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Luis José de Orbegoso



Luis José de Orbegoso y Moncada Galindo (Usquil, Provincia de Otuzco, Departamento de La Libertad, Perú, 25 de agosto de 1795Trujillo, 5 de febrero de 1847) fue un militar y político peruano. Era de familia criolla aristocrática. Luchó a favor de la independencia de su país, tanto en el servicio militar como ofreciendo su fortuna personal, al igual que muchos otros patriotas criollos. Participó luego en la guerra contra la Gran Colombia. Fue Presidente Constitucional del Perú de 1833 a 1835 (aunque a título provisorio) y desenvolvió su carrera política durante una etapa de profunda división social y una continua guerra civil, por lo que en varios momentos su gobierno coexistió con los de los militares golpistas Pedro Bermúdez y Felipe Santiago Salaverry. Atosigado por la rebelión salaverrista, auspició la invasión boliviana de Andrés de Santa Cruz, que desató una guerra que propició el establecimiento de la Confederación Perú-Boliviana. Fue nombrado Presidente del Estado Nor-Peruano (integrante de dicha Confederación), cargo que ejerció de 1837 a 1838. Quiso luego expulsar tanto a los bolivianos confederados como a los chilenos restauradores, pero fue derrotado en el Combate de Portada de Guías. Ello marcó el fin de su carrera política.

Nació en la hacienda Chuquizongo, situada en el actual distrito de Usquil, provincia de Otuzco, departamento de La Libertad. Era hijo de Justo Pastor de Orbegoso Isasi y Burutarán, alcalde ordinario de Trujillo, y de Francisca Josefa Moncada Galindo y Morales, IV condesa de Olmos.

Militó al principio como oficial de las milicias coloniales, para enrolarse luego al bando patriota, participando con José de San Martín en la guerra de la independencia. Fue nombrado Prefecto del departamento de La Libertad, durante la dictadura de Simón Bolívar. Durante el gobierno de José de La Mar participó en la guerra contra la Gran Colombia.

Tras el derrocamiento de La Mar se retiró a su hacienda (1829). Pero retornó a la vida pública como diputado por Huamachuco, en la Convención Nacional convocada en 1833[1]​. Al concluir el primer gobierno de Agustín Gamarra fue elegido Presidente provisorio de la República en 1833, ganándole a Pedro Bermúdez, el candidato preferido de Gamarra.

Bajo su gobierno se promulgó la Constitución liberal de 1834. Su mandato se vio turbado por su enemistad con los gamarristas. Estos, encabezados por Bermúdez y La Mariscala (esposa de Gamarra) dieron un golpe de estado a principios de 1834, que desencadenó una guerra civil, pero Orbegoso logró someter a los rebeldes. Luego tuvo que lidiar con el joven Felipe Santiago Salaverry quien se proclamó Jefe Supremo de la República en 1835. Orbegoso, que se hallaba en Arequipa, mantuvo el control del sur del país, y, contando con el apoyo del entonces presidente de Bolivia, Andrés de Santa Cruz, recuperó el poder (aunque solo nominalmente) y regresó a Lima. En pago al apoyo que recibió de Santa Cruz, accedió a formar con este la Confederación Perú-Boliviana. Santa Cruz asumió el Supremo Protectorado de la Confederación y Orbegoso mantuvo únicamente la presidencia del Estado Nor Peruano.

Al producirse la invasión de la Expedición Restauradora peruano-chilena, Orbegoso quiso encabezar el sentimiento peruanista puro y expulsar tanto a bolivianos como a chilenos. Sin embargo fue derrotado por los restauradores en el combate de Portada de Guías (1838). Tras un frustrado intento de reconciliación con Santa Cruz, este le conminó a abandonar el país.

Orbegoso salió al destierro rumbo a Ecuador. Regresó posteriormente, aunque se alejó definitivamente de la vida política activa. Murió en Trujillo en 1847.

Luis José de Orbegoso (Luis José de las Mercedes) fue hijo de Don Justo Pastor de Orbegoso Isasi y Burutarán, Gamarra y Cortés (nacido en Lima, Perú, y bautizado en la religión Católica en 1742) y de Doña Francisca Josefa Moncada Galindo y Morales (nacida en la ciudad de Trujillo, Perú, en 1755), IV Condesa de Olmos (título que su bisabuelo obtuvo del rey Carlos II en el siglo XVII), y VIII poseedora del Mayorazgo de Moncada Galindo. Residían en Trujillo.

