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Expedición Libertadora



Fuerzas terrestres: 4118 hombres y 296 jefes y oficiales[1][2][3][4]

José de San Martín: jefe del ejército.

La Expedición Libertadora del Perú fue una fuerza militar naval y terrestre, creada en 1820 por el gobierno de Chile, como parte del plan del general y libertador rioplatense José de San Martin para lograr la independencia del Perú, sede del gobierno español en América del Sur y consolidar con ello la independencia de Hispanoamérica, en el marco de la operación conjunta de los ejércitos patriotas.[8]

Tras la victoria en Maipú, con la que es lograda la independencia de Chile, el general San Martín se dedica a preparar la independencia del Perú y formar una fuerza expedicionaria con la cual atacaría las costas del Virreinato del Perú para asegurar el desembarco del ejército libertador del sur. Ante el caos que se vivía en Río de la Plata,[8]​ el 5 de febrero de 1819 fue firmado un tratado entre la nueva República de Chile y las Provincias Unidas del Río de la Plata mediante el cual la fuerza militar sería organizada por el gobierno de Chile y los costos debían ser reintegrados por el futuro gobierno independiente del Perú. El nuevo director supremo de Chile, Bernardo O'Higgins, nombró a José de San Martín como jefe del ejército y al marino escocés Thomas Cochrane, comandante de la flota naval. De esta forma, el «Ejército Libertador del Perú», denominado así por decreto supremo del Congreso de Chile del 19 de mayo de 1820,[9]​ era el Ejército Unido Libertador de Chile, una fuerza combinada de unidades del Ejército de Chile junto con las del Ejército de los Andes.

La expedición naval de Cochrane destruiría el poder naval español, y las fuerzas terrestres desembarcan el 8 de septiembre en la bahía de Paracas y participan en las expediciones de Arenales a la sierra del Perú. El general San Martín se dirige primero al norte y después llega a Lima, donde proclama la independencia del Perú. El ejército expedicionario, proveniente de Valparaíso, permanecería en el Perú hasta su disolución con el motín del Callao de 1824 y sus restos se añadirán a las unidades nuevas creadas del Ejército del Perú dando origen al Ejército Unido Libertador del Perú.

En 1814 la Capitanía General de Chile fue reconquistada por la corona española tras la batalla de Rancagua, poniendo término al periodo denominado Patria Vieja, en el cual los patriotas chilenos habían gobernado los destinos de la colonia y concebido notables reformas al régimen colonial español. Posterior a dicho suceso, las tropas chilenas, junto a los personeros del gobierno, huyeron a Mendoza, donde fueron recibidas por el Gobernador de la provincia de Cuyo general José de San Martín, quien había concebido durante su estadía en la provincia de Córdoba un plan de liberación de las colonias sudamericanas del Imperio español. Este plan consistiría en invadir Chile con un ejército conformado por los restos del Ejército de Chile, derrotado en Rancagua, y tropas argentinas, para llevar esto a cabo, solicitó se le diera la gobernación de la Provincia de Cuyo. Luego de la invasión y liberación de Chile, por el ejército aliado, este se embarcaría por mar rumbo al Perú para extinguir la presencia española en aquella región, dado que suponía una gran amenaza para la independencia de los demás países latinoamericanos.

La flota que navegaría en el Pacífico con el pabellón de las tres estrellas y llevaría al ejército libertador al Perú se formó por capturas de buques españoles y la compra de naves inglesas y americanas. El primer buque de guerra fue el bergantín español llamado Águila, de 16 cañones, que entró engañado a Valparaíso luego de la batalla de Chacabuco porque los patriotas dejaron las banderas realistas flameando en la fortaleza. Fue capturado y, bautizado con el nombre de Pueyrredón. En su primera misión fue enviado a la isla Juan Fernández a rescatar los patriotas prisioneros de los realistas. Entre ellos estaba Manuel Blanco Encalada, quien sería luego comandante de la flota. Luego llegó el Windham de 44 cañones, comprado por José Antonio Álvarez Condarco en Londres. Fue la destacada Lautaro. Con estos dos buques, luego de la victoria de Maipú, persiguieron a la flota española compuesta por la Esmeralda, la Venganza y el Pezuela que bloqueaba Valparaíso y entorpecía la navegación y hostigaban a los buques neutrales que llegaban al puerto.

