El Concierto para piano n.º 3 en do mayor, Op. 26 fue escrito por Sergéi Prokófiev en 1921, utilizando esbozos que empezó a escribir en 1913.
Prokófiev comenzó a trabajar en éste concierto en 1913 cuando escribió una variación que luego dejó de lado. Aunque revisó los borradores en 1916-17, no se dedicó plenamente al proyecto hasta 1921 cuando pasaba el verano en Bretaña. Prokófiev en persona ejecutó la parte del solo en el estreno del 16 de diciembre de 1921 con la Orquesta Sinfónica de Chicago dirigida por Frederick Stock. La obra no ganó popularidad inmediatamente y tuvo que esperar hasta 1922 para ser confirmada en el canon del siglo XX, luego de que Serge Koussevitzky dirigiera una interpretación profusamente alabada en París.
De los cinco conciertos para piano escritos por Prokófiev, el Concierto para piano n.º 3 en do mayor, Op. 26, ha cosechado la mayor popularidad y aclamación de los críticos. El concierto irradia una vitalidad crepitante que testifica la destreza inventiva del compositor en salpicar inteligentemente los pasajes líricos con disonancias, manteniendo una asociación balanceada entre el solista y la orquesta. A diferencia de los ejemplos de conciertos para piano compuestos por muchos de sus antepasados románticos, la orquesta emerge sobre el acompañamiento secundario para desarrollar un papel muy activo en esta obra.
Aparte del piano solista, la orquestación incluye los siguientes instrumentos:
El concierto consta de tres movimientos de aproximadamente la misma duración que hacen en conjunto unos 30 minutos en total.
El primer movimiento, en do mayor, se inicia con un solo andante de clarinete, una melodía larga y lírica que la orquesta entera eventualmente toma y expande. La entrada allegro del solo de piano rompe inesperadamente el lirismo en un estallido de brillo y ritmo exuberante y armónicamente fluido. El piano y la orquesta continúan en diálogo, pasando por un andante expansivo vuelve al primer tema y entonces finaliza nuevamente en un allegro emocionante y virtuoso.
El movimiento central, en mi menor, presenta un tema y cinco variaciones, un ejemplo deslumbrante de como Prokofiev expresa su ingenio ligeramente sarcástico en términos musicales. La orquesta presenta el tema principal, una gavota vacilante y picante.
El tercer movimiento, en (do mayor), al que Prokofiev llamó una "discusión" entre el solista y la orquesta, comienza con una exposición en la menor del tema principal en fagotes y cuerdas en pizzicato, interrumpido por la entrada enérgica del piano con un tema conflictivo. El diálogo entre el piano y la orquesta construye vapor, con una breve aceleración del tiempo (presagiando larga y brillante coda) antes de llegar a un segundo tema lento y lírico en las maderas. El piano ofrece una respuesta bastante sarcástica y el tema lento se desarrolla, a través de otra reexposición que recuerda a Rajmáninov y otra exploración etérea (el solista corriendo arriba y abajo en el teclado suavemente sobre maderas disonantes) en un clímax unido con piano y cuerdas en un hermoso unísono, luego cayendo hacia la coda.
Esta es la sección más descaradamente virtuosa del concierto, con una reexposición en allegro del tema principal, nuevamente en fagotes pero en mi menor. El piano la reenmarca inicialmente en re mayor, entonces se corre a un obbligato bitonal contra un sol mayor en las cuerdas. Entonces la coda explota en una batalla musical entre el solista y la orquesta, con ornamentaciones deslumbrantes en el piano sobre la orquesta (incluyendo los arpegios de notas agrupadas, famosos por su dificultad, a menudo aproximado por pianistas con glissandi usando los nudillos), eventualmente estableciendo la tonalidad final de do mayor y finalizando en un gesto dramático con un unísono fortissimo en do.
Prokófiev en persona realizó la primera grabación del Concierto para piano n.º 3 en 1932 con la Orquesta Sinfónica de Londres dirigida por Piero Coppola. La grabación fue hecha en los estudios Abbey Road en Londres y es la única grabación que existe de Prokófiev interpretando uno de sus conciertos para piano. Martha Argerich grabó este concierto con Claudio Abbado a finales de la década de 1960 en un famoso disco para Deutsche Grammophon. También recibió un premio Grammy por su interpretación de este concierto en 2000 con Charles Dutoit. Evgeny Kissin y Vladimir Ashkenazy han hecho una grabación ganadora de un Grammy de esta obra junto con el Concierto para piano n.º 2 en sol menor de Prokofiev con la Orquesta Philharmonia. En 2009, la grabación de Horacio Gutiérrez en 1990 con Neeme Järvi y la Orquesta Real del Concertgebouw, se reeditó, como Prokofiev: Los Concertos, recibiendo notables aclamaciones. Recientemente, la grabación de 1998 de Alexander Toradze, con la Orquesta del Teatro Mariinsky y Valery Gergiev, fue nombrada "Históricamente el mejor en el registro" en una encuesta de más de 70 grabaciones del International Piano Quarterly. Otras grabaciones notables han sido hechas por Julius Katchen, Lang Lang, Nikolai Lugansky, Van Cliburn, Mikhail Pletnev, Yefim Bronfman y Behzod Abduraimov, entre otros.
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