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Afghanistán



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Afganistán oficialmente República Islámica de Afganistán (dari: جمهوری اسلامی افغانستان, Jomhūrī-ye Eslā̄mī̄-ye Afghā̄nestā̄n; en pastún: د افغانستان اسلامي جمهوریت, Dê Afghānistān Islāmī Jumhūrīyat), es un país sin salida al mar ubicado en el corazón de Asia. Se encuentra ubicado geográficamente en Asia del Sur, dentro de un bloque regional entre el sub-continente indio, Asia Central y Medio Oriente. Limita con Pakistán al sur y al este, con Irán al oeste, con Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán al norte, y con la República Popular China al noreste a través del corredor de Wakhan.

Afganistán declaró su independencia a principios del siglo XVIII y mantuvo un régimen monárquico hasta 1973, fecha en la que se estableció la República de Afganistán, hasta que en 1978, la Revolución de Saur de inspiración comunista estableció la República Democrática de Afganistán. La intervención de la Unión Soviética en apoyo del gobierno comunista, dio inicio a la Guerra de Afganistán (1978-1992), contra la guerrilla islámica, que recibió el apoyo de Estados Unidos, Arabia Saudí, Pakistán y otras naciones occidentales y musulmanas. En 1989 los soviéticos se retiraron, pero la guerra civil prosiguió hasta que en 1996, los talibanes establecieron el Emirato Islámico de Afganistán basado en su interpretación de la Sharia. En 2001, en reacción a los atentados del 11 de septiembre de 2001, una coalición internacional de la OTAN liderada por Estados Unidos invadió el país, derrocó a los talibanes y colocó en el poder a un gobierno prooccidental que constituyó la actual República Islámica de Afganistán, dando inicio a una nueva Guerra de Afganistán, aún en curso. En 2014 Estados Unidos y la OTAN declararon formalmente que abandonaban la guerra, pero mantuvieron tropas en el país en apoyo al gobierno. En septiembre de 2020 el gobierno y el Talibán -que controla más de la mitad del territorio nacional- iniciaron negociaciones consideradas "históricas" con el fin de alcanzar la paz y constituir un nuevo régimen constitucional, que pueda combinar la visión islámica y la visión occidental.[4][5]

El nombre Afganistán (افغانستان en dari, افغانستان en pastún) deriva directamente de la forma árabe Afġānistan, basada a su vez en una forma irania que significa ‘tierra de los afganos’ (afghāni 'afgano' + persa stan 'país'). En su uso moderno, deriva de la palabra afgano. Los Pastunes comenzaron a usar este término para identificarlos.

"Stan" significa "tierra". Afganistán significa la tierra de los afganos. El término "stan" también se usa en varios países de Asia.

La situación geográfica de Afganistán lo ha convertido en lugar de encuentro de imperios y civilizaciones, así como espacio de intercambio y comunicación de importantes polos culturales y comerciales, entre ellos destaca la ruta de la seda. Este hecho, así como su estructura tribal, hace difícil la definición de Afganistán como Estado a lo largo de la historia. En este contexto, este territorio recibió tres denominaciones principales en su evolución: Ariana (asentamiento de tribus arias en el II milenio a.C.), Khurasán (Medioevo) y Afganistán en la Edad Moderna. La historia del territorio que ocupa hoy Afganistán es vasta, hay indicios de quienes habitaron estas tierras desde la época de la Prehistoria. Desde la edad antigua, pasando por la edad media, edad moderna y hasta la edad contemporánea ha sido parte de muchos imperios y reinos[6]​.

Las excavaciones de los yacimientos prehistóricos permitieron saber que los humanos vivían en lo que hoy es Afganistán hace al menos 50 000 años, y que las comunidades agrícolas de la zona fueron de las primeras en el mundo[7]​.

El territorio fue un punto de encuentro donde numerosas civilizaciones interactuaron y a menudo confrontaron. Ha sido el hogar de varios pueblos a través de diferentes épocas, destacándose los iranios, que tuvieron una importante función en el desarrollo de las civilizaciones en Asia Central. El territorio fue incorporado a importantes imperios, entre ellos el Imperio aqueménida, el Imperio Macedónico, el Imperio Maurya y el Imperio Árabe[8]​.

De la Prehistoria en el país se conoce todavía poco. Sin embargo, durante las misiones de excavación francesas se descubrieron en Mundigak siete niveles de civilización que se escalonaban desde el IV milenio hasta alrededor del año 500 a. C. Los arios, provenientes del actual Irán, llegados del oeste, ocuparon el país en una época indeterminada y establecieron su etnia básica. Bajo la Dinastía aqueménida, Afganistán, íntegramente conquistado por Ciro, rey de Persia, fue dividido en 5 satrapías por Darío I. La pax iránica reinó en el país durante dos siglos, lo que le permitió participar del gran esplendor de Irán y dejarse impregnar por la reforma religiosa de Zaratustra. La conquista de Alejandro Magno en el año 331 a.C. provocó, más que en cualquier otra parte, una simbiosis entre Grecia, Irán y la India.

Tras la muerte de Alejandro, las satrapías subsistieron, librando sangrientas luchas. Sucesivamente, el país fue dominado por los seléucidas, la dinastía india de los Maurya, y el reino de Bactriana. A finales del siglo II a. C. nuevas invasiones arias impusieron la preponderancia de la tribu kushana, que alcanzó su apogeo bajo Kujulakasa (en gr. Kozulokadfises) en el siglo I d. C. y bajo la dinastía Kaniska en el siglo II. A pesar de la presencia de otras corrientes religiosas (como el altar del fuego en Surj Kotal), el país se entregó entonces al budismo, como muestran manifestaciones arquitectónicas tales como el Gran Santuario de Bamiyan. Su enorme auge fue solamente frenado por la nueva preponderancia de Irán bajo los sasánidas en el Plantilla:Siglo III, y las invasiones de los hunos blancos o heftalíes (turcomongoles), que trajeron la inseguridad y la opresión.

