Conde de Angulema (1496-1515)
Duque de Valois (1498-1515)
Duque de Orleans (1514-1515)
Duque de Romorantin (1498-1515)
Señor de Parma (1515-1521)
Señor de Plaisance(1527-1529)
Francisco I de Francia (Cognac, 12 de septiembre de 1494-Rambouillet, 31 de marzo de 1547), conocido como el Padre y Restaurador de las Letras, el Rey Caballero y el Rey Guerrero, fue consagrado como rey de Francia el 25 de enero de 1515 en la catedral de Reims, y reinó hasta su muerte en 1547.
Su reinado permitió a la nación francesa ejercer un papel importante en los asuntos europeos y colocarse como una potencia económica de primer orden. Hijo de Carlos de Angulema y de Luisa de Saboya, pertenecía a la rama Valois-Angulema de la dinastía de los Capeto.
Francisco I es considerado como el monarca emblemático del período del Renacimiento francés. Su reinado permitió un desarrollo importante de las artes y las letras en Francia. La atracción que sentía por Italia se manifestó en el mecenazgo que ejerció sobre algunos artistas italianos como Leonardo Da Vinci.
En el plano militar y político, el reinado de Francisco I estuvo plagado de guerras y de importantes acontecimientos diplomáticos. Tuvo un rival poderoso en la figura del emperador y rey de España Carlos I y debió contar con los intereses diplomáticos del rey Enrique VIII de Inglaterra, siempre deseoso de posicionarse como aliado de uno u otro bando. Francisco I registró éxitos y fracasos, pero no le permitió a su enemigo imperial concretar sus planes, cuya realización comprometería la integridad del reino. Sus esfuerzos guerreros acarrearon pesadas consecuencias para el Occidente cristiano al permitir que el imperio otomano se apoderase de la casi totalidad del reino de Hungría y llegase hasta las puertas de Viena.
Francisco I nació el 12 de septiembre de 1494 en Coñac (en el entonces Ducado de Aquitania y en el departamento actual de Charente). Su nombre le viene de Francisco de Paula. Su padre Carlos de Angulema, al cual Francisco nunca conoció, era el primo del rey Luis XII de Francia y el hijo menor de la duquesa de Milán Valentina Visconti (1368-1408).
Sin herederos, Luis XII hizo llegar a la corte de Amboise al pequeño Francisco, acompañado de su madre Luisa de Saboya y de su hermana mayor Margarita. Fue en ese castillo y a orillas del Loira donde creció Francisco.
Luisa de Saboya, viuda a los 19 años en 1495 cuando Francisco no tenía más que 2 años, crio sola a sus dos hijos. Ya de niño, se rodeó de compañías que conservarían su influencia hasta su vida adulta, tales como Ana de Montmorency (1492-1567), Martin de Montchenu, Felipe de Brion y Roberto de La Mark, señor de Fleuranges. En 1502, Francisco se cae del caballo y se encuentra en estado crítico. Su madre cae enferma y no vive más que para la curación de su hijo a quien llama «César».
Cuando Francisco accede al trono en 1515, tiene 20 años y la reputación de ser un humanista. Elige como emblema la salamandra. Su entrada en París el 15 de febrero de 1515 marca el tono de su reinado. Vestido con un traje en tela de plata e incrustado de joyas, encabrita a su caballo y lanza monedas a la multitud. Mientras que sus dos predecesores, Carlos VIII de Francia y Luis XII, pasaron mucho tiempo en Italia, no aprovecharon el movimiento artístico y cultural que allí se desarrollaba. No obstante, ellos permitieron el florecimiento ulterior del Renacimiento en Francia.
El contacto entre la cultura italiana y francesa durante el prolongado período de las campañas de Italia introdujo las novedosas ideas en Francia en el momento en que Francisco recibía su educación. Muchos de sus preceptores, entre los que se destacaron François Desmoulins, su profesor de latín (lengua que Francisco nunca asimilará completamente), el italiano Gian Francesco Conti y Christophe Longueuil, inculcaron en el joven Francisco una enseñanza profundamente inspirada por el pensamiento italiano. La madre de Francisco estaba interesada también en el arte renacentista y transmitió esa pasión a su hijo, el cual, durante su reinado, dominó la lengua italiana a la perfección. Aunque no es posible asegurar que Francisco haya recibido una formación humanista, sí puede decirse que recibió una educación que lo sensibilizó (mucho más que a sus predecesores) a ese movimiento cultural.
