Abū ʿAbd Allāh Muḥammad ibn ʿAlī ibn Muḥammad ibnʿArabī al-Ḥātimī aṭ-Ṭāʾī (en árabe: أبو عبد الله محمد بن علي بن محمد بن عربي الحاتمي الطائي; Murcia, 28 de julio de 1165 – Damasco, 16 de noviembre de 1240 ), más conocido como Ibn Arabi, Abenarabi y Ben Arabi, fue un místico sufí, filósofo, poeta, viajero y sabio musulmán andalusí. Sus importantes aportaciones en muchos de los campos de las diferentes ciencias religiosas islámicas le han valido el sobrenombre de Vivificador de la religión (en árabe: محيي الدين, Muhyi al-Din) y El más grande de los maestros (en árabe: الشيخ الأكبر, as-Sheij al-Akbar).
Nació en Murcia en 1165, de padre murciano y madre bereber, en la calle Cubos, muy próximo a la mezquita mayor o aljama de Murcia.
Cuando muere el llamado Rey Lobo en 1172, la ciudad de Murcia cae en manos de los almohades, de modo que Ibn Arabi, con sus padres y sus dos hermanas se traslada a Sevilla. Sus estudios literarios juveniles transcurrieron entre Lora del Río y Carmona. Tuvo a dos grandes maestras, dos místicas sufíes, Fátima de Córdoba y Shams de Marchena, por las que mostró un gran reconocimiento.
El ansia de saber condujo a Ibn Arabi a una vida viajera, recorriendo primero su Al-Andalus natal y luego el norte de África visitando a los diferentes grupos sufíes. Más tarde visitó El Cairo y Jerusalén. Después de pasar dos años de emociones espirituales en La Meca, decidió continuar su viaje por Bagdad, Mosul, Konya (antigua capital del Sultanato de Rum y ciudad de la actual Turquía) y Damasco, donde finalmente se estableció durante 17 años hasta su muerte. Su tumba, en la que después fueron enterrados dos de sus hijos, aún se conserva y es lugar de peregrinación para el Islam. Sobre su tumba, el Imperio Otomano edificó una madrasa en la que se guarda su sepulcro.
Aunque los estudios orientalistas españoles lo han relacionado con la escuela de Ibn al-Arif (Abenalarif), y lo consideraron inicialmente más un filósofo que un sufí, los maestros sufíes de muchas órdenes desde hace siglos lo han considerado como un gran maestro conocedor por 'experiencia (espiritual) directa', al que incluso han dado el calificativo de Sheij al Akbar, "el más grande de los maestros". En la literatura académica occidental contemporánea, en esa línea, los estudios de su obra llevados a cabo por autores como Michel Chodkiewicz, William Chittick, Denis Gril y en España por Pablo Beneito, muestran claramente que su contacto con las escuelas aristotélicas de Alfarabi y Averroes o la filosofía neoplatónica de la escuela de Ibn Hazm fue muy superficial.
Su obra es, ante todo, de carácter gnóstico-religiosa; sus críticas al entendimiento meramente externo y árido de la religión e incluso a la filosofía misma son abundantes en su obra. Pero es evidente que no es un simple "místico": el contenido metafísico de su obra abarca desde la interpretación gnóstico-sapiencial de la Sharia (Ley Islámica) - siempre con una cierta visión zahirí como la de Ibn Hazm, pero a la que supera ampliamente - hasta una cosmología basada en la revelación divina y de su unicidad (que fue bautizada por sus sucesores como la "Unicidad de la Existencia" o Wahdat al-wuyud en árabe).
La doctrina de Ibn Arabi abunda en el carácter absoluto de Alá como unidad suprema. Esta niega cualquier tipo de analogía entre Él y lo creado - por lo tanto escapando del panteísmo que le han adscrito algunos - pero también desarrollando una compleja relación de lo creado con el Creador, del que es una expresión de sus diferentes Nombres y Atributos (Allahu al-asma al-husna), que inició Sahl al-Tustari. Esta radical separación de Alá y su creación impide su conocimiento racional como Esencia, pero no impide su conocimiento a través del develamiento, es decir, de la certificación o Realización de la Realidad (Haqq) de las cosas, que no es otro que Alá. Con Ibn Arabi el sufismo alcanza el desarrollo más refinado de la expresión de su elaboración teórica.
Al igual que los neoplatónicos, Ibn Arabi aplica una escala jerárquica de géneros y especies entre la no existencia al ser creador, que se relaciona a su vez con su idea del amor también compuesto de una serie de grados que van desde la simpatía o inclinación hasta el puro amor.
Sus obras se cifran en más de 200. Osman Yahya las ha catalogado, ha editado algunas de ellas y ha desmentido algunas atribuciones de obras como la epístola de la Unidad o el Núcleo del núcleo.
Su obra más importante es el al-Futuhat al-Makkiyya, traducido habitualmente como Las Iluminaciones de la Meca o Las Revelaciones de la Meca, que es un compendio de metafísica islámica, aunque abarca la mayoría de las ciencias tradicionales islámicas en sus más de 3000 páginas.
Su otra obra de importancia es el Fusus al-Hikam (Los Engarces de la Sabiduría), síntesis de su pensamiento metafísico, de la unidad de las creencias y de profetología en el Islam.
Otras obras destacadas:
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