En el 651, los sasánidas fueron vencidos por los ejércitos árabes (conquista de Harat), que ocuparon el país. Los árabes se enfrentaron a una viva resistencia que impidió una conquista árabe completa e hizo que la Islamización fuese muy lenta: la antigua Kapici (región de Kabul) no fue convertida hasta finales del siglo IX, y hasta el siglo XIII subsistieron numerosos principados, tanto vasallos como independientes. En el norte, los samaníes, iranios originarios de Samán, cerca de Balj, consiguieron la hegemonía. Los mercenarios turcos que habían reclutado, originaron una nueva era. En 962, uno de ellos, Alp Tigin, se hizo independiente en la región de Gazni. Sus sucesores, sobre todo Mahmud (999-1030) a la cabeza de la dinastía gaznawi, extendieron su dominación hasta Isfahan, y lanzaron diecisiete expediciones contra la India. Convirtieron Gazni, rival de Bagdad, en un centro notable, donde brillaron artistas y escritores, entre ellos Ferdousí, el poeta nacional de Irán. Estos desaparecieron bajo el empuje de príncipes afganos, los guríes, que usurparon el poder. Desde entonces, afganos y turcos afganizados proporcionaron príncipes y mandos a las monarquías indo-musulmanas.

Esta avanzada civilización de los siglos XI y XII, comparable a la del Afganistán budista de siglos anteriores, se hundió bajo la invasión de Gengis Khan, que se ensañó particularmente con el país (1221-1222). A las devastaciones mongoles se añadieron las de Timur Lang (Tamerlán), quien se hizo coronar en Balj, en 1370. Este fue culpable, entre otras cosas, de la ruina del importante sistema de riego, de lo que ya no se recuperaría jamás. Sin embargo, en torno a Jarat se desarrolló el renacimiento timurí, iniciado con el Sha Ruj Mirza (1405-1447) y llevado a su cúspide por Husayn-i Bayqara (1469-1506), junto con su ministro Mir ‘Ali Sir Nawa´i. El Afganistán oriental, encerrado en sí mismo, vivió cierto renacimiento cuando el turco Baber (Babur) se instaló en Kabul en el año 1504 y conquistó la India, donde fundó la dinastía de los grandes mogoles, aunque siguió siendo para ellos una provincia lejana y olvidada. En la misma época, el Afganistán occidental pasó al poder de los safawi de Irán.

La decadencia de los mogoles y el debilitamiento de los Safawíes, a principios del siglo XVIII, hicieron que las inquietas tribus afganas recuperaran sus libertades y permitieron el nacimiento del Afganistán moderno, gracias a la rebelión y la declaración de independencia de Mir Uways, jefe de la tribu de los Gilzai. Pero los Gilzai tuvieron que afrontar el movimiento nacional de Nader Shah, que conquistó Kandahar y Kabul en 1738. Un oficial de Nader, Ahmad Khan, de la tribu de los Abdalíes, se proclamó rey en Kandahar, tan pronto como Nader Shah fue asesinado (1747), y fundó la dinastía de los Durraníes, primera dinastía afgana independiente. Este intervino repetidas veces en la India, como sus antecesores, y constituyó un reino extenso pero inestable. Su sucesor, Timur Shah Durrani, que trasladó su capital a Kabul, mantuvo la paz en el reino, pero, tras su muerte, sus hijos y jefes tribales se disputaron su sucesión (1793). Finalmente, Dust Muhammad, cuya presencia se data desde 1818, fue reconocido emir en Kabul (1838) y fundó la dinastía de los Barakza´i o Muhammadza´i. Renunció a las provincias indias y se dedicó por entero a Afganistán, convertido en Estado tapón entre los imperios británico y ruso.

Dust Muhammad, unas veces víctima y otras veces beneficiario de la intervención británica, durante la primera guerra anglo-afgana (1839-1842), fue sustituido por Suya´ al-Malk (1839) y, después tras una insurrección y la aniquilación del ejército británico de Alexander Burnes (1842), fue restablecido en el trono a cambio de aceptar un protectorado británico.

La presión rusa sobre el Asia central llevó en 1878 a una segunda guerra afgana contra Gran Bretaña, y Abd ur-Rahman Khan (1880-1901) hubo de reconocer las fronteras de la “Línea Durand” en 1893. Los esfuerzos de Habib Allah (1901-1919) y de Aman Allah Khan (1919-1929) para sacar a su país del aislamiento fueron anulados por la voluntad británica de reforzarlo. Solamente la tercera guerra afgana, llamada de la independencia, consagró el pleno reconocimiento de la soberanía de Afganistán: armisticio de Rawalpindi (8 de agosto de 1919) y tratado de Kabul (22 de noviembre de 1921). Aman Allah Khan inició la modernización del país: constitución (1922), código administrativo (1923), comienzo de la instrucción femenina (1924), nueva constitución (1928), viaja a Europa y se hace coronar rey. La reacción conservadora no tardó mucho. El soberano fue derrocado, y un aventurero, Habib Allah Khan, ejerció durante seis meses una sangrienta dictadura.

Nadir Shah, pariente de Aman Allah Khan, elimina al usurpador y se hace proclamar rey en 1929. Instruido por la experiencia, reemprendió con prudencia las reformas, pero fue asesinado en 1933. Le sucedió su hijo Mohammed Zahir Shah de cultura francesa y adicto a ideas nuevas, quien hizo que su país entrara en la Sociedad de Naciones (1934) y abrió progresivamente el país a la influencia exterior. En 1937 firmó el pacto de Sa‘dabad con Turquía, Irán e Irak, pero no se dejó arrastrar a la segunda guerra mundial.

La división de la India planteó de nuevo el problema de la “Línea Durand”, además de que Zahir reivindicó los territorios de los afganos que vivían en el nuevo Estado de Pakistán (problema del Pathanistán). La crisis se prolongó hasta 1963, cuando se firmó un acuerdo con Pakistán; casi al mismo tiempo se firmó un acuerdo con China. Resueltos estos problemas exteriores, Zahir dio una nueva prueba de voluntad reformadora al hacer aprobar, en 1964, por la Asamblea constituyente, una nueva constitución y al estimular la escolarización de las mujeres, a las que en 1959 se había concedido el derecho de no llevar velo. La ayuda internacional, en la que participaban la República Federal de Alemania, Estados Unidos y, sobre todo, la U.R.S.S. (acuerdos de 1964), empezó a ser más importante.

Tras las reformas de Zahir una crisis de modernización sacudió el país, poco preparado para una transformación. En 1965 se creó por un grupo de intelectuales, del P.D.P. (Partido Democrático del Pueblo), una escisión dentro del partido gobernante, que acabó por dividirse, en 1967, en dos partidos, el Khalq y el Parcham, que se enfrentaron violentamente en movimientos de agitación estudiantil (1969), dando como resultado un parlamento incapaz de legislar. Además, en 1970 y 1971, las cosechas fueron catastróficas y el hambre asoló el país. Esto provocó un cambio de gobierno, aunque la inestabilidad continuó. El 16 y 17 de julio de 1973, un golpe de estado militar, dirigido por Sardar Muhammad Daud, primo y cuñado del rey, y apoyado por los dos partidos de la oposición derrocó a Zahir Shah, quien salió hacia el exilio hacia Roma. Fue proclamada la república. Pero la reforma agraria que obtuvo poco apoyo y el autoritarismo del presidente condujeron al derrocamiento de este en abril de 1978.

