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Carlos Eduardo del Valle Carrizo Salvadores



Carlos Eduardo del Valle Carrizo Salvadores (Tucumán,[2]7 de agosto de 1942)[1]​ es un militar argentino y veterano de guerra. Formó parte del Regimiento de Infantería Mecanizado 7 «Coronel Conde» que se destacó en la batalla del monte Longdon.[3]

En 2016, la Cámara Nacional de Casación revocó su condena a prisión perpetua por homicidios durante la llamada Masacre de Capilla del Rosario y lo absolvió de todos los cargos.[4]

Entre el 10 y el 12 de agosto de 1974 Carrizo Salvadores estuvo implicado en la Masacre de Capilla del Rosario, cuando se desempeñaba como capitán en el Regimiento de Infantería Aerotransportado 17. Unos 16 guerrilleros del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP-PRT) que se preparaban para atacar un cuartel militar fueron capturados luego de un enfrentamiento[5]​ con fuerzas del Ejército en Capilla del Rosario. Un hombre alertó a la policía y el combate se precipitó. Parte del grupo logró escapar hacia el monte. Otra fue detenida en las inmediaciones. La tercera intentó resistir en el paraje Capilla del Rosario pero fue rodeado por 300 efectivos del Ejército. Según los autores de Detenidos - Aparecidos. Presas y presos políticos desde Trelew a la dictadura, los guerrilleros lucharon hasta quedarse sin municiones, en ese momento se rindieron, pero fueron golpeados por los soldados y posteriormente fusilados. Los militantes, rendidos y desarmados, fueron fusilados por orden del segundo comandante y jefe del Estado Mayor del Cuerpo de Ejército III, general de brigada José Antonio Vaquero, alegando no cumplir con los tratados de Ginebra por ir disfrazados vistiendo el uniforme del Ejército.[6][7][8]

El caso fue caratulado como delito de lesa humanidad por la Cámara Federal de Tucumán[9][10]​y tras ser imputado como partícipe secundario de homicidio simple en la causa de la Masacre de Capilla del Rosario

La Cámara Federal de Casación Penal lo absolvió en 2016 de culpa y cargo considerando que el hecho fue un mero «exceso» en la manera de reprimir a las organizaciones armadas, que no había sido un crimen de lesa humanidad porque sucedió durante el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón, antes de que comenzara la dictadura cívico-militar (1976-1983).[11][12]

Durante la guerra de Malvinas, el mayor Carrizo Salvadores estuvo destacado en la compañía B del Regimiento de Infantería Mecanizado 7 «Coronel Conde», en monte Longdon, donde recibió el mando de tres secciones de tiradores y una de morteros. Según la escritora Julia Solanas Pacheco: «Pasó días cavando con su unidad, conociendo a sus secciones y preparando a todos para el tipo de guerra que vendría. Eso mejoraba su relación con la tropa, que admiraba el ejemplo dado por el mayor», pero sus soldados lo consideraban un represor.[13][14][15]

Mientras estaba en Malvinas, Carrizo Salvadores perdió a su padre en Catamarca, guardó para sí este hecho y permaneció en su puesto hasta el fin de los combates en monte Longdon.[16]

El 11 de junio de 1982, el Batallón Paracaidista 3 británico se infiltró por las rocas del río Murrell, desde donde los argentinos suponían que llegarían los británicos y donde habían enterrado 1500 minas antipersonales, de las que solo explotaron dos porque ―según explicó un veterano británico en el libro Twilight Warriors: Inside the World’s Special Forces (Londres: Bloomsbury Publishing, 1995)― «el resto estaban congeladas».[17]​Carrizo Salvadores había ordenado mantener apagado el radar RASIT para no perderlo en el bombardeo enemigo. El radar había demostrado ser de gran eficacia, y neutralizado varias patrullas británicas. A las 0500 horas, el Mayor Carrizo y el jefe de la Compañía de Ametralladoras 12.7mm, decidieron realizar un repliegue. El Teniente de Navío Sergio Andrés Dachary avisó a sus hombres y trató de juntarlos, pero no pudo hacerlo con el Conscripto Osvaldo Colombo, quien, herido en una pierna, se quedó en su posición, solo, con una 12,7 cubriendo la retirada argentina.[18]​ Carrizo Salvadores aprovechó la neblina debajo de los montes para tratar de romper las líneas enemigas una vez más el 14 de junio en la Batalla de Wireless Ridge.[19]​ El contraataque fue detenido por el mayor Philip Neame, jefe de una compañía del Batallón Paracaidista 2 británico.[20]​ Los paracaidistas de Neame, ya sin las municiones, fueron reducidos a preparar granadas y bayonetas, y los soldados del mayor argentino fueron dominados por la artillería británica.[21]​ Unos 4167 prisioneros argentinos ―a cargo del mayor Carrizo Salvadores― regresaron al continente a bordo del Canberra, un crucero de lujo británico.[22]