En abril de 1818, la Lautaro y el Pueyrredón salieron del puerto y se trabaron en combate con la Esmeralda consiguiendo abordarla. Luego de un importante combate la nave española pudo escapar por su mayor velocidad y dirigirse a Talcahuano. Aunque no se pudo tomarla presa, desde ese momento, la marina chilena dominó las costas de Valparaíso. En julio se compró una corbeta estadounidense que se bautizó como Chacabuco, luego otro bergantín estadounidense que se llamó Araucano. En agosto llegó un navío importante, de 60 cañones, contratado por Condarco en Londres, que se denominó San Martín. El mando de la armada fue confiado a Manuel Blanco Encalada. Los patriotas tenían a fines de 1818 una escuadra que podía combatir contra los realistas en el Pacífico.

Mientras tanto, en mayo de 1818, zarpaba de la isla de Cádiz con rumbo a Chile, una expedición española de once transportes, que conducían 2000 soldados, escoltadas por dos naves de guerra, una de ellas era la María Isabel, de 50 cañones. La noticia se conoció en Buenos Aires, por los agentes del gobierno argentino en Cádiz en el mes de julio. Pueyrredón envió a los bergantines Lucy y el Intrépido para que se incorporen a la flota chilena. En agosto arribó a Buenos Aires el Trinidad, uno de los transportes españoles con la tripulación sublevada. De esta manera los patriotas conocieron el punto de reunión y el código de señales de la escuadra realista.

En octubre zarpaba de Valparaíso la escuadra chilena al mando de Blanco Encalada, y comandando la infantería de marina el capitán Guillermo Miller. Debían interceptar el convoy realista. Encontraron a la María Isabel en el puerto de Talcahuano, protegida por los cañones de la fortaleza. En una destacada acción de los marinos y los infantes, capturaron la nave y la llevaron a Valparaíso donde fue bautizada como la O'Higgins. Cayeron en manos de los patriotas cinco transportes con todos sus bagajes. El resto huyó al Callao. Así, Chile, en poco tiempo dominó el Pacífico. La última expedición española que partió hacia América había sido aniquilada a fines de 1818.

Llegaba entonces a Valparaíso Thomas Cochrane, lord escocés, miembro del parlamento y héroe de muchas batallas en las flotas de Inglaterra. Había aceptado los ofrecimientos de los agentes de San Martín y O'Higgins en Londres. Fue nombrado jefe de la escuadra chilena con el grado de Vicealmirante y Blanco Encalada, conociendo la capacidad del nuevo jefe, se puso a sus órdenes. Los independientes, a fines de 1818 podían dominar el Pacífico. Este era el paso previo para poder llevar el ejército al Perú.[10]

La victoria de Maipú hizo posible el comienzo de la conformación de la expedición libertadora hacia Perú. En primer lugar se debía crear una escuadra, después organizar y equipar un ejército poderoso y finalmente preparar armamentos para levantar otros en el Perú. A su vez se debían, además, reducir los últimos focos realistas subsistentes en Chile que resistían aún con tenacidad. El director supremo O'Higgins se encargó de la preparación de la escuadra y de la pacificación del territorio de Chile. La escuadra se formó en gran parte con las adquisiciones de Álvarez Condarco y las naves que el almirante Manuel Blanco Encalada capturó en varios cruceros. Por otro lado el ejército surgía con mayor lentitud pero la constancia y la sagacidad de general San Martín llevó a los gobiernos de Chile y de las Provincias Unidas del Río de la Plata a firmar un acuerdo en febrero de 1819 que decidió en firme su preparación. Entretanto el almirante Cochrane había realizado un crucero por el Pacífico en el que conquistó varias naves y pertrechos, y sobre todo, afirmó su dominio en el mar por el que debía cruzar la expedición.

La guerra civil en las Provincias Unidas complicó la labor bélica de San Martín. El gobierno para sostenerse (como representante de una tendencia), requirió la ayuda de las tropas del ejército de los Andes. Lo exigió primeramente Pueyrredón y posteriormente su reemplazante José Rondeau.

