El tratado de Lisboa del 16 de mayo de 1703 fue una alianza militar firmada entre Portugal, por un lado, y la Gran Alianza formada por las Provincias Unidas de los Países Bajos, Gran Bretaña y el Sacro Imperio Romano Germánico por el otro, en el marco de la guerra de sucesión española. Según los términos del acuerdo, Portugal retiraba su apoyo a Felipe V de España pactado en el tratado de Lisboa de 1701 y reconocía como legítimo rey de España a Carlos de Austria. Los cuatro países firmantes acordaron la formación de un ejército conjunto y la utilización del territorio portugués como base de operaciones del mismo, lo que traería como consecuencia el recrudecimiento de la guerra. A cambio del apoyo de Portugal, Carlos de Austria se comprometió a cederle territorios en Extremadura y Galicia tras su coronación, que no llegó a hacerse efectiva.
Desde antes de la muerte sin descendencia de Carlos II de España en 1700, las principales potencias europeas se interesaron en la cuestión de su sucesión. Inglaterra y las Provincias Unidas de los Países Bajos miraban con recelo la posibilidad de que Luis de Francia (hijo del rey Luis XIV) accediera al trono español, uniendo así las coronas española y francesa y desequilibrando el reparto de poder en Europa. Carlos de Austria, hijo del emperador Leopoldo I, era otro de los candidatos al trono.
En su testamento, Carlos II nombró como su sucesor a Felipe de Anjou (hijo de Luis de Francia), a condición de que renunciase al trono francés. En noviembre de 1700 Felipe fue coronado rey de España, pero al mes siguiente su abuelo Luis XIV declaró que mantendría los derechos de su nieto a la corona de Francia, lo que fue interpretado por Inglaterra, las Provincias Unidas y el Sacro Imperio Romano Germánico como la antesala de la temida unión hispano-francesa.
En previsión de una guerra inminente, Felipe V buscó apoyos que favoreciesen su candidatura al trono. En junio de 1701 firmó con Portugal el tratado de Lisboa, mediante el cual ambos países pactaban una alianza diplomática y militar. España cedería a Portugal la Colonia del Sacramento, le indemnizaría por las pérdidas sufridas durante el asiento de negros y le daría su apoyo ante las posibles reclamaciones que Inglaterra y las Provincias Unidas pudieran hacerle con respecto a su participación en la Guerra de los Nueve Años.
Estos acuerdos serían anulados poco después. Pedro II de Portugal acusó a Felipe V de no pagar las indemnizaciones debidas y de no respetar la soberanía portuguesa sobre Colonia del Sacramento, y a Luis XIV de no haber enviado en ayuda de Portugal sino una mínima parte de los socorros militares pactados ante la presencia de flotas inglesas y holandesas en la costa portuguesa.
En julio de 1701, con la batalla de Carpi, tendrían lugar los primeros enfrentamientos armados en el norte de la península italiana entre las fuerzas francesas, españolas y saboyanas (cambiaron de bando en noviembre de 1703) contra las austriacas. Al año siguiente la guerra se extendería hacia Alemania y en 1703 hubo enfrentamientos en Cádiz y Vigo.
A la firma del tratado, firmado el 16 de mayo de 1703 en la ciudad de Lisboa, comparecieron por la parte portuguesa Nuno de Mello Alvares Pereira, Manuel Téllez de Silva, Francisco de Távora, Roque Monteiro Paym y José de Faria en nombre de Pedro II de Portugal; en representación de la alianza asistieron Paul Methuen en nombre de la reina Ana I de Gran Bretaña, Francisco Schonenberg como diputado de los Estados Generales de los Países Bajos y Carlos Ernesto de Wallestein como embajador del emperador alemán Leopoldo I. Las principales condiciones pactadas fueron:
El cambio de bando de Portugal supuso un revés para la facción partidaria de Felipe V. En 1704 el archiduque Carlos desembarcó en Lisboa y llevó a cabo un intento de invasión por Extremadura.
España ocupó la Colonia del Sacramento en marzo de 1705. Manteniendo su posesión hasta 1715.
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