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Evangelio de Marcos



El Evangelio según Marcos o Evangelio de Marcos (en griego, κατὰ Μᾶρκον εὐαγγέλιον; abreviado, Mc) es el segundo libro del Nuevo Testamento de la Biblia cristiana. El Evangelio de Marcos es el relato de la vida, el ministerio, los milagros, y las palabras de Jesucristo. En contraste con Mateo, el cual primeramente presentó a Jesús como el Mesías, Marcos enfatizó en la servidumbre del Señor.[1]

Es el más breve de los cuatro evangelios canónicos y también el más antiguo según la opinión mayoritaria de los expertos bíblicos.[2][3]​ Entre los estudiosos existe un amplio consenso en datar el Evangelio de Marcos a finales de los años 60 del siglo I d.C., o poco después del año 70 d.C.[4]​ Su autor es desconocido, aunque una tradición cristiana tardía lo atribuye a Marcos, personaje citado en otros pasajes del Nuevo Testamento. Narra la vida de Jesús de Nazaret desde su bautismo por Juan el Bautista hasta su resurrección.

Existe una estrecha relación entre los tres evangelios sinópticos (Marcos, Mateo y Lucas). De los 662 versículos que componen el Evangelio de Marcos, 406 son comunes tanto con Mateo como con Lucas, 145 solo con Mateo y 60 solo con Lucas. Únicamente 51 versículos de Marcos no tienen paralelo en ninguno de los otros dos sinópticos.

La tradición cristiana había establecido que el evangelio más antiguo era el de Mateo. Se había llegado a afirmar que el de Marcos era un resumen de los Evangelios de Mateo y Lucas.

Weisse y Wilke, de modo independiente, en 1838 concluyeron que el Evangelio de Marcos no era un resumen de Mateo y Lucas, sino que era anterior a ellos y más bien les había servido de fuente. Además, Weisse estableció la teoría de que existía una fuente común a Mateo y Lucas. Johannes Weiss, en 1890, denominó con la letra Q a esta fuente (de Quelle, que significa ‘fuente’ en alemán). La teoría de las dos fuentes fue analizada y sistematizada por Heinrich Julius Holtzmann.

La hipótesis más extendida para explicar la relación entre el Evangelio de Marcos y los otros dos evangelios sinópticos, el de Mateo y el de Lucas, es hoy la teoría de las dos fuentes. Esto no quiere decir que todos los expertos la acepten, ni que no puedan oponérsele diversas objeciones. Hay bastante acuerdo, sin embargo, en que, el de Marcos, fue el primero de los cuatro evangelios en ser redactado.

En el marco de la teoría de las dos fuentes, las posibles relaciones entre el Evangelio de Marcos y la fuente Q han sido estudiadas por autores como L. Burton Mack (The Lost Gospel: The Book of Q and Christian origins, 1993) y Udo Schnelle (The History and Theology of the New Testament Writings, 1998).

No existen pruebas definitivas acerca de quién fue el autor de este evangelio. El texto no incluye ninguna indicación sobre su autoría.

La tradición cristiana, sin embargo, ha atribuido el evangelio a Marcos, discípulo de Pedro, personaje citado en las epístolas de Pablo de Tarso (concretamente en Col 4,10), en los Hechos de los apóstoles (Hch 12,12-25; Hch 13,15; Hch 15,37), donde es presentado como compañero de Pablo[5]​ y en la primera epístola de Pedro, que lo llama "mi hijo" (1 Pedro 5:13).

La base de esta tradición se encuentra en algunas referencias de los primitivos autores cristianos a la idea de que Marcos puso por escrito los recuerdos del apóstol Pedro. Eusebio de Cesarea, que escribió a comienzos del siglo IV, cita en su Historia eclesiástica un fragmento de la obra hoy perdida de Papías de Hierápolis, de comienzos del siglo II.[6]​ Papías, a su vez, remonta su testimonio a Juan el Presbítero.