Para la época en que Francisco I accede al trono, las ideas del Renacimiento se habían difundido en toda Francia, siendo Francisco uno de los promotores de esa difusión. Encarga numerosos trabajos a los artistas a los que hace viajar a Francia. Varios trabajan para él, entre ellos Andrea del Sarto y Leonardo da Vinci. Francisco I manifiesta un verdadero afecto por el viejo hombre, al que llama «padre mío» y a quien instala en Clos Lucé, al alcance del château royal d’Amboise. Leonardo aporta sus más célebres obras, tales como La Gioconda, La Virgen, el Niño Jesús y Santa Ana y San Juan Bautista. El rey le confía diversas misiones, como la organización de las fiestas de la Corte en Amboise, la creación de trajes y el estudio de diversos proyectos. Vinci permanece en Francia hasta su muerte, en los brazos del rey según una leyenda puesta en duda por ciertos documentos históricos.
Durante una exposición de pintura a comienzos del siglo XIX, pudo apreciarse un cuadro de Gigoux representando a Leonardo da Vinci agonizante en brazos de Francisco I, tema ya abordado en 1781 por François-Guillaume Ménageot. La tradición por la que la pintura tuvo su propósito descansa únicamente sobre un epitafio latino. Leonardo da Vinci murió en el castillo de Cloux (actual Clos Lucé), en Amboise, el 2 de mayo de 1519. Ahora bien, en esa época, la Corte estaba en Saint-Germain-en-Laye, donde la reina dio a luz al rey Enrique II de Francia el 31 de marzo, y las ordenanzas reales hechas el 1º de mayo están registradas en ese sitio. Más aún, el diario de Francisco no señala ningún viaje del rey hasta el mes de julio. Además, el alumno de Leonardo, Francesco Melzi, a quien este legó sus libros y pinceles e hizo depositario de su testamento, escribió a un hermano del gran pintor una carta en la que le relata la muerte de su maestro.
Francisco I subió al trono a la muerte de Luis XII, con cuya hija Claudia se había casado. Tendría en este matrimonio siete hijos:
1. Luisa (19 de agosto de 1515-21 de septiembre de 1517). Comprometida brevemente a Carlos I de España.
2. Carlota (23 de octubre de 1516-8 de septiembre de 1524). Muerta de rubéola. Inspiró a su tía, Margarita de Angulema, reina de Navarra el poema Diálogos en forma de visión nocturna, de tendencia reformista.
3. Francisco, Delfín y duque de Bretaña (28 de febrero de 1518-10 de agosto de 1536).
4. Enrique, duque de Orleans, Delfín y rey de Francia como Enrique II, (31 de marzo de 1519-10 de julio de 1559). Casado con Catalina de Médicis, tendría diez hijos, entre ellos los últimos tres reyes de la dinastía Valois (Francisco II, Carlos IX y Enrique III) e Isabel, reina consorte de España; Claudia, duquesa de Lorena, y Margarita, reina de Navarra y Francia.
5. Magdalena, (10 de agosto de 1520-9 de septiembre de 1537). Reina de Escocia como esposa de Jacobo V. Muerta de tuberculosis.
6. Carlos, (22 de enero de 1522-9 de septiembre de 1545). Duque de Angulema.
7. Margarita (5 de junio de 1523-14 de septiembre de 1574). duquesa de Berry y duquesa de Saboya, por matrimonio con el duque Manuel Filiberto de Saboya. Luis XV descendió de ella por su madre María Adelaida de Saboya. Margarita fue considerada brevemente a la muerte de Juana Seymour como posible novia de Enrique VIII.
Al frente de un ejército de 40 000 hombres, marchó a Italia para obtener la victoria en la batalla de Marignano, triunfo que, acompañado de los tratados de paz subsiguientes, otorgaron a la monarquía francesa una estabilidad en su frontera con los cantones suizos que se prolongó hasta 1792. Aunque la victoria de los franceses consiguió la cesión del Milanesado, provocó la desestabilización del equilibrio de fuerzas en Europa y la intervención posterior del emperador Carlos V en Italia.
