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Batalla de Huaylacucho



La batalla de Huaylacucho fue una acción de armas librada el 17 de abril de 1834, en las cercanías de Huancavelica, Perú. Enfrentó a las fuerzas orbegosistas al mando del general Guillermo Miller y las bermudistas dirigidas por el general José Rufino Echenique, en el marco de la guerra civil que se desató en el Perú tras la elección del general Luis José de Orbegoso como presidente provisorio del Perú en 1833. Triunfaron los bermudistas, pero una semana después ambos bandos se reconciliaron en el llamado abrazo de Maquinhuayo.

El día 20 de diciembre de 1833, tras finalizar el período constitucional del presidente Agustín Gamarra, la Convención Nacional (congreso constituyente) procedió a elegir a un presidente provisorio, tras haberse frustrado las elecciones presidenciales convocadas meses atrás. Gamarra apoyó la candidatura del general Pedro Bermúdez, adicto suyo, pero los liberales que dominaban la asamblea optaron por elegir al general Luis José de Orbegoso, un militar menos autoritario. No bien asumió éste el poder, cuando los partidarios de Gamarra hostilizaron al nuevo régimen con la intención de imponer a la fuerza en la presidencia a Bermúdez. Los gamarristas o bermudistas alegaron que la presidencia de Orbegoso era ilegal pues no le correspondía a la Convención Nacional elegir al Presidente.

Temiendo un golpe de estado, Orbegoso decidió refugiarse en la Fortaleza del Real Felipe, en el Callao, el 3 de enero de 1834. Allí instaló la sede de su gobierno y comenzó a relevar a los gamarristas de los altos mandos del Ejército. En respuesta a esta acción, la guarnición de Lima se sublevó al día siguiente y proclamó Jefe Supremo a Bermúdez. Las tropas bermudistas sitiaron la fortaleza del Callao. A nivel nacional la autoridad de Bermúdez fue acatada por algunas guarniciones. Pero en Lima la civilidad se mostró contraria al golpe y se alzó en armas; los bandos se enfrentaron en las calles de la ciudad, siendo la primera vez en la historia peruana que el pueblo de Lima se enfrentaba con éxito al ejército (28 de enero de 1834). Ante tal situación Bermúdez y sus partidarios tuvieron que retirarse a la sierra.

Desatada la guerra civil, esta tuvo tres escenarios:

Orbegoso, al frente de un reducido ejército, marchó hacia Jauja en persecución de Bermúdez. Si bien tenía bajo su mando a oficiales competentes como José de la Riva Agüero, Mariano Necochea, Guillermo Miller, Antonio Gutiérrez de la Fuente, Blas Cerdeña, Francisco de Paula Otero y Felipe Santiago Salaverry, sus fuerzas eran muy débiles y heterogéneas.

Por su parte, Bermúdez, también con un pequeño ejército pero formado por veteranos disciplinados, abandonó el valle de Jauja en dirección de Ayacucho para unirse con el general Frías, prefecto de ese departamento. Muy cerca le seguía el general orbegosista Guillermo Miller, quien recibió en el trayecto refuerzos del general Salaverry.

Bermúdez no gozaba del apoyo popular; tampoco sus tropas sentían apego hacia él, ya que no se preocupaba por alentarlos ni de satisfacerles en sus necesidades. Uno de sus principales oficiales, el general José Rufino Echenique, cuenta en sus memorias que acordó con Frías deponer a Bermúdez una vez que terminaran con Orbegoso; los acontecimientos posteriores modificarían su plan inicial pero no su idea primordial.

Tras abandonar Huancayo, Bermúdez continuó su marcha hacia Ayacucho. Por su parte, Miller pasaba a Huancavelica, extendiendo sus avanzadas hasta la quebrada de los Molinos, donde libró un combate con las avanzadas de los bermudistas. Como resultado de este encuentro, Miller se vio obligado a replegarse al pueblo de Huaylacucho (al oeste de Huancavelica). Mientras tanto, Orbegoso llegó a Jauja donde pasó revista a sus tropas. Sabiendo que Frías y Bermúdez se habían concentrado en Acobamba (al este de de Huancavelica), envió a Miller dos batallones, los cuales llegaron en la noche del 16 de abril.

