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Ardi



Ardi, nombre de catálogo ARA-VP-6/500, es el sobrenombre dado al esqueleto de una hembra perteneciente a la especie Ardipithecus ramidus, probablemente un hominino (primate bípedo), que está considerado el más primitivo hominino conocido hasta la fecha y que vivió durante el Plioceno, hace unos 4,4 millones de años.[1]

Los restos fósiles fueron descubiertos por el paleoantropólogo de la Universidad de Tokio, Gen Suwa, miembro del equipo dirigido por el estadounidense Tim White, el 17 de diciembre de 1992 en el valle del río Awash, en el desierto de Afar (Etiopía) en un sitio denominado Aramis y fue desenterrado hueso a hueso entre los años 1992 y 1994 junto a diversos ejemplares de la misma especie.

Ardi es al menos un millón de años más antiguo que Lucy, (esqueleto de un homínido perteneciente a la especie Australopithecus afarensis, de 3,3 millones de años, descubierto por el estadounidense Donald Johanson el 24 de noviembre de 1974 a 150 km de Adís Abeba, Etiopía a unos 72 kilómetros del lugar donde fue hallado Ardi).

El fósil tiene un cerebro pequeño de 323 cm³, perteneció a una hembra y fue apodado como "Ardi". La datación radiométrica de las capas de lava volcánica revelan que Ardi vivió hace 4.4 millones de años. El fósil revela que el ancestro del linaje humano sufrió un estadio de evolución pobremente conocido un millón de años antes de Lucy (Australopithecus afarensis), la icónica hembra fósil antes mencionada. Los investigadores argumentan que la forma de la pelvis, los miembros sugieren que era bípeda cuando caminaba en el suelo, pero era cuadrúpeda cuando se movía entre las ramas de los árboles.

Ardi estaba parcialmente especializada en la postura erguida, con la cintura pélvica un tanto "acuencada" para soportar los intestinos en una postura vertical y con los huesos del pies ligeramente rígidos para facilitar el desplazamiento bípedo. Al tiempo que ella tenía brazos largos y dedos curvados para agarrarse a las ramas de los árboles, también tenía en el pie el dedo gordo, o hallux, divergente de los otros dedos, como en los grandes simios, lo que le permitía agarrarse con el pie, también a los árboles.

Los científicos Brian Switex y Carl Zimmer indican que A. ramidus parece ser un homínido basal y que los chimpancés parecen haberse especializado para la braquiación después de este punto. Ser un homínido basal implica que A. ramidus es similar en muchos rasgos anatómicos al ancestro tanto de humanos y chimpancés, pero no necesariamente el ancestro directo. De hecho, según los cálculos moleculares, el último ancestro común entre el chimpancé y el ser humano vivió entre hace 7 y 5 millones de años.



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