Nació en la hacienda de Chuquisongo, en el partido de Huamachuco, hoy en el distrito de Usquil de la provincia de Otuzco del departamento de La Libertad. Después de aprender las primeras letras, su familia retornó a Trujillo en donde estudió latinidad en el seminario trujillano de San Carlos y San Marcelo, bajo la enseñanza de don José Modesto de la Vega (quien después sería su gran amigo y apoderado). Con el fin de que pudiera gozar algunas capellanías, recibió la primera tonsura en 1806. Al año siguiente pasó al Real Convictorio de San Carlos en Lima, donde cursó Filosofía, Matemáticas y Física.

En 1812, concluido su bachillerato en Artes, tuvo que retornar a su ciudad natal por una grave enfermedad de su padre. Como no sentía inclinación por la carrera eclesiástica, ni por las letras, asumió la administración del patrimonio familiar y de la producción agropecuaria de su hacienda. Su padre falleció en 1814.

En 1815 se incorporó al regimiento de milicias de Trujillo como cadete de caballería, con el cargo de portaestandarte del primer escuadrón. Ascendido a alférez de la compañía de carabineros, teniente de la VII compañía del regimiento de milicias provinciales disciplinadas de caballería de Trujillo (1817) y, luego, en el mismo regimiento, ayudante mayor (1819) y capitán (1820).

En 1816 contrajo matrimonio con doña María Josefa Martínez de Pinillos Cacho, su sobrina en quinto grado e hija de don Juan José Martínez de Pinillos y Larios y de doña Josefa Cacho y Lavalle. Cuatro meses después, los esposos se trasladaron a su hacienda Chuquisongo en donde nació su primogénito, regresando a Trujillo dos años más tarde. De la unión nacerían en total once hijos.

Secundó en Trujillo la proclamación de la independencia realizada por el Marqués de Torre Tagle (29 de diciembre de 1820). Fue ascendido sucesivamente a sargento mayor (1821), teniente coronel (1822) y coronel graduado (1823).

Comisionado para formar un escuadrón, lo dotó de armas y víveres de su propio peculio. Respaldó al presidente José de la Riva Agüero, cuando este se refugió en Trujillo tras ser destituido por el Congreso, en vísperas del arribo del Libertador Simón Bolívar.

Riva Agüero lo comisionó a Ilo (puerto del sur del Perú) a fin de fortalecer su causa apoyando al ejército peruano que había emprendido la Segunda Campaña de Intermedios contra los españoles que permanecían fuertes en la sierra sur, pero Orbegoso encontró dicho ejército ya derrotado y disperso.

De regreso a Trujillo, le sorprendió la nueva de que Riva Agüero había sido apresado por sus propios subordinados, a fin de centralizar el mando del país en manos de Bolívar. Descontento por este hecho, solicitó un año de licencia. No obstante, ofreció sus haciendas (ricas sobre todo en ganado) y su fortuna para atender a las necesidades del ejército patriota, y sólo pidió que al terminar la guerra se le devolviese lo que de ellas quedase, a fin de intentar su rehabilitación.

Esta contribución a la causa patriota fue fundamental, junto con la de otros hacendados y propietarios del norte del Perú, lo cual no suele ser reconocido por la historiografía latinoamericana, especialmente la venezolana, que atribuye la victoria patriota exclusivamente al talento militar de Bolívar.

Fue nombrado Subprefecto de Lambayeque y luego Prefecto del departamento de La Libertad (2 de septiembre de 1824). En tal función se encargó de acopiar recursos que contribuyeron eficazmente a la feliz culminación de la campaña emancipadora. Tal actitud mereció que se le otorgara la medalla cívica que el Congreso Constituyente mandó acuñar con el busto de Bolívar (12 de febrero de 1825), para testimoniar el agradecimiento a quienes habían colaborado en la empresa libertadora.

En su condición de diputado por Trujillo al frustrado Congreso de 1826[2][3][4]​, presidió la comisión enviada ante Bolívar para solicitarle que permaneciese en el país. El 28 de abril de 1826 fue ascendido a general de brigada y reasumió la prefectura de Trujillo. Con el diputado Antonio Arteaga viajó a Guayaquil para comunicar al mariscal José de la Mar su elección como Presidente de la República.

