El vómito, también llamado emesis, es la expulsión violenta y espasmódica del contenido del estómago a través de la boca. Aunque posiblemente se desarrolló evolutivamente como un mecanismo para expulsar del cuerpo venenos ingeridos, puede aparecer como síntoma de muchas enfermedades no relacionadas con estos, ni siquiera con el estómago (gastritis), como puede serlo una patología cerebral u ocular.
La sensación que se tiene justo antes de vomitar (pródromo) se llama náusea (también llamada coloquialmente arcada, ansia, fatiga o angustia, dependiendo de la región) que puede preceder al vómito o también puede aparecer aislada.
Los medicamentos llamados antieméticos pueden ser necesarios para la supresión de la náusea y el vómito. Los eméticos (Psychotria ipecacuanha o emetina) ya no se usan desde la generalización del lavado gástrico, pues al provocar el vómito, el ácido clorhídrico del estómago o el tóxico ingerido dañan el esófago (por dos veces en la ingesta de cáusticos con lesiones bastantes graves ya difícilmente remediables después).
También se entiende por vómito aquello que se vomita (quimo).
La emesis está controlada por el centro del vómito en la formación reticular del bulbo raquídeo. Ésta puede recibir señales de estimulación de varios orígenes, a saber:
Es un acto complejo que incluye tres acciones básicas sincronizadas, todas ellas con origen en el bulbo: acción motora, acción nerviosa parasimpática y acción nerviosa simpática.
Aunque no está totalmente definido el papel de los neurotransmisores en la regulación del vómito, clásicamente se han empleado con éxito inhibidores de la dopamina, histamina y serotonina para suprimir el vómito.
El contenido gástrico expulsado es fuertemente ácido ya que contiene ácido clorhídrico (HCl), pudiendo también contener restos de comida. El contenido del vómito puede ser útil en la clínica para orientar el diagnóstico. Se denomina hematemesis al vómito que presenta sangre fresca. Vómito bilioso es el nombre del vómito que contiene bilis producto de la contracción duodenal en caso de estar acompañado por arcadas muy fuertes. El vómito fecaloideo se caracteriza por contener restos oscuros, putrefactos y de mal olor a causa de una obstrucción intestinal o de una fístula gastrocólica.
Si las arcadas y los reflejos asociados al vómito prevalecen por largos periodos de tiempo sin expulsión de contenido gástrico alguno, se conoce a esta condición como emesis no productiva.
El vómito puede provocar la asfixia si alcanza las vías respiratorias en cantidad suficiente. Por lo general, en individuos normales esto es muy infrecuente, pero en personas con estados de consciencia disminuidos es un riesgo grave y tangible. Esto ocurre en intoxicaciones alcohólicas, por anestésicos u opiáceos, o en personas intoxicadas con pérdida de conocimiento. La postura lateral de seguridad puede evitar la asfixia en el caso de que una persona inconsciente vomite.
Si se vomita de forma continuada, los niveles corporales de agua y electrolitos disminuyen y pierden el equilibrio. Esto puede provocar situaciones muy diversas y de distinta gravedad según el grado de la alteración. La deshidratación y los desequilibrios electrolíticos son más frecuentes en niños y ancianos.
El vómito con sangre recibe el nombre de hematemesis. Este puede producirse por distintas lesiones del aparato digestivo, que pueden ir desde la boca hasta el píloro.
Son muchas y muy variadas las situaciones que pueden provocar el vómito, por lo que suele ser conveniente un diagnóstico diferencial. A modo general, se encuentran:
El ácido clorhídrico en la boca produce:
Glándulas salivares: Suelen aumentar de tamaño, en especial las parótidas, como consecuencia de la acción de vomitar. El resultado es un rostro de aspecto regordete.
Disminución de la presión arterial por la pérdida de líquido y sodio; aumento de las pulsaciones cardíacas o taquicardia y aparición de arritmias cardíacas como consecuencia de la pérdida de potasio, calcio y magnesio.
Se emplean antieméticos, que reducen las náuseas y la frecuencia del vómito. Son ampliamente usados de forma concomitante con citostáticos y anestésicos opioides, y como alivio sintomático en casos de cinetosis. Cuando el vómito ha sido frecuente es recomendable la ingestión abundante de líquidos. Si no fuera posible, es necesario fluidoterapia con suero.
En otras ocasiones es necesario provocar el vómito, por ejemplo en el caso de una intoxicación reciente, antes de que sea absorbida. Se emplea jarabe de ipecacuana, una preparación extemporánea que contiene cefelina y emetina. Es muy importante tener en cuenta que cuando la conciencia de un individuo está comprometida (desorientación, estupor...) no se debe provocar el vómito por el alto riesgo de asfixia. Tampoco debe hacerse si la sustancia es corrosiva (un ácido o base fuerte como la soda cáustica) o es un derivado del petróleo.
En caso de presentar náuseas de manera poco constante, se recomienda utilizar compresas frías en zonas como: muñecas, cuello, detrás de tus rodillas e incluso en tu cara. También es recomendable consumir pequeñas cantidades de hielo, sin embargo, si los síntomas y náuseas persisten lo más recomendable es acudir con un doctor de manera inmediata.
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