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Vitamina E



¿Dónde nació Vitamina E?

Vitamina E nació en alfa.


Se denomina vitamina E a un grupo de ocho compuestos solubles en grasa que incluyen cuatro tocoferoles y cuatro tocotrienoles. Esto tocoferoles y tocotrienoles existen como homólogos α (alfa), β (beta), γ (gamma) y δ (delta). Por su función antioxidante de lípidos, estos compuestos de vitamina E se encuentran en alimentos vegetales ricos en grasas, especialmente insaturadas, como las oleaginosas y en menor grado en granos de cereales. Su concentración en estos alimentos es muy variable y su estabilidad, por su acción antioxidante, es muy baja. Cada uno de estos compuestos tiene una actividad distinta en el organismo. Los compuestos de vitamina E más activos en el organismo son aquellos relacionados con la forma α-tocoferol.

La vitamina E tiene un papel fundamental en el metabolismo normal de todas las células. Es el antioxidante liposoluble más importante en los tejidos humanos y animales. Se encuentra en las partes de las células ricas en lípidos, como las membranas celulares, y los tejidos ricos en grasas. El papel principal y más estudiado de la vitamina E es la protección de los ácidos grasos poli-insaturados de los lípidos contra el daño oxidativo. Por eso es que su deficiencia puede afectar varias e importantes funciones vitales.

La vitamina E fue descubierta en 1922 por Herbert McLean Evans y Katharine Scott Bishop[1]​ y fue aislada por primera vez en forma pura por Evans y Gladys Anderson Emerson en 1935 en la Universidad de California, Berkeley.[2]​ Evans y Bishop hallaron que las ratas hembras requerían de este principio en su dieta para una preñez normal. También se la identificó como la "vitamina de la fertilidad".

Destaca Paul Karrer, debido a sus investigaciones más notables en los carotenoides y las flavinas. Descubrió que algunos de ellos, como el caroteno y la lactoflavina, actúan como provitaminas A y B2, respectivamente. En 1938 consiguió sintetizar el compuesto denominado alfatocoferol, que corrige la esterilidad carencial de manera análoga a la vitamina E.

La vitamina E se encuentra en muchos alimentos, principalmente de origen vegetal, y sobre todo en los de hoja verde (el brócoli, las espinacas) y las semillas, entre ellos la soya, el germen de trigo y la levadura de cerveza. También puede encontrarse en alimentos de origen animal, como la yema de huevo.

Algunos de los alimentos considerados fuentes de vitamina E son:

El enranciamiento oxidativo que ocurre en algunos alimentos destruye las vitaminas liposolubles, particularmente las vitaminas A y E (tocoferoles).

La vitamina E pertenece a la familia de compuestos poliprenoides. En estado natural tiene ocho diferentes formas de isómeros: cuatro tocoferoles y cuatro tocotrienoles. Todos ellos tienen un anillo aromático, llamado cromano, con un grupo hidroxilo y una cadena polipronoide saturada. Si dicha cadena es saturada, los isómeros son tocoferoles, y si es insaturada, son tocotrienoles.

Existen formas alfa α, beta β, gamma γ y delta δ para ambos isómeros, y se determina por el número de grupos metílicos en el anillo aromático. Cada una de las formas tiene su propia actividad biológica.


Entre los Derivados de Vitamina E, destaca el Tocoferol acetato, un éster del ácido acético y el tocoferol(para la forma 'α'), el cual se usa como una alternativa estable a las formas naturales de tocoferol; ya que el grupo hidroxilo fenólico en esta forma está bloqueado, lo que proporciona un producto menos ácido y con una vida útil más larga, al no oxidarse. [3]

Este compuesto puede penetrar a través de la piel hasta las células vivas, donde aproximadamente el 5% se convierte en tocoferol libre.

Todas las acciones de los tocoferoles parecen estar determinadas por su carácter de agente antioxidante, y que, en particular, previene las reacciones de peroxidación de lípidos (enranciamiento).

El enranciamiento de lípidos insaturados consiste en una serie compleja de reacciones. Al final los radicales oxigenados dan lugar a su vez a una serie de compuestos (aldehídos, ácidos y cetonas) que son los responsables de las características desagradables de los productos enranciados, como el mal olor. Además, inducen en otras estructuras (proteínas de membrana, por ejemplo) alteraciones que comprometen gravemente su función. Los tocoferoles actúan rompiendo la cadena de reacciones, actuando de forma que ofrecen un hidrógeno fácilmente sustraíble a los radicales oxigenados, impidiendo así que sea sustraído de los lípidos y membrana.

La ingestión diaria recomendada es para un adulto de 15 mg o 25 UI. Para los niños es de aproximadamente 10 UI.

Se suele recomendar la forma dextro α-tocoferol o «vitamina E natural» ya que se considera mucho más eficiente que las otras formas (incluso la levo α-tocoferol), aunque esto se mantiene aún discutido a mediados del año 2007.

Tiene ventajas en algunos aspectos de nuestro cuerpo:

Existen tres situaciones específicas para la deficiencia de vitamina E. Se ha observado en personas que no pueden absorber dietas ricas en grasas, se ha encontrado en niños prematuros con un bajo peso corporal (nacimientos con menos de 1,5 kg), y se ha observado en individuos con extraños desórdenes en el metabolismo de las grasas. La deficiencia en vitamina E se caracteriza generalmente por trastornos neurológicos debidos a una mala conducción de los impulsos nerviosos.

Los individuos que no pueden absorber grasas requieren suplementos de vitamina E debido a que es muy importante esta vitamina en los procesos de absorción del tracto gastrointestinal. Cualquier diagnóstico con fibrosis quística, individuos que han sido operados habiéndole quitado parte o todo el intestino o estómago, e individuos que tienen incapacidad de absorción de grasas tales como aquellos que sufren la Enfermedad de Crohn necesitan un suplemento de vitamina E recetada por el médico. Las personas que no pueden absorber grasas suelen tener una diarrea crónica.



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