El fandango es un baile popular típico de las Islas Baleares, declarado Bien de Interés Cultural en 2010, y también de algunos lugares de América Latina, por ejemplo, en el sur del estado de Veracruz, México, o en el estado de Paraná, Brasil. Igualmente también es el baile que acompaña al homónimo palo del flamenco característico del folclore Andaluz, que ha sufrido un proceso de aflamencamiento al aclimatarse a cada zona concreta de dicha región.
Ejecutado por una pareja de movimiento vivo, tiene compás ternario y versos octosílabos, y el frecuente empleo de guitarra y castañuelas marca un estrecho parentesco con la jota. La secuencia descendente armónica más típica (la menor, sol mayor, fa mayor, mi mayor) es un motivo ostinato conocido desde finales del Barroco.
Diversos escritores románticos intentaron vincularlo a un antiguo baile sensual de los tiempos romanos conocido como cordax (también llamado iconici motus por el poeta Horacio y por el comediógrafo Plauto). El escritor de sátiras Juvenal hace una mención específica hacia el testárum crépitus (chasquear las castañuelas) que, en su expresión griega temprana, eran usadas como címbalos o platillos para dedos.
Según el Diccionario de Autoridades de 1735, para entonces el fandango en España era un "baile introducido por los que han estado en los reinos de Indias", es decir, se entiende que su origen es hispanoamericano y no español peninsular. Dada la popularidad del fandango como danza de exhibición a finales del siglo XVIII y principios del XIX, no es de extrañar su presencia y arraigo en la tradición de Asturias, Castilla-La Mancha, Extremadura, Cataluña, Murcia, Valencia, País Vasco o Portugal. En su forma galante, el género llegó a tener cierta proyección en la tradición culta europea a través de la obra de Luigi Boccherini, del padre Antonio Soler, Dionisio Aguado y Domenico Scarlatti. Trascendió fronteras como un baile representativo de lo español. Wolfgang Amadeus Mozart lo incluyó en el tercer acto de Las Bodas de Fígaro y Christoph Willibald Gluck en su ópera Don Juan. El primer ejemplo de fandango registrado en escritura musical data de 1730 y se encuentra en el manuscrito de tablatura para guitarra de cinco órdenes del compositor español Santiago de Murcia conocido como Códice Saldívar IV. Este manuscrito fue hallado en México hacia 1940.
Desde principios del siglo XIX, el flamenco adoptó rasgos de los fandangos andaluces, y dio así lugar a los llamados "fandangos aflamencaos", que son considerados hoy en día uno de los palos flamencos fundamentales. La forma del fandango posiblemente es la que más variaciones posee como ninguna otra expresión del flamenco. La variante procedente de los bailes de candil, toma especial mención en el Andévalo, Huelva, donde se presenta de manera especialmente prolija; en Málaga con sus característicos verdiales o jabegotes, posiblemente el modo originario de esta clase de manifestación artística; en las provincias de Murcia, Albacete, Alicante y Menorca más conocido como malagueña, y la zona de influencia granadina, caso de Almería, conocido en España popularmente como «fandanguillo». En La Alpujarra, el fandango constituye el baile típico del trovo. En Jimena de la Frontera (Cádiz) existe un cante y baile denominado como la Jincaleta, con cierto aire a las verdiales malagueñas. La música que se baila es el flamenco.
Igualmente, existen muchos otros tipos de fandangos nombrados según autores de referencia que los interpretanː fandango del Gloria, del Sordera, del Chocolate o del Carbonerillo, entre otros muchos.
En la localidad conquense de Mota del Cuervo se baila un fandango parecido a la seguidilla pero más sencillo; el baile añade el cruce lento y la batida final de piernas con parada y cruce. Se le conoce como fandanguillo manchego.
De modo general, en el folclore portugués, el baile alterna momentos a dúo con exhibiciones alternadas de cada uno de los dos danzantes, mientras que el otro se limita a marcar el ritmo sobriamente.
Cabe también mencionar que el término fandango hace referencia a festejos de baile folclóricos surgidos en las Américas durante el periodo colonial español, que se popularizaron, por ejemplo, en varios puntos de la Nueva España, hoy México, festejos que pueden recibir en cada región otros nombres más locales, como huapango en el sur de Veracruz, los cuales tienen sus raíces principalmente en música española, algunas influencias indígenas y acaso africanas, como el mismo término fandango, que se ha discutido que puede tener su origen en una lengua bantú, como el kimbundu.
Dado el carácter de la danza, el término «fandango» ha sido utilizado como sinónimo de ajetreo, tumulto o incluso de exhibición de maestría.
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