x
1

Trastorno de personalidad múltiple



El trastorno de identidad disociativo (TID),[1]​ antes conocido como desorden de personalidad múltiple (DPM),[2]​ es un trastorno disociativo que se caracteriza por la existencia de dos o más identidades en una persona, cada una con su propio patrón de percibir y actuar con el ambiente. Estadísticamente, la mayoría de las personas afectadas son mujeres, aunque no existen muchos estudios al respecto (más que las estadísticas arrojadas en algunos países, como Turquía). Al menos dos de estas identidades toman el control del comportamiento del individuo o como lo que podría llamarse el control ejecutivo del cuerpo de forma rutinaria, y están asociadas también con un grado de pérdida de memoria más allá de la falta de memoria normal. A esta pérdida de memoria se le conoce con frecuencia como «tiempo perdido» o «tiempo amnésico». Se le asocia con el trastorno límite de la personalidad, el trastorno por estrés postraumático, la depresión, el trastorno por abuso de sustancias, autolesiones o ansiedad.

La causa se debe a un trauma infantil.[3]​ En aproximadamente el 90% de los casos hay un historial de abuso en la infancia, mientras que otros casos están relacionados con experiencias de guerra o problemas de salud durante la infancia. Se cree que los factores genéticos también desempeñan un papel. Estudios entre profesionales de la salud demuestran un amplio escepticismo contra la idea de que este diagnóstico representa en sí un trastorno mental en vez de un delirio con base cultural o iatrogénica.

El trastorno de identidad disociativo fue llamado en un comienzo trastorno de personalidad múltiple, como referencia a esto, el nombre erróneamente se mantiene en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE de la OMS). Aunque el trastorno lleva por nombre trastorno de identidad disociativo, este no está relacionado de ninguna manera con la esquizofrenia. Aunque el término de «personalidad dividida» es un término ampliamente asociado con la esquizofrenia, no es un término aceptado por profesionales en relación con la identidad disociativa.

Muchas veces puede ser malinterpretado o confundido con la composición de personalidades individuales, pero a pesar de tener síntomas similares se carece de pruebas suficientes para comprobar si esto es una rama, evolución o un término separado del trastorno de identidad disociativo, se desconocen pruebas científicas para dicho interrogante.

Las personas con un trastorno de identidad disociativo pueden experimentar a menudo un cuadro de síntomas que pueden parecerse a los de otros trastornos psiquiátricos. Los síntomas pueden ser similares a los de la ansiedad, de las alteraciones de la personalidad, de la esquizofrenia y de los trastornos afectivos o de la epilepsia. La mayoría de las personas sufre síntomas de depresión, ansiedad (dificultad para respirar, pulso acelerado, palpitaciones), fobias, ataques de pánico, alteraciones del apetito, estrés postraumático y síntomas que simulan los de las enfermedades físicas. Pueden estar preocupadas por el suicidio y son frecuentes los intentos, así como los episodios de automutilación. Muchas personas con trastorno de identidad disociativo abusan del alcohol o de las drogas en algún momento de su vida.

El cambio de identidades y la ausencia de consciencia del propio comportamiento para las otras identidades, hacen a menudo caótica la vida de una persona con este trastorno (pero la mayoría lleva una vida normal).

Hay varios signos característicos del trastorno de identidad disociativo:

Las personas con un trastorno de identidad disociativo frecuentemente oyen hablar a otros de lo que ellas han hecho pero que no recuerdan. Los demás pueden mencionar cambios en su comportamiento que ellas tampoco recuerdan. Pueden descubrir objetos, productos o manuscritos con los que no contaban o que no reconocen. A menudo se refieren a sí mismas como «nosotros», «él» o «ella». Mientras que, en general, las personas no pueden recordar mucho acerca de sus primeros cinco años de vida, la persona con un trastorno de identidad disociativo no recuerda tampoco lo ocurrido durante el tiempo por el cual se prolongó el evento traumático.

El control del cuerpo se transfiere invariablemente de una identidad a otra, lo que también incluye el contacto con la realidad. La identidad en control siempre está consciente de la realidad y su percepción de la misma es la de una persona completamente funcional, es decir, puede socializar, hacer deportes, conducir, etc.

La transferencia del control ejecutivo del cuerpo puede ocurrir como consecuencia de la reexperimentación del suceso traumático (puede ser por olores, sonidos, calles, etc.), de circunstancias que sean similares a dicho evento o porque se infiere que se llegará a una situación que requiere manejarse por una identidad determinada a través de la disociación. Esta transición puede aparecer de forma brusca e inmediata con notoria presencia de la nueva identidad que toma el control o puede ser de manera paulatina sin que sea posible notar cuándo ocurre la transición, en este caso, investigaciones han demostrado que es similar a entrar en trance, en un sueño o en un desprendimiento corpóreo. Las características de este cambio dependerán de la coexistencia y conocimiento de las identidades entre sí, de la situación en la que se encuentre la persona, y generalmente se acompaña de amnesia entre los episodios para mantener la individualidad de cada una de las identidades, es por ello que cada identidad suele tener memoria exclusiva de sus experiencias anteriores, pero no de las vividas por las demás identidades. Ocasionalmente se pueden manifestar como destellos de memoria o bien puede recordarse como hechos acontecidos a un tercero.

