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Violencia psicológica en la pareja



La violencia psicológica en la pareja es una forma de abuso psíquico, que tiene lugar en la relación de dos personas que deciden convivir o vincularse afectivamente para compartir un proyecto en común. Son comportamientos que se convierten en agresiones y daños, de los cuales el agresor puede o no tener conciencia. Implica coerción, supone la amenaza de la violencia física o corporal y en muchas ocasiones es peor que la violencia física. Se enfatiza con el tiempo y cuanto más perdura mayor es el daño, produce un deterioro en la víctima que la imposibilita para defenderse.[1]

"La violencia psicológica es una conducta pasiva o activa practicada en descrédito, deshonra o menosprecio al valor de la dignidad personal del hombre o la mujer, de igual forma los maltratos, negligencias, humillaciones, amenazas y comparaciones destructivas que puedan afectar el autoestima de la persona y que perjudique su desarrollo operativo, lo que puede generar depresión o incluso el suicidio".[2]

Las causas de la violencia psíquica, pueden ser múltiples; ya sea que uno de los miembros de la pareja reproduzca vínculos paternos o familiares en su actual relación o que la violencia fuera un síntoma de los conflictos internos que mantiene una de las personas. La violencia psíquica en la pareja puede darse en cualquier momento de la relación, es decir, desde los primeros días o transcurridos varios años. Algunas personas que viven este tipo de relación violenta justifican el maltrato, mientras que otras confunden maltratos y ofensas con interés.[3]

Vivir situaciones de violencia durante la infancia suele ser un indicador para reproducirla en la juventud y la vida adulta, tanto si se trata de hombres perpetradores, como de mujeres víctimas de la violencia de género. Estudios al respecto evidencian que las probabilidades de que una mujer sufra violencia de pareja se asocia con la presencia de antecedentes de violencia intrafamiliar durante su infancia.[4]​ La Violencia es una conducta que se aprende y en la mayoría de los casos, se adquiere en el núcleo familiar. Cuando una persona es violenta, aprende a actuar a través de la impulsividad, porque no reflexiona antes de proceder.

Existen tres modalidades o tipos:[1]​ ': tiene una faceta activa y otra pasiva, el maltrato activo es el trato degradante y continuo que ataca la dignidad de la persona. Los malos tratos emocionales son difíciles de detectar, porque la víctima frecuentemente, no toma conciencia de que lo es y otras veces toma conciencia, pero no se atreve o no puede defenderse y no lo comunica o pide ayuda. El maltrato pasivo consiste en la falta de atención hacia la víctima cuando ésta depende del agresor.

Existen indicios que alertan, el psiquiatra Murphy Y O’Leary los enumera:[5]

La violencia psíquica en las mujeres afecta su salud mental, creando una disminución de sus posibilidades intelectuales y habilidades, pérdida de deseos o interés, depresión y ansiedad, pero este maltrato, no se da en forma impredecible, si no por el contrario en situaciones constantes que son necesarias conocer y comprender para poder sobrevenir.[6]

El perfil de un hombre maltratado se asemeja al de la mujer, son personas con baja autoestima, se sienten menospreciados e inseguros; en estos hombres se produce el síndrome de dependencia emocional, es decir, se les hace imposible imaginarse la vida sin una pareja, hasta llegar a no importarles pasar por humillaciones y desprecios.[7]

Dentro de esta perspectiva la Organización Panamericana de la Salud, resume las principales consecuencias psíquicas: Depresión, ansiedad, tristeza, angustia, fobia, trastorno de pánico, insomnio, cambios del estado de ánimo, ganas de llorar sin motivo, trastorno de estrés postraumático, trastornos de la conducta alimentaria, trastornos psicosomáticos, sentimientos de vergüenza y culpabilidad, conductas autodestructivas, abuso de alcohol y drogas, irritabilidad, baja autoestima y suicidio o ideación suicida.[8]

De acuerdo con el Informe mundial sobre la violencia y la salud (2003), el cincuenta por ciento (50%) de las muertes violentas en el mundo es responsabilidad de los esposos, ex cónyuges, novios y antiguos compañeros.[9]​ Tres de cada diez adolescentes denuncian que sufren violencia en el noviazgo y muchas de las mujeres que son maltratadas durante el matrimonio vivieron violencia en el noviazgo.[10]

Los estudios de la Base de Datos y Publicaciones Estadísticas de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) (2012), indican porcentajes en cuanto a la violencia psíquica en países como Bolivia (2003) con un 53.8%, Perú (2004) con un 68.2% y Colombia (2005) con un 65.7%.[11]

Según encuesta realizada en México, el 76% de los jóvenes con edades comprendidas entre 15 y 24 años y en relaciones de pareja, han sufrido agresiones psíquicas. La violencia de pareja se inicia por lo regular, durante las relaciones de noviazgo (26%), y en la mayoría de los casos continúa y se acentúa en la vida conyugal (35%); en un 30% sigue manifestándose después de terminada la relación violenta, con agresiones hacia la mujer por parte de la expareja.[12]

Los estudios a través de dicha encuesta indican que la adolescencia, es la edad en la cual son más vulnerables a la violencia y es una situación que se mantiene en silencio pues la mayoría considera son conductas normales, que no aumentarán y no se atreven a denunciar, siendo más común que la ejerzan los hombres, sin embargo las mujeres también utilizan formas de control como la manipulación y el chantaje, además una pareja violenta es muy probable que tenga antecedentes de violencia en su familia y su conducta no cambiará espontáneamente.[12]

En Venezuela el Boletín en Cifras de Violencia Contra las Mujeres (2003) señala que de 4437 personas que viven violencia, un 42.75% es de tipo psíquica y 2346, es decir el 60%, tiene secuelas psíquicas, además menciona que la violencia psíquica es la más común, dolorosa y tardía en superar.[13]

La Asamblea General de las Naciones Unidas proclama la declaración universal de derechos humanos (2012) y declara en su Artículo 5 que: “Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes”.[14]

La Ley orgánica sobre el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia (2007), establece en el artículo 15, que existen diecinueve formas de Violencia de género en contra de las mujeres, entre ellas está la violencia psíquica: “Conducta omisiva o activa practicada en menosprecio, deshonra o descrédito a la dignidad personal, aislamiento, tratos humillantes, constante vigilancia, negligencia, marginalización, abandono, celotipia, comparaciones destructivas, amenazas y actos que llevan a las víctimas a disminuir su autoestima, perturban su sano desarrollo, puede llevarla a la depresión e incluso al suicidio”.[15]

Las sanciones por el incumplimiento de esta ley están en el Artículo 39.“Quien mediante tratos humillantes y vejatorios, ofensas, aislamiento, vigilancia permanente, comparaciones destructivas o amenazas genéricas constantes, atente contra la estabilidad emocional o psíquica de la mujer, será sancionado con prisión de seis a dieciocho meses”.[15]

La ley 1257 de 2008. Por la cual se dictan normas de sensibilización, prevención y sanción de formas de violencia y discriminación contra las mujeres. Disponible en: https://www.mintic.gov.co/portal/604/articles-3657_documento.pdf.



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