El Conflicto de La Pedrera fue un conjunto de escaramuzas fronterizas presentadas en 1911 entre Colombia y Perú por la posesión territorial de una amplísima zona de la selva del Amazonas. Ninguno de los dos países reconoce en estos hechos la existencia de una guerra, por el contrario historiadores de ambas nacionalidades han optado por ignorar o minimizar estos hechos refiriéndose como un pequeño conflicto entre naciones hermanas.
A principios del siglo XVIII, los dominios coloniales españoles en América estaban divididos en dos grandes virreinatos: el de Nueva España y el del Perú. En 1717 se erigió por Real Cédula el Virreinato de Nueva Granada. Sería disuelta temporalmente el 5 de noviembre de 1723 y sus territorios reincorporados al Virreinato del Perú. Pero en 1739 se restableció nueva y definitivamente, con los mismos territorios y derechos que tenía según la Real Cédula de 1717.
El rey Carlos IV, dictó una Real Cédula el 15 de julio de 1802, según la cual, el Gobierno de Maynas y el Gobierno de Quijos, así como las misiones establecidas en los ríos que desembocan en el Marañón, que pertenecían hasta entonces al territorio de la Real Audiencia de Quito y (por consiguiente) al Virreinato de Nueva Granada, pasaban a la jurisdicción política y eclesiástica del Virreinato del Perú. Tras la guerra de independencia, se propuso que los países hispanoamericanos emancipados conservasen las antiguas fronteras de las colonias del Imperio español en América. Es decir, que los nuevos estados surgidos tendrían como fronteras las que le corresponderían de las colonias españolas en el año 1810, provisionalmente hasta la existencia de un tratado, alegando el año 1810 como el último de la monarquía española para la posesión legítima de sus dominios americanos.
En 1819, se efectuó la independencia de la Gran Colombia, con los territorios pertenecientes al antiguo Virreinato de Nueva Granada (Venezuela, Cundinamarca y Quito), el Congreso de este país dictó una ley de división del territorio de la República: esta sería conformada por tres distritos: Distrito del Norte, del Centro y del Sur. En este último se encontraba incluida la provincia de Jaén de Bracamoros y la Comandancia General de Maynas.
Después de la llegada del general José de San Martín al Virreinato del Perú en 1820, los patriotas peruanos marcharon hacia Moyobamba, capital de Maynas, y derrotaron a los realistas en la batalla de Higos Urco, el 6 de junio de 1821. La jura de la independencia de Maynas se llevó a cabo en Moyobamba, el 19 de agosto de 1821. El 26 de abril de 1822, el presidente peruano Marqués de Torre Tagle, transformó la Comandancia General de Maynas en el Departamento de Quijos y Maynas, con derecho a elegir diputados al Congreso del Perú, pero esto nunca llegó a cristalizarse. En 1825 Maynas pasó a integrar el departamento peruano de Departamento de Trujillo.
Una vez consolidada la independencia, ambas repúblicas empezaron a disputarse la posesión de Jaén y Maynas. Luego de diversos desaires diplomáticos, el Congreso peruano autorizó al presidente José de la Mar a tomar medidas militares. Sin embargo, el libertador Simón Bolívar –entonces presidente de la República de Colombia– se adelantó declarando la guerra al Perú, el 3 de julio de 1828.
La marina peruana bloqueó la costa pacífica grancolombiana y asedió el puerto de Guayaquil, ocupándola el 19 de enero de 1829. El ejército peruano ocupó Loja y Azuay. A pesar de estos éxitos, la guerra terminó cuando el ejército peruano fue derrotado en el Portete de Tarqui, el 27 de febrero de 1829; y con la firma del Convenio de Girón, al día siguiente, que estipulaba la desocupación de Guayaquil y Loja porque «Colombia no consentirá firmar un tratado mientras tropas enemigas ocupen su territorio». Este punto es destacable, pues implícitamente Colombia no consideraba como territorio suyo a Jaén y Maynas, al no exigir su desocupación. Finalizado este conflicto, se realizaron varias negociaciones con el propósito de demarcar la frontera común, que se interrumpieron durante la disolución de la Gran Colombia, pero prosiguieron con la República colombiana.
A principios del siglo XX, mientras Colombia sufría la Guerra de los Mil Días, la explotación del caucho se encontraba en pleno auge y algunas empresas como la Casa Arana, iniciada en 1901 bajo el mando del comerciante cauchero peruano Julio César Arana, era poseedora de amplios territorios caucheros desde el Amazonas hasta el actual territorio colombiano. Sus enormes éxitos comerciales lo empujaron a crear una empresa con el nombre de Peruvian Amazon Rubber Company. Benjamín Saldaña Roca presentó una denuncia penal en Iquitos contra los empleados de la empresa de Arana, acusándolos de cometer crímenes contra los indígenas del Putumayo, tales como violaciones, torturas, mutilaciones y asesinatos. Sin embargo, con el pretexto de que, debido al modus vivendi pactado el año anterior, las autoridades peruanas no tenían autoridad sobre la zona comprendida entre el Putumayo y el Caquetá, la denuncia se archivó. No obstante, la prensa mundial publicó los crímenes contra los indígenas, cometidos en esa zona tanto por peruanos como por colombianos. Como estos hechos fueron realizados por empleados de una empresa de capitales británicos, el Reino Unido envió a Sir Roger Casement, cónsul británico en Manaus, a investigarlos. El informe de Casement fue presentado a inicios de 1911, y en él describió las prácticas de la casa Arana. El reclutamiento de nativos a manos de los peruanos y colombianos, la esclavitud, la explotación sexual de las mujeres y la muerte de miles de indígenas amazónicos. El escritor colombiano José Eustasio Rivera en su libro La Vorágine describió los crímenes y aberraciones ocurridas en la Casa Arana.
