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Eminencia gris



Eminencia gris (en francés, éminence grise) es un término utilizado para describir a un consejero de soberanos o gobernantes que opera secretamente o de forma no oficial. Acuñada en un principio para referirse al Padre José, consejero del cardenal Richelieu, posteriormente se ha aplicado coloquialmente a otros personajes poderosos, que actúan tras bambalinas, ejerciendo como el poder detrás del trono.

El concepto del nombre «Eminencia gris» parte de «eminencia», persona eminente de gran inteligencia, que sobresale y destaca entre los demás; y «gris», que impulsa las decisiones desde la oscuridad. Se califica así a la «cabeza pensante», que ejerce una posición de poder desde las sombras, tras bastidores o detrás del telón.

La expresión «Eminencia gris» se empleó por primera vez en Francia referida al sacerdote capuchino y mano derecha del cardenal Richelieu François Leclerc du Tremblay. El color de su hábito, marrón claro, era descrito en la época como gris. Asimismo, el tratamiento habitual para los cardenales en la Iglesia católica es eminencia, aunque Leclerc du Tremblay nunca fue cardenal.[1]​ Por su parte, por el color de su ropaje cardenalicio, el cardenal Richelieu fue conocido como «la eminencia roja».

Aldous Huxley escribió una biografía de Leclerc titulada Grey Eminence.

Se suele llamar "eminencia gris" a aquella persona que ejerce una extrema injerencia sobre el aparato y las decisiones de un gobierno, una suerte de asesor de absoluta confianza y mano derecha, de quien ocupa el cargo central y puede llegar a tener un vínculo estrecho con el líder en cuestión, pudiendo ser un fiel amigo y aliado, como es el caso de Joseph Goebbels con Hitler, o Peter Mandelson con Tony Blair, o José López Rega con Juan e Isabel Perón, o Vladimiro Montesinos con Alberto Fujimori, o no serlo y compartir una relación meramente por necesidad o interés, sirva el ejemplo de Talleyrand y Fouché con Napoleón. Generalmente son personas que ejercen una vasta influencia sobre el jefe de gobierno o de estado y dependiendo del caso, su poder e influencia pueden extenderse inclusive hasta otros miembros del mismo gobierno, o círculos de altos niveles de poder, no necesariamente directamente relacionados con la política, tales como los sectores académicos, literarios, empresariales, diplomáticos y hasta militares.

La figura de la eminencia gris tiende a ser ejercida por personas, inteligentes, estratégicas, calculadoras, distantes, frías, misteriosas y en algunos casos manipuladoras. Son el tipo de personajes que anhelan poder, pero que prefieren permitir que otros lo ejerzan en su nombre y llegan a desarrollar planes de gobierno, acciones políticas y a tener un poder de decisión y libertad de acción tan desproporcionados, que su firma se encuentra estampada en cada acción que el gobierno ejecute y logrando que todos los que forman parte del mismo lo reconozcan como la voz cantante, aun cuando ni siquiera ejerza un cargo de importancia.

De la misma forma la eminencia gris puede ser o bien conocida o completamente desconocida para el público y también hay casos en que las eminencias grises han caído de su pedestal de poder, como Ramón Serrano Suñer, quien fue el principal aliado y asesor político de Francisco Franco durante los diez primeros años de la dictadura y que, luego de una crisis política interna, vio como su estrella se esfumaba y ocupaba su lugar Luis Carrero Blanco; o el caso de Séneca, quien sería el más allegado asesor político del emperador romano Nerón hasta que perdió el favor imperial y Petronio apareció en la escena como su sustituto.

Igualmente, ha habido casos en los que las eminencias grises han debido asumir de forma oficial el gobierno en momentos determinados. Tal es el caso de Talleyrand, quien se convirtió en el primer Primer Ministro de Francia y dirigió la Junta de Gobierno provisional que sucedió a Napoleón tras su primera caída, o el mismo Joseph Goebbels, quien tras el suicidio de Hitler en los últimos días del Tercer Reich se convirtió en Canciller por 24 horas hasta su propio suicidio.

El que una eminencia gris sea, por definición, extremadamente cercana al foco del poder, no implica que la relación entre la cabeza del gobierno y ella sea cercana, amistosa, ni siquiera cordial; de hecho, muchos de los más notorios políticos que han ejercido tal papel fuerzan al líder a depender de ellos y, debido a que no se consideran inferiores al mismo, le debaten sus acciones y lo cuestionan directamente sin ningún tipo de limitación.

Aunque por supuesto hay casos de asesores allegados y cercanos al líder de gobierno, también hay otros ejemplos de eminencias grises que buscan asegurar su permanencia en el centro de poder y no temen en traicionar o cambiar a los líderes y jefes para lograrlo. Ejemplo sería el mismo Talleyrand, quien primero sirvió al rey Luis XVI, luego se convirtió en un líder revolucionario, pasando a formar parte del Directorio y luego traicionar al mismo al apoyar y fraguar el Golpe de 18 de Brumario que le permitió a Napoleón ascender al poder, sólo para al final traicionar a Napoleón al formar parte de la Primera y la Segunda Restauración monárquica. Otro ejemplo sería también Andrés Rodríguez Pedotti, quien, tras ejercer como la mano derecha de Alfredo Stroessner en su dictadura de 35 años y ser su consuegro, le propinó un golpe de estado y asumió él el gobierno.



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