Finalmente el 1 de febrero de 1820 en las Provincias Unidas del Río de la Plata los federales, liderados por el caudillo entrerriano Francisco Ramírez vencieron a los unitarios en la Batalla de Cepeda. El caudillo impuso la disolución del congreso y la renuncia de Rondeau poniendo fin al Directorio. De esta manera no había más una autoridad nacional y cada provincia tenía un gobierno autónomo con sus propias tropas. Esto generó que parte de las obligaciones comprometidas por el gobierno argentino en el tratado ante el Gobierno de Chile respecto de la expedición al Perú, no pudieran ser asumidas. El Ejército de los Andes quedó en una situación autónoma ya que había sido creado por el gobierno de las Provincias Unidas, por lo que San Martín renunció ante sus oficiales, quienes el 2 de abril de 1820 lo ratificaron en el mando.

Como consiguiente, el Ejército de los Andes participó de la expedición al Perú como una fuerza autónoma, situación que se mantuvo hasta el establecimiento de un gobierno nacional en el Perú.[11]

El estandarte de la Expedición Libertadora del Perú que arribó desde Chile tiene el fondo de los colores nacionales de dicho país pero con las tres estrellas [12]​ simbolizando los tres países comprometidos en una alianza por la independencia peruana y cuya representación se conserva en el Museo Nacional de Antropología, Arqueología e Historia del Perú en Lima.[13]​ Allí se puede observar en una escena la representación pictórica que corresponde al pase del batallón Numancia que compromete su lealtad a la causa independentista siendo renombrado por San Martín como Batallón Voltígeros de la Guardia.

La escuadra estaba compuesta por 25 naves (mayormente chilenas), de las cuales 8 eran navíos de guerra y 17 de transporte. Todos izaron en su mástil la bandera de Chile. El mando de la escuadra recayó en el vicealmirante escocés lord Thomas Alexander Cochrane.

La tripulación de las naves de guerra constaba de 1624 hombres:

Los siguientes son los buques que también formaron parte de la Escuadra de la Expedición Libertadora.[15]

Según el estado del 15 de julio, el ejército constaba de 4642 hombres: aproximadamente 4000 chilenos y 600 argentinos.[16]​ El 40% de la oficialidad era de nacionalidad argentina. Fue necesario extraer soldados para completar la marinería de la escuadra y unos 170 artilleros para proteger el puerto de Valparaíso. Con esto, el ejército quedó reducido a 4118 soldados y 296 oficiales,[17]​ distribuyéndolos en dos divisiones una llamada "De Chile" y otra "De Los Andes". Se contaba con 25 piezas de artillería. La composición de la fuerza era de:

En cuanto a los batallones, estos fueron los siguientes:

El General en Jefe del Ejército era el general José de San Martín, quien ostentaba el grado de capitán general del Ejército de Chile. Iba como jefe del estado mayor, el general Juan Gregorio de Las Heras. La intendencia seguía a cargo de Juan Gregorio Lemos, que la desempeñaba desde 1816, y el parque, del sargento mayor Luis Beltrán, el mismo fraile que lo había conducido en 1817, al cruzar la cordillera de los Andes.

Tamaño del ejército expedicionario según diversos autores (la cifra más aceptada proviene de Espejo I):[4]

El 10 de agosto de 1820, se embarcó la carga y provisiones del ejército que desembarcaría en el Perú. El 13 del mismo mes comenzaron a moverse los cuerpos desde Quillota hacia Valparaíso. En la mañana del 18, empezó el embarque. El "Araucano" y la "Minerva" izaron vela hacia Coquimbo para recoger un batallón de infantería que se había formado allí. Finalmente el 20 de agosto de 1820, día de San Bernardo y del cumpleaños del Director Supremo de la Nación general Bernardo O'Higgins Riquelme, zarpó a la mar una poderosa fuerza naval de 25 navíos con 6.030 almas a bordo, rumbo al Perú.[31]​ A las 2 de la tarde, la "O'Higgins", enarbolando la insignia del vicealmirante Cochrane y seguida de la "Lautaro" y la "Galvarino", rompió la marcha. La retaguardia la cerraba el navío "San Martín", que llevaba a bordo al generalísimo de la expedición. test

