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Educación sentimental



La educación emocional[1]​ o educación sentimental es “el proceso de enseñanza de las habilidades emocionales mediante el acompañamiento y apuntalamiento de la persona en el ejercicio y perfeccionamiento de las mismas.” (Lucas J. J. Malaisi).[2]

“La educación emocional es una forma de prevención primaria inespecífica. Entendemos como tal a la adquisición de competencias que se pueden aplicar a una multiplicidad de situaciones, tales como la prevención de consumo de drogas, prevención del estrés, ansiedad, depresión, violencia, etc.” (Bisquerra, 2005, p. 97).

Es importante que la escuela ofrezca una educación emocional, pues otorga herramientas para la resolución de problemas cotidianos, y por tanto, proporciona bienestar. Realizar talleres o actividades donde se aprenda a conocer las propias emociones y las de las y los demás, va a favorecer desarrollar competencias emocionales: conciencia emocional, regulación emocional,[3]​ autogestión, inteligencia interpersonal, habilidades de vida y  bienestar.[4]

Conviene distinguir entre inteligencia emocional, competencias emocionales y educación emocional.[5]

La educación emocional es un proceso porque implica un tiempo (toda la vida, y no un día); y por otro lado, cambios que son progresivos en la adquisición de dichas habilidades. Es una enseñanza, dado que se basa en la transmisión de conocimientos y la corrección de lo erróneo (comportamientos agresivos, impulsivos o desadaptativos en general).

Por eso, hay algunos referentes[11]​ que hacen una distinción entre la educación emocional y el acompañamiento emocional: "Las emociones no se educan, no se enseñan como si fuera una materia de clase. Se comprenden y se acompañan. La educación emocional en la escuela debería ser una constante, no una asignatura y para que eso pase, debe haber acompañamiento emocional por parte de la persona adulta al alumnado".

Por habilidades emocionales se entienden los cinco ejes[1]​ constitutivos de la inteligencia emocional:

Durante la educación emocional, el acompañamiento hace referencia a un otra persona que está junto a quién aprende, compartiendo un cierto período de tiempo (no un libro ni un transeúnte). Esta es la función del docente, padre, madre, abuelo, abuela, etc., que comparte un tiempo con la persona cuando enseña y apuntala, puesto que reafirma los comportamientos adecuados de la persona. Por el término ejercicio se hace referencia a la importancia en cuanto a que la persona practique y ejercite tales aprendizajes. Por último, la palabra perfeccionamiento hace referencia a la mejora continua de las habilidades emocionales mediante su ejercicio por parte de la persona y el apuntalamiento del/la educador/a. Este perfeccionamiento no tiene fin, puesto que tal enseñanza puede realizarse a lo largo de toda la vida. Sin embargo, la infancia es la edad más receptiva; por tanto, es cuando más efectiva resulta tal educación.

El objetivo[14]​ de aprender a identificar y expresar emociones y sentimientos gira en torno a los siguientes aspectos:

De estos objetivos generales se pueden derivar otros objetivos más específicos, en función del contexto de intervención. Algunos ejemplos son:

La educación sentimental o educación emocional es un tópico literario o concepto definido literariamente, que se refiere a la formación de la personalidad durante la infancia y la juventud, muy influida por las costumbres y convenciones sociales y por el imaginario transmitido por el currículum oculto del entorno escolar, la cultura infantil callejera y la cultura popular; especialmente en el desarrollo afectivo-sexual y especialmente en entornos de represión (en la posguerra española y en el arte y cultura del franquismo ha sido estudiada por Carmen Martín Gaite, Manuel Vázquez Montalbán o Terenci Moix (véase también El Florido Pensil).

El origen del término se encuentra en el título de la novela[15]La educación sentimental, de Gustave Flaubert.

No debe confundirse con otras maneras de entender la educación de los sentimientos o de las emociones (emocional o sentimental), ni con el concepto psicológico de reciente utilización, denominado inteligencia emocional.



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