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Alcazaba



La alcazaba (del árabe, القصبة al-qaṣbah «la ciudadela») era una construcción o recinto fortificado de carácter urbano, cuya función era servir de residencia a un gobernador[1]​ para defender presumiblemente un lugar determinado y sus contornos, albergando una guarnición que, con frecuencia, conformaba un pequeño barrio militar con viviendas y servicios, constituyendo una ciudadela.[2]​ Solían estar asociadas a un alcázar o castillo situado en uno de sus extremos, aunque este era independiente de la propia alcazaba y del resto de la ciudad, y en caso de asedio, las poblaciones de los núcleos urbanos donde se asentaban, buscaban refugio tras las murallas de dichas alcazabas.

La alcazaba es, fundamentalmente, una palabra de origen árabe que hace alusión a un tipo de ciudadela fortificada con murallas o baluartes, que difiere del castillo por presentar en su interior una medina. Ksar o ksour (árabe magrebí: قصر qser, en plural qsur) es el término en árabe magrebí del norte de África para "fortaleza" o "castillo". Es un término que seguramente se origina como préstamo de la palabra en latín castrum. 'Qasr' (palacio-fortificado), una variación de este término, se utiliza para designar un "palacio" o "castillo" en Siria, Jordania y otros países. En al-Ándalus, entre los siglos VIII y XV, se construyeron un gran número de alcazabas, como las de: Badajoz (la más grande de Europa, y de las más extensas del mundo en su género y época)[3][4]​, Granada, la de Almería (con una de las ciudadelas mejor conservadas y la segunda más extensa de la península),[n 1]Alcalá la Real, Silves, Antequera, Jaén, Guadix, Loja, Lorca, Tudela, Requena, Calatayud, Mérida y otros lugares. Las alcazabas eran un sistema defensivo tanto frente a enemigos externos como frente a las propias sublevaciones internas y aseguraban una resistencia prolongada, incluso en el caso de caída de la ciudad que protegían.[5]

De las conservadas del periodo andalusí, el ejemplo más destacado es la Alcazaba de Málaga, que, según el arquitecto restaurador Leopoldo Torres Balbás, es el prototipo de la arquitectura militar del periodo taifa, siglo XI, con un doble recinto amurallado y gran cantidad de fortificaciones, siendo su único paralelo el castillo del Crac de los Caballeros (Krac des Chevaliers, Krak des Chevaliers, Fortaleza de los Caballeros), fortaleza levantada en Siria por los Cruzados entre los siglos XII y XIII.[6]

También se encuentran alcazabas (Kasbah) en el norte de África, como la fortaleza de los Uidaya en Rabat (Marruecos), la de la ciudad de Túnez (Túnez) o las de Argel y Orán, siglos XVII-XVIII (Argelia). Sin olvidar las fortificaciones militares en la parte de Europa Oriental.

No hay conquista de ciudad notable entre los musulmanes en la que no se haga mención de la alcazaba como sitio donde se hallaba depositado el tesoro de la ciudad. Durante la lucha que los Reinos Cristianos sostuvieron contra los Reinos Musulmanes en la península ibérica, hallamos menciones a las Alcazabas en todos aquellos núcleos importantes conquistados por los cristianos. Córdoba, Badajoz, Sevilla, Valencia, Zaragoza, Málaga, Granada o Silves , entre otras, poseían esta clase de fortificaciones, y aun en África, en la conquista de Orán por el cardenal Cisneros o en la conquista de Túnez por el emperador Carlos V, se dice que los fuertes que fueron conquistados por los sitiadores fueron sus Alcazabas. En la campaña de Túnez refiere el cronista Prudencio de Sandoval:

En el siglo XIX, al conquistar los franceses, mandados por el mariscal Bonrmont, la ciudad y territorio de Argel, uno de los fuertes cuyas llaves se entregaron en señal de vasallaje fue el de la Alcazaba, fundada en el siglo XVII. El último rey de Argel, Hiissem Bajá, temiendo la suerte trágica que habían tenido los más de sus predecesores, abandonó el primitivo palacio donde aquellos siempre habían residido y se encerró junto con sus mujeres y tesoros en la Alcazaba, de cuya posición hizo una fortaleza erizada de cañones, prohibiendo aproximarse a ella aun a la misma milicia turca. Los franceses entraron en Argel el 4 de julio de 1850 y al día siguiente por la mañana ocuparon aquella fortaleza que ya había abandonado el rey. Las llaves particulares de las puertas donde estaban hacinadas las riquezas fueron entregadas por el Khamodar a una comisión nombrada por el mariscal que formalizó el inventario de todas ellas.[cita requerida]



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