Yugoslavia durante la Segunda Guerra Mundial mantuvo su neutralidad hasta 1941. En dicho año, con el deseo de ayudar al ejército italiano que se encontraba en dificultades en Grecia (véase Guerra Greco-Italiana), la Alemania nazi solicitó derechos de tránsito a través del Reino de Yugoslavia para sus tropas. Tras la aceptación por parte del regente Príncipe Pablo para la firma de una alianza con Alemania, el rey Pedro II, bajo la influencia de algunos oficiales, puso fin a la regencia. Esta decisión trajo como consecuencia la invasión del país por el Tercer Reich alemán, estableciéndose casi inmediatamente el Frente de Yugoslavia.
El país fue repartido entre Alemania, Italia, Hungría, Bulgaria y dos regímenes títeres: el Estado Independiente de Croacia, Estado Independiente de Montenegro y el Gobierno de Salvación Nacional de Serbia. La guerra consistió principalmente en una guerra de guerrillas de liberación librada por los comunistas, que se organizaron en el Ejército Partisano de Liberación, contra las fuerzas del Eje y los regímenes títeres locales. En la misma intervinieron también las fuerzas chetniks, serbios monárquicos que si bien en un principio eran oponentes a la ocupación, acabaron colaborando con las fuerzas del Eje y manteniendo una auténtica guerra civil contra los partisanos.
Yugoslavia se vio invadida por todas sus fronteras, salvo la que compartía con Grecia. El ejército real yugoslavo únicamente resistió once días.Pedro II y el Gobierno se exiliaron en Londres, mientras que su país fue inmediatamente desmantelado, según los deseos de Hitler en sus órdenes de ataque a Yugoslavia del 27 de marzo. A los italianos Hitler se limitó a notificarles sus planes de partición en abril.
El 17 de abril, de 1941 se firmó la capitulación. El reyEn Croacia, los alemanes ofrecieron en primer lugar el poder a Maček, el jefe del mayoritario Partido Campesino Croata. Este último, miembro del Gobierno camino del exilio, declinó la propuesta, aunque regresó a Croacia y reconoció al nuevo "Estado independiente", que quedó en manos de Ante Pavelić, jefe del partido de extrema derecha de los ustacha. La jerarquía católica, con el arzobispo de Zagreb, monseñor Aloysius Stepinac a la cabeza, mostró la misma actitud. Estos reconocimientos se explican por el hecho de que Yugoslavia representaba para gran parte de los croatas un Estado opresor y que la independencia de Croacia respondía a sus deseos.
Contrariamente a Croacia, en Serbia el desmantelamiento del país y la ocupación alemana (precedida por el bombardeo de Belgrado) se sintió como una pesada derrota, aunque los alemanes lograron encontrar a los colaboradores necesarios para la formación de un Gobierno, primero con políticos poco conocidos y, más tarde, desde agosto de 1941, con el general Milan Nedić a la cabeza, un gabinete que incluía a otros dos generales del Ejército real yugoslavo.
A pesar de su desmembramiento efectivo, el país sobrevivió tanto como idea como a través del Gobierno en el exilio, que inmediatamente indicó su intención de continuar combatiendo al Eje.
Para el alto mando alemán, los Balcanes eran una región de importancia secundaria, preferido por la mayoría de los soldados al Frente Oriental o al Frente del Norte de África. Este primera percepción cambió hacia 1943 por el fortalecimiento de los diversos movimientos hostiles al Eje.
La necesidad de desviar tropas de otros frentes más importantes a los Balcanes y la posibilidad de que las distintas guerrillas facilitasen un desembarco aliado hicieron que tanto Hitler como Mussolini se planteasen la eliminación de estas. La región suministraba además importantes alimentos y, especialmente, metales necesarios para la producción de armamento alemana: Yugoslavia producía bauxita, cobre y antimonio, y era paso obligado del cromo turco. La región también era uno de los principales canales de abastecimiento de Rommel. Cubría asimismo el flanco derecho de los ejércitos destinados en la URSS de posibles ataques desde el Mediterráneo.
En el territorio esloveno anexionado por Alemania, ésta llevó a cabo una brutal campaña de deportación y eliminación de parte de la población eslovena y de asentamiento de colonos de lengua germana venidos de la parte cedida a Italia y de Rumanía.