Huaylacucho es un pueblo pobre y pequeño, situado a legua y media al oeste de Huancavelica. Ocupa una quebrada surcada por tres profundos barrancos, abiertos al oriente; las de los costados son escarpados y de difícil acceso; la del centro la recorre un pequeño río. Fue en este escenario donde las fuerzas bermudistas (cuyos jefes, después de Bermúdez, eran Echenique y Frías) se encontraron con las fuerzas orbegosistas comandadas por Guillermo Miller.

El escenario era desventajoso para los orbegosistas, pero aun así Miller dispuso su línea, colocando a la derecha al batallón Pichincha, al centro al batallón Lima y a la izquierda al batallón Zepita (bajo mando de Salaverry) con los escuadrones de caballería que mandaba Loyola. En total sumaban unos 1.350 hombres.

Al amanecer del día 17 de abril una columna de bermudistas a las órdenes del general Frías avanzó hacia la vanguardia del ala derecha de Miller; este, para frenar el ataque, mandó primero al comandante Solar con una compañía y luego al batallón Pichincha como apoyo. Pero los bermudistas lograron repeler el contraataque y tomaron la barranca.

Los orbegosistas, sometidos a fuego convergente e incesante, vieron perdida la situación y optaron por retirarse. Casi en desorden, procedieron a cruzar el río y muchos perecieron ahogados. Al contemplar el desastre, Salaverry avanzó por la izquierda con el batallón Zepita y consiguió detener a los bermudistas, facilitando la retirada de los suyos y salvándolos así de una destrucción completa. En esta última acción tuvo una destacada participación el Sargento Mayor de Caballería Cosme Pacheco, quien al mando de un griupo de lanceros, cubrió la retaguardia del ejército orbegosista en retirada, salvaguardando asimismo el parque de municiones que luego serviría para reforzar las líneas de defensa contra otra posible embestida de los bermudistas.

No intervino la caballería orbegosista, pero el general Frías, creyendo que podía ganársela (pues anteriormente había sido jefe de ella), se acercó con un oficial y cinco soldados, pero Loyola cargó sobre ellos y los destrozó. Frías fue muerto de un lanzazo. Loyola reunió y organizó a los dispersos.

En el bando orbegosista se contabilizaron en su bando 50 muertos y unos 32 heridos, así como 200 dispersos.

Si bien en este encuentro de armas hubo movimientos tácticos, cargas de caballería y unos cuantos disparos, no puede decirse que esta acción fuera una batalla en el sentido cabal del término, pero la historiografía peruana tradicionalmente la ha denominado así.

Bermúdez no persiguió a los orbegosistas, quienes aprovecharon para reagruparse y se replegaron a Izcuchaca (norte de Huancavelica).

La acción de Huaylacucho no decidió nada. Se esperaba un encuentro definitivo, pero fue entonces cuando Echenique convenció al resto de oficiales bermudistas para llegar a un acuerdo pacífico con Orbegoso, prescindiendo de Bermúdez. Todos ellos estaban conscientes de estar al servicio de una causa perdida, pues se veían repudiados por todas partes y sin recursos para continuar la lucha. Procedieron pues, a deponer a Bermúdez y de inmediato enviaron emisarios al campamento de Orbegoso. El 24 de abril llegaron al llano de Maquinguayo, a 24 km al norte de Jauja, donde encontraron a los orbegosistas en formación de batalla. Luego de colocar sus armas en pabellones, ambos ejércitos avanzaron hasta encontrarse y se estrecharon en fraterno abrazo. A este episodio singular de la historia peruana se conoce como el abrazo de Maquinhuayo.

Los bermudistas o gamarristas reconocieron así la autoridad de Orbegoso. Gamarra huyó del país.




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