Varias guerras los enfrentaron por la posesión de Italia, en la primera de las cuales Francisco I fue vencido y hecho prisionero en la Batalla de Pavía (1525), cuando deshecha la caballería francesa por la caballería hispano-imperial y el crucial apoyo de los arcabuceros españoles enviados por el Marqués de Pescara, tres hombres de armas españoles le alcanzaron para prenderle. Le mataron el caballo y lo derribaron a tierra. Fueron el vasco Juan de Urbieta, el gallego Alonso Pita da Veiga y el granadino Diego Dávila. Caído el rey en tierra, se apearon Urbieta y Pita da Veiga, le alzaron la vista, y él dijo que era el rey que no lo matasen . Trasladado a Madrid se vio obligado a firmar el Tratado de Madrid (1526), por el cual debería renunciar a sus derechos sobre importantes zonas de la península itálica (Milanesado, Génova, Nápoles) y otros territorios vecinos del reino de Francia (Borgoña, Artois, Tournai y Flandes). Volvió a Francia para tramitar los acuerdos del tratado y dejó a sus dos hijos mayores como rehenes para garantizar su compromiso. Francisco era el heredero, tenía el título de delfín, y Enrique era duque de Orleans. Tenían nueve y ocho años. El rey francés no cumplió el Tratado de Madrid y los príncipes permanecieron en Castilla más de cuatro años. Estuvieron custodiados por Íñigo Fernández de Velasco y Mendoza, Condestable de Castilla y a la muerte de este por su hijo y sucesor Pedro Fernández de Velasco y Tovar. Los niños llegaron acompañados de un gran séquito de servidores, pero el emperador que se sintió engañado por Francisco I ordenó encarcelar a la mayoría del séquito y encerrar a los niños en las fortalezas del Condestable. Estuvieron al principio en Villalba de los Alcores, en tres fortalezas más y finalmente en Pedraza.
La espada de Francisco I, capturada en dicha batalla, permaneció en España durante 283 años hasta el 31 de marzo de 1808, fecha en que fue entregada en Madrid al ejército invasor francés para hacérsela llegar a Napoleón Bonaparte, quien había manifestado su interés al Secretario de Despacho, Pedro Ceballos Guerra, a través de Joaquín Murat, duque de Berg y cuñado de Napoleón. Fernando VII, deseoso en aquellos momentos de obtener el favor del emperador, autorizó dicha devolución. Incluso Napoleón reprendió a Murat por aquel acto innecesario de provocación al pueblo español consentido por el joven Borbón sin tener en cuenta la humillación que representaba.
Tras un nuevo conflicto, en 1529 se firma una nueva paz: la de Cambrai o de las Damas, así llamada porque fue negociada y firmada por Luisa de Saboya y Margarita de Austria, madre y tía, respectivamente, de los reyes en discordia. Una de las cláusulas de dicho tratado establecía que Francisco I, ya viudo, se casaría con la archiduquesa Leonor de Austria, reina viuda de Portugal. Este matrimonio estrictamente político se celebró el 5 de agosto de 1530 y no tuvo descendencia. La reina Leonor llegó a Francia acompañada de los dos hijos mayores del rey. La paz de Cambrai estipulaba que se habían de pagar al emperador dos millones de escudos de oro en lugar de los territorios de Borgoña, que era el principal deseo del emperador. Renunciaba a la Borgoña y devolvía a los príncipes. Los dos niños habían permanecido cautivos en Castilla más de cuatro años como consecuencia de que el rey francés no cumpliera lo prometido en el Tratado de Madrid.
Posteriormente, en 1538 se firmó la tregua de Niza, a la que siguió, en 1544, la Paz de Crépy, que puso fin a las luchas entre Carlos I y Francisco I. Este rey implantó en Francia las bases del absolutismo monárquico y fue protector de las ciencias y las artes; fundó el Colegio de Francia y la Imprenta Real, ordenó iniciar la construcción del palacio del Louvre. Gobernó casi como rey absoluto, sin convocar los Estados Generales. Vivió con gran ostentación durante su reinado.
En su reinado, además de las guerras contra Carlos I de España, comenzaron las manifestaciones de intolerancia hacia los protestantes en Francia (conocidos como hugonotes), lo que sería el origen de las cruentas guerras de religión que devastaron el país en las décadas posteriores. Lo sucedió su hijo Enrique II. El delfín Francisco había muerto el 10 de agosto de 1536 en el castillo francés de Tournon
La vida disoluta de Francisco I inspiró a Victor Hugo a escribir una obra teatral «El rey se divierte» estrenada en 1832 y duramente atacada por la censura. Giuseppe Verdi, inspirado a su vez en la obra de Victor Hugo, compuso su ópera Rigoletto (1851), donde Francisco I es llamado el Duque de Mantua y su bufón Triboulet, Rigoletto. En esta obra, Verdi ha legado a la música la pieza «La donna è mobile».
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