Las personas con un trastorno de identidad disociativo tienen normalmente una historia de tres o más diagnósticos psiquiátricos previos y que no han respondido al tratamiento. Estas personas están muy preocupadas por temas de control, tanto el autocontrol, ser controladas o el control de los demás.

Aun cuando la principal causa atribuible es como consecuencia de eventos traumáticos de la niñez también se tiene conocimiento de la creación de identidades para cubrir una necesidad o deseo que el individuo no puede realizar abiertamente por restricciones, sociales, culturales, familiares o religiosas. La personalidad disociada deja inmune o limpia a las otras personalidades. De esta manera es común la existencia de personalidades completas o solo fragmentos, los cuales existen solo por periodos limitados y con un propósito específico.

Es necesario conocer los criterios para el diagnóstico, mismos que no pueden ser extraídos de fuente más fidedigna que el DSM-IV-TR[4]​ y que son:

El tratamiento del TID es un rubro en el que son bien recibidas las propuestas, pues a pesar de que ya existen alternativas algunas no podrían ser del todo funcionales al haber sido creadas a partir de la idea de que el TID tiene alguna similitud con la esquizofrenia.

Llegando hasta este paraje es puntual hacer de dominio público que la esquizofrenia y el TID son trastornos completamente distintos, el primero se trata de uno psicótico mientras que el segundo es uno de tipo disociativo (DSM-IV-TR, 2002). La esquizofrenia aleja al paciente de su realidad y el TID por su parte no afecta la relación con ella, afecta al estado del «yo». El desdoblamiento de personalidad en el TID ocurre de manera interna, es decir quien lo padece crea a sus alters a partir de interacciones conflictivas en su propia mente, en la esquizofrenia este fenómeno se aprecia de manera externa ya que las voces que se llegan a manifestar provienen del exterior y por tanto se trata de alucinaciones y no de fragmentos de la personalidad.

Al tratarse de piezas mal ubicadas lo que se busca en los tratamientos es ir acomodando y reconociendo poco a poco cada una de ellas para que así la finalidad sea formar una imagen completa. El tratamiento consta de 3 fases de acuerdo con datos de la Journal of Trauma and Dissociation:[5]

El trastorno de identidad disociativo requiere psicoterapia, con frecuencia facilitada por la hipnosis. Los síntomas pueden ir y venir de modo espontáneo, pero el trastorno no desaparece por sí mismo. El tratamiento puede aliviar algunos síntomas específicos pero no tiene efectos sobre el trastorno en sí mismo.[6]

El tratamiento es a menudo arduo y emocionalmente doloroso. La persona puede experimentar muchas crisis emocionales debido a acciones de las identidades y por la desesperación que pueden acarrear los recuerdos traumáticos durante la terapia. A menudo son necesarios varios períodos de hospitalización psiquiátrica para ayudar a la persona en períodos difíciles y para operar de un modo directo sobre los recuerdos dolorosos (no siempre). Frecuentemente el médico utiliza la hipnosis para que se manifiesten (para tener acceso a) las identidades, facilitar la comunicación entre ellas, estabilizarlas e integrarlas. La hipnosis también se usa para reducir el impacto doloroso de los recuerdos traumáticos.

Generalmente, son necesarias una o dos sesiones de psicoterapia a la semana durante al menos 3 a 6 años. La integración de las identidades es lo ideal pero no siempre se consigue. Las visitas al terapeuta son reducidas gradualmente pero es raro que se terminen. Los pacientes pueden confiarse al terapeuta para que les ayude, de vez en cuando, a afrontar los problemas psicológicos, del mismo modo que pueden hacerlo periódicamente con su propio médico.

El pronóstico de las personas con un trastorno de identidad disociativo depende de los síntomas y de las características del trastorno. Algunas tienen principalmente síntomas disociativos y características postraumáticas; esto significa que, además de sus problemas de memoria e identidad, experimentan ansiedad acerca de acontecimientos traumáticos y el hecho de revivirlos y recordarlos.

Generalmente, hay una mejora en el estilo de vida con el tratamiento, sin embargo, el tiempo para alcanzar esto es indefinido.

Otras personas tienen adicionalmente trastornos psiquiátricos graves, como trastornos de la personalidad, afectivos, alimentarios y de abuso de drogas. Sus problemas mejoran más despacio y el tratamiento puede tener menos éxito o bien debe ser más largo y pueden aparecer más crisis. Por último, algunas personas no solamente tienen otros problemas psicológicos graves sino que también están gravemente comprometidas con otras personas que las acusan de haber abusado de ellas.

El tratamiento a menudo es largo y caótico y trata de reducir y de aliviar los síntomas más que de conseguir la integración. A veces, incluso un paciente con un mal pronóstico mejora lo suficiente con la terapia para sobrellevar el trastorno y comenzar a dar pasos rápidos hacia un mejor porvenir.

Hay pocos estudios realizados sobre este trastorno pero algunos realizados en Turquía nos arrojan los siguientes datos:

Los casos de identidad disociativa en mujeres es estadísticamente mayor, pero contradictoriamente, se encuentran más fácilmente casos de hombres con TID.



Escribe un comentario o lo que quieras sobre Trastorno de personalidad múltiple (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!