En la parte italiana, tras un comienzo de administración más benigna que la alemana, el surgimiento de un movimiento de resistencia llevó a un endurecimiento de la misma y a la represión, con miles de muertos. En Dalmacia los italianos designaron un «gobernador» y tres prefectos, mientras que más al sur, en Montenegro, se nombró al comienzo un legado, que debía ser sustituido por un monarca que lo fue por un gobernador militar, el general Pirzio Biroli, una vez que estalló la revuelta contra el ocupante en julio de 1941.
La rápida evacuación de las unidades alemanas, que debían partir a participar en la campaña contra la URSS, el comienzo de las matanzas en el NDH y la proclamación italiana de un reino títere en Montenegro llevaron a la revuelta en gran parte de Yugoslavia durante en otoño y el invierno de 1941.
El aumento de la amenaza aliada en el Mediterráneo a finales de 1942 llevó al Eje a plantearse la necesidad de eliminar a las fuerzas rebeldes que podían ayudar a las unidades aliadas en la zona.Batalla del Neretva logró debilitar enormemente a los partisanos, pero no eliminarlos. Durante la misma, además, las fuerzas de Mihailovic (Draža Mihajlović) fueron duramente derrotadas y quedaron aún más débiles tras la inmediata batalla del Sutjeska, que acabó con su control de Montenegro. En Bosnia y Herzegovina las acciones alemanas no lograron su eliminación, en parte por la colaboración italiana para evitarlas, lo que llevó a momentos de tensión entre ambos aliados.
Los objetivos alemanes e italianos, sin embargo, no coincidían: aquellos exigían el fin de los acuerdos entre italianos y chetniks y el desarme de estos además del aplastamiento de los partisanos, mientras que los italianos no deseaban acometer una dura campaña en Bosnia ni desarmar a sus aliados, que consideraban útiles contra las fuerzas de Tito. La subsiguienteLos diversos territorios yugoslavos tuvieron suertes diversas durante la guerra.Serbia de Nedić o la Europa ocupada como mano de obra. Colonos alemanes se asentaron en la región.
La porción de los territorios eslovenos anexionada al Reich, industrial, se unió a las provincias austriacas y sufrió una brutal política de germanización que incluyó la deportación de parte de su población al NDH y a laLa zona anexionada a Italia tuvo un tratamiento menos duro y recibió cierta autonomía
, que favoreció una inicial aceptación de los italianos por parte de la población de Eslovenia meridional y de Lubiana .La tensión entre la población y las nuevas autoridades se extendió pronto por Dalmacia.
En Kosovo, la población musulmana vio en general con buenos ojos la ocupación italiana, que le permitió ajustar cuentas con la población serbia, en parte colonos del periodo de entreguerras.
La administración búlgara trató a la población macedonia fundamentalmente como compatriotas búlgaros y trató de ganarse su favor.
Hungría, por el contrario, aplicó una brutal política de magiarización en los territorios recuperados.
Nedić no estaba particularmente próximo a las ideas fascistas. Sin duda deseaba proteger a su pueblo del aniquilamiento físico, adoptando la misma postura que el mariscal Pétain en Francia. Sin embargo, se dirigió a sus compatriotas por radio para preconizar "el orden, el trabajo, la paz y la fraternidad". La primera labor del Gobierno consistió en ocuparse de los centenares de miles de serbios refugiados de Croacia y de otras regiones en que no se sentían seguros. Nedić debió igualmente tomar postura frente al movimiento de resistencia de los chetniks (Četnici), de orientación monárquica y nacionalista serbia, que se desarrollaba desde el inicio de la invasión, y frente a la resistencia de los partisanos de inspiración comunista, que se desarrollaba tras la entrada en guerra de Alemania contra la URSS, la Operación Barbarroja, el 22 de junio de 1941. Para evitar que los alemanes enviasen a sus aliados ustachas y búlgaros a reprimir la resistencia serbia, Nedić aceptó la creación de una Policía y una Guardia Estatal Serbia que lanzó a la lucha contra los partisanos. En relación con los chetniks, las relaciones eran mucho más ambiguas: existieron contactos múltiples entre el entorno de Nedić y el entorno militar anticomunista de los chetniks. Según Paul Garde, esta colusión, más que para atraer a las fuerzas gubernamentales hacia algún tipo de resistencia al ocupante, sirvió por el contrario para atraer a Draža Mihailović, el jefe de los chetniks, hacia el colaboracionismo.