Hacia el año 180, Ireneo de Lyon, escribió:

El apologista Justino Mártir cita una información que se encuentra también en el Evangelio de Marcos diciendo que son las memorias de Pedro (Dial. 106.3).[7]​ En Hechos 10, 34-40}}, el discurso de Pedro resume las líneas generales del Evangelio de Marcos. Por otro lado, no parece haber ninguna razón por la cual los primitivos cristianos tuvieran que adjudicar la autoría de este evangelio a un personaje oscuro que no fue discípulo directo de Jesús, en lugar de atribuírsela a uno de los apóstoles.

Algunos autores actuales[8]​ consideran sumamente dudosa la atribución a Marcos, dado que la teología de este evangelio parece más cercana a las ideas de Pablo de Tarso que a las de Pedro, que sale bastante malparado en el relato marcano. Tanto los errores del autor en cuestiones referentes a la geografía palestinense,[9][10]​ como lo que se sabe del proceso de composición de la obra no parecen abonar la teoría de la escritura de este evangelio por un discípulo directo de Pedro. Parece demostrado que antes de la escritura de este evangelio circulaban ya oralmente breves relatos sobre Jesús y sus dichos ("perícopas"), y que el autor recopiló estos materiales heterogéneos.[3]

El autor, se trate o no de Marcos, parece ser que se dirige predominantemente a pagano-cristianos, más que a judeocristianos.[11]​ Cada vez que emplea un término en hebreo o en arameo, lo traduce al griego, lo que hace suponer que se dirige a una audiencia no familiarizada con estos idiomas. Utiliza la traducción al griego de la Biblia, la Biblia de los Setenta, y no su versión original hebrea, y no está familiarizado con la geografía de Palestina.[9][10]

El evangelista utiliza en algunas de sus citas y expresiones la versión griega de la Biblia, en lugar de usar la versión hebrea o aramea, como sería de esperar en un judío originario de Judea.

El texto del Evangelio de Marcos tiene abundantes expresiones semíticas. Para algunos autores,[12]​ esto sería indicio de que se basa en un texto arameo (o varios textos, según teorías modernas). Destacan los siguientes:

También se destacan otras construcciones sintácticas de influencia aramea, hasta en 38 versículos.

Desde la época de Clemente de Alejandría a finales del siglo II se sostuvo que este evangelio fue escrito en Roma, basándose en los latinismos que aparecen en el texto, como denarius o legión. Algunos de los latinismos empleados por Marcos que no aparecen en los otros evangelios son "σπεκουλατορα" ("speculatora", soldados de la guardia; Marcos 6, 27), "ξεστων" (corrupción de "sextarius", vaso; Marcos 7, 4) o "κεντυριων" ("centurión"; Marcos 15, 39; Marcos 15, 44-45). Se detectaron también paralelismos entre el Evangelio de Marcos y la Epístola a los romanos de san Pablo.[14]

Sin embargo, la hipótesis del origen romano del Evangelio de Marcos fue cuestionada por autores como Reginald Fuller (A Critical Introduction to the New Testament), dado que los latinismos presentes en el evangelio marcano suelen ser términos relacionados con la vida militar, por lo que eran muy probablemente palabras conocidas en todas las regiones del Imperio Romano en las que existían guarniciones militares. Se ha propuesto como alternativa la posibilidad de que fuese redactado en Antioquía. Sin embargo, no existen indicios claros acerca del lugar donde fue compuesto el Evangelio de Marcos.

La idea más extendida es que el Evangelio de Marcos fue escrito para una comunidad cristiana helenística de lengua griega radicada en algún lugar del Imperio Romano. Parece que los destinatarios de este Evangelio desconocían las tradiciones judías, ya que en varios pasajes el autor las explica (Marcos 7, 1-4; Marcos 14, 12; Marcos 15, 42). También desconocían probablemente el arameo, ya que se traducen al griego las frases ταλιθα κουμ ("talitha kum"; Marcos 5, 41) αββα ("Abba"; Marcos 14, 36), y el hebreo, que también se traduce κορβαν ("Corban"; Marcos 7,11).

