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Candelario



Vista general de Candelario.

Término municipal de Candelario.

Candelario es un municipio y localidad española de la provincia de Salamanca, en la comunidad autónoma de Castilla y León. Se integra dentro de la comarca de la Sierra de Béjar. Pertenece al partido judicial de Béjar y a la Mancomunidad Ruta de la Plata. Está declarado como bien de interés cultural, en la categoría de conjunto histórico, (anteriormente "Conjunto Histórico-Artístico"), desde 1975.

Su término municipal está formado por un solo núcleo de población, ocupa una superficie total de 60,17 km² y según los datos demográficos recogidos en el padrón municipal elaborado por el INE en el año 2017, cuenta con una población de 934 habitantes.

Pueblo de montaña con construcciones muy características, con muros anchos de piedra, grandes balcones de madera y las célebres batipuertas. Candelario, que da nombre al espacio natural protegido de Candelario, está rodeado de espectaculares bosques de robles y castaños, con elevaciones superiores a los 2000 m de altura. Este lugar fue declarado en 2006 como Reserva de la Biosfera por la Unesco, como parte de la "Reserva de la Biosfera de las sierras de Béjar y Francia".[2]

El término municipal está ubicado en el extremo sureste de la provincia de Salamanca y hace frontera con las provincias de Cáceres y Ávila.[n. 1]​ Pertenece a la comarca de la Sierra de Béjar y al partido judicial de Béjar. Dentro de los límites del municipio se encuentra el embalse de Navamuño, que represa el río Angostura[3]​ y abastece de agua a la Mancomunidad Embalse de Béjar.[4]​ El término municipal está comprendido dentro del área con indicación geográfica protegida de la carne vacuna Carne de Ávila.[5]


El municipio de Candelario presenta una precipitación media anual de 897 mm y una temperatura media anual de 10,10 °C. La media de temperaturas mínimas del mes más frío es de 0,50 °C, y la de temperaturas máximas del mes más cálido de 26,40 °C.[6]

El origen de Candelario se atribuye a una colonia de pastores asturianos y su origen es muy remoto, teniendo ya importancia en tiempo de los romanos.[7]​ El descubrimiento, en un muro, de una piedra tallada con la cabeza del Dios Jano, es algo que hace más fiable ese posible pasado romano.

A partir de la Reconquista cristiana pasó a formar parte del Concejo de Ávila, siendo repoblado por gentes procedentes del alfoz abulense y del resto de Castilla. En el año 1209, Alfonso VIII de Castilla crea la Comunidad de Villa y Tierra de Béjar en la que entra a formar parte Candelario junto con territorios segregados de Ávila.

Como parte de la comunidad bejarana, tras la pérdida del voto en Cortes de Béjar y su paso a depender de Salamanca en ese aspecto a partir de 1425, hecho favorecido por el paso de Béjar y su territorio a manos de los Zúñiga en 1396,[8]​ Candelario pasó a formar parte del Reino de León, en el que se mantendrá en las divisiones territoriales de Floridablanca en 1785 y finalmente en la de 1833 en que se crean las actuales provincias, quedando integrado Candelario en la misma en la provincia de Salamanca, dentro de la Región Leonesa.[9]

Fuente: Instituto Nacional de Estadística de España - Elaboración gráfica por Wikipedia.

Según el Instituto Nacional de Estadística, Candelario tenía, a 31 de diciembre de 2018, una población total de 906 habitantes, de los cuales 458 eran hombres y 448 mujeres. Respecto al año 2000, el censo refleja 1109 habitantes, de los cuales 539 eran hombres y 570 mujeres. Por lo tanto, la pérdida de población en el municipio para el periodo 2000-2018 ha sido de 203 habitantes, un 18 % de descenso.

El traje típico de Candelario está formado por un jubón de terciopelo brochado de manga larga bordado con hilos de seda, con abertura en las mangas hasta el codo y se puede atar con unas botonaduras de filigrana de oro. Sobre el jubón, y cubriendo los hombros, se coloca el serenero. El serenero es un cuadro de paño verde, si la mujer que lo lleva es casada, o amarillo si es soltera. Está bordado con hilos plateados, lentejuelas y todo tipo de pasamanería, formando un diseño floral y atado con un rico broche. Los ornamentos de collares son de oro y con incrustaciones de perlas y aljófar.

Sobre la falda o guardapiés, lisa y sin adornos, se coloca el manteo, una especie de falda abierta por detrás, cuya hechura está formada por cuatro grandes pliegues o candilejas. El borde de esta falda está rematado con el repulgo, banda de terciopelo negro que remata el borde de la falda y las aberturas. El manteo se ata a la cintura con una banda de seda, que se amida en forma de lazada por la parte delantera. La tradición exige que la falda caiga en un pliegue por delante, acampanada a los lados y lisa por detrás. Esta forma de los vuelos se consigue mediante unas almohadillas rectangulares que se atan a las caderas.

En la cadera derecha se lleva la faltriquera, confeccionada con satén brocado, terciopelo de color, bordado con hilos de seda y lentejuelas y rematada con terciopelo negro. Se ata a la cintura con un cordón de seda y es una de las prendas más decoradas del traje. Dentro se guardan el abanico, el pañuelo y el dinero.

En los vestidos de gala no se utiliza el mandil. En el traje de media gala sí se utiliza esta prenda, que suele ser de satén, y de percal en el traje de faena.