Antes de la guerra, desde el asesinato del rey Alejandro I existía un movimiento ultranacionalista, antisemita y de orientación fascista, dirigido por Dimitrije Ljotić y bastante comparable a los ustachas de Croacia. Ljotić rechazó entrar en el Gobierno de Nedić, pero organizó a disposición de los alemanes una especie de milicia, el Cuerpo de voluntarios serbios, rival de la Guardia Estatal Serbia de Nedić, aunque a la postre ambas fueron utilizadas directamente por los alemanes como fuerzas supletorias en la lucha contra los partisanos.
El nuevo Estado fue dividido en zonas de ocupación alemana e italiana. El régimen dictatorial de Ante Pavelić comenzó por abolir el Parlamento croata y proscribir toda oposición a su política. Desde la toma del poder por los ustachas, algunas unidades especiales sembraron el terror en las ciudades y pueblos de mayoría serbia asesinando a su población. La doctrina de los ustachas establecía que los únicos auténticos croatas eran los católicos y los musulmanes. Los serbios, de religión ortodoxa, quedaban excluidos. Además, a imitación de la Alemania nazi, el nuevo Estado de Croacia promulgó leyes raciales contra judíos y gitanos.
Tras las primeras matanzas de serbios, los chetniks intervinieron como en su defensa, pero lo hicieron asesinando a su vez a croatas y musulmanes. Los italianos pronto llegaron a acuerdos con fuerzas chetniks, que quedaron bajo su protección y utilizaron los territorios bajo su control para atacar a croatas y musulmanes. Los mandos italianos los utilizaron contra los partisanos y como contrapeso a los ustachas. Las fuerzas armadas croatas se mostraron incapaces de proteger a la población de los ataques de los insurrectos y Pavelic no detuvo las persecuciones de la población ortodoxa que alimentaban la revuelta. Los continuos desmanes de Pavelic produjeron un empeoramiento de sus relaciones con los mandos militares alemanes en la región.
Un movimiento de resistencia de obediencia comunista, los partisanos antifascistas, emergió desde principios de 1941, dirigido por el croata Josip Broz, conocido como Tito. En 1943, de un total de 26 divisiones de partisanos, 11 se encuentran en Croacia, y los partisanos se abren ampliamente a los serbios perseguidos por los ustachas aunque, como los ustachas y los alemanes son cada vez peor vistos por croatas y musulmanes, muchos de éstos se unen igualmente a los partisanos, que son así capaces de liberar amplias zonas del territorio.
Los intentos alemanes de formar unidades de voluntarios y conscriptos en Yugoslavia, y en la vecina Albania, fueron moderadamente exitosos durante los cuatro años de su ocupación. Por lo menos, es lo que puede decirse por el número de hombres alistados. Sin embargo, los intentos de explotar los conflictos interétnicos para consolidar su dominio sobre Yugoslavia fueron muy contraproducentes, pues agravaron y extendieron la acción de partisanos y guerrilleros de diversas facciones, enfrentados entre sí y contra las fuerzas alemanas de ocupación. Las unidades de procedencia yugoslava más relevantes del ejército alemán (Heer) fueron:
Bajo la dirección de Mihailovic (Draža Mihajlović), antiguo coronel del ejército yugoslavo, los chetniks, que incluían principalmente combatientes serbios, de tendencia monárquica y nacionalista serbia, fueron los primeros en organizar la resistencia a los alemanes y sus aliados. En junio de 1941, Josip Broz Tito, un comunista croata, creó un movimiento de partisanos al que otorgó, de acuerdo con la política de Moscú, el carácter de una amplia coalición antifascista en vez de una orientación abiertamente comunista. Los partisanos acogieron combatientes de cualquier nacionalidad. Chetniks y partisanos hicieron por un tiempo causa común contra el enemigo, pero rápidamente se enfrentaron entre sí. Durante el otoño y el invierno de 1941, Mihailovic mantuvo contactos con Nedic y en una ocasión se reunió con representantes alemanes, que trataron en vano de convertirlo en una fuerza colaboracionista más. A finales de año una ofensiva alemana, apoyada por las fuerzas de Nedic, acabó con la revuelta de chetniks y partisanos. Parte de los primeros se infiltraron entre las unidades de Nedic para evitar el ataque alemán.
En el verano de 1941, tras la proclamación de Montenegro como reino bajo control italiano, se produjo otra revuelta que permitió a nacionalistas y comunistas, de nuevo brevemente unidos, tomar el control de toda la región a excepción de las principales ciudades.
