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Cáncer de endometrio



El cáncer de endometrio incluye un conjunto de variantes malignas que provienen del endometrio o revestimiento del útero. El cáncer endometrial es muy frecuente en países desarrollados; el tipo más común es el adenocarcinoma endometriode, que ocurre por lo general pocas décadas después del inicio de la menopausia y está asociado a una excesiva exposición al estrógeno. Con frecuencia el cáncer de endometrio se desarrolla en la forma de una hiperplasia endometrial, presentándose principalmente con metrorragia. El carcinoma de endometrio es una causa común de muerte debido a un cáncer ginecológico, generalmente por detrás del cáncer de ovario y el cáncer cervical. El abordaje terapéutico más frecuente es la remoción quirúrgica del útero —histerectomía abdominal total— y sus anexos —salpingooforectomía bilateral—, que incluye ovarios y las trompas de Falopio.

Debido a que se puede desarrollar cáncer en otras porciones del útero además del endometrio, el término «cáncer de útero» no es apropiado para referirse exclusivamente al cáncer de endometrio.

El cáncer de endometrio ocurre tanto en mujeres premenopáusicas (25 %), como en mujeres post-menopáusicas (75 %). La edad afectada más comúnmente está entre los 50 y los 59 años, y es raro ver casos en mujeres menores de 40 años.[1]​ La mayoría de los tumores (75 %) se detectan en estadios tempranos (I-II), por lo que el pronóstico y la morbilidad están en declive.[2][3]

La incidencia de cáncer endometrial en mujeres está entre 15-25/100 000.[2]​ La incidencia tiene un pico entre las edades de 60 y 70 años, pero entre el 2 % y 5 % de los casos pueden ocurrir antes de los 40 años de edad. Un riesgo mayor de la aparición de cáncer de endometrio ha sido notado en mujeres con niveles elevados de estrógeno natural.[4]

Una hiperplasia atípica y compleja conlleva un riesgo cercano al 30 % de contraer cáncer de endometrio, mientras que una hiperplasia simple y no compleja tiene un riesgo tan solo del 2-3 %. A pesar de que el fumar cigarrillos aumenta el riesgo de muerte temprana, las mujeres que fuman un paquete de cigarrillos al día tienen un menor riesgo de contraer cáncer de útero.[5]

La mayoría de las mujeres con cáncer endometrial tienen una historia de niveles elevados de estrógenos sin oposición.[6]​ Una de las funciones normales del estrógeno es estimular el crecimiento del revestimiento endometrial. Un exceso de la actividad de estrógeno, en especial acompañado de insuficientes niveles del opositor natural del estrógeno, la progesterona, puede producir hiperplasia endometrial, que es un precursor de cáncer.

Una elevación de los niveles de estrógeno puede ser debido a:

Otras condiciones asociadas al cáncer de endometrio incluyen:

Se ha notado un mayor riesgo en los siguientes casos:

Se ha notado que las mujeres con un historial de pólipos endometriales u otros crecimientos benignos del revestimiento uterino, así como mujeres post-menopáusicas que usan terapia de reemplazo de hormonas estrogénicas —especialmente si no toman conjuntamente la progestina periódica[7]​— y mujeres con diabetes,[5]​ tienen un riesgo mayor de contraer cáncer del endometrio.

El medicamento tamoxifeno, usado para el tratamiento del cáncer de mama, puede también aumentar el riesgo de cáncer endometrial.[8]

La mayoría de los tipos de cáncer de endometrio son carcinomas —por lo general (95 %) adenocarcinomas—, queriendo decir que se originan de la capa única de células del epitelio que reviste al endometrio, así como también de las glándulas endometriales.[9]​ Existen varios subtipos histopatológicos del carcinoma endometrial, incluyendo la forma común tipo endometrioide, en la que las células cancerígenas crecen en patrones similares al endometrio normal, así como las formas más agresivas tipo seroso papilar y células claras. Algunas fuentes han propuesto que los carcinomas de endometrio sean clasificados en dos grupos patogénicos:[10]

En contraste a los carcinomas endometriales, el menos frecuente sarcoma del estroma endometrial es un tipo de cáncer que se origina en el tejido conjuntivo no glandular del endometrio. El carcinosarcoma uterino, antes llamado tumor muleriano mixto maligno, es un cáncer uterino raro que contienen células cancerosas tanto del tipo glandular como las de apariencia sarcomatosas —en este caso el origen de las células es desconocido—.[11]

Los chequeos de rutina en mujeres asintomáticas no está indicado, por razón de que la enfermedad es curable desde sus estadios iniciales. Los resultados de un examen pélvico por lo general salen normales, especialmente temprano en la enfermedad. Los cambios de tamaño, forma o consistencia del útero y/o sus alrededores y estructuras de soporte pueden ocurrir cuando la enfermedad está en estadios más avanzados.

