x
1

Brigada Lautaro (DINA)



¿Dónde nació Brigada Lautaro (DINA)?

Brigada Lautaro (DINA) nació en DINA.


La Brigada Lautaro fue una unidad de exterminio perteneciente a la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), policía secreta comandada por Manuel Contreras durante el período de dictadura militar liderado por Augusto Pinochet.

La brigada Lautaro, de la cual su jefe máximo fue Juan Morales Salgado, [1][2]​ se creó en abril de 1974 para prestar seguridad al jefe de la DINA, Manuel Contreras, su familia, y autoridades militares y civiles.[3]​ En agosto de 1975 se estableció en el Cuartel Simón Bolívar, Simón Bolívar 8630, en La Reina.[3]​ A comienzos de 1976 se instaló en ese cuartel el Grupo Delfín, creado para exterminar a la dirigencia clandestina del Partido Comunista.[3]​ Su jefe fue el capitán de Ejército Germán Barriga Muñoz[4]​ y el segundo, el teniente de Carabineros Ricardo Lawrence Mires.[3]​ En 2007, un miembro de esta brigada represiva de la dictadura de Pinochet se decidió a denunciar ante la justicia una sección secreta de la policía política de la dictadura.[5]​ Bajo órdenes del Juez Víctor Montiglio, la Brigada de Asuntos Especiales y Derechos Humanos de la Policía de Investigaciones comenzaron las detenciones durante enero y febrero de 2007.[5]​ Poco a poco reconocieron que muchos dirigentes de la Izquierda de Chile fueron llevados al cuartel de la Avenida Simón Bolívar 8630 para ser asesinados.[5]​Fue el caso de Víctor Díaz López, jefe del partido en la clandestinidad hasta mayo de 1976, cuando fue arrestado, y padre de la vicepresidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD), Viviana Díaz. En este lugar fueron asesinados otros dirigentes comunistas, quienes integraron las direcciones clandestinas del PC de mayo y diciembre de 1976. Entre ellos, Jorge Muñoz, el esposo de Gladys Marín; Fernando Ortiz, padre de Estela Ortiz; la directora de la Junji, y Waldo Pizarro, esposo de la fallecida dirigenta de la AFDD, Sola Sierra, y padre de su actual presidenta, Lorena Pizarro. Las declaraciones de los exagentes también coinciden con las señas de Reinalda Pereira.

Se usaron variadas formas de asesinato. Por ejemplo a Víctor Díaz López,[6]​ los infantes de Marina Sergio Escalona Acuña y Bernardo Daza Navarro le amarraron una bolsa plástica en la cabeza para asfixiarlo,[7]​mientras una teniente de Ejército, Gladys Calderón Carreño[8][nota 1]​, le inyectaba cianuro[9]​ en las venas para acelerar su muerte.[10]

Otros fueron asesinados por gas sarín.[5]​ Un hecho que se ignoraba, puesto que las víctimas de esta macabra técnica de la DINA se contaban, hasta ahora, con los dedos de una mano. El mismo Michael Townley, responsable del laboratorio químico que el sindicato criminal de Contreras armó en 1976 en una casa de Lo Curro, estuvo en el cuartel de Simón Bolívar ensayando con sarín fabricado por el químico Eugenio Berríos; ahora se sabe, para también matar comunistas. Según confesó uno de los exagentes al juez Montiglio, un día tuvieron que sacar de ahí a Townley “porque resultó afectado por el gas”.[5]

El testimonio de uno de los procesados reveló que a mediados de 1976 dos ciudadanos de origen peruano se encontraban detenidos en el cuartel Simón Bolívar, debido a las tensiones propias de la crisis diplomáticas con el país limítrofe, y que fueron utilizados como “conejillos de indias” por el químico Eugenio Berríos y el agente estadounidense Michael Townley que manejaban el agente tóxico.[11]​Nunca se supo el nombre o el destino de los dos peruanos.[11]

Otros testimonios hablan asimismo de prisioneros asesinados a golpes o con refinadas formas de tortura. Las órdenes de exterminio emanaban directamente de Contreras, jefe operativo de la DINA, y eran transmitidas a Morales Salgado, entonces su leal subordinado y ahora uno de los que comenzó a aportar información del caso.

