La batalla de Sagunto se libró durante la guerra de la Independencia española. Enfrentó a los ejércitos español y francés, con triunfo para los franceses, y supuso una victoria decisiva, de gran efecto estratégico, de cara a la posterior conquista de Valencia. Tuvo lugar el 25 de octubre de 1811 entre los términos de Murviedro y Puzol, 25 km al norte de la ciudad de Valencia. También es conocida como batalla de Puzol o de los Arenales de Puzol, si bien el mariscal Suchet, vencedor de la batalla, la llamó de Sagunto, siendo este nombre el que figura grabado en los muros exteriores del Arco de Triunfo de París y con el que ha pasado a la historia.
En marzo de 1810 el mariscal Suchet, al mando del 3.er cuerpo del ejército francés (Armée Française d’Aragon), recibió las órdenes de acercarse a Valencia. El 4 de marzo entró en Murviedro (actual Sagunto) y debido a que la ciudad no estaba fortificada, los saguntinos decidieron someterse y lo recibieron con toda solemnidad, incluido repique de campanas.
Ese mismo día, Suchet visitó el castillo de Sagunto sobre el cerro que domina la ciudad. Según escribió en sus memorias,
no pudo pensar entonces que aquellas ruinas ofrecerían más tarde tanta resistencia durante el sitio a Sagunto.En Sagunto se le unió a Suchet el General Harbert y juntos salieron en dos columnas el 6 de marzo dirección a Valencia. Acamparon en El Puig (a 15 km de Valencia) y su intención era que Valencia se sublevara facilitando la entrada de los franceses a la ciudad. Este hecho no se produjo y el 10 de marzo, por la noche se retiraron dirigiéndose a Cataluña, donde conquistó Lérida, Tortosa y Tarragona.
A finales de 1810, el general inglés Doyle se dio cuenta de la importancia que tenía Sagunto como posición estratégica ante el avance de los franceses hacia Valencia, procedentes de Cataluña y Aragón, y le indicó al general Bassecourt (entonces comandante general de la división de operaciones del reino de Valencia) la necesidad de fortificar las ruinas del castillo de Sagunto. Desde enero a mayo de 1811 se acometieron las obras de fortificación y acondicionamiento de la muralla, quedándose sin finalizar por falta de tiempo. Según un informe del mayor de ingenieros con fecha de 25 de agosto, el castillo de Sagunto era un campo atrincherado no concluido, más que una fortaleza. Había varias aberturas en la muralla, boquetes, baterías sin terminar, carentes de terraplenes y sus flancos sin concluir.
El 25 de agosto de 1811 el mariscal Suchet, estando en Aragón, recibió la orden de invadir el Reino de Valencia, indicándole la misma orden que el 15 de septiembre debía estar lo más cerca posible de la capital.
El 13 de septiembre salió en dirección a Valencia con dos columnas procedentes de Morella y Teruel, dejando atrás 7000 hombres en Lérida, Montserrat, Tarragona y Aragón para cubrirse las espaldas. En Cabanes se le unieron las divisiones de Harispe y los napolitanos de Palombini. En total eran unos 22 000 hombres con caballería y artillería los que marchaban hacia Valencia.
El 21 de septiembre los franceses entraron en Villarreal. El general Blake, al frente del 2º ejército español, que había situado en Sagunto su cuartel general, se retiró a Valencia con todos sus hombres, dejando un destacamento para la defensa de la plaza. La tarde del día 22, ante la proximidad del enemigo, entraron en el castillo de Sagunto cinco batallones (unos 2900 hombres) al mando del coronel Luis María Andriani, nombrado gobernador de la plaza. Blake se llevó consigo lo mejor del ejército dejando en Sagunto a los soldados más inexpertos, la mayoría acabados de reclutarse y algunos de ellos sin tan siquiera uniformidad. Disponían de 17 cañones (3 de 12 libras, 2 de a 8 y 9 de a 4) y 3 obuses de 7 pulgadas, insuficientes para la defensa de la plaza como demuestra que los franceses, una vez conquistada la fortaleza, la dotaran con medio centenar de cañones, muchos de ellos de grueso calibre (de a 16 y de a 24 libras).
El día 23 Suchet entró en Almenara, a solo 10 km de Sagunto. Desde el castillo de Sagunto ven avanzar a los franceses, hasta situarse en las proximidades de su ciudad.
