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Baqueano



Baqueano o baquiano es un término americano utilizado para designar a una persona conocedora de los caminos y atajos de un terreno, sus características físicas y el idioma y costumbres de su población, a la que habitualmente pertenece. Por extensión se aplica a cualquiera que resulta particularmente hábil y experto para una tarea.

Domingo Faustino Sarmiento clasifica a los gauchos en cuatro tipos: el baqueano, el rastreador, el cantor y el gaucho malo. Del baqueano, al que califica de "personaje eminente, y que tiene en sus manos la suerte de los particulares y de las provincias", afirma:

"En lo más oscuro de la noche, en medio de los bosques o en las llanuras sin límites, perdidos sus compañeros, extraviados, da una vuelta en círculo de ellos, observa los árboles; si no los hay, se desmonta, se inclina a tierra, examina algunos matorrales y se orienta de la altura en que se halla; monta en seguida, y les dice para asegurarlos: "Estamos en dereceras de tal lugar, a tantas leguas de las habitaciones; el camino ha de ir al sud"; y se dirige hacia el rumbo que señala, tranquilo, sin prisa de encontrarlo, y sin responder a las objeciones que el temor o la fascinación sugiere a los otros."

"Si aún esto no basta, o si se encuentra en la Pampa y la oscuridad es impenetrable, entonces arranca pastos de varios puntos, huele la raíz y la tierra, las masca, y después de repetir este procedimiento varias veces, se cerciora de la proximidad de algún arroyo salado o de agua dulce, y sale en su busca para orientarse fijamente. El general Rosas, dicen, conoce por el gusto el pasto de cada estancia del sud de Buenos Aires."

El viajero francés Xavier Marmier afirmaba que


La necesidad de los baqueanos como guías militares primaba a menudo en la consideración del estado por sobre cualquier otra cosa. Es el caso del baqueano José Luis Molina, quien se desempeñaba como capataz de la estancia de Francisco Hermógenes Ramos Mejía. Cuando el gobernador Martín Rodríguez detuvo a su patrón y dispersó o mató a muchos de los indios que vivían en la hacienda, Molina huyó a las tolderías y se puso al frente de los indios y en abril de 1821 al frente de un malón de 1500 hombres de lanza destruyó la naciente población de Dolores. Molina escapó y fue acusado de traición por los indios por lo que para salvar la vida solicitó y pese a sus antecedentes obtuvo protección en los cuarteles por su utilidad que le ganó el indulto del gobierno tras lo que se sumó como capitán de baqueanos a las expediciones de 1826 y 1827 del coronel Federico Rauch a la Sierra de la Ventana, sirviendo luego a las órdenes de Juan Manuel de Rosas.

No obstante muchos de los baqueanos mantenían una conducta y fidelidad ejemplar, como es el caso de José Alejandro Ferreyra, más conocido por su apodo quichua Alicu o Alico, considerado el más célebre baqueano argentino quien fue desde su oficio uno de los principales partícipes de la guerra de independencia Argentina y de las guerras civiles.

En la Banda Oriental destacó el baqueano Juan Rosas, uno de los llamados Treinta y Tres Orientales, quien luchó contra el Imperio del Brasil y en las guerras civiles de su patria.



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