El libro negro del comunismo: crímenes, terror y represión (1997) es un libro escrito por profesores universitarios e investigadores europeos y editado por Stéphane Courtois, director de investigaciones del Centro Nacional para la Investigación Científica, organización pública de investigación de Francia. Su propósito es catalogar diversos actos criminales (asesinatos, tortura, deportaciones, etc.) que son el resultado de la búsqueda e implementación del comunismo (en el contexto del libro, se refiere fundamentalmente a las acciones de Estados comunistas). El libro se publicó originalmente en Francia con el título Le Livre noir du communisme : Crimes, terreur, répression. En español fue publicado en 1998 por las editoriales Espasa Calpe y Planeta en 1998 (ISBN 84-239-8628-4), traducción de César Vidal. En 2010 Ediciones B publicó una nueva edición (ISBN 978-84-666-4343-6).
La introducción, a cargo del editor, Stéphane Courtois, mantiene que «...el comunismo real [...] puso en funcionamiento una represión sistemática, hasta llegar a erigir, en momentos de paroxismo, el terror como forma de gobierno». De acuerdo con las estimaciones realizadas, cita un total de muertes que «...se acerca a la cifra de cien millones». El análisis detallado del total es el siguiente:
La introducción proporciona también un listado más detallado de los actos criminales descritos en el libro:
El libro, entre otras fuentes, usó material de los entonces recientemente desclasificados archivos del KGB así como de otros archivos soviéticos.
Los autores, o al menos la mayor parte de ellos, afirman ser de izquierdas, ofreciendo como motivación de su trabajo que no deseaban dejarle a la extrema derecha el privilegio de acaparar la verdad (pg. 14 y 50 de la edición finlandesa del libro, 2001)
Debido a la mayor cantidad de asesinatos atribuidos al comunismo que al nazismo, surge el interrogante acerca de las semejanzas y diferencias existentes entre ambas ideologías. Stéphane Courtois escribió:
La sociedad nazi futura debía ser construida alrededor de la «raza pura», la sociedad comunista futura alrededor de un pueblo proletario purificado de toda escoria burguesa. La remodelación de estas dos sociedades fue contemplada de la misma manera, incluso aunque los criterios de exclusión no fueran los mismos.
.
El libro negro del comunismo recibió críticas favorables
y desfavorables, también atrayendo reprobaciones considerables y causando una enorme controversia. Tanto la información que presenta como la interpretación que hace de ella han sido tremendamente discutidas.Por una parte, diferentes historiadores han publicado estimaciones extremadamente diversas del número de muertes ocurridas en los países nombrados en el Libro negro. Por ejemplo, las estimaciones acerca de las muertes causadas por el régimen de Stalin en la Unión Soviética varían entre 8,5 y 51 millones,
mientras que los relativos a la China de Mao oscilan entre 19,5 y 75 millones. Los autores del libro negro defienden sus estimaciones acerca de la Unión Soviética (20 millones) y Europa oriental (1 millón) aseverando que han utilizado fuentes que no estaban disponibles para investigadores anteriores (los archivos soviéticos mencionados anteriormente). Al mismo tiempo, los autores reconocen que las estimaciones acerca de China y otros países aún dirigidas por regímenes comunistas son inciertas ya que sus archivos siguen cerrados.[cita requerida]En años recientes, otros autores han ido publicando estimaciones de muertes causadas por dictaduras comunistas progresivamente mayores. Por ejemplo, libros recientes como Mao: la historia desconocida, de Jon Halliday y Jung Chang y A Century of Violence in Soviet Russia de Alexander Yakovlev han propocionado cifras aún mayores que las del libro negro para China y Rusia respectivamente.