El socialista Nur Muhammad Taraki tomó el poder; pero, aunque de inspiración comunista, el nuevo régimen evitaba cuidadosamente toda alusión al marxismo. Sin embargo, el dominio soviético, directo o indirecto, aumentaba. En diciembre de 1978, se firmó un tratado de amistad y de cooperación entre Kabul y Moscú, que permitía, entre otras cosas, a la URSS intervenir militarmente para «proteger el país».

Afganistán se encontraba entonces en pleno caos; del Pamir, se refugiaron en Pakistán; se hablaba de 12 000 a 15 000 presos políticos, de provincias sublevadas, regiones enteras que escapaban al poder central y combates violentos. El 14 de septiembre de 1979 fue asesinado Nur Taraki. Su sustituto, Hafizullah Amín, anunció a la vez su fidelidad al Kremlin y la adopción de medidas en favor del islam (reparación de mezquitas). Pero a su vez fue derrocado y ejecutado cuando se produjo la intervención militar soviética de diciembre de 1979, que instaló en el poder a Babrak Karmal. La prolongada intervención soviética tuvo como efecto la intensificación de la guerrilla interior (apoyada logísticamente desde el exterior por Pakistán, EE. UU. y China) y la manifestación, en el mundo occidental y en el mundo islámico, de numerosas reacciones antisoviéticas. Asimismo, provocó un éxodo masivo de la población hacia Irán y Pakistán (tres millones en 1985).[9]

El nuevo gobierno inició un programa de reformas que eliminó la usura, inició una campaña de alfabetización, eliminó el cultivo del opio, legalizó los sindicatos, estableció una ley de salario mínimo y rebajó entre un 20 y un 30 por ciento los precios de artículos de primera necesidad. En cuanto a los derechos de la mujer, el régimen socialista otorgó permiso de no usar velo, abolió la dote, promovió la integración de mujeres al trabajo (245 000 obreras y el 40 % de los médicos son mujeres) y a la educación (el analfabetismo femenino es reducido del 98 % al 75 %, el 60 % del profesorado de la Universidad de Kabul son mujeres, 440 000 mujeres más trabajaban en educación y 80 000 participaban en la campaña de alfabetización), así como a la vida política. El Decreto N.º 7 del 17 de octubre de 1978 otorgó a las mujeres iguales derechos que los varones. El período de la República Democrática fue en el que más mujeres profesionales hubo en Afganistán.[10]

Tras la invasión del país por la URSS, en diciembre de 1979, 120 000 soldados soviéticos se establecieron en Afganistán. La resistencia afgana se dividió en siete partidos políticos sunníes establecidos en Peshawar y ocho partidos chiitas establecidos en Irán. Los partidos sunníes (el 80 % de la población afgana es sunní) eran mantenidos por Pakistán y recibían armas de Estados Unidos. Los chiitas administraban el centro del país (Hazarayat), que mantenían liberado casi en su totalidad desde 1979. Una guerra de 10 años enfrentaría a un ejército soviético pesado y poco motivado, y una guerrilla legitimada por el islam y el nacionalismo. El gobierno y los soviéticos controlaban las grandes ciudades y los ejes de comunicación, la resistencia dominaba el campo. En el interior del país, la resistencia se dividió en centenares de pequeños frentes, correspondiendo a menudo a la segmentación por comandantes locales, en general, intelectuales venidos de las ciudades, mullahs, o pequeños notables. Entre cuatro y cinco millones de refugiados se instalaron en Pakistán o en Irán. Babrak Karmal, al frente del Partido comunista y del estado afgano, de diciembre de 1979 a 1986, no consiguió establecer el régimen socialista y revolucionario que soñaba. El partido estaba minado por la división entre la facción Khalq, mayoritaria y radical, que recluta sus efectivos sobre todo de la etnia pashto y la facción Parcham, más moderada. Los comunistas aparecían además, como el partido del extranjero.

Estados Unidos pretendió oponerse a la brecha abierta por los soviéticos en los países del tercer mundo durante los años setenta, preparando represalias contra la URSS si aumentaba la amenaza que la ocupación de Afganistán suponía para el control del golfo pérsico. El momento culminante de su ayuda financiera y militar fue la entrega a la resistencia de misiles antiaéreos Stinger (1986). Arabia Saudí se preocupó por impedir cualquier incursión de Irán, entonces en guerra con Irak. Se esforzó en constituir un frente de fundamentalistas sunníes, reclutados sobre todo entre la etnia pashto, en perjuicio de los chiitas e incluso de los sunníes de habla persa (llamados impropiamente tayikos), susceptibles a los ojos de los saudíes, de preferir a Irán. Pakistán, bajo la égida del general Zia Ul-Haq, cuya política proseguiría tras su muerte (1988), tenía dos objetivos: eliminar la amenaza soviética con el fin de evitar quedar atrapado entre Afganistán y la India, aliados de la URSS, pero también establecer una especie de protectorado en un futuro Afganistán islámico.

A pesar de las ofensivas sangrientas, sobre todo entre 1984 y 1986, los soviéticos no pudieron vencer en batallas decisivas contra la resistencia, ni siquiera cerrar la frontera con Pakistán. La guerra impidió también cualquier posible tregua con los Estados Unidos. Cada año, en noviembre, una mayoría aplastante de los países miembros de la asamblea general de la ONU pedía la retirada de las tropas soviéticas. Desde su llegada al poder en 1985, Gorbachov se esforzó por salir del punto muerto militar y eliminar el obstáculo que representaba la cuestión afgana para la nueva distensión.

