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François Duvalier



François Duvalier (pronunciación en francés: /fʁɑ̃swa dyvalje/), conocido con el sobrenombre de Papa Doc (Puerto Príncipe, Haití, 14 de abril de 1907 - 21 de abril de 1971), fue un médico y político haitiano, presidente constitucional de su país a partir de 1957 y posteriormente, desde 1964 y hasta su muerte en 1971, dictador de Haití en calidad de presidente vitalicio. Fue sucedido por su hijo Jean-Claude Duvalier.

Duvalier nació en Puerto Príncipe, la capital de Haití, en el seno de una familia humilde de agricultores originarios de la isla de Martinica. A pesar de ello, consiguió empezar sus estudios de Medicina. Debido a sus labores médicas en la lucha contra el tifus, el paludismo y otras enfermedades tropicales con la gente más desfavorecida, alcanzó una gran consideración y notoriedad en el país. Colaboró con Lorimer Denis a la revista L'école des Griots.[1]​ En 1939 se casa con Simone Ovide y en 1946 llega a ser director general del Servicio Sanitario Nacional. En 1949 pasó a ser Ministro de Sanidad y de Trabajo. Tras oponerse al golpe de Estado que llevó a cabo Paul Eugène Magloire se ve obligado a esconderse y a pasar a la clandestinidad hasta que se proclama una amnistía.

En 1957 las circunstancias cambian, se promulga una nueva Constitución y François Duvalier, apoyado por sectores del mundo castrense, triunfa en las elecciones, convirtiéndose en Presidente de Haití para un período de 6 años. Llevó a cabo una campaña electoral de tipo populista,[cita requerida] preconizando una estrategia de afirmación de la negritud, en la que apelaba a la mayoría afrohaitiana y que se oponía a la élite mulata que estaba en el poder. Duvalier renovó la tradición del vudú y posteriormente lo usó para consolidar su poder, afirmando que él mismo era un hougan (es decir, un sacerdote vudú).

Duvalier en (Sú Relacion con El Mundó de lo Oculto) imitó de modo deliberado la imagen del Barón Samedi (deidad de la muerte y los cementerios en el panteón vudú) en un intento de resultar aún más convincente. Usaba frecuentemente gafas de sol y hablaba con un fuerte tono nasal.

El 22 de diciembre de 1958 entre las localidades Jimaní y Mal Pase, Duvalier y su homólogo en la vecina República Dominicana, Rafael Trujillo, firmaron un acuerdo de mutua protección. El acuerdo establecía entre otras cosas que ninguno de los dos gobiernos permitiría en sus respectivos territorios actividades subversivas en su contra, ni que los exiliados políticos realizaran propaganda sistemática incitando al empleo de la violencia en contra de sus Estados.

El 19 de abril de 1963 se descubre en Haití una conjura militar contra François Duvalier, encabezada por el teniente François Benoit. En el acto fallido fue asesinado el sargento Paulin Montrouis, chófer de los hijos de Duvalier, el cabo Morille Mirville, el sargento Luc Azor, y un miembro del Voluntariado de la Seguridad Nacional (los Tontons-Macoutes), Richemond Poteau. Sus hijos resultaron ilesos, pero Duvalier reaccionó violentamente. La policía haitiana fue en busca de Francois Benoit, principal sospechoso del atentado. Los Tontons-Macoutes entraron a su residencia y al no encontrar a Benoit, asesinaron a su padre, Joseph Benoit, un anciano juez, a su madre, a un visitante y a las tres empleadas domésticas.

Al sospechar los Tontons-Macoutes que Benoit estaba escondido en la embajada dominicana, penetran en la instalación diplomática rodeando la casa del embajador y exigiendo la entrega del militar. El suceso terminó cuando el entonces presidente dominicano Juan Bosch amenazó con emprender acciones militares contra Haití.

En una alocución por radio y televisión, el presidente Bosch afirmó:

Al día siguiente el Ejército dominicano movilizó a las tropas hacia la frontera con Haití y parte de la artillería pesada de sus Fuerzas Armadas fue enviada por vía marítima hasta el puerto de Barahona, próximo a la frontera.

Luego de acusaciones y contra-acusaciones, el Consejo de Seguridad de la ONU condenó la actitud de Haití con 16 votos y 2 abstenciones. Una comisión llegó a Puerto Príncipe para investigar la situación y el Gobierno haitiano se comprometió a respetar las garantías diplomáticas.

Duvalier trabajó para consolidar su posición política; tras sobrevivir a un atentado contra su vida en 1958 depuró el Ejército para deshacerse de elementos que le pudieran ser hostiles.

Su mandato pasó a ser mucho más brutal y represivo. En 1959, inspirado por los camisas negras del fascismo italiano, creó una milicia que se conoció como Voluntarios de la Seguridad Nacional (VSN) para proteger su poder fuera de Puerto Príncipe. Los miembros de la VSN pasaron a ser conocidos posteriormente como los Tontons-Macoutes, y se convirtieron en las tropas de choque del gobierno. Dado que estas milicias no recibían remuneración alguna, ellos mismos inventaban sus propios medios de financiación a través del crimen y la extorsión. Para proteger su propia integridad, Duvalier utilizaba la Guardia Presidencial haitiana.