Concurrió a la guerra contra la Gran Colombia (1828-1829) como segundo jefe de la división de caballería, bajo las órdenes inmediatas del general Mariano Necochea. Estuvo en la batalla del Portete de Tarqui (27 de febrero de 1829) y fue uno de los representante peruanos en las negociaciones del Convenio de Girón que acordaron la suspensión de las hostilidades.

Al ser depuesto el presidente La Mar por el general Agustín Gamarra, Orbegoso se mostró disconforme ante tal atentado y se retiró a su hacienda de Chuquisongo. Sin embargo, no tardó en retornar a la vida pública.

Elegido diputado por Huamachuco y ostentando ya el grado de general de división, se incorporó a la Convención Nacional instalada en Lima (12 de septiembre de 1833). La misión de dicha Asamblea era reformar la Constitución de 1828, tal como lo estipulaba esta misma. Simultáneamente se convocaron a los Colegios Electorales para las elecciones del Congreso y del Presidente sucesor de Gamarra. Dichos Colegios se reunieron solo parcialmente, por lo que las elecciones se frustraron. Como ya finalizaba el período de Gamarra, la Convención Nacional se arrogó la potestad de elegir a un Presidente provisorio. Los conservadores o gobiernistas apoyaron la candidatura del general Pedro Bermúdez y los liberales la de Orbegoso, quien era apreciado por su ánimo caballeroso, pero cuyo débil carácter lo hacía susceptible a las influencias de los políticos más duchos. El ganador fue Orbegoso, con 47 votos, sobrepasando así a los 37 votos que obtuvo Bermúdez (20 de diciembre de 1833).

Al día siguiente, Orbegoso concurrió ante la Convención Nacional, prestó el juramento prescrito por la ley y asumió el mando. Pero se sintió prisionero en el Palacio de Gobierno, porque era notoria la influencia personal que Gamarra ejercía sobre las fuerzas armadas en su calidad de General en Jefe del Ejército.

Hostilizado por los partidarios de Gamarra y temiendo un golpe de estado, Orbegoso decidió refugiarse en la Fortaleza del Real Felipe, en el Callao, el 3 de enero de 1834. Allí instaló la sede de su gobierno y comenzó a relevar a los gamarristas de los altos mandos del Ejército.

En respuesta a esta acción, la guarnición de Lima se sublevó al día siguiente y proclamó Jefe Supremo al general Pedro Bermúdez. Las tropas bermudistas sitiaron la fortaleza del Callao. Se alegó que la presidencia de Orbegoso era ilegal pues no le correspondía a la Convención Nacional elegir al Presidente. A nivel nacional la autoridad de Bermúdez fue acatada por algunas guarniciones. Pero en Lima la civilidad se mostró contraria al golpe y se alzó en armas; los bandos se enfrentaron en las calles de la ciudad, siendo la primera vez en la historia peruana que el pueblo de Lima se enfrentaba con éxito al ejército (28 de enero). Ante tal situación Bermúdez y sus partidarios tuvieron que retirarse a la sierra.

En la mañana del día 29 de enero ingresó Orbegoso triunfalmente en Lima, siendo ovacionado por la multitud. Las mujeres del pueblo le detenían en las calles para abrazarlo. La Convención Nacional reanudó sus labores y aprobó una ley que autorizaba al gobierno a pedir la cooperación del gobierno de Bolivia «con el único y exclusivo objeto de terminar la guerra civil» (18 de abril). Dicha cooperación no llegaría a ser solicitada pues la guerra terminaría en poco tiempo, pero la ley sería invocada años después en otro contexto de guerra civil, como veremos más adelante.

Al mando de unas tropas, Orbegoso marchó a la sierra en busca de Bermúdez y su ejército. Dejó el mando al Supremo Delegado Manuel Salazar y Baquíjano (20 de marzo). Si bien tenía bajo su mando a oficiales competentes como Riva Agüero, Necochea, Miller, La Fuente, Cerdeña, Otero y Salaverry, sus fuerzas colecticias eran muy débiles y heterogéneas. Ello motivó que fuera derrotado en la batalla de Huaylacucho, cerca de Huancavelica (17 de abril).