Las citas del Antiguo Testamento proceden en general de la Biblia de los Setenta, traducción al griego (Marcos 1, 2; Marcos 2, 23-28; Marcos 12, 18-27).

Además, en el evangelio es perceptible una cierta actitud antijudía en la caracterización de los fariseos, o en la atribución a los miembros del Sanedrín, más que a las autoridades romanas, de la responsabilidad de la muerte de Jesús.

Si se acepta la hipótesis de que el texto fue redactado en una fecha temprana y si se da por hecho que el autor es Marcos es posible que:

La mayoría de los estudiosos bíblicos data la redacción de este evangelio en su estado actual entre los años 65 y 75.[4][15]

El año 65 como terminus a quo se debe a dos motivos, fundamentalmente: por un lado, según lo que mayoritariamente se acepta sobre el proceso de composición de este Evangelio, se requirió cierto tiempo para que se desarrollasen las diferentes tradiciones orales sobre Jesús (perícopas) que se cree el autor de Marcos utilizó para la confección de su obra. En segundo lugar, se cree que ciertos pasajes del texto reflejan los acontecimientos de la primera guerra judía, según se conocen por otras fuentes, especialmente las obras de Flavio Josefo, aunque se discute si la destrucción del Templo de Jerusalén (que tuvo lugar en el año 70) se había producido ya o se consideraba próxima. Los eruditos que consideran que ya se había producido basan su opinión sobre todo en el análisis de Marcos 13, capítulo conocido como "Apocalipsis Sinóptico" o "Pequeño Apocalipsis de Marcos", y en algunos otros fragmentos.

El año 80 es considerado por la mayoría el terminus ad quem para la adaptación de este Evangelio, ya que, en el marco de la teoría de las dos fuentes, se cree que el de Marcos es el Evangelio más antiguo, y que fue utilizado como fuente por Mateo y Lucas, que escribieron, según se cree, entre los años 80 y 100. Varios autores consideran que lo más probable es que fuese compuesto antes del año 68, año del martirio de Marcos en Alejandría.

Algunos eruditos, sin embargo, han propuesto una revisión radical de esta cronología: algunos de ellos proponen fechas muy tempranas, mientras que otros lo datan en épocas tan tardías como la Rebelión de Bar Kojba.[16]

La hipótesis de la datación temprana recibió un impulso importante cuando el erudito español Josep O’Callaghan Martínez afirmó que el papiro 7Q5, un manuscrito descubierto en Qumrán, era un fragmento del Evangelio de Marcos. De ser cierta esta hipótesis, existirían secciones escritas del Evangelio de Marcos que podrían ser anteriores al año 50, es decir, apenas posteriores a la muerte de Jesús. Esto significaría un revés para las hipótesis de quienes sostienen que los Evangelios canónicos fueron redactados tardíamente, incluso después del siglo II, y para quienes consideran que los relatos evangélicos sobre Jesús son míticos. Muchos exégetas (entre ellos Kurt Aland, Bruce Metzger, Joseph Fitzmyer, o el qumranólogo Julio Trebolle) rechazaron la hipótesis de O'Callaghan de que el papiro se corresponda con el texto del Evangelio de Marcos, y con ellos otros autores que revisaron el tema.[17][18]​ Sin embargo, la crítica no fue unánime: el académico alemán Carsten Peter Thiede, reconocido por sus investigaciones de los rollos del Mar Muerto, respaldó la interpretación de O'Callaghan en su libro The Earliest Gospel Manuscript? de 1982. Por otra parte, la identificación del papiro 7Q5 es propia del campo de la papirología -al tratarse del residuo físico de un papiro- y no de la exégesis bíblica, aunque su identificación tenga repercusiones en la interpretación de las Sagradas Escrituras. Y en el campo de la papirología, la tendencia es totalmente contraria, pues la identificación del 7Q5 con el Evangelio de Marcos cuenta con el respaldo de las máximas autoridades papirológicas: la profesora Orsolina Montevecchi (presidenta de la Asociación Internacional de Papirología), el profesor Sergio Daris (papirólogo de la Universidad de Trieste), y el profesor Herbert Hunger (director de la colección de papiros de la Biblioteca Nacional austríaca, y profesor emérito de papirología en la Universidad de Viena), entre otros. Herbert Hunger declaró: «No soy religioso, ni soy biblista; soy científico. Y como científico puedo decir que, desde el punto de vista estrictamente papirológico, no hay debate posible: O´Callaghan tiene razón»[19]​ A esto se sumaron positivamente las pruebas matemática e informática (programa Ibycus) (ver en artículo asociado: Papiro 7Q5). No obstante, el hecho de que estos fragmentos de papiro sean excesivamente pequeños y sea, por tanto, necesaria una larga tarea de reconstrucción, hace que la mayoría de estudiosos actuales vean la teoría de O'Callaghan con escepticismo.[20]

