan como su único objetivo el manejo de tales tierras.

Las tierras silvestres se encuentran potencial y prácticamente ligadas a todo sector; bien sea como recursos que pueden ser dañados o eliminados como impacto directo o indirecto de un proyecto, o como recursos de los cuales depende, en parte, el éxito del proyecto, en efecto:

Con frecuencia los impactos ambientales sobre las tierras silvestres son intersectoriales. Por ejemplo, las tierras húmedas y aguas de cabecera son vulnerables a las descargas industriales o municipales del agua servida, el aflujo agrícola, la sedimentación proveniente de las operaciones forestales, o el dragado y rellenado para proyectos de transporte o desarrollo costanero. Si estas áreas no son protegidas, se puede disminuir la productividad y la renta pesquera. Donde las tierras en cuestión son una atracción turística, su pérdida o daño puede reducir además las rentas del turismo.

También existen nexos con las condiciones ambientales regionales o globales. Las tierras silvestres pueden ser sitios de reproducción, y brindan la posibilidad de descansar o invernar a especies de peces o pájaros que migran largas distancias hacia otros ecosistemas. Grandes extensiones de bosque tienen un efecto moderador sobre el clima regional, y su destrucción también contribuye al recalentamiento global.

La experiencia en más de 40 proyectos apoyados por el Banco Mundial, que incluyeron componentes explícitos de manejo de tierras silvestres, ha demostrado que al no incluir temprano provisiones para el manejo de dichas tierras, se puede reducir sus beneficios. Aunque posiblemente aumente un poco la complejidad del proyecto rara vez ha ocasionado demoras significativas. Las principales excepciones son casos donde el no incorporar pronto el manejo de las tierras silvestres, más tarde ocasionó demoras costosas. Por lo tanto, es conveniente que el manejo de estas tierras sea incorporado en forma rutinaria en ciertos tipos de proyectos, lo cual tiene que hacerse tan pronto como sea posible en el ciclo del proyecto, a fin de minimizar los costos y facilitar la implementación.

El proceso de evaluación ambiental proporciona un marco dentro del cual los costos y beneficios de someter las tierras silvestres a usos más intensivos, pueden ser comparables con los que son empleados en su conservación. También sirve como vehículo para descubrir las alternativas o componentes para los proyectos, con impactos neutrales o positivos sobre las tierras silvestres, y para la identificación e implementación de medidas para atenuar o compensar los impactos negativos donde sean de otra manera inevitables.

El proceso de describir el ambiente de un proyecto propuesto en la evaluación ambiental, incluye la ubicación y caracterización de todas las tierras silvestres existentes en el área de estudio. La siguiente información debe ser obtenida para cada zona silvestre, como forma de establecer la línea de base:

Los procesos de analizar las alternativas y predecir los impactos ambientales del proyecto propuesto, incluyen la consideración de los efectos potenciales sobre las tierras silvestres, y el informe de la evaluación ambiental debe presentar los resultados explícitamente. La medición de los impactos es una tarea para especialistas en los tipos de ecosistemas implicados. Incluye, pero no se limita, a los siguientes conceptos:

Se debe recomendar medidas para evitar o atenuar los impactos negativos, e incorporarlas dentro del "Plan Administrativo de la Evaluación Ambiental para la Atenuación de los Impactos Negativos". Donde son inevitables, como por ejemplo la conversión de áreas significativas de tierras silvestres para otros usos, la evaluación ambiental debe incluir no sólo las medidas atenuantes sino también recomendaciones para el componente del proyecto para el manejo de las tierras silvestres, requeridos, para compensar la pérdida.

Los sistemas administrativos varían según las necesidades de conservación biológica, los servicios ambientales que requieren protección, las oportunidades económicas regionales, las necesidades de subsistencia de la población local, y el uso acostumbrado de las tierras adyacentes. Con frecuencia, se solapan o coinciden las medidas atenuantes y técnicas de manejo, algunos ejemplos de las cuales se encuentran a continuación. Las medidas a ser consideradas son:



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