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Periodismo científico



El periodismo científico es una especialización informativa de la profesión periodística que difunde y divulga los hechos relativos a las ciencias en general, y en particular a la tecnología, la innovación, la salud, el medio ambiente, la informática, la cultura, la astronomía, la exploración espacial y otras actividades de investigación.[cita requerida]

Es un periodismo especializado centrado en contenidos científicos y/o tecnológicos. Esta actividad es estrictamente periodística, es decir, obedece a los métodos, objetivos, valores, intereses, ethos..., del periodismo, no necesariamente de la ciencia. El quehacer científico ve en los medios un cauce importante para divulgar su saber y su hacer, pues la continuidad de ciertas investigaciones depende en gran medida de la percepción social de las mismas. Por su parte, el periodista ve en la tecnociencia un tema relevante sobre el que informar u opinar. Son muchos los periodistas que han captado el interés social por la tecnociencia y las implicaciones vitales que ésta tiene. Al ser una actividad informativa, el periodista no se compromete con los objetivos de la comunidad científica; antes bien, dispone de un terreno independiente desde el que elabora criterios de selección y exposición, así como posiciones críticas que pueden ir desde la aceptación hasta el rechazo.[cita requerida]

El periodismo científico es una forma de comunicación social de contenidos relacionados con la ciencia y la técnica. Pero es una comunicación que adopta varias direcciones: no sólo desde la comunidad científica hacia el público, sino también a la inversa, y entre la comunidad científica y los políticos, entre los gestores de la ciencia y el público, incluso entre científicos de diversas especialidades.[cita requerida]

A menudo se confunde el periodismo científico con la divulgación científica, pero el primero no tiene como objetivo divulgar ciencia, y buena parte de la divulgación de la ciencia no es periodismo científico (museos, libros de ensayos, documentales, entre otras expresiones); la divulgación no responde a los imperativos del periodismo, ni está hecha por profesionales del periodismo en un sentido estricto.[1][2]

En 1772 aparece en México el periódico “El Mercurio volante” editado por José Ignacio Bartolache donde se trataban temas de anatomía, astronomía, física y medicina. Fue publicado durante cuatro meses, totalizando 16 ediciones.[3]​ En Argentina las primeras notas sobre aplicaciones tecnológicas y hallazgos fósiles aparecieron en el Telégrafo Mercantil (1801-1802). Durante el siglo XIX se publican notas sobre naturalismo, paleontología y medicina en diarios como La Gazeta de Buenos Aires, La Nación y La Gaceta Mercantil.

En el mundo angloparlante, uno de los primero artículos atribuidos a un "corresponsal científico" fue "A Gale in the Bay of Biscay" de William Crookes que apareció en The Times el 18 de enero de 1871.[4]Thomas Henry Huxley (1825–1895) y John Tyndall (1820–1893) fueron científicos que en gran medida se involucraron en el periodismo y Peter Chalmers Mitchell (1864–1945) fue el corresponsal científico de The Times de1918 a 1935.[5]​ Sin embargo, fue con el nombramiento de James Crowther como corresponsal científico del The Manchester Guardian en 1928 que el periodismo científico realmente tomó forma. Crowther cuenta que el editor (C.P. Scott) le dijo que el periodismo científico "no existía", a lo que Crowther le responde que él pensaba inventarlo. Esto convenció a Scott, quien lo contrató.[5]

En 1951 se forma en Argentina el Grupo Argentino de Escritores Científicos con el objetivo de difundir las ideas científicas y de velar por la exactitud de lo que se publicaba en los grandes medios de comunicación. De este grupo formaron parte reconocidos científicos como: José Babini, Enrique Gaviola y Bernardo Houssay. Posteriormente, Jacobo Brailovsky funda la Asociación Argentina de Periodismo Científico, de la que fue además su primer presidente.[6]​ Brailovky fue un médico y periodista del diario La Nación, donde escribía semanalmente la columna “La ciencia en pocos trazos”.

En los años 1970, el doctor Luis Estrada forma el Centro de Comunicación de la Ciencia en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Desde allí edita dos publicaciones con gran repercusión: la revista Naturaleza y el boletín Prenci.[7]

En Venezuela fue clave la figura de Arístides Bastidas quien dirigió la sección de ciencia del diario "El Nacional" desde 1968 hasta 1981. Además desde 1971 hasta su muerte escribió la columna diaria "La Ciencia Amena" en el mismo diario. En 1974 fundó el Círculo de Periodismo Científico de Venezuela y posteriormente la Asociación Iberoamericana de Periodismo Científico, junto a su homólogo español Manuel Calvo Hernando.[7]

Con los recortes presupuestarios en los principales periódicos y otros medios, hay menos periodistas científicos que trabajan para medios impresos y de difusión tradicionales que antes.