Karmal, reelegido jefe de estado y secretario general del partido (enero de 1986), fue desplazado de este último cargo y del poder por Mohammad Najibulá (mayo de 1986). M. Najibulá, en 1987, lanzó un llamamiento a la «reconciliación nacional» e hizo adoptar en noviembre una constitución que no tenía influencias comunistas. En abril de 1988, los acuerdos de Ginebra ratificaron el calendario de retirada de las tropas soviéticas, sin que se llegara a un verdadero acuerdo político. Las últimas tropas soviéticas abandonaron el país en febrero de 1989. Su partida no permitió a la resistencia afgana apoderarse de la capital, sumida en numerosos conflictos tanto étnicos como políticos. En Peshawar, los moderados, en gran medida partidarios del anterior rey Mohammed Zahir Shah y pertenecientes a la élite tribal, se opusieron a los fundamentalistas que preconizaban un estado islámico y que eran apoyados por el ejército paquistaní, los Hermanos Musulmanes Árabes y Arabia Saudí. El jefe de los fundamentalistas, Gulbuddin Hekmatyar, tomó posiciones claramente antioccidentales y lanzó ataques armados contra los otros grupos mujahiddines, liderados por Mas‘ud, del valle del Panjshir. Un gobierno interino de Afganistán formado en Peshawar en febrero de 1989 por los partidos sunníes, bajo la presión de Pakistán, no consiguió unir a los comandantes mujahiddines del interior, acostumbrados a una gran autonomía, ni a los chiitas. Se llegó a una fase de estabilidad precaria; las grandes ciudades pasaron a estar controladas por el régimen, en tanto que el campo lo estaba por los mujahiddines. Pero la guerra había perdido su aspecto ideológico, por cuanto el régimen de Kabul había renunciado a su supremacía sobre el consumismo: el P.D.P.A. cambio su nombre en 1990 por el de Hizb-i Watan, Partido de la Patria. Por su parte, muchos mujahiddines luchaban más por conservar el poder local que habían adquirido que por crear una improbable república islámica. Estados Unidos y la Unión Soviética, dada su voluntad de poner fin a uno de los últimos conflictos del tiempo de la Guerra Fría, se comprometieron en septiembre de 1992 a interrumpir sus entregas de armas a todos los bandos de la lucha en Afganistán (acuerdo que entró en vigor en enero de 1992). Al perder el apoyo soviético, Najibullah, que además había de enfrentarse a graves disensiones en el seno de su propio partido, vio debilitarse su posición en los primeros meses de 1992; su propuesta de un alto el fuego unilateral no logró la aceptación de las organizaciones de la resistencia.

Mientras la O.N.U. multiplicaba sus intervenciones tratando de establecer una regulación política del conflicto, los mujahiddines acentuaron su presión en el norte. En abril, se hicieron con el control de todo el país, y obligaron a Najibullah a dejar el poder.[11]​ Un Consejo islámico, resultante de un pacto entre las diferentes facciones de la resistencia, se hizo cargo interinamente del gobierno del país, bajo la dirección de Sigbatullah Mojaddedi. Mas´ud fue nombrado ministro de defensa. En junio, Mojaddedi cedió el poder a un consejo dirigente de diez miembros, presidido por Burhanuddin Rabbani. Sin embargo, pronto se reprodujeron las antiguas rivalidades entre mujahiddines y etnias, y en agosto G. Hekmaktyar lanzó una gran ofensiva contra la capital: los enfrentamientos entre milicias fundamentalistas y fuerzas gubernamentales causaron más de 2000 muertos y provocaron el éxodo de más de un tercio de la población. Esta segunda batalla de Kabul fue acompañada de una multiplicación de los combates por el resto del país. Un consejo de 1335 delegados eligió a B. Rabbani jefe de estado por un periodo de 18 meses (diciembre de 1992) y designó a cincuenta de sus miembros para formar un parlamento con poderes constituyentes (enero de 1993). En marzo las distintas facciones alcanzaron un consenso para que Gulbuddin Hekmatiar, dirigente de Hezbi Islami, ocupara el puesto de primer ministro, a la vez que ratificaban la elección de B. Rabbani.

En diciembre de 2001, después de que el gobierno talibán fue derrocado y se formó el nuevo gobierno afgano, Hamid Karzai, el presidente, la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) establecido por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para ayudar a la administración Karzai y proporcionar una seguridad básica.[12]​ Las fuerzas del Talibán también comenzaron a reagruparse dentro de Pakistán, mientras que más tropas de la coalición entraron en Afganistán y comenzaron la reconstrucción del país devastado por la guerra.[13][14]

Tras perder el poder a manos de una coalición internacional (ISAF), los talibanes comenzaron un movimiento insurgente para recuperar el control de Afganistán. Durante la siguiente década, la ISAF y las tropas afganas llevaron a cabo numerosas ofensivas contra los talibanes, sin lograr claros resultados. Afganistán sigue siendo uno de los países más pobres del mundo, debido a la falta de inversión extranjera, la corrupción del gobierno y la insurgencia talibán.[15][16]

Mientras tanto, el gobierno afgano fue capaz de construir unas estructuras democráticas, y el país cambió su nombre a la República Islámica de Afganistán. Se hicieron intentos, a menudo con el apoyo de los países donantes extranjeros, para mejorar la economía del país, la salud, la educación, el transporte y la agricultura. Las fuerzas de la ISAF también comenzaron a entrenar a las fuerzas de seguridad afganas. En la década posterior a 2002, más de cinco millones de afganos fueron repatriados, incluyendo algunos que fueron deportados por países occidentales.[17][18]

Para el año 2009, un gobierno en la sombra talibán comenzó a formarse en partes del país.[19]​ En 2010, el presidente Karzai intentó mantener negociaciones de paz con los líderes talibanes, pero el grupo rebelde se negó a asistir hasta mediados de 2015, cuando el líder supremo de los talibanes, finalmente, decidió hacer una copia de las conversaciones de paz.[20]

Después de la muerte de Osama bin Laden en mayo de 2011 en Pakistán, fueron asesinadas muchas figuras prominentes afganas.[21]​ Las escaramuzas en la frontera entre Afganistán y Pakistán se intensificaron y muchos ataques a gran escala por parte de la Red Haqqani basada en Pakistán también se llevaron a cabo a través de Afganistán. Estados Unidos culpó a elementos criminales dentro del gobierno paquistaní en el aumento de los ataques.[22][23]​ El gobierno de EE. UU. gastó decenas de miles de millones de dólares en ayuda para el desarrollo de más de 15 años y más de mil millones de dólares en gastos militares durante el mismo período. La corrupción de los contratistas de defensa y de desarrollo occidentales y afganos asociados alcanzó niveles sin precedentes en un país donde el PIB nacional es a menudo solo una pequeña fracción del presupuesto anual del gobierno Estados Unidos para el conflicto.[24]

Después de la Elecciones presidenciales de Afganistán de 2014 Ashraf Ghani Ahmadzai se convirtió en presidente en septiembre de 2014.[25]​ La guerra de Estados Unidos en Afganistán (guerra más larga de América) terminó oficialmente el 28 de diciembre de 2014. Sin embargo, miles de tropas de la OTAN lideradas por Estados Unidos han permanecido en el país para entrenar y asesorar a las fuerzas del gobierno afgano.[26]​ La guerra de 2001 a la fecha se ha traducido en más de 90 000 muertes relacionadas directamente con la guerra, que incluyen los insurgentes, los civiles afganos y las fuerzas gubernamentales. Más de 100 000 han resultado heridos.[27]

La situación política actual de Afganistán es compleja y confusa. Nueve años después del derrocamiento del movimiento talibán a raíz de la intervención en el país de la coalición liderada por los Estados Unidos a finales de 2001 (a finales de 1379 de la Hégira).