Se iba a producir el encuentro definitivo cerca de Jauja, pero felizmente la guerra finalizó cuando ambos bandos se amistaron en el llamado Abrazo de Maquinhuayo (24 de abril). Los bermudistas o gamarristas terminaron pues, por reconocer la autoridad de Orbegoso, aunque sus caudillos, Gamarra y su esposa la Mariscala, huyeron del país.

Orbegoso hizo su entrada triunfal en Lima, el 3 de mayo de ese mismo año de 1834, y los limeños lo recibieron por segunda vez de manera triunfal. Artesanos y jornaleros le sacaron del coche y lo llevaron en brazos al interior del Palacio de Gobierno.

Se inició así en el Perú un período de gobierno liberal con Orbegoso a la cabeza y con una Convención Nacional como poder legislativo donde dominaban Francisco Xavier de Luna Pizarro y Francisco de Paula González Vigil, sacerdotes de la misma tendencia.

Al emprender la gira por los departamentos del sur, Orbegoso dejó en Lima en el gobierno a Manuel Salazar y Baquíjano, presidente del Consejo de Estado (7 de noviembre de 1834). Dejó también en Lima, en su calidad de Inspector del Ejército al general Felipe Santiago Salaverry, lo cual, como algunos amigos le advirtieron, era un gran peligro, vista la ambición inocultable de dicho militar.

En efecto, tras debelar un motín en la Fortaleza del Callao Salaverry aprovechó la oportunidad para proclamarse Jefe Supremo de la República, el 22 de febrero de 1835, bajo el pretexto de que el Perú se hallaba acéfalo, es decir sin cabeza de mando.

El norte y centro del país apoyaron a Salaverry, mas no el sur, donde se hallaba Orbegoso, instalado en Arequipa. Desde allí Orbegoso envió una división al mando del general Francisco Valle Riestra para que sofocara la insurrección. Valle Riestra desembarcó en Pisco, pero no pudo continuar pues sus propios hombres lo apresaron y lo entregaron a Salaverry, quien ordenó su fusilamiento. Otra expedición organizada en el norte por el general Domingo Nieto en apoyo de Orbegoso también fue sometida. Salaverry unificó en sus manos el mando del país; solo Arequipa acataba la autoridad de Orbegoso

Mientras dichos sucesos ocurrían en Perú, en Bolivia el presidente Andrés de Santa Cruz y el general Agustín Gamarra bosquejaban planes para reunir ambos países en una sola República Federal. Siguiendo estos planes y sin esperar a que hubiera un acuerdo formal con Santa Cruz, Gamarra cruzó la frontera del Desaguadero e ingresó al Perú, ocupando las ciudades de Puno y Cuzco, zonas donde contaba con numerosos partidarios. Ante esto, Santa Cruz negó estar confabulado con Gamarra.

Orbegoso, que estaba en Arequipa sin mayores tropas, ante el peligro que significaba la presencia de Gamarra, hizo uso de una anterior atribución del Congreso que le permitía solicitar el auxilio de fuerzas bolivianas. Debemos resaltar que Orbegoso no estaba enterado de los conciertos entre Gamarra y Santa Cruz. El convenio con Bolivia se firmó el 15 de junio de 1835, y por él se acordó que Santa Cruz pasaría al Perú con sus fuerzas, como acto preparatorio para el establecimiento de la Confederación Perú-Boliviana. Ese mismo día 5000 soldados bolivianos cruzaron la frontera peruano-boliviana.

Orbegoso, como un rey destronado, entregó a Santa Cruz las insignias de su quimérico poder, al traspasarle, mediante una carta, las facultades extraordinarias de que estaba investido (Vilque, 8 de julio de 1835), facultades que se le habían otorgado a raíz de la rebelión de Salaverry en el Callao.

Gamarra se enfureció con el giro tomado por Santa Cruz, que hasta poco antes había sido su aliado, y por su parte se alió con Salaverry para hacer frente a la invasión boliviana, siendo el primero en salir en campaña. Pero Santa Cruz lo derrotó en la batalla de Yanacocha (13 de agosto de 1835). Gamarra fue tomado prisionero y deportado. Quedaron entonces frente a frente Santa Cruz y Salaverry.

Santa Cruz y Orbegoso se pusieron de acuerdo sobre la estrategia a seguir: el primero, al mando del ejército boliviano, marcharía contra Salaverry, quien avanzaba hacia Arequipa; y el segundo marcharía a Lima con las fuerzas peruanas, precedida por las avanzadas del ejército santacrucista.

