El colangiocarcinoma o cáncer de las vías biliares es un proceso tumoral de carácter maligno que afecta de modo parcial, o en mayor medida al sistema de conductos que transportan la bilis desde el hígado hasta el intestino delgado. Existe una variedad clínica de este tumor, llamado tumor de Klatskin. Se presenta en la bifurcación de los conductos hepáticos, y es muy letal por su diagnóstico tardío, y tratamiento poco efectivo.
Los colangiocarcinomas suelen presentar crecimiento lento y metástasis tardía. Se trata pues de una patología indolente que frecuentemente es diagnosticada en estadios avanzados de la enfermedad que desaconsejan su extirpación quirúrgica. Es una enfermedad cuya incidencia se aproxima a 2 casos por cada 100 000 personas. El cáncer de vía biliar puede debutar en cualquier parte de la anatomía de los conductos biliares y da lugar a síntomas por la obstrucción de estas vías. Este tumor afecta a individuos de ambos sexos y en la mayoría de los casos se desarrollan en pacientes con edad superior a los 65 años.
La colangitis esclerosante primaria, la irritación biliar crónica y los quistes colédocos están asociados con un mayor riesgo de padecer esta enfermedad.
Exámenes que ponen de manifiesto un colangiocarcinoma:
El objetivo fundamental es tratar el proceso tumoral y la obstrucción que este causa. El tratamiento de elección siempre que sea posible llevarlo a cabo es la extirpación quirúrgica. Tras la cirugía, cabe la posibilidad de administrar quimioterapia o radioterapia con el fin de reducir el riesgo de recaída, no obstante los beneficios de realizar esta serie de pasos no están completamente claros.
Algunos grupos, como el de la Clínica Mayo, han mostrado buenos resultados del trasplante hepático en grupos muy seleccionados de pacientes. Sin embargo, en la mayoría de los centros se considera que el colangiocarcinoma es una contraindicación para el trasplante hepático por su alta tasa de recurrencia.
La terapia endoscópica o la cirugía a menudo despejan las obstrucciones de los conductos biliares y así consiguen aliviar la ictericia en aquellos pacientes a los que no se les puede extirpar el tumor.
Para estos pacientes no quirúrgicos la radioterapia puede resultar beneficiosa en gran medida. Además la quimioterapia puede emplearse de modo conjunto a la radioterapia y actuar así de modo sinérgico.
La extirpación o resección total de la masa tumoral permite que en torno al 30 o 40 % de los pacientes sobrevivan durante al menos 5 años y que gran parte de ellos puedan incluso llegar a curarse completamente. Cuando no se puede extirpar el tumor, generalmente, la curación no es posible.
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