Sobre la actuación en la guerra de los militares en general, y de Carrizo en particular, hay versiones encontradas. El soldado conscripto Santiago Mambirn defendió a sus superiores en Monte Longdon, «Y tuvimos excelentes jefes: el cabo Farías, el Tte. 1 López y el Mayor Carrizo ...».[23]​ Ernesto Alonso, uno de los conscriptos bajo el mando de Carrizo Salvadores, sostuvo que «a Malvinas no fueron las fuerzas armadas del ejército del general San Martín, sino asesinos entrenados en reprimir y desaparecer». Además agregó que durante la guerra «combatimos sin ningún tipo de instrucción de nuestros jefes, los oficiales y suboficiales».[15]​ Otros conscriptos, como el titular de la Comisión Nacional de Ex Combatientes de Malvinas, el Mayor Carrizo es considerado un represor:[24][15]

Ha sido vinculado por diferentes organizaciones de Derechos Humanos y Sindicatos a «crímenes de Guerra, torturas físicas y psicológicas, estaqueos, maltratos, privación de alimentos y hasta la muerte por congelamiento del marino Héctor Miguel Rolla», durante la guerra.[26][27][28][29]​ Asimismo, varios medios de comunicación han afirmado que Salvadores Carrizo miente acerca de su rol en la Guerra de Malvinas.[15][24][25]

En 1985 recogió sus memorias y los apuntes de su batalla y publica el único relato detallado que escribió de la guerra: «El combate en Monte Longdon» (publicado en Martín Balza (ed.): Malvinas: Relatos de Soldados. Buenos Aires: Círculo Militar, 1985). Se repitieron las ediciones, se tradujo a varios idiomas y se convirtió en lectura obligatoria en varias academias militares del mundo. En abril de 1988, a requerimiento del Regimiento de Paracaidistas británico se tradujo su relato al inglés y se publicó en Pegasus: The Journal of The Parachute Regiment.

El 7 de diciembre de 1987 el ya coronel Carrizo Salvadores tomó el mando del Regimiento de Infantería 20 «Cazadores de los Andes», en San Salvador de Jujuy, reemplazando al coronel Fernando Marcelo Zarraga. El 10 de febrero de 1989, Carrizo Salvadores y el capellán César Lovaglio presidieron un acto religioso-militar en recordatorio de los muertos del regimiento durante el Operativo Independencia. Lovaglio en su homilía manifiesta que el operativo fue una «gesta heroica de nuestro glorioso Ejército Argentino, que culminó con la derrota total del enemigo de la patria: el marxismo».

Entre el 31 de diciembre de 2001 y el 13 de octubre de 2003 durante la gobernación de Eduardo Fellner del Partido Justicialista Carrizo ocupó el cargo de jefe de Policía de Jujuy durante aquel conflictivo período que costara alguna detención a varios militantes. Siete de los 24 detenidos fueron acusados de daño calificado, atentado y resistencia a la autoridad, lesiones con armas y lesiones graves. Pero durante su paso por el cargo murió Cristian Gabriel Ibáñez (El jefe de la Unidad Regional Cuatro, comisario Raúl Aparicio, aseguró ese día que el joven habría sido apresado por «haber participado de una pelea»), militante de la CCC que, según la versión oficial de la policía de Jujuy fue encontrado ahorcado en la comisaría 39a de la ciudad jujeña de Libertador General San Martín luego de haber sido detenido por «ebriedad y desórdenes». El presunto suicidio de Ibáñez desató la furia de cientos de habitantes que en la madrugada del 10 de octubre de 2003 enfrentaron con la policía, destruyendo la comisaría e incendiaron dos camiones, un auto y una ambulancia. Cuando volvía de visitar a su novia, Luis Marcelo Cuellar, de 19 años, se detuvo a mirar lo que pasaba cerca de la comisaría 39ª y recibió una bala en el abdomen y murió antes de llegar a la Clínica Ledesma. Su tía, Elida, dijo que Cuellar no participaba de la manifestación. Carrizo renunció al cargo manifestando que lo hacía para colaborar con las investigaciones de los hechos sucedidos en Libertador General San Martín.[30]

En 2016, Carrizo Salvdores encabezó el desfile por el Bicentenario en Tucumán junto con los ex tenientes coroneles Aldo Rico, Emilio Nani y Raúl Daneri.[31]

La participación de este y otros veteranos, generó el repudio de los organismos de Derechos Humanos: «La democracia no tolera el desfile de genocidas y golpistas», fue el comunicado emitido por la Comisión Provincial por la Memoria (CPM).



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