El turismo de ayahuasca es un tipo de turismo que implica viajar con el objetivo de contratar una serie de servicios vinculados al uso no tradicional de la ayahuasca en un albergue durante una estancia de corta duración. Es criticado tanto por la apropiación cultural por parte de personas de origen no amazónico como por los impactos a las comunidades tradicionales, la mercantilización de una práctica de la medicina tradicional amazónica, ser una actividad informal que en la mayoría de casos no contribuye con impuestos, la depredación de las especies botánicas utilizadas en la preparación de la decocción y por los crímenes asociados a los rituales.
Las motivaciones para viajar y participar en rituales con ayahuasca son varios y de acuerdo a la antropóloga Evgenia Fotiou un tema en común es «el atractivo que supone todo lo que agrupa la antítesis de la civilización occidental: lo pre-industrial, pre-moderno, natural, exótico, espiritual, sagrado, tradicional y atemporal». Entre estas motivaciones se encuentra que:
El turismo vinculado a plantas enteógenas y rituales de la medicina tradicional tiene sus antecedentes en el fenómeno ocurrido en la década de 1950 cuando un artículo de Gordon Wasson fue publicado en la revista Life en 1957. El texto trataba sobre su experiencia comiendo hongos con psilocibina con la curandera mazateca María Sabina en Huautla de Jiménez, al sur del estado de Oaxaca. El artículo detonó una búsqueda espiritual de décadas a partir del viaje y participación de personas de Estados Unidos en rituales basados en el conocimiento tradicional en México.
En Perú en la década de 1980 ocurrió un fenómeno similar a menor escala a partir de la organización de grupos desde Estados Unidos y Europa que visitaban al curandero Eduardo Calderón Palomino en Las Delicias, en la costa de La Libertad, para participar en sesiones de curanderismo norteño. El curanderismo norteño es una tradición sincrética en la costa y sierra norte de Perú en donde el curandero utiliza el cactus San Pedro (Trichocereus pachanoii).
El consumo de ayahuasca está contraindicado para personas con ciertas condiciones psicológicas como el trastorno límite de la personalidad (borderline), trastornos disociativos y otras enfermedades donde se pueden manifestar la psicosis. También está contraindicado para personas con condiciones físicas como la diabetes, la uremia, lupus, esclerosis múltiple, esclerosis lateral amiotrófica y personas con lesiones digestivas con potencial de hemorragia. Se excluye también a las mujeres en sus primeros meses de embarazo dadas las posibilidades de un aborto al vomitar; la decocción de ayahuasca tiene propiedades eméticas.
En Perú, el 2011 en el albergue del curandero shipibo Guillermo Arévalo en Iquitos, un turista francés de 39 años fue encontrado muerto con botellas de ayahuasca. El 2012 en Puerto Maldonado, un turista estadounidense de 19 años falleció en una ceremonia de ayahuasca. Luego, el 2014 un turista ruso de 52 años falleció después de una sesión de ayahuasca también en Iquitos. El 2016, un turista filipino de 33 años en distrito de Písac, y otra turista estadounidense de 41 años en el distrito de Coya fallecieron durante sesiones de ayahuasca, ambos en la provincia de Calca en la región Cuzco. En 2019, un canadiense de 33 años luego de tomar ayahuasca se hirió mortalmente con un cuchillo en un centro en Iquitos.
El ritual de la purga de tabaco muchas veces se realiza como una actividad previa a las ceremonias de ayahuasca. La purga de tabaco tiene una contraindicación absoluta para mujeres embarazadas, personas con problemas cardiovasculares, hipotensión crónica, personas de edad avanzanda y/o con estado frágil de salud. Dado que las personas muchas veces no tienen conocimiento de ciertas dolencias que poseen, existe la posibilidad que una persona aparentemente saludable pueda fallecer. El 2015 en Perú, se tuvieron dos incidentes fatales relacionados con las purgas de tabaco.
Se ha argumentado que la alta y creciente demanda por las especies involucradas en la preparación de la ayahuasca (B. caapi, P. viridis y D. cabrerana), ha generado una creciente extracción de especies silvestres del bosque y promovido la creación de plantaciones comerciales. En Brasil, Bolivia, Colombia y Perú, la extracción indiscriminada de especies botánicas con fines comerciales como la de los árboles de la quina y el caucho ya ha generado impactos y conflictos sociales, culturales y ambientales. La extracción para satisfacer la demanda no se da solo para los países mencionados sino también para la creciente demanda internacional en países de Norteamérica como México, Estados Unidos y Canadá, y de Europa.
Han ocurrido incidentes relacionados al consumo de la ayahuasca como intentos de violación, violaciones y asesinatos:
Se ha discutido que existe apropiación cultural dentro de la industria del turismo de ayahuasca al ser ofrecida a personas que provienen de culturas diferentes a las de las etnias amazónicas en donde la bebida es parte de las prácticas chamánicas y purgativas. Asimismo, también se ha afirmado que existe apropiación cultural cuando tanto los extranjeros abren un albergue para ofrecer servicios asociados a la ayahuasca como cuando ellos mismos los ofrecen, ya sea en la amazonía o en sus ciudades de origen.
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