El traje termina con unas medias de algodón, blancas y hechas a mano, y con unos zapatos de terciopelo negro y punteras de charol adornados con unas grandes presillas, llamadas majuelas.

Para terminar, decir que lo más llamativo de este conjunto es el peinado de la mujer. Se peinan con cocas y con un moño largo que se denomina picaporte. Del moño cuelgan cintas anchas y lujosas, de encaje o de terciopelo brochado.

El traje del hombre, llamado "de choricero", está realizado en terciopelo negro, faja, sombrero de ala ancha y capa bejarana para el invierno.

Las fiestas se celebran:

En ella se dan cita numerosas personas ataviadas con los trajes tradicionales, y puede decirse que es la fecha más adecuada para disfrutar de la gran variedad de estos.

Hoy en día constituye un buen ejemplo de cómo la arquitectura se ha adaptado al relieve y a las condiciones climatológicas a las que está sometida. De su configuración son de destacar sus empinadas y enrolladas calles recorridas por "regaderas", que son canalillos con agua cristalina recogida de los neveros de su sierra.

Las casas, con su típicas "batipuertas", anchos muros de piedra y de más de dos plantas, pertenecen a la arquitectura popular de los lugares montañosos, condicionadas por la propia tradición chacinera de Candelario: tejado de grandes aleros para protegerlas de la nieve y grandes galerías con balconadas de madera destinadas al secadero del embutido. Normalmente las casas se estructuran en tres partes. En la planta baja, está el patio, donde se despiezaban los cerdos, y el picadero, que es donde se picaba, adobaba y fabricaba el embutido. La planta central era la dedicada a la vivienda, donde residían los dueños de la casa con su familia, y las personas que venían a trabajar en las tareas de la matanza. A Candelario llegaban de toda la comarca, pero sobre todo de La Garganta y Tremedal. La última planta, el desván, estaba destinada al secado y curación del embutido.

Las tareas de matar y "socarrar" (chamuscar), se realizaban en la calle, y por ello se crearon las regaderas, para facilitar la limpieza de las calles. Las batipuertas servían de burladero para apuntillar a las reses desde dentro, además de dar la posibilidad de mantener la casa cerrada al paso a pesar de tener los portones interiores abiertos.

Los edificios más notables son: el ayuntamiento, la iglesia parroquial católica bajo la advocación de Nuestra Señora de la Asunción, en la archidiócesis de Mérida-Badajoz, diócesis de Plasencia, arciprestazgo de Béjar, y la ermita del Santísimo Cristo del Refugio.

Lo más típico en lo que se refiere a gastronomía en Candelario es su embutido. Famoso desde tiempos del rey Carlos IV, quién después de una cacería probó el embutido de José Rico, chacinero popular de Candelario e hizo que el embutido de la localidad se distribuyera por la Corte. El traje típico del hombre en Candelario lleva el nombre "choricero" en honor al rico alimento. Candelario también es famoso por su tapeo, y cabe destacar las sabrosas patatas meneás con tocino, el calamar de huerta, que consiste en rebozar un pimiento, y la popular probadura de chichas, que se degustan todos los 2 de febrero, día de la Candelaria.

Desde el año 2009 se ha disputado la Subida de Candelario. Esta competición automovilística de velocidad en cuesta, reunía anualmente en el mes de junio en Candelario a especialistas en la modalidad de todo el país. Prueba de referencia en el Campeonato de Castilla y León de Montaña, es puntuable también para los campeonatos de las comunidades limítrofes. Se disputa sobre un trazado muy selectivo, técnico y rápido de casi 6 km de longitud, que no deja indiferente a nadie por su belleza.

Tras 3 exitosas ediciones 2009, 2010 y 2011, se produce un cambio en la organización de la competición. La nueva dirección deportiva consigue celebrar 4 ediciones hasta su desaparición en el año 2015.

El entorno permite realizar multitud de actividades al aire libre y para todas las edades. Existen numerosas rutas de senderismo por las que disfrutar del paisaje, y multitud de espacios donde practicar running, bici, escalada (en roca o hielo), boulder.

En julio de 2008 abrió sus puertas el museo etnográfico de Candelario, "Museo de la Casa Chacinera".

Además del museo, se pueden ver el artesonado de la iglesia parroquial, de estilo mudéjar muy bien conservado, los retablos barrocos y churriguerescos, el retablo de los mártires del s. XVI de influencia italiana, con una talla manierista de San Sebastián, la talla románica del Cristo del Olvido, o el rosetón gótico.

La ermita del Humilladero, dedicada al Cristo del Refugio, con un retablo barroco, está a la entrada del pueblo.

Otros objetos de la arquitectura tradicional, aparte de la iglesia y la ermita, son la fachada principal del ayuntamiento y su escalinata interior en piedra y las varias casas señoriales repartidas por el pueblo.

El mirador Cruz del Herrerito se encuentra a poca distancia en una colina al suroeste de Candelario.

Esta localidad es el escenario de las series de televisión Luna, el misterio de Calenda en la que aparece bajo el nombre de Calenda,[10]​ y El Internado que se emitían en Antena 3.[11]​ Candelario ha sido elegido para varios rodajes de cine y televisión. En la década de los 50, la película "El pequeño ruiseñor" (1956), con el niño actor y cantante "Joselito", elige este pueblo para ambientar gran parte de sus escenas. Y en la época más actual, acogió los rodajes de un spot publicitario con motivo de los mundiales de fútbol de 2010,[12]​ y una película para la televisión alemana, Te llevaré al fin del mundo.



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