Ciudad de Cantabria es el nombre sui generis dado a un importante yacimiento protohistórico ubicado al sur del término o paraje denominado Cerro de Cantabria en Logroño, La Rioja (España). El sustrato arqueológico ha sido objeto de atención por los eruditos desde el siglo XVII y contiene restos de extensos períodos que abarcan la Edad del Hierro II –en el siglo IV a. C.–, la Romanización de Hispania, la época visigótica y la Edad Media durante los siglos XII y XIII, es decir, aproximadamente 1.500 años.
Según las modernas hipótesis, los restos más antiguos de este yacimiento corresponden al castro defensivo y puerto fluvial de la ciudad de Varia descrita por geógrafos e historiadores clásicos como Tito Livio, Estrabón o Ptolomeo. Estrabón la cita con el nombre de Varia, cuyos habitantes eran berones, que eran celtíberos; y Tito Livio como Vareia, la ciudad más poderosa de la zona. Existe otro importantísimo protoyacimiento en el lugar denominado La Custodia, en Viana, Navarra que, según los estudiosos, es la gran ciudad, que data desde el paleolítico, completando ambos enclaves el mismo sistema poblacional de estilo celta y propio de la Cultura de La Tène; es decir, por un lado la urbs en La Custodia y por otro el oppidum defensivo en la Ciudad de Cantabria formando ambas partes la misma población denominada Varia, Vareia o Vereia mencionada por las fuentes clásicas. Existen fundadas hipótesis de que las monedas romanas con la inscripción Uarakos o incluso Ba(r)skunes tuvieron su ceca en alguno de estos enclaves. Por tanto no debe confundirse ninguno de estos conjuntos arqueológicos con la Vareia romana en el barrio logroñés de Varea, yacimiento muy próximo a estos pero de origen netamente romano donde no existen restos de una época anterior. Probablemente al ser destruida una ciudad, se fundó otra a la que sus habitantes mantuvieron el mismo nombre, aunque esta probabilidad está sujeta a amplios debates en la comunidad científica.
Hasta fechas recientes esta ciudad fue identificada como la capital del Ducado de Cantabria, y durante siglos se vinculó estrechamente con los sucesos narrados por San Braulio y Juan de Biclaro, pero actualmente estas tradiciones legendarias son descartadas por la comunidad científica que atribuye la capitalía del ducado a la Ciudad de Amaya en Burgos.
Desde los años 40 hasta la actualidad se han venido realizando diversas prospecciones y trabajos tanto arqueológicos como paleontológicos que han puesto en relieve el importantísimo valor de todos los descubrimientos. El Consejo Superior de Patrimonio Cultural, Histórico y Artístico de La Rioja inició en julio de 2009 el proceso para salvaguardar este yacimiento que fue resuelto finalmente en julio de 2012,Bien de Interés Cultural de la Comunidad Autónoma de La Rioja en una extensión de más de 600.000 metros cuadrados que comprenden tanto yacimientos descubiertos como por descubrir.
hallándose actualmente protegido por las leyes comoEl cerro de Monte Cantabria, está situado en el lado noreste de Logroño, en la ribera izquierda del Ebro y en los límites con Álava y Navarra. Es una montaña alargada de N. a S. y amesetada en su cima, con una dimensión superior a hectárea y media. A su lado sur se eleva sobre Logroño con precipicio de unos 120 metros junto al río Ebro, siendo este punto el más elevado del cerro. Justamente en este lado sur es donde se ubica el yacimiento, en una posición estratégica que domina la vista de los alrededores y ofrece una defensa natural en su precipicio.
A lo largo de todas las excavaciones se han recuperado gran cantidad de fragmentos de cerámica manufacturada y torneada de tradición celtibérica con decoración pintada geométrica. También pesas de telar, una estela decorada, ruedas de molino circulares, adobes de hornos y otros elementos que prueban fehacientemente asentamientos prerromanos, romanos, visigóticos y medievales en su cumbre.