La columna del general Harbert acampó al norte, en el monte del Cabeçol próximo a la ciudad de Sagunto. El mismo día 23 cruzó el rio Palancia y entró en la Villa, montando barricadas y rodeando el cerro del Castillo. La columna del general Harispe acampó al sur de Sagunto, a las faldas de los montes de Gausa. El general Palombini y su división italiana acamparon entre Petrés y Gilet, al noroeste, cerrando el camino que comunicaba con Aragón.
Así, el 23 de septiembre de 1811 comenzó el sitio de Sagunto, recordando al sitio que 2000 años antes hiciera Aníbal y que dio comienzo a la segunda guerra púnica entre Cartago y Roma.
El 28 de septiembre por la noche los franceses intentaron entrar en el castillo, con resultado fatal para ellos y gran triunfo de los españoles que adquirieron buena dosis de moral. Tras varios intentos de los franceses de entrar en la fortaleza atacando las zonas más vulnerables, Suchet se dio cuenta de que para poder hacerse con el castillo debían atacar en toda regla.
Los franceses recibieron desde Tortosa refuerzos de artillería. Así, el 17 de octubre, tras 24 días de sitio, a las 6 de la mañana los franceses rompieron el fuego con 4 piezas de 24 libras, cuatro morteros de 8 pulgadas, y cinco obuses. Arrojaron ese día 500 balas rasas y 700 proyectiles huecos. La superioridad del fuego francés era tremenda. Los españoles perdieron un cañón de 12 libras y un obús.
El 18, se repitió el fuego francés y las tropas francesas se prepararon para el asalto. Varios ataques de granaderos franceses e italianos apoyados por la artillería los cuales fueron todos repelidos por los defensores españoles. Hay 500 muertos franceses por 180 españoles. Suchet es de nuevo humillado y decidió reforzar la artillería de grueso calibre con cinco cañones de 24 libras, dos morteros de 10 pulgadas y dos morteros de 6. Total, 22 piezas de artillería.
Cada día caían unas 1500 balas de grueso calibre y otras tantas bombas y granadas de los obuses y morteros. Con el incesante cañoneo las brechas se iban haciendo enormes. Los víveres y el agua escaseaban. Con esta situación desesperada, los defensores de Sagunto vieron aparecer la mañana del 25 de octubre, tras 32 días de sitio, al ejército español procedente de Valencia y comandado por el general Blake que llegaba para socorrerles. Ese día se librará la célebre batalla de Sagunto, con resultado funesto para los españoles.
El ejército español llegó a reunir 25 300 hombres a las órdenes del general Joaquín Blake procedentes del 2º, 3º y 4º Ejército. Blake estaba al mando del 2º ejército, con base en Valencia, el teniente general Nicolás de Mahy y Romo al frente del 3.er ejército procedente de Murcia y el cuerpo de expedicionarios del 4º ejército estaba a las órdenes del mariscal de campo Lardizábal.
La defensa de Sagunto hizo que Suchet perdiera más tiempo del previsto en tomar la villa y permitió a Blake reunir su ejército y esperar a Lardizábal y a Mahy. Mahy salió de Murcia y pasó por Cuenca antes de dirigirse a Valencia. El día 23 de octubre llegó a Liria (a unos 30 km al NO de Valencia y a 30 km de Sagunto). El resto del ejército español aguardaba acampado en las proximidades de Valencia.
Así, el día 24 de octubre, tras la señal de 3 cañonazos, salió todo el ejército español a las órdenes de Blake desde Valencia hacia Sagunto, con el fin de encontrarse con Suchet. La misma noche del 24 situó Blake su cuartel general en El Puig, a 10 km de Sagunto. El mariscal de campo José Zayas tardó más de lo previsto en llegar al Puig debido a los problemas que tenía su artillería por lo malo del camino. Al Oeste acampó Juan Caro, con tres secciones de caballería, entre el Puig y la Cartuja de Ara Christi. Más a la izquierda, Lardizábal se estableció en la Cartuja con 3000 hombres. Todas estas fuerzas constituían el ala derecha del ataque español.
Por el este, en el mar, una corbeta inglesa de 18 cañones y siete cañoneros españoles cerraban el flanco derecho de los españoles.