[8]​ La cobertura de noticias sobre ciencia por parte de los medios de comunicación tradicionales, como periódicos, revistas, radio y emisiones de noticias, está siendo reemplazada por medios web. En abril de 2012, el New York Times recibió dos premios Pulitzer por el contenido publicado por Politico y The Huffington Post, ambas medios electrónicos, un signo del cambio de plataforma por parte del medio de comunicación.

La falta de periodistas científicos se nota especialmente en ciencias emergentes, como la nanotecnología, de la que se escriben pocos artículos en los medios tradicionales. En 2011, había 459 periodistas en Estados Unidos que habían escrito un artículo periodístico sobre la nanotecnología, de los cuales 7 escribieron sobre el tema más de 25 veces.[9]​ En temas como el cambio climático se ha producido una caída en la cantidad de artículos publicados.[10][11]

Encontrar periodistas científicos con experiencia es cada vez más difícil. Por ejemplo, en Australia, el número de periodistas científicos ha disminuido a números tan bajos que "se necesita menos de una mano para contarlos".[12]​ Debido a la rápida disminución del número de periodistas científicos, también son raros los experimentos sobre formas de mejorar el periodismo científico. Sin embargo, en uno de los pocos experimentos realizados con periodistas científicos encontraron que cuando trabajaron en red produjeron artículos más precisos que estando aislados.[13]​ Los nuevos entornos de comunicación [14]​proporcionan información esencialmente ilimitada sobre una gran cantidad de temas, que se pueden obtener en cualquier lugar y con un esfuerzo relativamente bajo. La web también ofrece oportunidades para que los ciudadanos se conecten con otros a través de las redes sociales y otras herramientas de tipo 2.0 para dar sentido a esta información.[15]

"Después de muchas discusiones sobre la industria de los periódicos hace unos seis años, tengo una visión más optimista en estos días", dijo Cristine Russell, presidenta del Council for the Advancement of Science Writing. "El mundo está en línea. Los escritores científicos tienen la oportunidad de comunicarse no solo con su audiencia sino a nivel mundial".[16]

Los periodistas científicos son criticados con frecuencia por informar engañosamente algunas historias científicas. Científicos, periodistas y público general a menudo critican el periodismo científico por prejuicios e imprecisiones. Sin embargo, con el aumento de las colaboraciones en línea entre periodistas científicos, puede haber potencial para eliminar imprecisiones.[17]​ El libro de 2010 Merchants of Doubt de los historiadores de la ciencia Naomi Oreskes y Erik M. Conway sostiene que en temas como la controversia sobre el calentamiento global, el consumo de tabaco, la lluvia ácida, el DDT y el agotamiento de la capa de ozono, los científicos que se oponen han tratado de "mantener viva la controversia" en la arena pública exigiendo que los reporteros den un "falso balance" al lado minoritario. Muy a menudo, como en el caso del cambio climático, esto deja al público con la impresión de que el desacuerdo dentro de la comunidad científica es mucho mayor de lo que realmente es.[18]​ La ciencia se basa en pruebas experimentales, pruebas y no dogmas, y la discusión es una actividad normal.[19]

En Estados Unidos, muchas revistas de ciencia, junto con periódicos como The New York Times y programas de ciencia popular como PBS Nova, adaptan su contenido a audiencias altamente educadas.[20]​ Muchas universidades e instituciones de investigación centran gran parte de sus esfuerzos de difusión en los medios de comunicación en la cobertura de estos medios. Algunos departamentos gubernamentales requieren que los periodistas obtengan autorización para entrevistar a un científico, y requieren que un secretario de prensa escuche las conversaciones telefónicas entre científicos y periodistas financiados por el gobierno.[21]

Muchos representantes de marketing farmacéutico han sido criticados por ofrecer comidas gratuitas a los médicos para promover nuevos medicamentos.[22][23]​ Los críticos de los periodistas científicos han argumentado que deberían revelar si la industria les ha dado viajes, comidas u otros regalos.[24]

La mayoría de los periodistas científicos comienzan su carrera como científico o periodista y pasan a la comunicación científica.[25]

Se han llevado a cabo algunos esfuerzos para crear agencias de noticias científicas que se enfoquen a elaborar materiales periodísticos sobre investigaciones y desarrollos que tienen lugar en la región.

En 1992 la Agencia EFE crea la sección de Ciencia y Medio Ambiente, que en 2009 se convierte en EFEverde para impulsar los contenidos científicos y medioambientales, en lo que sería el embrión de EFEfuturo, la Agencia de Noticias de Ciencia Tecnología y mundo digital, con alcance global.