El conjunto arqueológico consta de diversas partes principales que son:
Según las modernas hipótesis, en un principio —siglos IV o III a. C.— el cerro fue habitado por casas dispersas. La unión de casas pudo ofrecer a sus habitantes un primer muro exterior que posteriormente fue reforzado con muros capuchinos en algunas casas. De esta primera fase es el silo acampanado hallado en 1977. Hacia el siglo II a. C. se construye una primera muralla de pared simple y sobria que, aun teniendo un accidente geográfico inexpugnable, se fortifica con una robusta muralla en forma de rectángulo y hace las veces de acrópolis para los habitantes de los alrededores. Posteriormente se añadieron cubos a la muralla exterior. Existe vestigio de un torreón vigía, algo alejado del poblado por su lado este y construido en sillarejo simple, de difícil datación. También hay restos de un edificio rectangular con refuerzo constructivo, veinte metros cerro abajo por su cara este que coloca un muro superior a los 12 metros, pero se desconoce su datación, origen o utilidad. En el extremo noroeste del cerro quedan restos de una torre circular de seis metros de diámetro.
Por aquellas épocas, el río Ebro era navegable desde Tortosa hasta Varia, siendo este su último puerto fluvial, según los escritos de Plinio el Viejo.
Posteriormente tras las Guerras sertorianas y bajo dominación romana, el enclave continuó utilizándose como núcleo urbano y defensivo. Es muy probable que el puerto fluvial continuase funcionando.
Durante esta época, el enclave se utilizó como fortín.
En el Chronicon de Juan de Biclaro, conocido como crónica Biclarense, se cita por primera vez a esta ciudad cuando describe la campaña contra los cántabros llevada a cabo por el rey visigodo Leovigildo, cuyas tropas arrasaron la población en el año 574; y según la obra La vida de San Millán escrita por San Braulio, esta ciudad se denominaba Cantabria y era la capital del Ducado de Cantabria.
No obstante, la comunidad científica cántabra descarta estas opciones y sitúa la capital de este ducado en la ciudad de Amaya en Burgos[cita requerida].
La Vida de San Millán, escrita por San Braulio, narra cómo dicho santo a la edad de cien años predicó por en dicha ciudad y advirtió a sus habitantes que abandonasen su vida pecaminosa e hicieran penitencia. Los miembros del Senado de Cantabria escucharon con respeto las admoniciones del ermitaño, salvo uno de los senadores, Abundancio, que consideró que el santo chocheaba debido a su avanzada edad: San Millán le advirtió que él mismo experimentaría la verdad del anuncio. Al año siguiente, las tropas de Leovigildo conquistaron la ciudad y pasaron a cuchillo a buena parte de sus habitantes, entre ellos el deslenguado Abundancio, en una acción que fue inmortalizada de esta manera por Gonzalo de Berceo:
Tornó a sue eglesia servir al Criador:
Remaneçió Cantabria en sue mala error,
Si a Millan croviessen, fizieran muy meior.
End'a pocos días, por sos graves pecados
vino Leovirgilio, con muy grandes fonsados
desafió Cantabria con todos sos crïados
echóseli en cerca con muchos lorigados
Desent todos los otros fueron desbaratados,
El pueblo destruido, los muros trastornados:
Nunqua ia mas non fueron fechos nin restaurados,
Son muchas las tradiciones relativas a la destrucción de la ciudad de Cantabria que circulan en la Rioja y la Ribera Navarra: Así, se dice que el Santuario de Nuestra Señora de Codés en Navarra fue fundado por fugitivos de la ciudad que llevaron consigo una imagen de la Virgen María. Y en el monasterio de Yuso se conserva un arca de marfil en una de cuyos lados se representa la caída de la urbe a manos de Leovigildo.
No hay vestigios arqueológicos musulmanes y los estudiosos especulan que durante esa época la fortificación fue abandonada.
El enclave recuperó utilidad durante el Reino de Pamplona-Nájera hasta su abandono definitivo alrededor del Siglo XIII d. C..
Diversos textos antiguos de diferentes naturalezas constatan de forma escrita a la ciudad de Vareia a lo largo de la historia.
Algunas de las fuentes literarias antiguas que han llegado hasta el presente son:En el siglo XVI se emprenden numerosas obras en Logroño y el Monte Cantabria es una de sus canteras de piedra arenisca más importantes, no obstante el Ayuntamiento de Logroño de la época ya prohibió expresamente "...que nynguna persona sea osada de traer ny tomar piedra de Cantabria..." bajo pena de multa.
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