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Xeriscape



Un jardín xerófilo o xerojardín es un jardín cultivado con plantas de alto valor ornamental y bajo consumo de agua. Un xerojardín está conformado por xerófilas, es decir, plantas que soportan en el medio árido. Por ello el diseño de xerojardines, llamado xerojardinería o xeropaisajismo, se ha extendido rápidamente por las áreas secas del planeta, buscando una recuperación de las especies nativas.

Las cactáceas y otras crasas como sábilas, agaves o crasuláceas, pero también plantas de climas secos como la lavanda, el junípero o el tomillo. Se incrementan las plantas cuyos requisitos naturales son los apropiados al clima local, y se toma cuidado para evitar las pérdidas de agua por la evaporación y por escapes.

En griego antiguo, ξηρός xērós quiere decir 'seco', 'árido'. Fue usado como sufijo para formar el neologismo xerojardinería (en castellano), aunque su primer uso se encuentra en el idioma inglés, xeriscape, que es un acrónimo (portmanteau) del mismo sufijo y scape ('paisaje'). De la misma manera xeriscaping se traduce como 'xeropaisajismo', es decir, el paisajismo para entornos áridos. Este término fue acuñado en 1981 por el Departamento del Agua del Ayuntamiento de Denver, Colorado y la marca Xeriscape™ sigue siendo propiedad suya.[1]

La forma correcta de pronunciar estas palabras que empiezan por x- es /seˈɾoxaɾˈðin/ y /seˈɾofilo/. Sin embargo es común en el lenguaje común y en los medios de comunicación oírlo con / -/ e incluso el arcaísmo /ks-/.

En algunas zonas, se utilizan en cambio los términos de paisajes conservadores de agua, paisajes tolerantes de la sequía, cerorriego, o paisajismo inteligente.

La xerojardinería surgió en los Estados Unidos a principios de los años 80. El estado de California sufrió una terrible sequía en 1977 que, sumado al crecimiento poblacional, puso al límite la presión hídrica en la región. Hay que entender el contexto en el que el xeropaisajismo surge; Estados Unidos es un país donde casi todo el mundo tiene una casa con jardín. En las regiones lluviosas del Este, no supone un mayor problema medioambiental, pero a medida que se ha ido poblando el Oeste del país, estados secos como Arizona, California o Utah, el agua ha decrecido a números alarmantemente bajos. En muchos casos, estos jardín incluyen pasto (césped) que requiere ser regado diariamente, y también se introducían otras plantas no nativas. A partir de ahí se plantearon nuevas formas de jardinería que mantuviesen una funcionalidad estética y paisajística a la vez que se reduce el consumo de agua.[2]​ La práctica se ha extendido ampliamente en ciertos países de climas áridos. En España, la xerojardinería tuvo una gran difusión a partir de los años 90, debido a varias sequías.[3]

El xeropaisajismo es una modalidad de paisajismo encaminada a la recreación de ambientes con bajas demandas hídricas, de modo que no requieren riegos suplementarios. Esto se promueve en áreas en las que no es fácilmente accesible a suministros de agua.

En la práctica, se trata de la conjunción del arte y la técnica de recrear la naturaleza con especies vegetales xerofíticas.

La xerojardinería es aquella que promueve el uso de plantas propias de la zona de emplazamiento, ya que presentan un menor requerimiento hídrico, mayor resistencia a la insolación, sequía, salinidad y amplitud térmica, entre otras características. Además de sus importantes características adaptativas, la flora nativa de Mendoza presenta un alto valor ornamental que puede tenerse en cuenta a la hora de crear jardines más acordes a las condiciones ambientales imperantes, sin necesidad de dejar de lado la belleza: pueden coexistir ambas: belleza y sustentabilidad, en armonía con el paisaje y el ambiente.[4]

El programa del gobierno estadounidense Liderazgo en Energía y Diseño Ambiental ha reconocido el xeropaisajismo como una práctica efectiva y la ha comenzado a incorporar en todos sus programas mediante certificaciones con créditos.

La empresa de aguas de Denver desarrollo siete principios básicos para practicar el xeropaisajismo.[5]​ Esos principios sirven como guía válida en múltiples regiones:

Sus bases se resumen en los siguientes puntos:

La principal ventaja del xeropaisajismo es que requiere un mantenimiento hídrico mínimo. Además, favorece la biodiversidad, disminuye la contaminación y mitiga el calor dentro de las áreas urbanas; sin embargo, la efectividad de este proceso sostenible no se ha evaluado a largo plazo y a gran escala.

Los xerojardines puede reducir el consumo de agua en un 60% o más en comparación con los jardines de césped.[7]

En 2018, se estimó que en las zonas áridas los Estados Unidos como Arizona o Nevada, el 75 % del agua potable de uso doméstico se destinaba al regadío de jardines.[8]​ En el contexto de la crisis climática actual, el agua potable se está convirtiendo en un bien escaso y está aumentando el riesgo de sequías. En este sentido, el xeropaisajismo puede jugar un papel clave en los entornos urbanos, puesto que solo depende de la lluvia natural y de un mantenimiento mínimo en comparación con los espacios verdes practicados actualmente.

En el plano económico, los xerojardines suponen un ahorro tanto para propietarios privados como para ayuntamientos. En 2015, la sustitución de plantas foráneas por nativas en Pomona, California, estimó una reducción el uso de riego en un 30-50%, lo que se traducía en un ahorro de aproximadamente $ 2 millones al año para la ciudad.[9]

Al evaluar el costo del mantenimiento anual y la construcción del parque, el xeriscaping reduce drásticamente estos costos en aproximadamente un 55 % y un 57 %, respectivamente. Aparte del deshierbe y el acolchado ocasionales, el mantenimiento de Xeriscaping requiere mucho menos tiempo y esfuerzo. Este es el caso porque, según los principios del xeriscape, la vegetación utilizada para los espacios verdes urbanos es autóctona del área; por lo tanto, son menos costosos y requieren menos asistencia para aclimatarse y sobrevivir en el medio ambiente en comparación con la vegetación importada. Esto significa que los sistemas utilizan menos agua, así como menores tasas de pesticidas y fertilizantes.en comparación con los espacios verdes urbanos y residenciales actuales; esto además ayuda a reducir los costos anuales de mantenimiento. Además, los desechos de mantenimiento, como los recortes de césped, aportan desechos orgánicos a los vertederos y los fertilizantes contribuyen a la contaminación por escorrentías urbanas ; sin embargo, el xeriscaping elimina estos efectos negativos ya que se anima a que los recortes permanezcan en el espacio verde, lo que permite un menor uso de fertilizantes.

A medida que aumenta la población humana y se urbanizan nuevas tierras, se degradan los ecosistemas y se pierde gran parte de la biomasa. La implementación de vegetación nativa en espacios verdes atrae, a su vez, a insectos nativos, pájaros autóctonos y el resto de la vida silvestre local, reestableciendo el hábitat hasta cierto punto, pues garantiza alimento y refugio a esa fauna y flora.[10][11]

Las mejoras que se pueden imponer en el xeriscape incluyen:



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