Los críticos del Libro negro del comunismo han alegado que el libro usa el término «comunismo» para referirse a una amplia variedad de sistemas diferentes, y que «arbitrariamente pone en el mismo saco fenómenos históricos totalmente diferentes como la guerra civil de 1918-21, la colectivización forzosa y el Gran Terror en la Unión Soviética, el Gobierno de Mao en China y de Pol Pot en Camboya, el Gobierno militar etíope así como diversos movimientos políticos latinoamericanos, desde los Sandinistas en Nicaragua a Sendero Luminoso en Perú». Sin negar la naturaleza comunista de los países mencionados, el periódico francés Le Monde Diplomatique ha argumentado que las tradiciones e historia locales desempeñaron un papel como mínimo tan importante como el del comunismo en cada caso.
Un grupo numeroso de críticos argumenta que sólo algunos (o incluso ninguno) de los regímenes mencionados en el libro fueron de hecho «comunistas». Esta idea no es nueva: la cuestión de si los estados comunistas históricos representan una implementación práctica adecuada o fiel de las ideas comunistas se remonta a la década de 1930. En la introducción del Libro negro, afirma que «algunos espíritus apesadumbrados o escolásticos siempre podrán defender que ese comunismo real no tenía nada que ver con el comunismo ideal». Sin embargo, no elabora más este punto, de modo que, para el propósito del libro, un Estado comunista se define como un régimen de partido único en el que el partido dirigente abiertamente proclama su adhesión al marxismo-leninismo. El Libro negro no trata de juzgar la honestidad de dichos partidos al autodenominarse «comunistas».
Sin embargo, la crítica más común al Libro negro es su carencia de contexto. El libro se centra exclusivamente en los Estados socialistas, sin hacer ningún tipo de comparación con los capitalistas. Los críticos han argumentado que, si se aplicasen las varas de medir expuestas por el libro negro al capitalismo, este sería responsable de al menos la misma cantidad de víctimas que los regímenes comunistas, o incluso más, de acuerdo con varios estudiosos (véase El libro negro del capitalismo, de Gilles Perrault, Jean Ziegler y Maurice Cury, publicado en 1998 como reacción al El libro negro del comunismo). Entre los actos criminales de los que se considera al capitalismo autor estarían las muertes resultado del colonialismo y del imperialismo, la represión de la clase trabajadora y los sindicatos en los siglos XIX y XX, las dictaduras prooccidentales en el Tercer Mundo durante la Guerra Fría y la terrible adaptación al capitalismo de las antiguas dictaduras comunistas tras 1990. Le Monde Diplomatique apunta que el Libro negro incrimina únicamente al campo comunista en numerosas guerras y revoluciones sin mencionar las muertes y otros actos criminales cometidos por el campo anticomunista al mismo tiempo. Pensadores como Noam Chomsky sostienen que los argumentos utilizados por los capitalistas para justificar tales muertes son muy similares a los argumentos utilizados para describir los regímenes comunistas. Por ejemplo, se alega que el colonialismo y el imperialismo no representan el verdadero capitalismo, y que las muertes debidas a las dictaduras prooccidentales durante la Guerra Fría fueron un peaje a pagar para luchar contra la expansión del comunismo.
Como respuesta a las críticas dirigidas contra el Libro negro, el periodista político Jean-François Revel dedicó prácticamente tres capítulos de su libro sobre el socialismo La gran mascarada. A lo largo del mismo replica a diversos autores, entre ellos Noam Chomsky, el imputar al capitalismo, no sólo crímenes que no le pertenecerían, como ser los de la esclavitud, el estatismo colonial o la economía planificada del Nacionalsocialismo, sino además aquellos que acaso sí le pertenecerían ya que mientras se hace culpable al capitalismo por los crímenes de la derecha anticomunista se intenta amnistiar al socialismo por los crímenes de la izquierda comunista. Como respuesta a las críticas dirigidas contra el Libro negro, el autor destaca que no ha habido en el campo marxista del «socialismo real" jamás un régimen democrático o pluralista, ni un sistema que no se viera necesitado del totalitarismo, del partido único y de la persecución política. Y en contrapartida a la réplica por la represión de la actividad sindical en los albores del capitalismo, Revel considera al socialismo indisolublemente ligado al trabajo forzado y la esclavitud de Estado.
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