Pronto el extremismo de los partisanos dividió a las guerrillas y permitió a las unidades reforzadas italianas, con apoyo chetnik, eliminar a los partisanos y retomar el control. Por acuerdo entre los vencedores de la campaña, las ciudades quedaron bajo administración italiana, mientras que las zonas rurales fueron entregadas a los chetniks. En 1942 los chetniks alcanzaron su apogeo frente a sus rivales partisanos, aunque ambos grupos estaban aún formados abrumadoramente por serbios, a menudo chovinistas.
Sólo en 1943 los partisanos lograron rehacerse y superar a sus rivales, tras una larga marcha que llevó a los principales restos de sus tropas de Montenegro y el este de Bosnia al oeste de esta. En esta región, castigada por los ustachas y con un movimiento chetnik más débil, las unidades partisanas se recobraron. Los chetniks llegaron incluso a colaborar con el ocupante en ofensivas contra los partisanos. Los ingleses, que inicialmente daban apoyo a los chetniks, les abandonan finalmente a finales de 1943, tras la conferencia de Teherán en favor de los partisanos de Tito, que en ese momento ya contaban con 300 000 hombres, presentes en todo el territorio yugoslavo, y que ya han creado amplias y numerosas zonas liberadas. A comienzos de año, los intentos de Mihailovic de dar una imagen más liberal a su movimiento y menos panserbia, en respuesta a la propaganda partisana de Tito y su AVNOJ, fracasó. En septiembre de 1944, el rey Pedro II lanzó un llamamiento en favor de la unión a los partisanos de Tito. El llamamiento de alzamiento de Mihailovic en Serbia fue infructuoso: en vez de lograr el control del territorio o recuperar el respaldo aliado simplemente sirvió para debilitar su organización en la región, mientras que sus acciones pasaron en general desapercibidas entre los Aliados. Enfrentándose a alemanes, a las fuerzas partisanas que pretendían regresar a Serbia desde Bosnia y más tarde a las unidades soviéticas que se negaron a tratar con él, Mihailovic hubo de retirarse a finales de 1944 a Bosnia, donde las penalidades fueron disolviendo sus últimas fuerzas. En su intento de regresar a Serbia, fue finalmente capturado por las fuerzas de Tito, juzgado y ejecutado en 1946.
Mihailovic fue el primero es establecer contactos con los Aliados en el verano de 1941. Pronto los informes del SOE británico comenzaron a indicar la reticencia de Mihailovic en atacar a los ocupantes, pero sin indicar que el motivo era, al menos parcialmente, evitar represalias contra la población serbia.
Antes del invierno de 1942-1943, el interés de Gran Bretaña y Estados Unidos por la antigua Yugoslavia es escaso, concentrados como estaban en los combates en el norte de África y en el Frente Oriental. Los Balcanes no se contaban entre las prioridades militares de los estadounidenses.
Los gobiernos de Londres y Washington desconocieron la existencia del movimiento partisano dirigido por Tito hasta 1943.chetniks de Mihailovic. Este recibió el 25 de diciembre de 1945 la incorporación del coronel británico S. W. Bailey, como oficial de enlace. Proserbio y anticomunista, Bailey simpatizó con sus tropas, a pesar de su escasa estima por el propio Mihailovic. Para entonces, sin embargo, la política de Londres hacia la resistencia yugoslava comenzaba a cambiar, con tensiones entre el Gobierno británico y el Gobierno yugoslavo en el exilio, que había nombrado a Milhailovic Ministro de Defensa pero se mostraba incapaz de acordar unos objetivos para la guerra, encontrándose sus miembros divididos respecto a los mismos, para insatisfacción de los británicos.
Hasta entonces toda la actividad guerrillera se atribuyó a losA pesar del apoyo de los diplomáticos británicos, a partir de febrero de 1943 la actitud de Winston Churchill hacia Mihailovic comenzó a cambiar gracias a los informes del SOE. Se decidió mantener el respaldo a Mihailovic pero, a la vez, enviar otra misión de enlace con los partisanos yugoslavos. Las acusaciones de Mihailovic hacia los británicos y sus declaraciones sobre su enemistad principal hacia los partisanos y croatas (además de los ustachas), no favoreció su causa en Londres.
La segunda fase del cambio de política del Gobierno británico se desarrolló entre mayo y noviembre de 1943, cuando se celebraron las conferencias de El Cairo y Teherán. Los informes del enlace con los partisanos indicaban que estos estaban realizando la mayor parte de los ataques contra el Eje, y confirmaban los anteriores rumores de colaboracionismo de los chetniks, sin indicar los contactos de los partisanos con el Eje. Los oficiales destinados con Mihailovic confirmaron la reticencia de este a atacar al enemigo.
