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Ejercicios espirituales



Ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola es un libro espiritual de meditaciones, oraciones y ejercicios mentales (el libro está disponible en varios formatos) diseñado para ser realizados por un período de aproximadamente treinta días. Los Ejercicios han sido escritos con la intención de orientar a la persona hacia Dios en la fe católica. El mismo san Ignacio los define:

El libro de Ejercicios espirituales fue aprobado por el Papa Paulo III y publicado en el año 1548. Al principio no fueron escritos para su lectura, sino que el contenido del libro era el conjunto de anotaciones que realizaba el santo en sus ratos de oración.

San Ignacio tuvo que permanecer en reposo para recuperarse de las heridas que había recibido en la batalla de Pamplona en 1521[1]​. Durante este tiempo, leyendo vidas de santos, decide entregar su vida a Dios y empieza a tomar anotaciones de su oración. Esto constituye una primera redacción del libro de ejercicios espirituales. Posteriormente se traslada a Manresa, donde sigue escribiendo mientras reza. Aunque el cuaderno no tiene un uso público sino personal y privado, ya se forma en el libro una estructura completa de contenido.[2]

En 1534, san Ignacio funda la Compañía de Jesús, cuyos aspirantes a miembros deben realizar los ejercicios espirituales por un período de treinta días. Posteriormente se extenderá su uso a los fieles laicos.

Los ejercicios fueron planteados para realizarse en un lugar de retiro apartado, durante el cual aquellos que los realicen no tuviesen ningún tipo de distracción. Fueron diseñados también de manera que fuesen realizados bajo la dirección de un director espiritual (san Ignacio habla siempre de "el que da los ejercicios"). En la Compañía de Jesús, la etapa del noviciado incluye la obligación de realizar los ejercicios.

Entre los ejercicios, las instrucciones diarias incluyen pláticas varias acerca de la naturaleza del mundo, psicología humana como la interpretaba Ignacio y la relación del hombre con Dios. Durante cada día de los ejercicios, un participante típico de los retiros podría leer dos o tres páginas de estas instrucciones, y luego meditar sobre su significado y cómo lo podría aplicar a su vida personal. Luego comenta a su director espiritual qué significado tuvieron para él/ella estas instrucciones.

Una característica importante de los ejercicios es la obligatoriedad de guardar silencio durante los mismos (al levantarse por la mañana, al vestirse, durante los alimentos, en los recesos, antes de dormir), exceptuando los momentos en que se discute la reflexión acerca de una conferencia o algún texto bíblico, de manera colectiva entre todos los asistentes. Las conversaciones privadas no son permitidas a menos que sean con el director espiritual, con pocas excepciones. El motivo de esta práctica de silencio es obligar a la persona a realizar una introspección de las experiencias que está viviendo en el ejercicio, para que las medite a profundidad. A la experiencia de vivir estos momentos de silencio en meditación continua también se les llama desiertos.

Aunque los ejercicios están diseñados para durar un mes, existen versiones más cortas de 3, 7 o 15 días destinadas a los católicos laicos u otras personas interesadas en hacer estos ejercicios.

Los Ejercicios espirituales están divididos en cuatro semanas en las que se guarda silencio para impulsar un ambiente de oración. Cada semana se centra en un aspecto diferente.

En los ejercicios, san Ignacio propone la realización de varias prácticas durante la oración con el fin de que se pueda rezar de manera provechosa para el ejercitante.

En primer lugar, propone la formulación de una oración introductoria para rezar al principio de todos los momentos de oración que habrá durante el período de ejercicios. En esta oración se pide que todo el ser de la persona se oriente hacia Dios para que reciba en ese rato los dones que Dios quiere darle.

[3]​46: Oración: La oración preparatoria es pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones se ordenen puramente al servicio y alabanza de su divina majestad.

También, durante los ratos de meditación, propone que el ejercitante realice una composición de lugar, de forma que imagine la escena que se le propone. Después de esto se le pide que se meta dentro de la escena, de modo que sea participante activo en esa historia. Por último, se le propone un coloquio con Dios o con algún personaje destacado dentro de la meditación planteada. Por lo tanto, los ejercicios adquieren un formato de diálogo entre el ejercitante y Dios.

[4]​Ignacio comunica y contrasta sus vivencias a los comienzos de su conversión en distintos modos de diálogos espirituales, y poco a poco empezará a proponer a otros su mismo modo de orar, naciendo así los Ejercicios, como fruto de su conversar en el Señor".

Las enseñanzas extraídas de los ejercicios aparentan reflejar las ideas católicas del siglo XVI, tiempo durante el cual fueron escritos. Estas enseñanzas incluyen apoyo a la Cruzadas, oraciones a María, absoluta obediencia a sus superiores, una motivación misionera muy profunda, un vehemente deseo de defender el cristianismo católico de las ideas de la Reforma Protestante y de la expansión imperialista de los árabes que amenazaban la existencia y la relevancia del catolicismo, que se encontraba asimismo en crisis.

Los ejercicios están basados en las experiencias propias de su autor, especialmente en las vividas durante los diez meses en los que estuvo viviendo en Manresa como un eremita. Incluyen consideraciones acerca de la humildad, altruismo por el bien de la vida religiosa, reflexiones sobre la tendencia propia de caer en pecado, la visión de que el alma humana está continuamente guiada en dos direcciones: hacia la santidad y hacia el pecado.

Consistente con la teología católica, los ejercicios hacen numerosas referencias a la creencia que el propósito más alto del hombre es glorificar a Dios y no a sí mismo. Para este fin proveen de varias ilustraciones de cómo uno puede controlar el satisfacer los más 'bajos' deseos y a su vez, cómo se puede encontrar un medio para redirigir las propias energías hacia la realización del 'máximo' propósito de la vida.

El padre Leonardo Castellani, miembro de la Compañía de Jesús, escribía, hablando de los Ejercicios:

En la actualidad, los Ejercicios espirituales son todavía una parte integral del período de entrenamiento del noviciado de la orden religiosa de los miembros de la Compañía de Jesús. Además, muchos programas de trabajo jesuitas en todo el mundo ofrecen retiros al público en general en los cuales se emplean los ejercicios.

Aprovechando los beneficios de la tecnología se están implementando los llamados Ejercicios en la Vida Cotidiana, los cuales siguiendo el punto 19[6]​ de los Ejercicios de San Ignacio, se ofrecen para que la persona realice sus Ejercicios Espirituales por Internet o radio mientras sigue con su vida diaria.



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