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Vitis



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Vitis, la vid, es un género con alrededor de sesenta especies aceptadas, de las casi ochocientas descritas,[2]​ perteneciente a la familia Vitaceae. Se distribuye predominantemente por el hemisferio norte. Su importancia económica se debe al fruto, la uva, la cual se utiliza tanto para consumo directo como fermentada para producir vino. El estudio y cultivo de las vides se denomina viticultura.

Vitis se diferencia de otros géneros de la familia en que los pétalos florales se mantienen unidos en el ápice separándose en la base para formar una caliptra o "gorra". Las flores son unisexuales o modificadas para funcionar como tales, son pentámeras y con un disco hipógino. El cáliz está muy reducido o es inexistente en la mayoría de las especies. Los capullos florales se forman al final de la estación de crecimiento y permanecen durante el invierno para florecer la primavera siguiente. Producen dos tipos de flores, las estériles con largos filamentos, estambres erectos y pistilos sin desarrollar y las fértiles con pistilos bien desarrollados y cinco estambres sin desarrollar. El fruto es una baya ovoide y jugosa.

Cuando crecen de forma silvestre, todas las especies del género son dioicas, sin embargo en cultivo se seleccionan las de flor perfecta.

El fruto de varias de las especies se utiliza comercialmente para su consumo como uvas frescas y para la elaboración de vino.

La especie más importante es Vitis vinifera, con tronco retorcido, llamado cepa, vástagos nudosos y flexibles, llamados sarmiento, hojas alternas, pecioladas, grandes y partidas en cinco lóbulos puntiagudos, llamadas pámpanos, flores verdosas en racimos, y cuyo fruto es la uva. Originaria de Asia, se cultiva en todas las regiones templadas. Al conjunto de vides cultivadas en un campo se le denomina viña o viñedo.

La vid produce las uvas, fruto con el jugo del cual se produce el vino. Por el contrario las vides salvajes o silvestres, no cultivadas, poseen unas hojas más ásperas, y las uvas son pequeñas y de sabor agrio.

El cultivo de la vid para la producción del vino es una de las actividades más antiguas de la civilización, probablemente contemporánea al comienzo de esta.

Existen pruebas de que los primeros cultivadores de viñas y productores de vino, se encontraban en la región de Egipto y Asia Menor, durante el neolítico. Al mismo tiempo que los primeros asentamientos humanos permanentes empezaron a dominar el arte del cultivo y la cría de ganado, así como el de la producción de cerámica.

La vid es la planta que produce las uvas; éstas, además de constituir una fruta agradable y sana, tienen especial interés, pues el zumo de uvas, fermentado, constituye el vino.

La vid requiere terreno rico en potasa y que sea permeable y no muy húmedo; cuando el cultivo de la vid se realiza en terrenos fértiles y frescos, la cantidad de fruta aumenta, pero su calidad pierde; el vino que entonces se obtiene es más flojo que el que producen las vides plantadas en tierras secas y ásperas.

La mejor orientación de los terrenos para el cultivo de la vid es la que mira hacia el sol, (orientación Sur en el hemisferio Norte, y orientación Norte en el hemisferio Sur), pues la mayor insolación favorece la calidad del fruto.

La vid se reproduce por estaca; es conveniente dejarle a la rama tierna un poco de sarmiento viejo, para favorecer con ello el desarrollo de las raíces, no conviene hundir mucho las estacas, siempre y cuando el terreno no se deseque o agriete excesivamente.

Precisa que queden enterradas las yemas y que otra emerja del suelo, cubriéndola, a ser posible, con tierra, en los rigores del frío.

A veces también se planta a barbados, es decir, por vástago o sarmiento que ha echado raíces.

Generalmente las viñas se plantan a tresbolillo, dejando unos dos metros de separación entre planta y planta. En cuanto a la época de plantarlas, en España se acostumbra a hacerlo en el mes de enero.