A la altura de Coquimbo, la fragata "O'Higgins" capturó al bergantín estadounidense "Warrior", que había sido enviado por el virrey Joaquín de la Pezuela para espiar al convoy patriota. Con esto se logró desbaratar el plan de espionaje del virrey y obtener información necesaria para el éxito del desembarco. Posteriormente, una vez en alta mar, el Generalísimo de la Expedición informó al jefe de la escuadra sus intenciones de desembarcar en Trujillo, al norte de Lima. El Lord Almirante, partidario de un ataque frontal sobre Lima, trató de convencer a San Martín de su propósito, pero este finalmente solo accedió a uno de los requerimientos del Lord, desembarcar en la playa peruana de Paracas, cercana a la ciudad de Pisco.

Finalmente, en la mañana del 8 de septiembre de 1820, el Ejército Expedicionario desembarcó en la playa de Paracas, localidad cercana a la ciudad de Pisco. El desembarco demoró horas dado que se debió bajar una cantidad enorme de provisiones y pertrechos. Simultáneamente al desembarco, un pelotón de caballería realista, compuesto por 529 hombres al mando del coronel Manuel Quimper, huyó del lugar. El general San Martín ordena que un batallón de caballería e infantería desembarque y establezca una cabeza de puente en el lugar.

En la tarde, San Martín y sus tropas entran triunfante al pueblo y son aclamados por el pueblo. Inmediatamente se ofrecen voluntarios para el ejército, que portan las proclamas que meses antes había entregado Lord Cochrane clandestinamente por todos los puertos del Perú.

San Martín establece su cuartel general en una casa del centro del pueblo e inmediatamente redacta una proclama para el pueblo peruano.

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Los primeros días de octubre de 1820 San Martín decide enviar una sección del Regimiento de Húsares y Dragones, convertidos en Batallón de Cazadores, al mando del entonces Teniente Coronel Rufino Guido en persecución de las tropas realistas que huían al interior de ICA. Los alcanzaron en inmediaciones de Palpa, el día 7 de octubre, y allí se desarrolló el Combate que sería, en definitiva, el Bautismo de Fuego del Ejército Unido. La refriega que tuvo algunos pocos heridos, dado que los soldados del Coronel Manuel Quimper huyeron en masa, culminó cuando dos secciones de estos se pasaron a las tropas patriotas. La contienda llegó a su momento crucial el día 12 en la localidad de Changuillo en la misma provincia peruana y en un combate en localidades también triunfaron las armas de la Patria.

Durante la noche del 20 de noviembre de ese mismo año Thomas Cochrane da un golpe mortal a la Armada Real del Pacífico capturando la fragata española Esmeralda.

En 1824, durante la campaña de Bolívar en el Perú, los regimientos de los Andes sustituyeron a las fuerzas colombianas en la guarnición de las fortalezas del Callao.

El 7 de febrero de 1824, toda la tropa del regimiento del Río de la Plata y del 11.º regimiento de los Andes, acaudillados por Dámaso Moyano, se sublevaron en número de 2000 hombres por el racionamiento y falta de pago haciendo prisioneros a sus jefes. El 10 de febrero izaron el pabellón español en las fortalezas del Callao pasándose a las fuerzas españolas y poniendo al mando a un coronel del batallón Talavera, José María Casariego, veterano de las campañas en Chile. El 14 de febrero, dos escuadrones de los granaderos a caballo, algo más de 200 jinetes al mando de Orellano, se unieron al motín desde Cañete. Finalmente la guarnición del Callao fue renombrada por los realistas como de La Lealtad y Moyano nombrado coronel. Sin embargo, permaneció un escuadrón de granaderos a caballo con el ejército de Bolívar en la batalla de Ayacucho, unos 80 jinetes, y a su conclusión fueron devueltos, arribando a Buenos Aires el 17 de enero de 1825. Los insurrectos del Callao siguieron combatiendo junto a los ejércitos realistas hasta su capitulación en 1826.



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