El Evangelio de Marcos relata la historia de Jesús de Nazaret desde su bautismo hasta su resurrección. A diferencia de los otros dos sinópticos, no contiene material narrativo acerca de la vida de Jesús anterior al comienzo de su predicación.

Marcos está de acuerdo en lo esencial con la teología paulina: lo único importante en Jesús es su muerte y su resurrección. No obstante, a diferencia de Pablo, se ocupa de consignar los hechos y dichos de Jesús.

En Marcos se relatan cuatro exorcismos practicados por Jesús:

Estos exorcismos son recogidos en los otros sinópticos: el segundo y el cuarto tanto por Lucas como por Mateo; el primero solo por Lucas (Lucas 4, 31-37) y el tercero solo por Mateo (Mateo 15, 21-28).

Existen otros ocho relatos detallados de curaciones de diversas dolencias realizadas por Jesús:

De estas ocho curaciones, seis son recogidas en los otros dos sinópticos, y solo dos de ellas (la curación del sordomudo de la Decápolis y la del ciego de Betsaida) no aparecen en ninguno de los otros evangelios. Es destacable el hecho de que solo en estas dos curaciones emplea Jesús medios taumatúrgicos (concretamente, utiliza la saliva para "abrir" la lengua y los oídos de uno y los ojos del otro).[21]

El final del Evangelio de Marcos, a partir de Mc 16, 9, en el que se narran las apariciones de Jesús resucitado a María Magdalena, a dos discípulos que iban de camino y a los once apóstoles, así como la ascensión de Jesús, es casi seguro que se trata de una adición posterior.

De hecho, en la nota a pie de página de la Biblia de Jerusalén se señala lo siguiente:

El final de Marcos vv 9-20, forma parte de las Escrituras inspiradas; es considerado como canónico. Esto no significa necesariamente que haya sido redactado por Marcos. De hecho, se pone en duda su pertenencia a la redacción del segundo Evangelio.

De hecho, los versículos 9-20 no aparecen en ninguno de los manuscritos conservados más antiguos y se ha comprobado que el estilo es muy diferente al resto del Evangelio. Orígenes, en el siglo III, cuando cita los relatos de la Resurrección, se refiere a los otros tres canónicos, pero no a Marcos. Algunos manuscritos, además, añaden otros finales diferentes del actual.

La incógnita es si Marcos quiso que tuviese este final, si tuvo que finalizar bruscamente por alguna razón desconocida o si hubo un final que se perdió.

El texto arameo que probablemente sirvió de fuente a Marcos parece ser en realidad una recopilación de narraciones en fragmentos diversos, que pudieron llegar a los evangelistas como una colección de textos, o bien ya interconectados en una primera historia evangélica. Algunos autores de la tercera búsqueda del Jesús histórico consideran que puede clasificarse cada una de estas unidades literarias en función de sus coincidencias o divergencias entre los evangelios. De este modo, entre las más antiguas se destacarían las narraciones de la Pasión, y entre las más modernas, las de infancia y los materiales propios de cada evangelista.



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