Como toda operación planeada desde sus comienzos una parte importante es la eliminación de los cadáveres.[5]

Después de que la auxiliar de enfermería Gladys Calderón se encargaba de inyectarles una dosis mortal de cianuro , quemaban los rostros y partes distintivas de los detenidos, se les quitaban las tapaduras de oro, se ensacaban para luego ser trasladados a las minas de cal de Lonquén o lanzados al mar.[12]

Uno de los procesados es el excomandante del Comando de Aviación de Ejército (CAE) coronel (R) Carlos Mardones Díaz.[5]​ La razón , es que los cargamentos con los cuerpos de los prisioneros asesinados que salieron del cuartel de Simón Bolívar tuvieron como su siguiente destino los helicópteros Puma del CAE, que solían operar desde el aeródromo de Tobalaba hasta los terrenos de campaña que el Ejército tenía en la zona de Peldehue, al norte de Santiago.[5][10]

La “preparación” para este último viaje fue la misma que la DINA utilizó cada vez que hizo desaparecer los cadáveres. Los envolvieron con sacos paperos, les amarraron con alambre un trozo de riel al cuerpo, volvieron a ponerlos en sacos –que ataron con más alambre– y los transportaron en camionetas hasta el lugar donde esperaba el helicóptero. Estos despegaban con su carga macabra, enfilaban hacia la costa de la V Región y se internaban mar adentro para soltar su carga. Así desaparecieron Díaz y el resto de sus compañeros.[5]

Otro de los procesados es el ex piloto brigadier (R) Antonio Palomo Contreras, uno de los que condujo los vuelos de la muerte. Palomo era el piloto preferido de Pinochet y por largo tiempo condujo el Puma destinado a su uso personal. El 15 de septiembre, Palomo recibió de Pinochet la misión de trasladar en helicóptero al general Carlos Prats hasta la frontera con Argentina, cuando el recién instalado dictador mandó a su antecesor al exilio, antes de ordenar su muerte. También piloteó el Puma de la Caravana de la Muerte, al igual que Luis Felipe Polanco, otro de los procesados.[5]

De acuerdo con la investigación, estos crímenes fueron perpetrados con el conocimiento y la anuencia de Augusto Pinochet,[5]​ quien habría decidido la suerte de las víctimas de Simón Bolívar, convertido en un cuartel altamente selectivo. Pinochet, señalan los testimonios, siempre estuvo interesado personalmente en el destino final de los líderes comunistas. Tanto así que, según relató el agente Ricardo Lawrence, visitó personalmente a Víctor Díaz cuando éste estuvo detenido en la Casa de Piedra en el Cajón del Maipo,[13]​ antes de ser trasladado al cuartel de La Reina.

El comando de exterminio estaba integrado por 36 personas , entre ellos infantes de Marina, agentes civiles de la Armada, la Fuerza Aérea y Carabineros –entre ellos varias mujeres–, oficiales y suboficiales del Ejército, y decenas de suboficiales de todas estas ramas.[5]

El 6 de abril de 2007 , Danilo Pedreros Parra publicó los Versos para la Memoria de Simón Bolívar 8630


A paso firme y seguro
Sólo el que entiende su historia
No tiene miedo al futuro

Comienza un verso de rueda
En esta tarde de abril
Las voces y cantos mil
Se afinarán como puedan
Si los del medio se enredan
Los últimos no reirán
Más bien se concentrarán
En retomar el camino:
La rueda es rito divino
Y de todos el afán.

Vamos a armar una fiesta
Enorme y contradictoria:
El triunfo de la memoria
Sobre la historia funesta
De aquellos que con su gesta
De traición y metralla
Establecieron la raya
Que nos quebró el territorio
Sin juicio condenatorio
Por esos actos canallas.

La memoria no es rencor
Ni un ánimo de venganza
Es la serena templanza
Que nos entrega el amor
Cuando ha pasado el dolor
De pérdidas tan violentas
Sólo porque otro intenta
Dominar tu raciocinio
A punta de latrocinio
Sin la razón y a la fuerza.

Pusieron precio a la vida
En la moneda extranjera
De ese país de quimeras
Que roba y nunca convida
Entrenaron homicidas
Que en ese convoy sangriento
Le dieron final violento
Al que juraron cuidar
Ay, que triste un militar
Baleando su juramento.

De ello serán los fantasmas
La estela del fallecido
Sombra del que no se ha ido
Porque no descansa el alma:
“¿Acaso encuentras la calma
Arrodillado en la iglesia?
La oración como anestesia
Por los pecados augustos
Mejor sería que el susto
Te haga curar esa amnesia.”

La memoria no es la espalda
Negada hacia el porvenir
En realidad es fluir
Consciente de lo que cargas
La vida es menos amarga
Si es clara la identidad
Andando con la verdad
Como bandera y premisa
La lucha se hace precisa
Y gana en profundidad.

Venimos para crear
Dar vida a un lugar de muerte
Que d’estos muros inertes
Se acabe por levantar
Un sitio donde pensar
Ese futuro soñado
La rueda ya se ha formado
Alerta de un colectivo
Que sea el principio activo
Cuidar lo que hemos armado.