En Lima, los bandoleros, aprovechando la situación, se dedicaban al saqueo y al asesinato; el general Francisco de Vidal, al mando de la Guardia Nacional ocupó Lima y fusiló al bandolero León Escobar (30 de diciembre de 1835); luego devolvió el poder a Orbegoso, quien ingresó triunfalmente en Lima, por tercera vez y sin haber combatido (8 de enero de 1836).

A pesar de que el mandato de dos años que el Congreso le había conferido en 1833 ya había vencido, Orbegoso volvió a ejercer el poder por algún tiempo más. En ese lapso emprendió campañas de pacificación en el norte y centro del país, relativamente fáciles.

Mientras tanto, en el sur, Santa Cruz derrotaba a Salaverry en la sangrienta batalla de Socabaya (7 de febrero de 1836). Salaverry fue apresado y fusilado en Arequipa, y Santa Cruz pudo al fin edificar la Confederación Perú-Boliviana, erigiéndose él como su cabeza indiscutible.

Orbegoso ejerció todavía el mando como Presidente provisorio hasta la reunión de la Asamblea de Huaura (3 a 24 de agosto de 1836). En ella se acordó la creación del Estado Nor-Peruano, que debía integrar (junto con el ya creado Estado Sud Peruano y Bolivia) la Confederación, bajo el mando de Santa Cruz como Supremo Protector (11 de agosto).

A Orbegoso se le confirió el grado de Gran Mariscal, recibió las gracias por sus servicios, se le condecoró con un sol de brillantes con estas inscripciones: «El Estado Nor-Peruano al general D. Luis José Orbegoso», en el reverso «Sirvió a la patria con lealtad». Se le obsequiaron por añadidura 100.000 pesos y se ordenó que fuera fijada en su casa de Lima un escudo con las armas del Estado y su inscripción: «La patria agradecida». A su esposa se le hizo un cuantioso donativo que no quiso aceptar.

En virtud de un decreto de Santa Cruz, Orbegoso fue designado Presidente provisorio del Estado Nor-Peruano (22 de agosto de 1837). Dicho estado abarcaba los departamentos de Lima, Huaylas, Junín, Amazonas y La Libertad.

Al desatarse la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana y al ser inminente la llegada al Perú del segundo Ejército Unido Restaurador (conformado por tropas peruanas y chilenas), empezaron las deserciones en el seno Estado Nor-Peruano en desmedro de la Confederación. El descontento contra Santa Cruz se hizo general y uno de sus adalides era el prefecto de Trujillo, el general Domingo Nieto. Orbegoso no se decidía a pronunciarse abiertamente y fueron sus generales los que lo hicieron, en Lima, el 30 de julio de 1838, declarando la separación de Estado Nor-Peruano y la disolución de la Confederación. Orbegoso se resignó a los hechos consumados, asumiendo la dirección de la rebelión.

Poco después, el Ejército Restaurador desembarcaba en Ancón, bajo el mando del general chileno Manuel Bulnes. Este entró en tratos con Orbegoso para lograr su adhesión, pero no llegaron a ningún acuerdo. Orbegoso denunció el vandalismo que los chilenos habían cometido en su avance en territorio peruano, y junto con los generales Domingo Nieto y Francisco Vidal encabezó el sentimiento peruanista puro, pues se propusieron expulsar tanto a los bolivianos como a los chilenos.

Las fuerzas restauradoras continuaron su avance hacia Lima y se encontraron con las fuerzas peruanas comandadas por Orbegoso, Nieto y Vidal en las afueras de Lima. La diferencia numérica era abrumadora: unos 4.800 “restauradores” frente a unos 1300 peruanos “orbegosistas”. Pese a ello se produjo el encuentro, llamado Combate de Portada de Guías (llamado así por haberse realizado frente a una portada de la ciudad, situada en el actual cruce de las avenidas Túpac Amaru y Caquetá), del cual los restauradores se saldaron con la victoria (21 de agosto de 1838). Estos ocuparon Lima, donde se dedicaron al pillaje y al incendio.[cita requerida]

Orbegoso permaneció oculto en Lima durante unos días, hasta que se dirigió disfrazado al Callao, siendo reconocido. Recibido a balazos, se ocultó en la orilla del mar, donde lo envolvió una ola y estuvo a punto de morir, hasta que al día siguiente, empapado y friolento, halló refugio en el puerto.

