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Conductos deferentes



Los conductos deferentes constituyen parte de la anatomía masculina de algunas especies, incluyendo la humana. Son un par de tubos musculares rodeados de músculo liso, cada uno de 35 a 45 cm aproximadamente, que conectan el epidídimo con los conductos eyaculadores intermediando el recorrido del semen entre estos.

Los conductos deferentes se encuentran en el interior del cordón espermático. El cordón espermático es la estructura que pasa por el conducto inguinal masculino y, en su desarrollo embriológico como gubernáculo, hace que los testículos desciendan hacia una "bolsa" llamada escroto.

Además de tener en su interior al conducto deferente, posee múltiples estructuras neurovasculares.

El cordón espermático está compuesto por tres capas o fascias:

Estos tubos sirven para llevar los espermatozoides ya maduros y almacenarlos en la uretra, otro conducto donde se mezclarán con otros líquidos y saldrán al exterior.

Durante la eyaculación los tubos lisos se contraen, enviando el semen a los conductos eyaculatorios y luego a la uretra, desde donde es expulsado al exterior.

El cordón espermático puede no cerrarse o hacerlo de una forma incompleta en el desarrollo embriológico, ocasionando así "hidrocele", lo cual puede corregirse con el tiempo, pero a pesar de eso, representa un futuro riesgo de que ese niño en la etapa adulta forme una hernia indirecta (hernia lateral a los vasos epigástricos inferiores).

La hernia directa por otro lado se desarrolla en el Triángulo de Hesselbach, ubicado medial a los vasos epigástricos, superior al ligamento inguinal y lateral al músculo recto del abdomen y al músculo piramidal.[1]

La vasectomía es un método de anticoncepción mediante el cual se cortan los conductos deferentes.



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