El Gobierno, instaurado por la comunidad internacional y posteriormente refrendado por el órgano legislativo elegido por voto popular en 2005, controla la capital y no mucho más del resto del país, que continúa siendo muy "inestable" (resistente al nuevo régimen). Sin embargo, aún existen focos de talibanes que buscan mantener e incrementar su poder regional.

Las Naciones Unidas y otras organizaciones desempeñan un papel crucial en la reconstrucción del país. De cualquier modo, es muy difícil predecir qué va a ser de él a largo plazo, aunque el exsecretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, confirmó la ayuda económica y militar al Gobierno Afgano para el establecimiento del orden interno del país asiático.

En septiembre de 2005 se celebraron elecciones parlamentarias. Cinco años después, en 2010, fueron convocadas nuevamente. Desde 2014 el presidente es Ashraf Ghani.

El parlamento de Afganistán es bicameral, sus cámaras son: la Cámara de los Ancianos y la Cámara del Pueblo.

En materia de derechos humanos, respecto a la pertenencia a los siete organismos de la Carta Internacional de Derechos Humanos, que incluyen al Comité de Derechos Humanos (HRC), Afganistán ha firmado o ratificado:

Afganistán es considerado el país más peligroso del mundo para las mujeres.[38][39]​ Además de la pobreza y la corrupción, Afganistán es el país más peligroso donde pueda vivir una mujer si se toman en cuenta otros factores como la salud, la violencia sexual y no sexual, la violencia doméstica y la discriminación económica. El índice de mortalidad materna es de 1 cada 11 partos, el 87% de las mujeres son analfabetas y hasta el 80% padecen matrimonios forzados. Las mujeres no tienen acceso a servicios sanitarios básicos, ni a recursos financieros y carecen de libertad para elegir pareja.[40]​ Según una encuesta realizada por la Thomson Reuters Foundation en 2011 y el International Rescue Committee, las mujeres corren mayor peligro por la falta de acceso a servicios médicos y la violencia de sus congéneres, que por las bombas y el mantenimiento de las hostilidades. La violación no está penada por la ley.[41]

Durante el gobierno talibán las mujeres debieron taparse la cara para poder ver a un hombre que no es su marido o su hijo. Para ello se cubren con el burka completo (pieza de tela que cubre la cabeza y deja solo una rejilla de tela para ver). No pueden salir solas de casa. Ser azotadas públicamente es el castigo por mostrar los tobillos, usar tacones altos, lavar ropa en público, asomarse al balcón de su casa, viajar en taxi sin su tutor legal (padre, hermano o marido). También son castigadas por apariciones públicas, ya sea en revistas, libros, televisión, radio, o incluso baños públicos, ir a reuniones donde haya varones extraños o estrechar la mano o tocar a un hombre que no sea su marido.Las mujeres tenían prohibido estudiar (excepto la religión), trabajar, hacer tratos comerciales, usar maquillaje, pintarse las uñas, reírse en voz alta, vestirse con colores, ser fotografiadas o filmadas. [42]​ Los derechos constitucionales de las mujeres son avasallados continuamente y las mujeres que quieren dedicarse a la función pública o a la política son perseguidas y acosadas.[43]​ A pesar de que la nueva Constitución afgana de 2004 prohíbe cualquier tipo de discriminación y distinción entre los ciudadanos de Afganistán se sancionan leyes inconstitucionales contra las mujeres, como la que las obliga a obedecer las exigencias sexuales de sus esposos y otorga a estos el derecho a retirar la manutención básica, incluyendo los alimentos, si ella se niega, o la que da la custodia de los hijos exclusivamente a los varones.[44]​ El 80% de las mujeres sufre violencia doméstica, conducta que no está penada en Afganistán. Los cambios desde la caída del gobierno talibán son cosméticos. Los cambios de la nueva constitución no son respetados y las mujeres continúan padeciendo los mismos problemas, a pesar de las supuestas mejoras legislativas. El matrimonio forzado, el matrimonio de niñas menores de edad y la violencia doméstica son prácticas muy extendidas y aceptadas.[45][46]​ Las mujeres víctimas de violencia sexual son encarceladas acusadas de crímenes contra la moral. Las mujeres que huyen de sus casas por malos tratos también son encarceladas.[47]

Afganistán está dividido administrativamente en 34 provincias (vilayatos). Cada provincia tiene una capital y un gobernador a cargo. Las provincias se dividen en aproximadamente 398 distritos, y cada uno de ellos normalmente cubre una ciudad o un número de aldeas. Cada distrito provincial está representado por un gobernador de distrito.

Los gobernadores provinciales, así como los gobernadores de distrito, son elegidos para el cargo durante las elecciones presidenciales de la nación, que tienen lugar cada cinco años. Los gobernadores provinciales son los representantes del gobierno central de Kabul y son responsables de todas las cuestiones administrativas y formales dentro de sus provincias. El Jefe de la Policía provincial es nombrado por el Ministerio del Interior en Kabul y trabaja junto con el gobernador de la provincia, en cumplimiento de la ley para todos los distritos de la provincia.

Hay una excepción en la ciudad capital de Kabul, donde el alcalde es elegido directamente por el Presidente, y es completamente independiente del gobernador de Kabul.