Orbegoso se refugió en la fortaleza del Real Felipe del Callao. Desde allí calificó al ejército chileno como invasor y declaró que se proponía hacerle la guerra con el mismo empeño que al ejército de Santa Cruz; y que sólo deseaba favorecer la reunión de un congreso que decidiese libremente la suerte del país. No obstante, se negó a tratar con Gamarra, cuando este le ofreció formalizar un compromiso para batir juntos a Santa Cruz.

Santa Cruz, haciendo gala de su típica astucia, convenció a Orbegoso para que lo apoyara, prometiéndole que reuniría el Congreso luego de arrojar a los invasores. Orbegoso lo creyó y anunció el 20 de octubre de 1838 su nuevo entendimiento con Santa Cruz. Fue una desacertada decisión, que pondría fin a su carrera política.

Obedeciendo a Santa Cruz, Orbegoso le envió desde el Callao refuerzos al mando del coronel Guarda. Pero Santa Cruz ya había decidido sacar de la escena política a Orbegoso y envió al coronel Guarda de vuelta a la fortaleza del Callao en calidad de gobernador. Orbegoso recibió la notificación de que estaba en libertad para permanecer en el país o dirigirse al extranjero. En este último caso se le proporcionaría un buque y se le pagaría su sueldo.

Indignado, Orbegoso se refugió en la fragata francesa Andromède y desde allí amenazó con publicar documentos comprometedores de Santa Cruz. Ambos caudillos se entrevistaron durante cuatro horas en la nave, pero sin ningún resultado. Orbegoso se embarcó en una goleta mercante, rumbo a Guayaquil (4 de diciembre de 1838). Poco después, Santa Cruz era derrotado por los restauradores en la batalla de Yungay, finalizando así la guerra, sellada con la disolución de la Confederación.

Orbegoso permaneció en Guayaquil hasta 1844. Luego retornó a Trujillo donde pasó sus últimos años retirado de toda actividad pública. Murió el 5 de febrero de 1847, en su solariega casa trujillana. Sus restos mortales fueron conducidos a la iglesia del convento de La Merced y de allí al Cementerio General de Miraflores (Trujillo). Dejó una cuantiosa fortuna.

Al conmemorarse los 150 años de su muerte, sus restos fueron trasladados, en solemne ceremonia, a uno de los ambientes de su casa trujillana, en donde actualmente permanecen.

Personalidad controvertida como todas las de los inicios de la República del Perú, sus enemigos le reprochaban una supuesta falta de carácter e incapacidad para resolver atinadamente los grandes retos que tenía al frente, basados en esto, suponían que se dejaba manipular por los liberales acaudillados por Luna Pizarro y que habría propiciado el ingreso al Perú de Santa Cruz. Otros autores en cambio resaltan la fortaleza con que enfrentó el golpe de estado de Salaverry, sus virtudes como oficial del ejército y que, dentro de su personalidad, destacaban su bondad y honradez; en esa línea, el historiador Rubén Vargas Ugarte dice textualmente:

Luis José de Orbegoso y Moncada se casó con María Josefa Pinillos y Cacho, hija del español Juan José Martínez de Pinillos y Larios. La pareja tuvo 13 hijos:

Aparte de los mencionados, no debe olvidarse a

14. Esteban de Orbegoso, hijo que Luis José tuvo antes de -y fuera del- matrimonio, pero finalmente reconocido públicamente en su Testamento de fecha del 3 de febrero de 1847, que obra en poder de la ciudad de Trujillo.

La casa que fuera del Gran Mariscal Luis José de Orbegoso y Moncada se encuentra ubicada en la ciudad de Trujillo del Perú, en la actual calle Orbegoso N.º 553, ocupando la parte posterior de uno de los solares fundacionales de la plaza mayor. Orbegoso la heredó, en 1815, tras el fallecimiento de su padre. Ostenta, sobre el pórtico, el escudo de armas de los condes de Olmos, cuyo último representante fue precisamente el mariscal. Conserva sus pisos empedrados, un conjunto de salones dispuestos en un elevado terraplén y un museo de la etapa republicana. En 1967 fue vendido a una entidad bancaria, la cual ordenó su restauración, bajo la responsabilidad del arquitecto trujillano Manuel Ángel Ganoza Plaza.




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