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Divulgación científica



La divulgación científica es el conjunto de actividades que interpretan y hacen accesible el conocimiento científico a la sociedad, es decir, todas aquellas labores que llevan a cabo el conocimiento científico a las personas interesadas en entender o informarse sobre ese tipo de conocimiento. La divulgación pone su interés no solo en los descubrimientos científicos del momento (por ejemplo, la determinación de la masa del neutrino), sino también en teorías más o menos bien establecidas o aceptadas socialmente (por ejemplo, la teoría de la evolución) o incluso en campos enteros del conocimiento científico.[1]

Mientras que el periodismo científico se centra en desarrollos científicos recientes, la divulgación científica es más amplia.

Es importante la divulgación científica que aparece reflejada históricamente en multitud de obras de diferentes autores. Entre las primeras obras evocadoras de la divulgación científica en el pasado remoto pueden citarse los Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo (1632), del astrónomo italiano Galileo Galilei,[2]​ en la que tres personajes dialogan durante cuatro días sobre las visiones aristotélicaptolomeica y copernicana del Universo. La revista norteamericana Popular Science (fundada en 1872) es probablemente la primera publicación general que apareció con un carácter divulgativo.

En la actualidad, la divulgación científica se realiza en prácticamente cualquiera de los formatos que existen en los diferentes medios de comunicación: documentales de televisión, revistas de divulgación científica, artículos en periódicos generales o páginas de Internet dedicadas a esta labor. Existen incluso canales de televisión dedicados exclusivamente a la divulgación científica o en los que esta nueva disciplina forma una parte destacada de la programación, tales como Discovery Channel o National Geographic Channel. Debido al gran interés que ha surgido en muchos de los medios de comunicación por hacer de la ciencia uno de los temas centrales, la divulgación científica también recibe el nombre de periodismo científico.

La divulgación científica se expresa de manera más precisa en libros específicos sobre un tema. Algunas obras divulgativas han llegado a convertirse en auténticos best-sellers, como Historia del tiempo, de Stephen Hawking, o Los dragones del Edén, de Carl Sagan. Este último recibió el Premio Pulitzer en 1978.[3]​ Desde el punto de vista de la literatura, la divulgación científica constituye un subgénero del ensayo.

El periodista que se dedica a la divulgación de la ciencia es tan importante como el científico que genera preguntas y descubrimientos, ya que los nuevos conocimientos necesitan un agente difusor que pueda hacerlos llegar al público. La divulgación científica tiene como finalidad que el receptor se asegure de lo sucedido o simplemente se entere de lo pasado.

Algunos científicos que han contribuido especialmente a la divulgación del conocimiento científico son: Jacob Bronowski (El ascenso del hombre), Carl Sagan (Cosmos: Un viaje personal), Stephen Hawking (Historia del tiempo), Richard Dawkins (El gen egoísta), Stephen Jay Gould y Edward O. Wilson, Martin Gardner (artículos de divulgación de las matemáticas en la revista Scientific American), David Attenborough (La vida en la tierra) y autores de ciencia ficción como Isaac Asimov. Otros científicos han realizado tareas de divulgación tanto en libros como en novelas de ciencia ficción, como Fred Hoyle. La mayor parte de las agencias o institutos científicos destacados en los Estados Unidos cuentan con un departamento de divulgación (Education and Outreach), si bien no es una situación común en la mayoría de los países. Muchos artistas, aunque la divulgación científica no sea su actividad formal, han realizado esta tarea a través de sus obras de arte: gran número de novelas y cuentos y otros tipos de obras de ficción narran historias directa o indirectamente relacionadas con descubrimientos científicos diversos, como las obras de Julio Verne. Estás serían una muestra de todo público como a personas que no saben como a personas expertas.

Muchos de los divulgadores más exitosos han sido científicos o han tenido formación científica. Tal es el caso de Carl Sagan, quien trabajó tanto en el programa SETI como en su famosa serie de televisión Cosmos: un viaje personal. Pero otros, como Timothy Ferris (autor de múltiples libros sobre astronomía), se formaron primero como comunicadores y luego se enfocaron en algún aspecto de la ciencia.

Dentro del género literario de la ciencia ficción, las obras de ciencia ficción dura suelen presentar temas científicos con un calado lo suficientemente preciso como para ser consideradas obras de divulgación científica.

La mayor parte de las agencias o institutos científicos de países como los Estados Unidos cuentan con un departamento de divulgación científica (Education and Outreach) que pretende devolver a la sociedad en forma de conocimiento las importantes inversiones realizadas en grandes proyectos (como, por ejemplo, la investigación espacial), si bien esto no ocurre en muchos otros países.

La expresión «divulgación científica» se reemplaza paulatinamente por una más específica, «comunicación pública de la ciencia», que se ubica claramente dentro de las ciencias de la comunicación. Se reconoce, de esa manera, que la comunicación de la ciencia en la actualidad requiere de competencias, formación y formas de aproximación al conocimiento propias de las comunicaciones sociales. Los comunicadores científicos o divulgadores científicos se forman en la actualidad en carreras universitarias. La divulgación se establece así ya como una disciplina profesionalizada.[4]

Algunos de los reconocimientos a la divulgación científica son los siguientes:



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