Afganistán posee una superficie de 652 230 kilómetros cuadrados,[2]​ de los cuales aproximadamente el 75 % es montañoso. De hecho, las poco pobladas tierras altas centrales conforman la mayor parte del Hindu Kush o Hindu Qûh, la principal cadena montañosa del país y la segunda más alta del mundo, con varios picos por encima de los 6400 metros en su extremo oriental. El punto más elevado del país es la cima de la montaña Nowshak, a 7485 m s. n. m.[2]

En la región noreste existe una importante actividad sísmica que con frecuencia causa cientos de muertes. El clima puede catalogarse como continental extremo, con escasas precipitaciones. Una buena parte del territorio es desértico o semidesértico, excepto unos cuantos valles fértiles muy poblados, como el de Herat, al noroeste. La red fluvial es de tipo endorreico, siendo los ríos más importantes el Amu-Darya (que es el cuasi mítico Oxus), el Helmand y el Käbol.

Afganistán es un país extremadamente pobre, con una alta dependencia en la agricultura, pues la mayor parte de la población (90 %) trabaja en el sector agrícola cultivando cereales, frutales, frutos secos, algodón y papaya. La mayoría de la agricultura se realiza en las llanuras del norte, cerca de las fronteras con Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán. También hay importantes rebaños de ovejas "karakul", así como artesanía de alfombras. Posee importantes reservas de gas natural explotadas a baja escala por empresas de capital estadounidense y una industria (textiles, alimentos) de incipiente desarrollo. En general, la economía afgana tiene muy bajo desarrollo debido a la situación de guerra permanente, a la falta de un gobierno central efectivo, y a la fragmentación de la sociedad en grupos tribales.

La agricultura es la principal fuente de ingreso de este país, pues se cultiva principalmente trigo, maíz, arroz, cebada, hortalizas, varios tipos de frutos secos, nueces, tabaco, algodón, remolacha y adormidera, esta última cultivada de manera ilícita para la fabricación de opio y sus derivados como la heroína, siendo el primer productor y exportador ilegal en el mundo, según datos de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC en siglas inglesas). También se cultiva y se usa, en la industria de insumos, las semillas de ricino y rubia.[48]​ En la ganadería, destaca la cría de ganado ovino que origina gran cantidad de carne, además de lana y pieles, para exportación. También se crían camellos, burros, vacas y cabras.[48]

La economía ha sufrido bastante debido a agitaciones políticas y militares, así como a una sequía severa que ha añadido dificultades al país entre 1998-2001. La mayoría de la población sufre de insuficiencia de comida, vestido, vivienda, atención médica y otros problemas, todo esto empeorado por operaciones militares e incertidumbre política. La inflación constituye un serio problema. Luego de la guerra contra la coalición liderada por los Estados Unidos, que provocó el derrocamiento del régimen talibán en noviembre de 2001, muchos de los agricultores han cambiado sus cultivos por paga en efectivo, en vez de cultivar alimentos para consumo interno, dando lugar a cultivos ilícitos como el de adormidera o amapola para producir opio, el cual se ha incrementado grandemente en la década del 2000 luego de la invasión aliada; tal es así que Afganistán se convirtió en el primer proveedor ilegal de opio en el mundo.

A pesar de la labor de la comunidad internacional y el gobierno de Karzai para erradicar los cultivos ilícitos de adormidera o amapola, la dependencia de ésta en la economía del país sigue en aumento. Según la UNODC, en el año 2006 el cultivo de adormidera creció un 59 por ciento y la producción del opio creció un 49 por ciento. En un artículo de la Washington Quarterly, Peter van Ham y Jorrit Kamminga dan más detalles de la economía ilícita del opio en Afganistán y posibles soluciones.[49]

Esfuerzos internacionales para la reconstrucción de Afganistán llevaron a la creación de la Autoridad Interina de Afganistán, como resultado del Acuerdo de Bonn de 2001. En enero de 2002, en la Conferencia de Donantes para la Reconstrucción de Afganistán en Tokio, se recolectaron unos 4500 millones de dólares, que serían administrados por el Banco Mundial. Las áreas prioritarias para la reconstrucción incluyen instalaciones sanitarias para educación y salud, mejora del sector agrícola, así como carreteras, energía y telecomunicaciones. Dos tercios de la población viven con menos de dos dólares al día.

Las riquezas económicas todavía no han sido explotadas en gran escala en la minería. Existen ruinas a 30 km de Kabul, producto de intentos de extraer las riquezas de la minería, que fueron realizadas en la época de los soviéticos , esmeraldas, cromo, cinc, uranio e hidrocarburos. Aunque esto son cifras estimadas y susceptibles de ser modificadas con respecto al petróleo, solo en la cuenca del Amo Darya, se encuentran en explotación 322 pozos, donde se estima que hay entre 500 y 2000 millones de barriles de crudo. Aunque la prensa occidental habla con euforia del “descubrimiento” repentino del Oro Negro afgano, desligándolo de la invasión y la ocupación del país, desde 1938 —cuando los británicos construyeron las primeras refinerías en Irán y Arabia— había conocimiento sobre los yacimientos petrolíferos de Angut, al norte de Afganistán, que en 1959 fueron explotados por los soviéticos, quienes construyeron el primer gasoducto del país que terminaba en Uzbekistán. Quien estaría manejando el proyecto de la futura explotación minera es la empresa estatal china China Metallurgical Group Corporation; además, el Banco Mundial ha invertido recursos para poder manejar el proyecto.[48][50]

El oro, plata, cobre, berilio y lapislázuli han sido explotados en pequeñas cantidades en las áreas montañosas. También se explotan depósitos de carbón y gas natural (estos últimos en el norte del país, que se desarrollaron durante la ocupación soviética).[48]

El 13 de junio de 2010 se publica el hallazgo de litio entre los yacimientos del país, un mineral necesario para la fabricación de baterías de diferentes dispositivos.[51]

Afganistán ha avanzado rápidamente en la tecnología de las comunicaciones y hoy en día, cuenta con empresas de comunicación inalámbrica, Internet, radiodifusoras y canales de televisión. Las empresas de telecomunicaciones afganas Afghan Telecom, Afghan Wireless, Roshan (que es en parte propiedad del príncipe Karim Aga Khan IV), MTN Group y Etisalat han manifestado un rápido incremento en el uso de teléfonos celulares. En 2011 hay 16,8 millones de líneas móviles.[52]

La telefonía fija es manejada desde 2006 por Afghan Telecom, creada en ese año con la misión de reconstruir una red destruida por dos décadas de guerra. En 2011 había solamente 72 700 líneas fijas. En el 2006, el Ministerio Afgano de Comunicaciones firmó un contrato de 64,5 millones de dólares con ZTE Corporation para la creación de una red nacional de cable de fibra óptica.[53]​ Esto mejorará las transmisiones telefónicas, de internet, televisión y radio en todo el país.