En el ala izquierda, Mahy y su 3.er ejército que estaban en las proximidades de Lliria se adelantaron hasta las proximidades de Rafelbuñol. El general Carlos O’Donell, se situó tras dos pequeños cerros llamados Els Germanells con unos 3000 hombres. El General Miranda se estableció con su división de 4300 soldados entre Els Germanells y el pueblo de Rafelbuñol. Por detrás de O’Donell, a un kilómetro de su retaguardia, acampó el teniente general Mahy con su cuerpo de reserva, unos 5000 hombres. El mariscal de campo José Obispo, con unos 4000 hombres, debía aguardar en Náquera. La noche víspera de la batalla no se sabía nada del lugar en el que estaba acampado. Debía ser Obispo quien abriera el fuego la mañana del 25 y ocupara a los franceses en la calderona.
Esa noche, en el cuartel general de Blake situado en el pueblo de El Puig, se reunieron los oficiales y recibieron cada uno las órdenes pertinentes y horas en las que debían romper el fuego.
Mientras tanto Suchet continuaba con su asedio a Sagunto ignorante de los movimientos que se estaban produciendo. Alertado por un confidente suyo vecino del Puig cerca de la medianoche, Suchet dio la voz de alarma mediante 3 grandes hogueras y decidió esperar a los españoles, listos para enfrentarse al amanecer. Decide, entonces, situar Suchet sus fuerzas en línea entre La Vall de Jesús y el mar (al sur de Sagunto, cerca de Puzol).
En su ala izquierda, cerca del mar, situó al general Habert, con 3000 soldados, incluidos dos escuadrones de dragones. A su derecha, en el Vall de Jesús, cerca de las montañas, se encontraba el general de división Harispe, en su vanguardia tres escuadrones de húsares. Entre ambos situó la artillería. Por detrás de los 4000 soldados de la división de Harispe se situó el general de división Palombini con cuatro batallones de italianos. Entre Harispe y los italianos de Palombini, tres escuadrones de coraceros al mando del general Boussart. El total de los hombres situados en la Vall de Jesús sumaban unos 10 000.
El general de brigada Robert recibió la orden de defender a ultranza el desfiladero de Bétera a Santo Espíritu. Suchet lo consideraba de suma importancia. Para ello contaba con ocho batallones y un regimiento de Dragones, incluida la ayuda del general Chlopicki y su 44º regimiento. Los Napolitanos a las órdenes del teniente general Compere que se encontraban en Segorbe, bajaron para situarse entre Petrés y Gilet y proteger así el flanco derecho francés y tener controlado el camino a Segorbe.
Por último Suchet ordenó que el asedio de Sagunto debía continuar y dejó seis batallones apoyando a las baterías sitiadoras, las cuales no dejarían de escupir fuego sobre el castillo saguntino.
Históricamente se ha atribuido al ala derecha española la misión de un encuentro frontal con el grueso de los franceses en la zona de La Vall de Jesús, por el Camino Real de Valencia, para después flanquearlos por la playa y llegar hasta Sagunto.Carlos O’Donell debía avanzar en oblicuo por el camino de Lliria hasta embestir a los franceses. El total del ala izquierda sumaba 16 000 hombres, de los cuales 1700 eran de caballería, y 14 piezas de artillería. El ala derecha española debía apoyar los movimientos de O’Donell.
Sin embargo Blake plantea el ataque con su ala izquierda como vanguardia, pensando que Suchet atacará por su derecha, por el camino de Bétera, buscando proteger su retaguardia con la sierra calderona y aprovechando lo despejado del terreno para que maniobre su caballería. Blake sitúa lo mejor de su ejército, la división de Miranda, en el flanco derecho del ala izquierda. Este flanco derecho, al mando del mariscal de campoSuchet piensa equivocadamente que el grueso del ataque español sería por la izquierda francesa, siguiendo el Camino Real de Valencia. Decide enviar al general Harispe por la derecha, protegiéndose las espaldas con las montañas, por el camino de Liria. El grueso de las fuerzas aguantaría la embestida española en La Vall de Jesús y Harispe bajaría hacia la playa para cortar la retirada de los españoles hacia Valencia.
A las 8 de la mañana comenzó la batalla. El campo de batalla estaba plagado de campos de garrofales, olivos y moreras con sus correspondientes acequias, cercas y vallados. Esto dificultaba el avance en línea contigua de las tropas, así como el seguimiento de la batalla por parte del general Blake desde El Puig.
Lardizábal avanzaba en dos columnas. Una por el camino Real hacia los Hostalets, y otra hacia un cerro junto al Vall de Jesús. Zayas trataba de cerrar el flanco derecho por la costa. Suchet había divisado el cerro hacia el que se dirigía Lardizábal y mandó hacia allí al General Harispe con los húsares. Demasiado tarde. Lardizábal se había apoderado del cerro y había plantado allí la artillería.
