El ducado de Cardona es un título nobiliario español, creado en fecha desconocida de 1482 por los Reyes católicos, a favor de Juan Ramón Folch IV de Cardona y Urgel, V conde de Cardona.
Su denominación hace referencia a la localidad de Cardona (Barcelona).
Inicialmente surgió el vizcondado de Cardona, como señorío territorial, convirtiéndose posteriormente, ya con título nobiliario, en condado de Cardona, el 14 de diciembre de 1375, y finalmente elevado a ducado de Cardona en fecha desconocida de 1482.
El primitivo señorío del vizcondado de Cardona, nació a partir del vizcondado de Osona en el siglo XI, y a finales del siglo XV quedaría en manos de la familia Cardona.
El primitivo condado de Cardona, de 14 de diciembre de 1375 que luego dio lugar a este ducado de Cardona, es anterior y totalmente independiente del condado de Cardona que creó el Archiduque-Pretendiente Carlos de Austria el 1 de marzo de 1722 a favor de José Folch de Cardona y Eril, y que fue confirmado por Felipe V, con grandeza de España el 28 de octubre de 1727.
La genealogía mítica sitúa los orígenes de la casa de Cardona, en su línea femenina, a partir de una alemana de Carlomagno, Argència, casada con Folc d'Anjou, personaje que, en realidad, vivirá un siglo más tarde.
Pero es a principios del siglo X cuando los Cardona entran en el escenario de la historia. En 911 Ermemir I, fundador del linaje, aparece por vez primera documentado en el testamento del conde Wifredo II Borrell. En 986, el conde Borrell II reedificó Cardona y sitúa sus habitantes bajo el patrocinio del vizconde Ermemir II, nieto de Ermemir I y hermano de Arnulf, obispo de Vich. Este obispo fue figura notable de su época, consejero del conde Ramón Borrell y amigo de Gerberto de Aurillac.
En este momento, los miembros del linaje todavía ostentan el título de vizcondes de Osona, si bien serán los primeros en tomar un nombre vizcondal propio, independientemente del condado donde ejercían sus funciones delegadas de los condes barceloneses. Entre el siglo XI y el siglo XV, los Cardona –vizcondes, condes y duques–, descendientes de los primitivos vizcondes de Osona, darán al país guerreros, almirantes, abades, obispos, cardenales, diplomáticos y consejeros reales.
Los vizcondes de Osona-Cardona contaban con importantes castillos como el de Tagamanent, Brull, Savassona –residencia de la familia–, Rupit y Caserras. La vinculación de los Cardona con el monasterio de Sant Pere de Casserres es muy estrecha. Comenzando con la intervención de las vizcondesas de Osona, Ermetruit y Eugoncia, la mayoría de las mujeres de la familia Cardona lo van a proteger y fueron enterradas en este monasterio, construido encima del agua. La vizcondesa Almodis de Barcelona, mujer de Bernardo Amat I e hija del conde Ramón Berenguer II de Barcelona, es la última dama de Cardona que fue allí enterrada, en el año 1131. Su esposo, Bernardo Amat I de Cardona, que morirá un año después que su hijo Ramón Folch II (+1150) será el último vizconde de Cardona en ser enterrado en dicho monasterio, en 1151.
Su buena relación con los condados pirenaicos (Urgel, Pallars, Castellbó) con los que les unían vínculos de sangre, los llevó a desempeñar, tradicionalmente, un papel de mediadores entre la corona y los condados de la Cataluña occidental, evitando muchos conflictos. Este papel y el poder económico de las minas de sal, convertirá a los Cardona en un linaje de una influencia capital durante la Edad Media.
La casa de Cardona va a ser la única de los linajes de la antigua alta nobleza que superaría la profunda crisis económica y política que a finales de la Edad Media se abatirá sobre esta clase social.
En el siglo XII, la explotación de la sal de Cardona representaba una considerable fuente de riqueza y la influencia de la casa no dejó de aumentar. Bernardo Amat I de Cardona fue uno de los magnates que acompañarían al conde de Barcelona, Ramón Berenguer III –de quien era cuñado– a las Baleares, el año 1114. El nieto de Ramón Folc II, Guillem I de Cardona, no luchó contra los cruzados de Montfort en Occitania pero capitaneó las gestiones con el papado tendentes al retorno de Jaime I el conquistador a Cataluña y posteriormente formó parte del consejo de regencia del mismo mientras este era aún menor de edad.
Su influencia política y económica y la implicación constante en los asuntos de la corona les hará pasar de vizcondes a condes de Cardona en el siglo XIV, privilegio concedido por Alfonso el Magnánimo, y de condes a duques de Cardona un siglo más tarde, privilegio concedido por los Reyes Católicos a Joan Ramón Folc IV de Cardona, casado con la tía del rey Fernando II de Aragón.
Entre los personajes de la familia destacaron también Pedro de Cardona (? – Alcover, 1530), obispo de Urgel, arzobispo de Tarragona, Presidente de la Generalidad de Cataluña y virrey de Cataluña.
La familia tuvo diversas ramificaciones, entre las que destacan la siciliana de los vizcondes de Mazzarone (fundada por Ramón de Cardona y Ampurias, hijo de Ramón Folc V de Cardona); la de los señores de Torà (fundada por Bernado Amat de Cardona y Ampurias, hermano del anterior); la de los señores de Bellpuig, duques de Somma y duques de Sessa y condes de Palamós (fundada por Hugo de Cardona-Anglesola y de Luna, hijo de Hugo II de Cardona); y la de los Cardona-Borja, que ostentaron el marquesado de Castellnou y algunos de ellos llegaron a ser príncipes del Sacro Imperio Germánico.
La falta de sucesión masculina y los enlaces matrimoniales que se produjeron en el siglo XVI los entroncan con familias castellanas y el ducado de Cardona con grandeza de España desde tiempos inmemoriales, se integra con el ducado de Segorbe y, más tarde, en el ducado de Medinaceli, hasta que en el siglo XX el XVIII duque de Medinaceli se lo cede a su 3ª hija: Casilda Fernández de Córdoba y Rey volviendo a ser rama independiente. En la actualidad la titular es Casilda Guerrero-Burgos Fernández de Córdoba casada con Rodrigo Moreno de Borbón.
Hugo II de Cardona fue una ayuda fundamental para Pedro el Ceremonioso en la guerra contra Jaime III de Mallorca, motivo por el cual, en agradecimiento, obtendría del monarca el condado en 1375. Acceder a este título supuso para su patrimonio, además del castillo de Cardona, las tierras limítrofes con el Bergadá, la Segarra, la Anoia y la Noguera.
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