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Azabache



El azabache es un mineraloide de color negro brillante. Es una escasa variedad de carbón húmico formado en los periodos jurásico y cretácico,[1]​ por lo que se utiliza como piedra semipreciosa. Se originó a partir de troncos de árboles de las familias Araucaráceas y Protopináceas enterrados y sometidos a altas presiones. No es una variedad de lignito como erróneamente se afirma en algunos textos.[2]​ El nombre español azabache es un arabismo.[3]

El azabache es compacto, suave al tacto, ligero y bastante blando (alrededor de 2,35 y 6,5 en la escala de Mohs), tiene fractura concoidea y color de raya pardo oscuro. Arde produciendo mucho humo, despidiendo olor bituminoso y a veces fétido. Su densidad oscila entre 1,2 y 1,3 g/cm³. Está formado por una mezcla heterogénea de material carbonáceo orgánico y materia mineral. El componente principal es vitrinita, compuesto orgánico que deriva de la lignina, la celulosa y otros compuestos presentes en las plantas vasculares con semillas.

Es un material muy frágil, por lo que su extracción siempre ha sido artesanal, siendo de talla difícil cuando se intentan esculpir figuras con abundantes detalles y calados. Esta circunstancia ha dotado al arte de la azabachería de escasos márgenes expresivos. Se trabaja con lima y torno, adquiriendo mediante una pulimentación adecuada un brillo intenso que no decrece con el paso del tiempo.

En el mundo antiguo se lo llamó succinum nigrum, equiparándosele al ámbar o succino, con el que aparece asociado frecuentemente. También se le llamó lapis gagates, denominación utilizada entre otros por el naturalista Plinio el Viejo y por San Isidoro, autor que, en su obra Etimologías, aclara la razón: «Gagates es una piedra hallada primeramente en Licia, Asia Menor (Turquía) que es arrojada a la orilla por el río Gagas, y de ahí le viene el nombre; hay muchas en Bretaña. Es una piedra negra, plana, suave y arde aplicada al fuego. No se borran los escritos hechos con el barro de esta piedra…». En el presente, la localidad turca de Oltu, un distrito de la provincia de Erzurum, es donde más se extrae y se elabora esta gema en Turquía y es homónima con ella. (En turco, azabache es oltu taşı que significa ‘piedra de Oltu’).

Se ha hallado en restos neolíticos, en túmulos y bajo dólmenes; en algunos de ellos se recuperaron más de cien cuentas de azabache lo que confirma era una posesión de mucho valor al que atribuían un innegable carácter protector ya hace varios miles de años. Las joyas de azabache fueron muy apreciadas por los Egipcios, Fenicios, Etruscos, Romanos y los Vikingos, aunque la cuenta más antigua aparece en un colgante de azabache en la Cueva de las Caldas (Oviedo), en un nivel perteneciente al Solutrense Superior, datado en torno al 17.000 BP —antes del presente—, o sea 15.000 años antes de Cristo.

Se utiliza en joyería para hacer piezas de gran belleza, colgantes, camafeos, collares, anillos, junto con materiales como maderas nobles, piedras preciosas o semipreciosas y metales preciosos. Con las piezas de mayor tamaño se hacen tallas.

Durante miles de años al azabache se le ha atribuido un carácter protector contra todo mal, es considerado como el talismán del Camino de Santiago, el protector del peregrino, la piedra mágica, el emblema jacobeo.

Existen otros materiales que por tener un aspecto y color más o menos parecido al azabache son confundidos y en ocasiones vendidos bajo este nombre sin serlo. Entre ellos los siguientes:

El mejor azabache del mundo, junto con el de Whitby, es el de Asturias, España.[4]​ Otros azabaches proceden de Teruel (Cretácico), Francia, Alemania y Turquía (Cretácico), Estados Unidos —Nuevo México y Dakota del sur, Colorado—, México y Venezuela.

Con un color negro intenso, textura y dureza incomparable, es extraído en la zona denominada la Marina, en la Costa Jurásica Asturiana, entre Gijón y Ribadesella, en la zona de Oles, Villaviciosa, desde donde hace más de cien años se exporta a Inglaterra. Ha sido el Principado el mayor suministrador de la península de material en bruto a lo largo de los siglos. Estudios llevados a cabo por un equipo de investigación de la Universidad de Oviedo demuestran que el azabache asturiano procede de una familia de árboles jurásicos, extinguida hace 65 millones de años, las protopináceas, además de las Araucariaceae.

La zona costera que va desde Gijón hasta Colunga es la que guarda mayores depósitos en Asturias e, históricamente, donde se concentraron casi todas las explotaciones. Conocida hoy como la «Costa de los Dinosaurios», es un terreno jurásico con abundantes muestras de la fauna y flora de esta era. El azabache es el material fósil de origen vegetal más importante y representativo de toda ella. Fue, sin duda, el mejor de los españoles y de todo el continente europeo e igual al afamado de Whitby: ambos, el inglés y el asturiano, los mejores del mundo.

También se ha extraído azabache de buena calidad en la zona de Utrillas y de Montalbán (Teruel), en yacimientos que fueron explotados desde el siglo XVI.[5]

En Inglaterra, el azabache de Whitby se impuso con piezas de joyería de adorno personal gracias al impulso durante el reinado de Isabel I (1533-1603), hija de Enrique VIII y Ana Bolena. La reina inglesa puso la moda de enormes vestidos en blanco y negro, sus colores favoritos, los que eran adornados por cuentas y joyas de azabache, camafeos, broches, colgantes y collares, en muchos de sus retratos se ven estas joyas de azabache, a mediados del siglo XVIII, el azabache se impuso como joya de luto tras el fallecimiento de la reina madre y posteriormente la del príncipe Alberto, luto que se prolongó durante cuarenta años, fue durante estos años cuando se produjo la mayor demanda de azabache de Asturias, estimándose que la exportación de Asturias a Inglaterra durante ese periodo fue de alrededor de un millón de Kilos.[6][7]



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