Los primeros movimientos de los españoles dan a su ejército una actitud de confianza. Nunca Suchet había visto en campo abierto avanzar así a las columnas españolas.campo de batalla.
Desde las murallas de Sagunto, los sitiados, ante tal espectáculo, confiaban en el éxito de los españoles y veían su liberación próxima. Mientras tanto, las baterías de brecha de los sitiadores continuaban con el asedio indiferentes a lo que ocurría en elSuchet, ante la importancia del cerro en posesión de los españoles, ordenó tomarlo. La división de Harispe se posicionó, con los generales ubicados a las cabezas de las columnas. Subieron los franceses a ritmo decidido y sin disparar un solo tiro. Fue una vez en la cumbre cuando se libró un sangriento conflicto acabando a bayonetazos. El general Paris fue herido gravemente, así como 2 edecanes. El caballo de Harispe fue muerto. A pesar de esto, Harispe tomó el cerro para los franceses y los españoles retrocedieron.
Esto no influyó en el ala derecha española que comenzaba a abrazar el lado izquierdo francés acercándose a Sagunto. Por la izquierda, Villacampa también obtenía ventaja, atacando a Chlopicki y el centro español, de momento, se mantenía firme.
Suchet vio el esfuerzo de las dos alas del ejército de Blake y decidió aprovecharlo para debilitar su centro y romperlo. El mariscal ordenó al general Palombini, que se encontraba en 2.ª línea, avanzar para atacar el centro español. Los coraceros se mantenían en reserva.
El mariscal de campo Lardizábal decidió contraatacar para recuperar el cerro perdido después de que su caballería, al mando de del general Caro hubiera arrollado al 4º regimiento de húsares y capturado cañones de los franceses.
En este momento, Suchet decidió mover a los coraceros al mando del general Boussart. En el momento que se encontraba arengándoles, según escribió en sus memoria, fue herido en un hombro de un balazo.
Los franceses comenzaron a ganar posiciones. Son heridos y hechos prisioneros los generales españoles Casimiro Loy y Juan Caro, y recuperadas las piezas de artillería capturadas por los españoles.
Por la izquierda también comenzaron a cambiar las cosas. O’Donell mandó a Villacampa a reforzar a Obispo contra el francés Robert. Mandó a Miranda a salir al encuentro de Chlopicki en dirección paralela a los franceses. Esto no gustó a Miranda pues se exponía a que los franceses lo atacaran por su flanco como así fue. Fueron O’Donell y Villacampa en su ayuda sin que nada pudieran hacer.
Atacaron los franceses por el centro, rompiendo en dos al ejército español.
Chlopicki atacó la izquierda española y Harispe, viniendo desde el centro, arremetió contra la división de reserva del general Mahy que había acudido con retraso a contener la cometida de los franceses. El ala izquierda española fue vencida.
Por la derecha, Zayas se retiró cuando vio roto el centro español. Harbert tomó Puzol y los españoles abandonaron el pueblo, dejando cantidad de prisioneros tras su huida.
El resultado de la batalla fue por parte de los españoles de 1000 muertos y heridos y 4681 prisioneros, de los cuales dos eran generales. También les fueron capturados 4200 fusiles, 12 piezas de artillería y cuatro banderas.
Por los franceses sus bajas fueron de 1280 muertos y 596 heridos.
Al día siguiente de la batalla, el 26 de octubre por la mañana, la artillería francesa continuó con el asedio a Sagunto y ensanchó lo suficiente la brecha para que “muchos hombres de frente” pudieran montar el asalto.
Suchet decidió aprovechar el abatimiento de los españoles tras el resultado de la batalla y escribió al gobernador de la plaza, Andriani, ofreciéndole la rendición y anunciándole la derrota de Blake y la imposibilidad de que este volviera a rescatarle. Se le mostraron las banderas capturadas, los cañones y los prisioneros.
Andriani aceptó la rendición. Se firmó a las 9 de la noche del día 26 de octubre. Con la luz de la luna comenzaron a salir los 2571 hombres que quedaban en el fuerte. Salieron por la brecha abierta los batallones formados, con la bayoneta armada y las banderas desplegadas, deponiendo las armas al pie de la brecha.
Así, tras 34 días, acabó el sitio de Sagunto y continuó la marcha de Suchet hacia Valencia, su siguiente objetivo.
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