Desde diciembre de 2007 funciona en España el Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC), una plataforma de ámbito estatal, apoyada por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) que publica y de acceso libre bajo licencia Creative Commons.

En mayo de 2012 comienza a funcionar en España Iberociencia, un servicio en línea de noticias científicas y tecnológicas, internacionales, con énfasis en la región iberoamericana, redactadas y revisadas por un equipo multidisciplinario de periodistas y científicos.

En junio del 2016 se creó el sitio N+1 en Español (nmas1.org), una empresa periodística que posee una revista en línea especializada en la creación y difusión de noticias de ciencia y tecnología, comunicándolas en un lenguaje claro, sencillo y universal para el público hispanoparlante, con contenidos de uso libre bajo licencia Creative Commons. También tiene un programa educativo, en el cual comparte el conocimiento en periodismo científico a comunicadores, científicos y emprendedores tecnológicos con el objetivo de generar un contenido de valor en un ecosistema de información de calidad.[26]

En 2018 se instala en España la plataforma The Conversation en su versión en español, que busca –mediante la publicación de artículos de divulgación escritos por la comunidad académica e investigadora– acercar a la sociedad los grandes asuntos contemporáneos y de las cuestiones complejas. Publica bajo licencias libres, cosa que permite que otros medios se hagan eco y re-publiquen su contenido.[27]

En el 2003 surgió la Agencia de Noticias de Ciencia y Tecnología de Colombia (NOTICyT), por iniciativa de la Asociación Colombiana de Periodismo Científico (ACPC), con recursos del Instituto Colombiano para el Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología y el respaldo de la Academia Nacional de Medicina de dicho país. En 2008 puso fin a sus operaciones, por falta de apoyos.

Para febrero de 2006 comenzó a operar en Argentina la Agencia de Noticias Científicas y Tecnológicas (Agencia CyTA), como parte del Programa de Divulgación Científica y Técnica del Instituto Leloir, apoyada tanto por la Fundación Instituto Leloir, como por la Fundación René Baron. Tiene como eje principal la producción y difusión de noticias científicas, entrevistas y material de divulgación destinado a los medios de comunicación gráficos, audiovisuales y digitales. La popularización de investigaciones desarrolladas por especialistas argentinos o instituciones dedicadas a la ciencia y la tecnología en el país constituye, en ese contexto, una prioridad.

En 2007 se crea la Red Argentina de Periodismo Científico (RADPC) como parte de la Federación Mundial de Periodistas Científicos. La misma es una organización sin fines de lucro que reúne a periodistas de ciencia de todo el país. Tiene como objeto principal contribuir a mejorar la práctica del periodismo científico y promover el debate sobre problemáticas científicas y tecnológicas en la sociedad. [28]

Existen tres agencias de divulgación científica de universidades públicas en el país: UNCiencia de la Universidad Nacional de Córdoba, TSS de la Universidad Nacional de San Martín y Agencia CTyS de la Universidad Nacional de la Matanza. [29][30]​ La Universidad Nacional de Córdoba cuenta además con un canal de televisión dedicado a la vida universitaria, incluyendo la ciencia y la tecnología, denominado Canal U.

La comunicación científica y el periodismo científico también tienen ejemplos en las universidades públicas españolas. Así, encontramos ejemplos en la Universidad Rey Juan Carlos –a través de su portal de Cultura Científica–[31]​ y en la Universidad de Granada –con el canal exclusivo dedicado a la divulgación científica llamado UGR Divulga–.[32]

En la Universidad Nacional de Moreno, se brinda a la comunidad la Licenciatura en Comunicación Social orientación Científica. La carrera pertenece al Departamento de Humanidades y Ciencias Sociales.[cita requerida]

En la Universidad de Buenos Aires, se dicta la Especialización en Comunicación Pública de la Ciencia y la Tecnología.[33]​ Se realiza en conjunto con la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, la Facultad de Filosofía y Letras y la Facultad de Ciencias Sociales.[cita requerida]

En la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, se puede realizar la Diplomatura Universitaria Superior en Comunicación Pública de la Ciencia de forma virtual. La organiza la Facultad de Ciencias Sociales y la Secretaría de Ciencia, Arte y Tecnología, y la auspicia el Centro Científico Tecnológico del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas Tandil.[cita requerida]

En la Universidad Nacional de Córdoba, se ofrece a los estudiantes la Especialización en Comunicación Pública de la Ciencia y Periodismo Científico, dictada en conjunto por la Facultad de Matemática, Astronomía, Física y Computación (FAMAF), la Facultad de Ciencias de la Comunicación y el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Provincia de Córdoba.[34]

En orden alfabético por medio y por el primer apellido:



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