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Tratado Michelena-Pombo



El Tratado Michelena-Pombo fue un convenio de amistad, alianza, comercio, navegación y límites firmado en la ciudad de Bogotá el 14 de diciembre de 1833 entre el ministro plenipotenciario de Venezuela, Santos Michelena, y el secretario de relaciones exteriores de la Nueva Granada (actualmente Colombia y Panamá), Lino de Pombo.

Tras la disolución de la Gran Colombia y la creación de tres países sucesores de la misma (Ecuador, Nueva Granada y Venezuela), estos vieron la necesidad de establecer convenios con sus vecinos respecto a dos objetivos principales:[1]

El primero en tomar decisiones frente a estos asuntos fue el gobierno del presidente venezolano José Antonio Páez, quién el 6 de mayo de 1833 designó a su secretario de Hacienda y Relaciones Exteriores, Santos Michelena, como ministro plenipotenciario en Bogotá, el cual se convirtió así en el primer representante diplomático venezolano con sede fija.[2]

El 29 de agosto de 1833 llegó a Bogotá Santos Michelena y presentó sus credenciales al presidente Francisco de Paula Santander. Santander, a su vez, designó como plenipotenciario a su secretario de Interior y Relaciones Exteriores Lino de Pombo. Dado que Ecuador tardó varios meses en enviar un plenipotenciario a Bogotá para tratar la cuestión de la deuda, Michelena y Pombo convinieron emprender las negociaciones acerca de los problemas específicos por resolver entre Venezuela y la Nueva Granada; estas iniciaron el 9 de septiembre y terminaron el 14 de diciembre de 1833.[2]

El tratado Michelena-Pombo en su artículo 27 especificaba que la línea limítrofe comenzaba al norte en el cabo Chichivacoa, situado en la costa del mar Caribe, luego seguía en línea recta hasta el Cerro La Teta en mitad de La Guajira, que dividía dicha península en dos partes: la occidental para Nueva Granada y la oriental para Venezuela. Luego tramontaba por las alturas de los Montes de Oca y las cumbres del Perijá hasta encontrar el origen del río de Oro, y de allí bajaba por sus aguas hasta la confluencia con el río Catatumbo. Continuaba por las faldas orientales de las montañas y pasando por los ríos Tarra y Sardinata, para luego ir en línea recta a la embocadura del río La Grita en el Zulia. De allí seguía hasta la quebrada Don Pedro y bajaba por este al río Táchira, el cual remontaba hasta su cabecera y luego por las crestas de las montañas donde nacen los ríos tributarios del Torbes y del Uribante hasta las vertientes del Nula, el cual recorría hasta el desparramadero del río Sarare, donde tornaba al sur hasta encontrar la laguna del Sarare. Rodeaba esta laguna por su parte oriental y de allí bajaba al río Arauquita, continuando por este al Arauca y seguidamente hasta el Paso del Viento, en la laguna del Término. Desde este punto iba en dirección norte-sur pasando por el apostadero sobre el río Meta hasta encontrar la frontera con el Brasil.[3][4]

Según el historiador Rafael Armando Rojas, es posible que Santos Michelena estuviera asesorado en materia de límites por el militar y geógrafo Agustín Codazzi. Si bien el tratado fue aprobado por el Congreso neogranadino en 1834, este fue sometido al Congreso venezolano en las sesiones de 1835 y rechazado por el mismo. La Cámara de Representantes designó para estudiarlo una comisión integrada por Pedro Briceño Méndez, Manuel Felipe de Tovar y Valentín Espinal el 7 de abril de 1835, la cual rindió un informe desfavorable a la aprobación del tratado alegando que la fijación del cabo Chichivacoa como principio de la línea fronteriza le hacía perder a Venezuela 62 millas de costa que medían desde ese punto al cabo de la Vela.

Al mismo tiempo, la comisión sostenía que la península de La Guajira pudo haberse dividido en partes iguales entre ambas repúblicas y que en el trazado en la zona media, desde la curva que debía seguirse de la desembocadura del río La Grita en el río Zulia hasta la quebrada Don Pedro, debían comprenderse tierras como la de San Faustino. Con iguales objeciones desaprobó también el Senado el trazado de frontera que se había negociado. Las modificaciones sugeridas por el cuerpo legislativo venezolano al tratado no encontraron eco en la República de la Nueva Granada, donde se mantenía el principio de la aprobación del texto original tal como había sido negociado y ratificado por el Congreso de ese país.

Hasta la década de 1840 el ejecutivo venezolano insistió en que el Congreso volviese a examinar el tratado con la Nueva Granada. En 1838 la comisión de Relaciones Exteriores del senado presentó un nuevo dictamen desfavorable, confirmado en 1839, y por último, en 1840 la comisión de la Cámara de Representantes adujo muevas razones para rechazar definitivamente el tratado.

Las negociaciones entre la Nueva Granada y Venezuela para un nuevo tratado de amistad, comercio y navegación se iniciaron en Caracas en 1842 y concluyeron con la firma del mismo el 23 de julio de ese mismo año, tratado este que fue aprobado por el Congreso venezolano el 29 de abril de 1843. Sin embargo la resolución del problema del trazado fronterizo quedó aplazada.[4]





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