La memoria es un espejo
De lo que fuimos y somos
No pienses ni por asomo
Que será ejercicio añejo
Es el perfecto reflejo
De aquello que nos convoca
Nos cataliza y provoca
El hambre por defender
A quien no quiera vender
Las palabras de su boca.

En una entrevista aparecida en La Nación,[3]​ el 11 de julio de 2010 , el Coronel del Ejército de Chile , Juan Morales Salgado, jefe de la Brigada Lautaro acusa al ex segundo hombre de la DINA de traicionarlo,[3]​ y a los jefes del Grupo Delfín de ser los culpables de los crímenes ocurridos en el Cuartel Simón Bolívar.[3]

Entre los procesados por haber participado en la brigada Lautaro, así como en los crímenes del Caso Calle Conferencia y el cuartel de Simón Bolívar 8630, se encuentran el exmiembro de la Junta Militar, General César Benavides, los brigadieres Antonio Palomo Contreras, Miguel Krassnoff Marchenko y Carlos López Tapia, los coroneles Juan Morales Salgado y Carlos Mardones Díaz, el teniente coronel Federico Chaigneau Sepúlveda, el mayor Luis Felipe Polanco, la teniente Gladys Calderón Carreño, y los suboficiales Pedro Bitterlich Jaramillo, Manuel Obreque Henríquez, Eduardo Oyarce Riquelme, Orlando Torrejón Gatica, Elisa Magna Astudillo, Guillermo Ferrán Martínez, Jorge Escobar Fuentes, René Riveros Valderrama, Carlos Marcos Muñoz y Jorge Pichunman Curiqueo, así como el agente civil Eduardo Garea Guzmán, perteneciente al Ejército.[22]

Además se encuentran los suboficiales Sergio Escalona Acuña, Bernardo Daza Navarro, Orlando Altamirano Sanhueza y Jorge Manríquez Manterota y las exagentes Celinda Aspé Rojas, Teresa Navarro Navarro, Berta Jiménez Escobar y Adriana Rivas González, pertenecientes a la Armada de Chile. Los suboficiales Eduardo Cabezas Mardones, Jorge Díaz Radulovich, Eduardo Díaz Ramírez y Jorge Arraigada Mora, y la exagente Ana Vilches Muñoz, de la Fuerza Aérea. De Carabineros, el teniente coronel Ricardo Lawrence Mires y los suboficiales Heriberto Acevedo Acevedo, Gustavo Guerrero Aguilera, Claudio Pacheco Fernández, Jorge Sagardía Monje, José Sarmiento Sotelo, Emilio Troncoso Vivallos, Italia Vacarella Giglio, Héctor Valdebenito Araya y Orfa Saavedra Vásquez.[22]

Las confesiones de Jorgelino Vergara al juez Víctor Montiglio facilitaron el procesamiento de 120 agentes de la DINA en 2007, el avance de varios casos de violaciones a los derechos humanos y ahora causan revuelo: primero como parte del documental de Marcela Said y Jean de Certeau, “El Mocito”, y luego como relato conductor del libro “La danza de los cuervos. El Destino final de los detenidos desaparecidos” (Ceibo Ediciones), del periodista Javier Rebolledo.[23]

En 2012, Javier Rebolledo publicó La danza de los cuervos, un libro relatando las atrocidades cometidas en el Cuartel Simón Bolívar. Luego estrenó la película El Mocito en que se relatan las vivencias de un mozo que trabajó en el Cuartel Simón Bolívar. En él relatan las torturas y padecimientos de los secuestrados políticos y se hace mención en el uso de gas sarín para exterminar a los presos.[24][25][26]​Javier Rebolledo, autor de "La Danza de los Cuervos", profundizó en los episodios relatados por Jorgelino Vergara. El financiamiento de Ricardo Claro a la DINA, el fraude de la CNI en el Plebiscito de 1980 y la política de exterminio contra el PC son algunas de las revelaciones.[23]

El lunes 4 de abril de 2016 se realizó la inauguración del Memorial del Cuartel Simón Bolívar, ubicado en Simón Bolívar con Calle Valenzuela Llanos, en la comuna de La Reina. Este centro de exterminio se conoció recientemente, gracias a una confesión de quien es conocido como “El Mocito”, y hoy es uno más de los llamados “sitios de memoria”.[27]​El memorial se ubica en la totalidad de la plaza que está al frente de la Academia de Guerra. Se trata de la obra del arquitecto Nicolás San Martín, que fue la creación ganadora de un concurso convocado para rendir un homenaje a las personas que pasaron por este centro de exterminio de la DINA durante la dictadura.[27]

En la inauguración hizo uso de la palabra el Alcalde de la comuna, Raúl Donckaster quien resaltó la importancia de la memoria en la reconciliación de los chilenos.



Escribe un comentario o lo que quieras sobre Brigada Lautaro (DINA) (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!