El interés británico por Yugoslavia aumentó a partir de la caída de Mussolini en julio, que auguró la rendición italiana. El principal objetivo de Churchill era el mantenimiento del control sobre Grecia y la restauración de su rey, Jorge II, lo que debía asegurar los intereses británicos en el Mediterráneo oriental. Churchill trató entonces de encontrar un aliado efectivo en Yugoslavia que, dada la división interna en el Gobierno en el exilio y la falta de actividad de Mihailovic, debía ser Tito. En septiembre de 1943, envió a un nuevo oficial, el general de brigada Fitzroy Maclean, con gran cantidad de personal, cuyos informes decidieron completamente a Churchill a apoyar a Tito. Maclean afirmaba que las fuerzas de este eran la principal organización de la resistencia fuera de Serbia. A pesar de admitir su carácter predominantemente comunista y su inclinación hacia el Gobierno de Moscú, Maclean consideraba un error el mantenimiento del apoyo a Mihailovic, que acabaría siendo derrotado.
En noviembre Tito formó en Jajce un gobierno provisional, el AVNOJ, que exigió que fuese reconocido por los Aliados, a la vez que se mostraba opuesto al regreso del rey Pedro II de Yugoslavia mientras Mihailovic continuase como Ministro de Defensa de su Gobierno en el exilio. Ello llevó a Churchill a solicitar al rey su destitución a comienzos de 1944. En marzo tanto el embajador británico como el ministro de Exteriores volvieron a efectuar la solicitud. Finalmente, el 15 de mayo de 1944, el monarca formó un nuevo Gobierno del que se excluyó a Mihailovic, encabezado por el antiguo gobernador de Croacia, Ivan Šubašić. Stalin animó a los partisanos a alcanzar un acuerdo con este y Tito mostró su disposición al mismo en junio.
En agosto de 1944 Churchill viajó a Italia para tratar con Tito, que aseguró al primer ministro británico que no deseaba imponer un gobierno comunista en Yugoslavia, a la vez que evitaba comprometerse sobre el regreso del rey.
Las promesas de Tito tranquilizaron a Churchill. El 1 de noviembre de 1944 Tito y Šubašić alcanzaron un acuerdo para formar un gobierno de coalición,
en el que el primero aportaría el doble de miembros que el segundo. El acuerdo fue aceptado por los británicos con resignación y presionaron al soberano yugoslavo, opuesto en principio, a rubricarlo, lo que le obligaba a formar un consejo regente que le representaría. Ante la amenaza de expulsión del Reino Unido, el rey cedió a finales de enero de 1945. Pronto el nuevo Gobierno yugoslavo mostró su disposición a no permitir la formación de un estado democrático, utilizando la represión, el terrorismo de Estado y la intimidación contra la oposición, a pesar de las promesas de Tito
Mientras el Ejército Rojo avanzaba hacia Hungría tras haber entrado en Sofía el 9 de septiembre de 1944, los partisanos de Tito, en colaboración con el ejército soviético, liberaron Belgrado el 20 de octubre, aunque los alemanes resistieron en algunos puntos de Bosnia, Croacia y Eslovenia hasta mayo de 1945.
Entre la invasión de Yugoslavia, en abril de 1941, y su completa liberación en mayo de 1945, además de los enfrentamientos estrictamente militares, el país quedó marcado por una serie de matanzas de una amplitud considerable:
El balance de todas estas masacres es difícil de establecer. Las cifras aceptadas en el siglo XXI por los estudiosos es de alrededor de un millón de muertos en todo el país, de ellos cerca de 500 000 serbios, 200 000 croatas, 90 000 bosniacos, 60 000 judíos, 50 000 montenegrinos y 30 000 eslovenos. La mayoría de las víctimas murieron en territorio del NDH. En los territorios bajo control de los ustachas, se cita a 30.000 víctimas judías (75 % de la población de 1941), 16 000-27 000 gitanos (entre el 53 y el 96 % del total de 1941) y 350 000 serbios (18 % de la población de 1941). A estas cifras hay que añadir los muertos italianos en las Foibes, casi todos en la primavera de 1945.
En total, las pérdidas demográficas imputables a matanzas o a hechos bélicos se elevan a cerca de un millón para el conjunto de Yugoslavia, aunque algunos académicos como Rummel creen que son mayores.
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