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Valencianismo político



El nacionalismo valenciano, o valencianismo, es una corriente de pensamiento político que aspira al autogobierno de la actual Comunidad Valenciana, lo que en última instancia incluiría el derecho a la autodeterminación de dicho territorio. Su consideración sobre cuál es su "nación cultural", sin embargo, varía dependiendo del momento histórico, pero generalmente se asume que la Comunidad Valenciana comparte gran parte de su condición cultural con Cataluña, Islas Baleares, y la Franja de Aragón, sin que ello influya en su "marco político" definido, que es estrictamente la actual Comunidad Valenciana.[3][4]​ Bajo esta misma acepción también se incluyen grupos que políticamente son clasificados como catalanistas.[5][6]

Las primeras manifestaciones políticas en este sentido surgen a finales del siglo XIX, tras el episodio de cantonalismo que tuvo lugar en Alcoy y en Valencia durante la Primera República Española y su posterior enfrentamiento con el Gobierno central. Durante la primera mitad del siglo XX, paralelamente a la tardía Renaixença valenciana, y demandan el autogobierno propio. Faustí Barberà, con su discurso inaugural de 1902 De regionalisme i valentinicultura, fue quien sentó las bases de lo que sería el primer cuerpo teórico del nacionalismo valenciano.[7][8][9][10]​ En 1918 se promulga también la Declaración Valencianista, que aboga por la existencia de una raza valenciana dentro del conglomerado cultural ibérico. Durante la Segunda República los principales partidos valencianistas, Esquerra Valenciana y Partit Valencianista d'Esquerra, obtienen una importante representación política, como cinco concejales en la ciudad de Valencia, o un diputado a las Cortes Generales.[11]

La Guerra Civil Española y la consiguiente dictadura franquista supuso, en la práctica, la desaparición y disolución del emergente nacionalismo valenciano,[11]​ que no llegó a tener la misma fuerza que tuvo en Cataluña en el País Vasco o en Galicia. Durante esos años, generalmente, sus principales personajes se apartaron de la vida política, y la mayoría se centraron en actividades académicas o literarias,[12]​ en cuyo trasfondo se intentaba subyacer la identidad valenciana. Alrededor de las figuras de Xavier Casp y Miquel Adlert se formó el grup Torre, dónde surgiría la figura de Joan Fuster.[13]​ Durante las décadas de 1960 y 1970 surgirían diferentes grupos de jóvenes valencianistas influidos por Fuster[14]​ con una serie de propuestas de tipo rupturista, provocando un distanciamiento entre su discurso y el del regionalismo valenciano.[15]

La generación influida por Fuster, que bautizó a sus propuestas como "nou valencianisme", tenía unos planteamientos y símbolos alejados de los del valencianismo anterior al franquismo, en gran parte debido a la apropiación y control del régimen de las entidades cívicas y culturales que durante la Segunda República propugnaban el autogobierno valenciano, especialmente de Lo Rat Penat, que daban una imagen que el "nou valencianisme" consideraba "folclórica",[15]​ y no ayudaba a la "dignidad nacional". Pero la ruptura también llegó al planteamiento político: sin entrar en considerar si el País Valenciano (como región histórica, sin connotaciones políticas) es una "nación política" o no, se pasó a propugnar los Países Catalanes, con una cierta confusión de si se trata de un concepto cultural,[16]​ o también de un concepto político, como afirmaba Joan Fuster en su ensayo Nosaltres els valencians.[4]

El pensamiento de Joan Fuster logró gran influencia entre diferentes fuerzas políticas y sindicales antifranquistas entre las décadas de 1960 y 1980,[17]​ destacando el Partit Socialista del País Valencià (PSPV), de izquierdas, y la Unió Democràtica del País Valencià (UDPV), de centro-derecha, como principales fuerzas nacionalistas en las dos últimas décadas de la dictadura franquista y en los primeros años de la Transición. En lo que respecta a las fuerzas de ámbito estatal, el pensamiento fusteriano logró influir entre las fuerzas de extrema izquierda como el Partido Comunista del País Valenciano y en menor medida en la rama valenciana del PSOE.[18]​ Estas fuerzas se encontraron con dificultades para reivindicar el discurso valencianista de influencia fusteriana en una sociedad que rechazaba mayoritariamente planteamientos tan drásticos como los de Joan Fuster.[18]​ En las primeras elecciones democráticas, los diferentes partidos nacionalistas valencianos no consiguieron representación parlamentaria.

A consecuencia de ello, tiene lugar un profundo debate a partir de estas divergencias políticas, que acaba con la integración de dichos partidos nacionalistas en partidos de ámbito estatal, como el PSPV, que se integró en el PSOE, o la UDPV, que hizo lo propio con la UCD, con la pretensión de que ambos partidos asumieran parte de sus objetivos valencianistas. Sin embargo, no toda la militancia asumió esta decisión,[19]​ y se crearon partidos como el transversal Partit Nacionalista del País Valencià (PNPV) o el Agrupament d'Esquerres del País Valencià (AEPV), que acabarían confluyendo en Unitat del Poble Valencià (UPV), principal formación nacionalista en los años 80 y 90.[20]​ Con unos resultados entre el 1% y el 3% de los votos en las diferentes elecciones de este período, desde mediados de los años 80 se inician una serie de reflexiones conocidas como "tercera vía", o "valencianismo de reconciliación", que buscaban, desde posturas revisionistas del pensamiento de Joan Fuster, una entente entre el electoralmente exitoso blaverismo (el regionalismo anticatalanista) y el pancatalanismo.[20][21]​ A pesar de que se considere que este intento de reconciliación fracasó,[22]​ la Unitat del Poble Valencià acabaría refundándose como Bloc Nacionalista Valencià. El BLOC creció electoralmente y se situó muy cercano al 5% de voto en 1999 y 2003, consolidándose posteriormente como tercera fuerza política de la Comunidad Valenciana dentro de la Coalición Compromís.[23]




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