La histopatología del cáncer endometrial es altamente diversa. El hallazgo más común es el adenocarcinoma endometrial bien diferenciado, el cual está compuesto por numerosas glándulas pequeñas, congestionadas con variados grados de atipia nuclear, actividad mitótica y estratificación. A menudo está situado en un fondo de hiperplasia endometrial. Los francos adenocarcinomas pueden distinguirse de la hiperplasia endometrial por el hallazgo de una clara invasión del estroma o por glándulas muy juntas (espalda-a-espalda) los cuales representan el reemplazo no destructivo del estroma endometrial por el cáncer. Con la progresión de la enfermedad, el miometrio llega a ser infiltrado.[11]

Las pacientes con un recientemente diagnosticado cáncer de endometrio, por lo general no proceden con estudios de radiología, tales como TAC, para evaluar el grado extensión de la enfermedad, puesto que los resultados no son productivos. Una evaluación pre-operativa idealmente incluye un historial médico completo y un examen físico, una evaluación pélvica, un examen rectal con sangre oculta, rayos X tórax, hematología completa y química sanguínea, incluyendo función hepática. Se recomienda una colonoscopia si la sangre oculta de heces resulta positiva o si la paciente tiene síntomas, debido a los factores etiológicos comunes tanto del cáncer de endometrio y el cáncer de colon. Ocasionalmente se evalúa el marcador tumoral CA-125, puesto que puede predecir los estadios avanzados de la enfermedad.[12]

El carcinoma endometrial se examina quirúrgicamente usando el sistema de estadios de la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia:[6]

El tratamiento primario es quirúrgico, que consiste en, al menos un muestreo citológico del fluido peritoneal, exploración abdominal, palpación y biopsia de algún nódulo linfático, histerectomía abdominal y remoción de ambos ovarios y trompas de Falopio (denominado salpingooforectomía).[1]​ La linfadenectomía o el remover los nódulos linfáticos pélvicos y para-aórticos, se realiza a veces para tumores que tiene características de alto riesgo, tales como un tumor patológico seroso o de células claras grado III, la invasión de más de la mitad del miometrio o la extensión hacia la cérvix o anexos. A menudo, puede ser indicado el remover el omento.

Se prefiere la histerectomía abdominal por encima de la vaginal, porque permite al examinador evaluar y obtener lavados de la cavidad abdominal y detectar así mayor evidencia del cáncer.

Las mujeres con el estadio 1 de la enfermedad están a un aumentado riesgo de recurrencia, y las pacientes en el grado 2 se les ofrece a menudo la combinación quirúrgica con terapia de radiación. La quimioterapia puede ser considerada en algunos casos, especialmente en estadios 3 y 4 de la enfermedad. La terapia de reemplazo hormonal con progestinas y antiestrógenos ha sido usada para el tratamiento de sarcomas del estroma endometrial.[13]

Durante la operación o una biopsia o un legrado pueden presentarse perforaciones del útero.

El estrés causado por tener cáncer puede ser aliviado cuando la paciente se une a un grupo de apoyo donde sus miembros comparten experiencias comunes, problemas y opciones para las soluciones.

Debido a que el cáncer de endometrio es usualmente diagnosticado en sus estadios iniciales (de 70 a 75 % de los casos están en el estadio 1 para el momento del diagnóstico; 10-15 % de los casos están en el estadio 2; 10-15 % de los casos en los estadios 3 o 4), hay una mejor probabilidad de un buen pronóstico en comparación con otros cánceres ginecológicos, tales como el cáncer cervical o de ovario.[2]​ A pesar de que el cáncer de endometrio es 40 % más frecuente en mujeres de raza blanca, las mujeres afroamericanas diagnosticadas con cáncer uterino tienen el doble de probabilidad de morir por la enfermedad, quizás por razón de la aparición más frecuente de los subtipos más agresivos entre su raza.[9]




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