Los servicios postales y de entrega de paquetes (como FedEx, DHL y otros) existen en las principales ciudades y pueblos. A partir de 2008, el país tiene 460 000 líneas de teléfono,[54]​ y alrededor de 500 000 personas (1,5 % de la población) tienen acceso a Internet.

La aerolínea Ariana Afghan Airlines despacha vuelos hacia Fráncfort del Meno, Dubái y Estambul, desde Kabul y Herat. Los automóviles se han vuelto recientemente más asequibles, siendo Toyota, Land Rover, BMW y Hyundai los concesionarios más habituales.

Hay también algunos servicios de vuelos nacionales e internacionales disponibles con las empresas de propiedad local, como Air Kam, Pamir Airways y Airways Safi.

El país cuenta con un servicio ferroviario limitado con Turkmenistán y Uzbekistán en el norte. Hay dos proyectos ferroviarios más actualmente en curso con los países vecinos; uno pretende conectar Herat e Irán, mientras que el otro quiere conectar con los ferrocarriles pakistaníes.

La mayoría de los ciudadanos que viajan grandes distancias usan los servicios de autobús. Los nuevos automóviles se han vuelto más ampliamente disponibles después de la reconstrucción de caminos y carreteras. Los vehículos son importados de los Emiratos Árabes Unidos a través de Pakistán e Irán.

Los medios de comunicación estuvieron estrechamente controlados por los talibanes, tanto que la televisión fue cerrada en 1996 y a la prensa se le prohibió publicar comentarios, fotos o cartas de los lectores.[55]Radio Kabul solo transmitía programas religiosos y de propaganda, y salía al aire sin música.[55]​ Después de que el nuevo gobierno asumiera en 2001, las restricciones a la prensa se han aligerado de manera gradual y diversificado los medios de comunicación privados. La libertad de expresión y de prensa es promovida en la Constitución de 2004 y la censura fue prohibida, a pesar de que difamar a las personas o la producción de material contrario a los principios del Islam está prohibida. En 2008, Reporteros sin Fronteras colocó al país en el puesto 156 de 173, siendo los primeros más libres.[56]​ 400 publicaciones están registradas, por lo menos 15 canales locales de televisión afgana y 60 emisoras de radio. Las estaciones de radio extranjeras, como el Servicio Mundial de la BBC, también se transmiten en el país.

Algunos diarios de Afganistán son Arman e milli, Hasht e subh, Mandegar y Outlook.[57]

En 2007, Afganistán tenía una población de 31 889 000 habitantes. La esperanza de vida es de 49 años.[cita requerida] El 36% de la población está alfabetizada. El promedio de hijos por mujer es de 6,64, una de las tasas más elevadas del planeta, que está provocando un incremento demográfico nunca visto en la historia del país.

Afganistán es un país multilingüístico, multiétnico y multicultural, y además está en una encrucijada entre el este (China), el sur (Asia meridional, incluido Pakistán), el oeste (Oriente Medio, incluido Irán) y el norte (grupo de países de la antigua URSS). También fue un antiguo punto de encuentro del comercio y migración. A lo largo de la historia, la región de la moderna Afganistán fue invadida por varios pueblos, que incluyen los persas, griegos, árabes, turcos, mongoles, británicos, soviéticos, y actualmente por la coalición liderada por EE. UU. en 2001.

La población de Afganistán está dividida en un gran número de grupos étnicos. Como no se ha llevado a cabo un censo sistemático en el país últimamente, no hay disponibles cifras exactas del tamaño y composición de los variados grupos étnicos. Por lo tanto, la mayoría de las cifras son solo aproximaciones. Según el CIA World FactBook (actualizado el 23 de noviembre de 2012), la distribución de grupos étnicos es el siguiente:[58]

Los idiomas oficiales de Afganistán son el persa afgano o dari (persa), hablado por el 50 % de la población, y el pastún (en inglés, Pashtun), hablado por el 35 % de la población.[59]​ Otras lenguas incluyen idiomas turcos, entre ellos, uzbeko y turcomano o turkmeno (este último, hablado por el 10 % de los habitantes), así como 30 lenguas menores. El bilingüismo es común, y esta es una de las razones por las cuales los porcentajes resultan variables.

Religiosamente, los afganos son predominantemente musulmanes (de los cuales aproximadamente 80-89 % son sunníes y 10-19 % son chiíes). Hay también minorías budistas, hinduistas y sijs. Una minoría judaísta milenaria se ha reducido desde hace algunos años. Muchos de estos judaístas huyeron en los noventa (durante la guerra civil y durante el régimen islamista radical de los talibanes) hacia los países vecinos, a Europa y al continente americano. Con la caída de los talibanes, algunos sijs y judaístas han retornado a la provincia afgana de Ġaznī.

Durante los últimos años, Afganistán se ha mantenido fuera de la lista de países ordenados según su Índice de Desarrollo Humano elaborada por la ONU, debido a que no es posible recopilar datos suficientes para una correcta clasificación. En todo caso, cabría esperar que Afganistán fuera el último en dicho ranking, dado su escaso desarrollo económico y social.

Afganistán es muy pobre; de hecho, en 1995 ocupó el puesto 192.º (el último) en la clasificación de países según el consumo de calorías de su población. Miles de personas carecen de alimentos, vivienda y asistencia sanitaria. Entre 1979 y 2000, una tercera parte de su población abandonó el territorio, huyendo de la guerra, estimándose que son cerca de seis millones los refugiados afganos establecidos en Pakistán e Irán, quienes poco a poco han regresado a Afganistán.

Algunas de las principales ciudades son:[60]

En 2016, Afganistán exportó $482.000.000, lo que lo convierte en el 104° exportador en el mundo. En los últimos 5 años, la tasa de exportación cayó un 15,48%, siendo $531.000.000 en 2011 y $482.000.000 en la actualidad. Las exportaciones más recientes son lideradas por las uvas, que representa el 20% de las exportaciones totales del país, seguidos por jugos de verduras, que representan el 17,8%. Los principales destinos de las exportaciones son la India, con el 46% ($220.000.000), Pakistán con el 41% ($200.000.000), Irán con el 3,1% ($15.100.000), Irak con el 2,1% ($10.100.000) y Turquía con el 1,9% ($9.150.000).Aunque faltan datos

En 2016, Afganistán importó $3.770.000.000, lo que lo convierte en el 93° importador en el mundo. En los últimos 5 años, la tasa de importación cayó un 51,12%, siendo $12.500.000.000 en 2011 y $3.770.000.000 en la actualidad. Las importaciones más recientes son lideradas por el Trigo, que representa el 17,6% de las importaciones totales del país, seguidos por la turba, que representan el 15,9%. Los principales orígenes de las importaciones son Irán, con el 22% ($840.000.000), Pakistán con el 17% ($653.000.000), China con el 14% ($526.000.000), Kazajistán con el 13% ($499.000.000) y Turkmenistán con el 7,7% ($289.000.000).

