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Semen



El semen (del latín semen)[1]​ es el conjunto de espermatozoides [esperma (del latín sperma, y este del gr. σπέρμα sperma, ‘semilla’)] [2]​ y sustancias fluidas que se producen en el aparato reproductor masculino de todos los animales, entre ellos la especie humana. El semen es un líquido de textura viscosa y blanquecino que es expulsado a través de la uretra durante la eyaculación. Está compuesto por espermatozoides y plasma seminal que se forma por el aporte de los testículos, el epidídimo, las vesículas seminales, la próstata, las glándulas de Cowper, las glándulas de Littre y los vasos deferentes.[3]

También conocido como espermiograma, espermograma, espermatograma o seminograma, es el estudio de la calidad de una muestra de esperma. Los parámetros que se evalúan en la espermatobioscopía son: el volumen de la muestra, el número de espermatozoides que contiene cada mililitro de semen y el porcentaje de ellos que presentan movilidad. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 1999), la calidad puede ser muy buena (tipo A), buena (tipo B) in situ (tipo C) y muy mala (los que no se mueven, tipo D). También se evalúa el porcentaje de espermatozoides cuya forma es "normal" (debe ser mayor del 14 por ciento, según Thinus Kruger, 1984) y el número total de espermatozoides móviles útiles. Debe considerarse que las muestras fluctúan en un rango que varía en función de diferencias individuales, del tiempo de abstinencia y de detalles finos en la recolección, así como del intervalo transcurrido entre la obtención y el procesamiento de la muestra. Los anteriores factores pueden hacer variar los resultados. Nunca se deberá establecer un diagnóstico con la evaluación de una sola muestra. Son necesarias cuando menos dos o tres más para establecer un diagnóstico certero.

En algunos casos, cuando se ha demostrado alguna anomalía, existen pruebas especiales que permiten profundizar en el funcionamiento espermático, tales como la reacción acrosomal o reacción acrosómica, la prueba de supervivencia espermática y la de penetración en huevo de Hámster.[4][5]

Según la OMS en 2010, los criterios con los que tiene que cumplir un semen para que este sea considerado de buena calidad son:

Para que se produzca la fecundación del óvulo, el semen debe contener más de 20 millones de espermatozoides por mililitro.

Debido a la composición del semen, en condiciones adecuadas, los espermatozoides pueden permanecer vivos fuera del organismo durante varios días. También sobreviven durante cierto tiempo en los conductos excretores después de la muerte. Se han llegado a encontrar gametos masculinos vivos en la trompa de Falopio y en el útero de la mujer varios días después del coito. Pueden almacenarse en estado congelado con nitrógeno líquido durante meses o años, ya que mantienen su capacidad fertilizante tras la congelación o criopreservación. Debido a esta última característica, es posible la inseminación artificial y la fecundación in vitro con semen congelado o criopreservado. Muchas personas con cáncer testicular han podido tener descendencia posteriormente, criopreservando su semen antes del tratamiento.

Menos de un 10% del volumen del semen de una eyaculación corresponde a los espermatozoides, y más del 90% al plasma seminal. La densidad de espermatozoides en el semen varía de 50 a 150 millones por mililitro,[6]​ por lo que cada eyaculación contiene entre 200 y 400 millones de ellos.

Las vesículas seminales aportan entre el 40% y el 60% del volumen del semen y sus secreciones contienen principalmente:[10]

La próstata aporta de 15% a 30% del plasma seminal, con un líquido rico en:

El último elemento que se agrega al semen es un fluido que secretan las glándulas bulbouretrales (de Cowper) y periuretrales (de Littre):[12]

La baja calidad del semen es un factor para la infertilidad masculina y se define por varios factores relacionados con los espermatozoides como la oligospermia (baja concentración), la astenozoospermia (baja motilidad) y la teratozoospermia (pobre morfología). Asimismo, el aumento de la fragmentación del ADN espermático puede causar infertilidad conyugal, aborto espontáneo recurrente y afectar la tasa de éxito de la tecnología de reproducción asistida.[16]

Un estudio del 2017 concluyó que un patrón dietético saludable parece estar asociado con un nivel elevado de concentración de esperma. En ese estudio se definió una alimentación saludable como una caracterizada por un alto consumo de hortalizas, legumbres, frutas, granos enteros, aceite de oliva y pescado. Una alimentación no saludable se caracteriza por un alto consumo de carnes rojas y lácteos, margarina, mayonesa, azúcares, granos refinados, mantequilla, grasas saturadas y un bajo consumo de verduras y frutas.[17]

El hábito de fumar cigarrillos también reduce la calidad del semen al impactar en la morfología y viabilidad de los espermatozoides al reducir la expresión de la enzima CHEK1 generando daño en el ADN y apoptosis de los gametos masculinos.[18]​ Asimismo, en función a la dosis de dependencia también afecta la motilidad, concentración y volumen del esperma.[19]​ En otro estudio publicado el 2019 el fumar tabaco se asoció con un recuento de espermatozoides más bajo y un aumento en el número de defectos morfológicos de los espermatozoides.[20]

El consumo de alcohol también impacta en el volumen y concentración del semen. En un estudio con 323 hombres realizado entre septiembre de 2014 y diciembre de 2016 en Italia, los resultados publicados en 2018 mostraron que los hombres que consumían menos de tres unidades de alcohol por semana tenían una mejor calidad de semen respecto a los hombres que consumían de 4 a 7 unidades en los dos parámetros mencionados: volumen y concentración.[21]

Alteraciones en las funciones de la glándula tiroides también afectan la calidad del semen. El hipotiroidismo se asocia con la teratozoospermia mientras que el hipertiroidismo con la astenozoospermia, la oligospermia y la teratospermia.[22]

El semen comienza a producirse a partir de la pubertad y tiene las características del adulto a partir de los 9-14 años en la mayoría de los adolescentes. La cantidad producida aumenta con la edad hasta un nivel máximo que depende de cada individuo, luego disminuye a medida que el varón envejece. No obstante, se producen semen y espermatozoides durante toda la vida adulta del varón.

Los lugares donde se forma el semen son:

Cuando se realiza una prostatectomía radical en caso de un cáncer de próstata, se extirpa la próstata, las vesículas seminales y se ligan los conductos deferentes. El semen producido en las gónadas masculinas se acumula en el epidídimo y en los conductos deferentes, reabsorbiéndose allí mismo.

Todos los comportamientos sexuales que conllevan el contacto del semen con la vulva o la vagina directamente, sin entrar en contacto con el aire, pueden provocar un embarazo. Entre los métodos anticonceptivos que evitan este contacto se encuentran:

En algunas culturas se le ha atribuido al semen propiedades especiales de masculinidad, hasta tal punto que en algunos pueblos del Pacífico Sur creían que la ingestión de semen por los adolescentes era necesario para adquirir la maduración sexual. Sin embargo, esta práctica puede transmitir múltiples enfermedades de transmisión sexual si el emisor las padece.

Durante la eyaculación, pueden distinguirse cuatro diferentes fracciones:

Las referencias que aparecen en la página de Wikipedia en inglés sobre este mismo tema, que pueden ser de utilidad para respaldar la información que aquí aparece, son las siguientes:



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