Las presiones internacionales contra François Duvalier se hicieron más fuertes durante la presidencia de John Fitzgerald Kennedy en Estados Unidos, debido a la evidente apropiación de las ayudas internacionales recibidas por Haití. Esta ayuda se suspendió oficialmente en 1962, pero tras la muerte del presidente Kennedy (que Duvalier achacaba a una maldición que él mismo había lanzado) la tensión se aflojó bastante. La administración estadounidense opinó que era necesaria la presencia de un gobierno claramente anticomunista como era el de Haití para contrarrestar la creciente influencia de Cuba en los países y colonias del Caribe.

A mediados de la década de 1960 estaba bastante claro que Duvalier no tenía ninguna intención de dejar el poder. Modificó personalmente la Constitución y en 1961 volvió a resultar elegido en las elecciones por seis años más: el escrutinio oficial señaló 1 320 000 votos a favor de Duvalier y ni uno solo en contra. Se autoproclamó presidente vitalicio en 1964 con poderes absolutos, haciendo votar una nueva Constitución en una Asamblea Nacional compuesta por diputados que él mismo nombraba a dedo. Un mes después, en junio de 1964, fue refrendado por el pueblo como Presidente vitalicio con derecho a sucesión.

En 1966 consiguió que la Ciudad del Vaticano le permitiera elegir a los miembros de la jerarquía católica en Haití. Debido a ello pudo reforzar también su control de la isla, al controlar también las instituciones religiosas.

En esa época se inició también el culto a la personalidad alrededor de la imagen de Duvalier como emblema físico de su propia nación. Como ya había sucedido con alguno de sus predecesores, se sospecha que Duvalier trató de restaurar el Imperio de Haití restableciendo la monarquía. También creó un impuesto obligatorio específico para financiar la construcción de Duvalierville, una ciudad diseñada por capricho único del dictador. El dinero de este impuesto sólo iba destinado a la construcción de dicha ciudad, yendo a parar en su mayor parte a las cuentas corrientes de Duvalier.

En su país, Duvalier utilizó tanto el asesinato como la expulsión para eliminar a sus adversarios políticos. Se calcula que fueron más de treinta mil las personas asesinadas. Los ataques llevados a cabo contra Duvalier por algunos militares fueron reprimidos con una especial dureza: en 1967, la explosión de algunas bombas en las cercanías del Palacio Nacional acarreó la ejecución de veinte oficiales de la Guardia Presidencial. En esta ocasión, los barcos de la Marina bombardearon durante casi todo el día el Palacio Nacional. Eran barcos viejos, tres en total que, armados con cañones obsoletos, hicieron su mejor esfuerzo por sublevarse y derrocar a Duvalier. En el transcurso de dicho día la única oposición que hubo de parte de las fuerzas leales a Duvalier fue el intento de repeler a los marinos sublevados con el único avión de la Fuerza Aérea, un P-51 reliquia de la Segunda Guerra Mundial. El avión al filo del mediodía intentó ametrallar a uno de los barcos fallando todas las ráfagas de ametralladora disparadas. Las trazadoras hicieron impacto únicamente en el mar azul profundo de la bahía. La refriega entre barcos y el P-51 duró unos cuantos segundos. Acto seguido el avión aterrizó y no volvió a despegar más, por lo que es probable que hubiese recibido algún daño. Al filo del atardecer los barcos tomaron rumbo a Cuba llegando a Guantánamo, donde recibieron asilo. En tierra quedaron docenas de marinos que por una u otra razón no pudieron abordar. Sus casas fueron saqueadas y luego quemadas. Aquellos que corrieron con mejor suerte lograron refugiarse en las embajadas. Guatemala recibió, a través de su embajada en Puerto Príncipe, a la familia de uno de los capitanes que participó en el ataque. Aquellas familias que no lograron huir en los barcos y que no pudieron obtener asilo en alguna embajada sufrieron las represalias del Gobierno. El reinado del terror de Duvalier mantuvo el país bajo su control directo hasta su muerte en 1971, producida debido a las complicaciones derivadas de la diabetes mellitus que sufría.[2][3]

François Duvalier fue glorificado por sus seguidores casi como una divinidad y a su muerte, según su voluntad y la Constitución que él mismo había diseñado, le sucedió su hijo, Jean-Claude Duvalier, Baby Doc, que pasó también a ser presidente vitalicio contando solo con diecinueve años de edad. A la muerte de François Duvalier, Haití era el país más pobre de América, ocupaba el primer puesto en analfabetismo y la salud pública estaba en un estado desastroso.

Al ser derrocado su hijo en 1986, tras quince años de presidencia, el cuerpo de François Duvalier fue desenterrado y apaleado ritualmente.




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