A partir de 2006 más de 4 000 000 de alumnos de ambos sexos estaban inscritos en todo el país. Aún existen diversos obstáculos significativos en la educación de Afganistán, debido a la falta de financiación, edificios escolares inseguros y reglas culturales. La falta de profesores es otro obstáculo y el hecho de que algunos padres no dejen a sus hijas tener clases con un hombre también lo es.

La tasa de alfabetización según estimación de 1999 es de 36%: el 51% de los hombres y el 21% de las mujeres. Actualmente hay unas 9,500 escuelas en el país.

Las mejores universidades de Afganistán son la Universidad Americana de Afganistán (AUAF) seguida de la Universidad de Kabul (KU), ambas ubicadas en Kabul. La Academia Militar Nacional de Afganistán , inspirada en la Academia Militar de los Estados Unidos en West Point, es una institución de desarrollo militar de cuatro años dedicada a graduar a los oficiales de las Fuerzas Armadas afganas . La Universidad de Defensa Afgana fue construida cerca de Qargha en Kabul. Las principales universidades fuera de Kabul incluyen la Universidad de Kandahar en el sur, la Universidad de Herat en el noroeste, la Universidad de Balkh y Universidad de Kunduz en el norte, Universidad de Nangarhar y Universidad de Khost en el este. Estados Unidos está construyendo seis facultades de educación y cinco colegios provinciales de formación de docentes en todo el país, dos grandes escuelas secundarias en Kabul y una escuela en Jalalabad.


Así también, la cultura de Afganistán ha sido enormemente influida por el islam, pero también en menor medida por el budismo y el zoroastrismo. El país ha sido un cruce de caminos a lo largo de la historia para la India, Irán y Asia Central, lo cual ha repercutido sobre su civilización.

La mayoría de afganos (cerca del 99 por ciento) son musulmanes, de los cuales el 80 % son suníes y solo el 19 % son chiíes. Existe una pequeña minoría de sikhs en la nación. Una importante figura de la vida musulmán en Afganistán es el mulá (líder religioso o instructor). Cualquier hombre que pueda recitar el Corán de memoria, puede ser un mulá.[63]

Miles de sijs e hindúes afganos también se encuentran en las principales ciudades. Había una pequeña comunidad judía en Afganistán que había emigrado a Israel y los Estados Unidos a fines del siglo XX; Al menos un judío, Zablon Simintov, permaneció. Hay entre 500 y 8000 cristianos en Afganistán, los cuales practican su fe de forma clandestina debido a la gran oposición social existente.[64][65]

Una gran cantidad de los habitantes de la región del norte de Afganistán aceptaron el islam a través de los esfuerzos misioneros omeyas, particularmente bajo los reinados de Hisham ibn Abd al-Malik (califa de 723 a 733) y Umar ibn Abdul Aziz (califa de 717 a 720). Durante el reinado de Al-Mu'tasim, el islam se practicaba generalmente entre la mayoría de los habitantes de la región y, finalmente, bajo Ya'qub-i Laith Saffari , el islam era, con mucho, la religión predominante de Kabul junto con otras ciudades importantes de Afganistán. Más tarde, los samaníes propagaron el islam profundamente en el corazón de Asia Central, como la primera traducción completa del Corán alPersa ocurrió en el siglo noveno. Desde el siglo noveno, el islam ha dominado el paisaje religioso del país. Los líderes islámicos han entrado en la esfera política en varios momentos de crisis, pero rara vez ejercieron la autoridad secular por mucho tiempo. Los restos de una presencia Shahi en las fronteras orientales de Afganistán fueron expulsados por Mahmud de Ghazni durante 998 y 1030.

La invasión soviética de 1979 en apoyo de un gobierno comunista desencadenó una importante intervención de la religión en el conflicto político afgano, y el islam unió a la oposición política multiétnica. Una vez que el régimen de estilo marxista respaldado por los soviéticos llegó al poder en Afganistán, el Partido Democrático Popular de Afganistán (PDPA) se movió para reducir la influencia del Islam. El PDPA comunista "ateo" e "infiel" encarceló, torturó y asesinó a muchos miembros del establishment religioso. Después de las conversaciones de Reconciliación Nacional en 1987, el Islam se convirtió una vez más en la religión del estado y el país eliminó la palabra "demócrata" de su nombre oficial. Desde 1987-1992, el nombre oficial del país era la República de Afganistán, pero hoy es una República Islámica. Para los afganos, el islam representa un sistema simbólico potencialmente unificador que compensa la división que frecuentemente surge de la existencia de un profundo orgullo por las lealtades tribales y un sentido abundante de honor personal y familiar que se encuentra en sociedades multi-tribales y multiétnicas como Afganistán. Mezquitassirven no solo como lugares de culto, sino para una multitud de funciones, que incluyen refugio para invitados, lugares para reunirse y conversar, el foco de las festividades sociales religiosas y las escuelas. Casi todos los afganos alguna vez durante su juventud estudiaron en una escuela de mezquita; para algunos esta es la única educación formal que reciben.[66]

Los chiitas representan entre el 7% y el 20% de la población total de Afganistán. Aunque hay una pequeña minoría de sunitas entre ellos, los hazaras son predominantemente chiitas y abrumadores, principalmente de la rama de los Doce con algunos grupos más pequeños que practican la rama del ismailismo. Los tizks Qizilbash de Afganistán han sido tradicionalmente chiitas.[67]

Afganistán cuenta con una compleja historia, que ha quedado reflejada en su actual civilización, idiomas y monumentos. Los afganos se muestran orgullosos de su país, su linaje y soberanía. Al estar en un cruce de caminos de múltiples rutas comerciales e imperios, la cultura afgana es rica y multilingüe, con herencias de todas las etnias y pueblos que arribaron a su territorio, donde el islam tiene una importancia predominante, pero hay influencias budistas y nómadas. La literatura afgana la componen básicamente poemas en lengua persa y pashto. Su música la componen instrumentos de cuerda tradicionales como el laúd dotar o el laúd tanbur, por influencias árabes y persas y el tambor tabla, influencia india.



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