Puede mejorarse la calidad de producción de una cepa (tronco de la vid) practicando injertos adecuados.

La viticultura ha conseguido realizar cruzamientos con los cuales se han obtenido productores de excelentes frutos.

El cultivo de las vides, siendo tan general en el mundo, da lugar a que se produzcan gran diversidad de vinos: de Borgoña, de Champaña, del Rhin, vinos italianos y griegos etc. Por lo que hace referencia a España, hay vinos excelentes, como los de la Rioja, de la Mancha, de Tarragona, de Andalucía (Jerez y Málaga singularmente), de Montilla, Moriles, Cariñena, la manzanilla (de Sanlúcar) y otros vinos de diversas comarcas.

La recolección de la uva es labor que exige cuidado; se ha revestido, en muchos países, de cierta solemnidad y da lugar a jornadas alegres y coloridas. En Grecia estas fiestas eran dedicadas a Dionisio, que era el dios griego más joven; los romanos las dedicaban a su dios Baco. En honor a Dionisio y Baco, que fueron tenidos como dioses de las vendimias y del vino, en Grecia se celebraron las llamadas Fiestas Dionisíacas y en Roma los llamados Misterios Báquicos también conocidos como orgías.

Las vides se plantaron tradicionalmente usando árboles como tutor. En el Imperio Asirio (s. VII A.C.), las vides aparecen representadas creciendo alrededor de árboles que se asemejan a pinos. La primera prueba documental del maridaje de olmos y vides la encontramos en la Grecia Clásica, donde se menciona un vino llamada Pteleaikós oinos que hace referencia a la región dónde se producía, Ptelea (olmo). Durante la época Romana el cultivo de las vides maridadas a los olmos adquiere mayor importancia, como se refleja en los tratados de agricultura. La práctica fue tan común que aparece de moda recurrente como tópico en la literatura. En el siglo I A.C., cuando aparece la máxima latina Pirum, non ulmum accedas, si cupias pira (Al peral acude, no al olmo, si quieres peras) de donde procedería la expresión Pedirle peras al olmo, dado que la fruta que se asociaba a este árbol no era la pera sino la uva. Los textos clásicos son copiados durante la Edad Media, y sólo los agrónomos árabes de la península ibérica proporcionan nuevas pruebas de la relación entre vides y olmos ya en el siglo XII. Cuatro siglos después la utilización de olmos como tutores de las vides era rara en España, pero el maridaje de las vides con árboles, aunque no olmos, duró en el Sur de España o en los alrededores de Barcelona hasta el siglo XIX. Sin embargo en Italia olmos y vides se plantaban juntos incluso en el siglo XX, antes de que la grafiosis comenzara a atacar las plantaciones de árboles y los agricultores se vieran obligados a sustituirlos por postes.[3][4]

Antiguamente los viñedos se plantaban en los peores terrenos y esparcidos por estos sin ningún tipo de orden, aprovechándose muy bien el espacio con más de 4000 cepas por hectárea. Tenían el inconveniente de requerir mucha mano de obra para realizar los cuidados y recogida de la uva, por lo que en las nuevas plantaciones se empezaron a alinear las cepas, dejando mayor espacio entre ellas, con el objetivo de poder usar animales para realizar algunas labores. Con la llegada de la maquinaria agrícola los pasillos entre las diferentes hileras tuvo que empezar a ser mayor, reduciendo el número de plantas, pero ganando en comodidad. Los sistemas de emparrado hacen más regular la maduración y permiten incluso mecanizar la vendimia.

La vid fue introducida en América por los colonizadores españoles, junto a otra serie de cultivos.[5]

Los grandes enemigos de la vid son: las malas condiciones meteorológicas, el granizo, las fuertes heladas, las lluvias excesivas, los vientos huracanados; también existen insectos devastadores de estas plantaciones; y se producen en ellas terribles plagas y enfermedades.

Algunas de las principales enfermedades que sufren son el mildiu, oídio, filoxera, antracnosis y el black-rot.



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