En 1911, Colombia comenzó a establecer guarniciones militares en la orilla izquierda del río Caquetá, en clara violación al tratado Porras-Tanco Argáez, que establecía que un modus vivendi en la zona. El gobierno colombiano de Carlos E. Restrepo y su ministro de Relaciones, Enrique Olaya Herrera, despacharon una expedición al Caquetá, comandada por el General Isaías J. Gamboa y el General Gabriel Valencia, conformada por 110 hombres, que ocupó el 10 de abril a Puerto Córdoba, también llamada La Pedrera. En junio, zarparía otra expedición a Puerto Córdoba al mando del General Carlos Neira, que partió de Colombia por el mar caribe, ingresó al río Amazonas y llegó a Manaus el 16 de julio, demasiado tarde para apoyar al General Gamboa. Mientras tanto, el gobierno peruano solicitó la suspensión de dicha expedición pero fue denegada. Entonces, el gobierno peruano de Augusto B. Leguía ordenó al teniente coronel Óscar R. Benavides conducir el batallón No. 9 acantonado en Chiclayo, en la costa norte del Perú, hacia la frontera amazónica con Colombia para desalojar a los colombianos de La Pedrera.
Los cónsules de Perú y Colombia en Manaus, conscientes de las consecuencias de un posible enfrentamiento, propusieron telegráficamente a sus gobiernos la desviación de las expediciones buscando que la expedición colombiana comandada por el General Neira se detuviera en Manaus, mientras que la peruana, al mando del comandante Benavides, en el Putumayo. Sin embargo, por falta de conocimiento sobre estas negociaciones, se produjo el choque armado entre las fuerzas peruanas y colombianas en La Pedrera entre el 10 y 13 de julio.
La tropa colombiana establecida en La Pedrera, habían creado un campamento permanente, con una trocha de 6 kilómetros, un terreno de 3000 metros cuadrados para cultivos y un conjunto de trincheras. La mayoría de los soldados colombianos se enfermaron de paludismo, fiebre amarilla o leishmaniasis por lo que la tropa contaba al momento del enfrentamiento con 11 enfermos, 22 moribundos, 34 fuera de combate.
El 19 de julio de 1911, una semana después de los enfrentamientos en La Pedrera, el ministro plenipotenciario peruano Ernesto de Tezanos Pinto y el canciller colombiano Enrique Olaya Herrera firmaron en Bogotá el Convenio Tezanos Pinto-Olaya Herrera. En este acuerdo, Colombia se comprometió a no aumentar el contingente ubicado en Puerto Córdoba y no atacar a las posiciones peruanas ubicadas entre el Putumayo y el Caquetá. Al mismo tiempo, las tropas peruanas desocupan La Pedrera y devuelven los trofeos de guerra capturados a los colombianos.
En Colombia, la casa del embajador peruano fue apedreada el 4 de octubre, más de mil hombres se alistaron voluntarios desde el primer día solo en Bogotá pero el número fue en aumento día por día y ciudad por ciudad. Se dio instrucción de tiro en la Junta Patriótica de Clubes. Mientras tanto el gobierno empezó una batalla diplomática con su canciller Enrique Olaya Herrera. Por otro lado las fuerzas peruanas sufrieron una feroz epidemia de beri-beri y fiebre amarilla que les hizo perder hasta 30 hombres al día. Esto además dio lugar a una reacción de la opinión pública peruana que exigió la permanencia de sus hombres en territorio considerado legítimamente peruano. El 16 de octubre, las tropas peruanas se retiraron de La Pedrera.[cita requerida]
El 6 de noviembre se declaró terminado el incidente y se normalizaron las relaciones entre Colombia y el Perú.
El incidente pasó a la historia y con ella al olvido. La Casa Arana no desapareció de forma inmediata a pesar de los escándalos sobre esclavitud con los indígenas Huitoto en Inglaterra y en su propio país, ni de la caída del precio del caucho silvestre en favor del caucho de Malasia y Ceilán. El incidente de La Pedrera, confirmó la superioridad local que tenía Perú en la zona con respecto a Colombia, en cambio Colombia carecía de presencia naval en la zona a diferencia del Perú. Después del incidente Colombia logró que se le reconociera que pudiera poner cierta cantidad de fuerzas en la Pedrera y Puerto Córdoba (fuerzas limitadas) pero sin reconocerle ningún tipo de soberanía. Por lo demás la frontera seguía siendo el Caquetá teniendo como pequeño enclave la posición de la Pedrera.
En el Putumayo en 1911 no había presencia colombiana y el Perú era dueño de ambas orillas, donde existían poblados como Tarapacá, Arica y Tacna. En lo que respecta a la presencia de Colombia en esas zonas solo se da a partir de 1930 con la ratificación del Tratado Salomón-Lozano Colombia se retiró de la posición que defendía y ambos bandos fueron diezmados por las enfermedades de la selva. El conflicto poco se recuerda en ambos países. Posteriormente en 1934 durante los gobiernos de Oscar R. Benavides y Enrique Olaya de Perú y Colombia respectivamente, se firma la paz entre ambas naciones ratificándose el tratado Salomón-Lozano de 1922.
Cada 12 de julio se conmemora el conflicto de La Pedrera en la ciudad de Iquitos, Perú.
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