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Generación ni-ni



El término nini[1]​ (ni estudia, ni trabaja) se emplea para referirse a jóvenes que ni estudian ni trabajan. El término viene del inglés: NEET (not in education, employment or training) se introdujo formalmente por primera vez en el Reino Unido en 1999 con la publicación del Informe «Bridging the gap: new opportunities for 16-18 year olds not in education, employment or training» («Cerrando la brecha: Nuevas oportunidades para jóvenes entre 16-18 años que no estudian ni trabajan ni reciben formación»).[2]​ El uso del término se ha extendido en otros países, entre los que se incluyen Japón, China, y Corea del Sur, mientras en los países de habla hispana se utiliza la denominación «nini».

Es un término considerado por algunos sectores como ofensivo.[3][4]

El agrupamiento de edad para considerar quién es joven varía considerablemente.

Desde el citado estudio en el Reino Unido, que consideraba a personas entre 16 y 19 años, hasta las recientes estadísticas de la Unión Europea, que para estudiar a los "ninis" abarcan la población entre 20 y 34 años.[5]​ En Japón, la clasificación abarca a las personas de entre 15 y 34 años que están desempleadas, solteras, no matriculadas en la escuela ni tampoco encargándose de tareas domésticas, y que no están buscando trabajo o recibiendo la formación necesaria para el mismo.

Desde la investigación social, se desaconseja emplear esta categoría, debido a que agrupa a colectivos muy heterogéneos: personas con bajo nivel de cualificación, con discapacidad o enfermas, dedicadas a trabajo doméstico no remunerado, sin interés por estudiar o trabajar, con dificultades para encontrar empleo, entre otras. Por tanto, obedecen a procesos causales diferentes, por lo que se necesitarían de políticas públicas distintas en el caso de querer abordar los problemas de cada uno de estos colectivos.[6]

Hay quienes consideran que el aumento de esta población trae consigo graves consecuencias para un país, ya que los nini se convierten en una población muy vulnerable para ser captada por la delincuencia organizada, pues se les ofrece cierto tipos de oportunidades que no podrían obtener a corto plazo por carecer de una buena capacitación.

Los «ninis» viven en condición social de verdadera marginación, discriminación y exclusión social; son jóvenes que están obligados a mantener una situación forzada de ocio frustrante, obligatorio, impuesto, incómodo, improductivo, angustiante y doloroso. Son desocupados que buscan acomodo, que tratan de encontrar un lugar en la sociedad, que luchan para conseguirlo, pero que sencillamente no lo logran. Asimismo, están en busca de trabajo y/o instituciones de estudio, hacen filas, llenan formularios, acuden a entrevistas y exámenes, pero solo reciben negativas. Por ello y con el correr de las semanas y de los meses, toman una posición indiferente y resignada ante la realidad, y optan por no estudiar, ya que afirman que no conseguirán trabajo relacionado con sus estudios, o simplemente por falta de ganas y empeño en el estudio.

En América Latina, según el Informe Mundial sobre la Juventud de 2007, en 2004 entre el 18 y el 20 % de los adolescentes de entre 15 y 20 años no estudiaban ni trabajaban. En México no existe una cifra exacta sobre el número de ninis, por el contrario, existe una discusión entre diversos organismos del gobierno. Según el rector de la UNAM la cifra asciende a más de 7.5 millones de jóvenes (22 % de la población de entre 12 y 29 años, de los cuales más de 6 millones son mujeres), lo que contrasta con la cifra de menos de 300 mil jóvenes publicada por funcionarios de la SEP. Sin embargo, ambas instituciones (UNAM y SEP) están de acuerdo en que aunque sus cifras son diferentes, indican que hay una grave falta de oportunidades y aspiraciones en los jóvenes.[8]

La crisis de la generación de los ninis se ha acentuado en los últimos años debido a que aunque las generaciones crecen en un ambiente de tecnología y democracia, tienen una gran dificultad para desarrollar un proyecto de vida y de emanciparse. Esta generación se enfrenta con condiciones laborales deterioradas: infraempleo y la no valoración de la formación educativa. Una de las razones por la que los nini sufren de angustia es por la posibilidad de tener una calidad de vida inferior a la de sus padres.

Otra de las causas de la angustia en este grupo de personas se debe a que no le encuentran sentido a estudiar, si después de haberlo hecho les costará mucho trabajo conseguir un empleo relacionado con lo que estudiaron, por lo que deciden no hacer ninguna de las dos cosas y ocuparse su tiempo en ociosidades, lo que causa en ellos una sensación de sin sentido.

Una comparación interesante es la que hacen los sociólogos, al contrastar esta generación con las pasadas en las que si los jóvenes no estudiaban, se ponían a trabajar; sin embargo, en las generaciones de la actualidad si los jóvenes no estudian, en muchos casos tampoco trabajan. Un dato interesante es que la mayoría de miembros de esta generación forman parte de familias de clases medias y bajas.

En las revoluciones árabes de 2010 y 2011 se considera que la participación de las generaciones de jóvenes ni-ni ha sido decisiva.[9]

Al respecto, un libro que explora el problema y propone soluciones, del punto de vista familiar y psicológico, es «Generación Ni ni» escrito por Alejandro Schujman.

Los datos para países de la Unión Europea se codifican como indicador lfse_20.[10]

El concepto de NEET está definido por el DfES del gobierno central en el documento Transforming Youth Work, publicado en el año 2000. La definición está tratada expresamente en otros documentos del gobierno local, con expresiones como «respondents who were out of work or looking for a job, looking after children or family members, on unpaid holiday or traveling, sick or disabled, doing voluntary work or engaged in another unspecified activity.»

En 2007 un estudio afirmó que el 9,4 % de los jóvenes de entre 16 y 18 años podían ser clasificados como ninis.[11]

El primer estudio a gran escala del fenómeno, titulado The Cost of Exclusion,[12]​ estimó que más de un millón de jóvenes hacen perder a la economía británica 3,65 billones de libras al año.

Según los últimos datos de Eurostat hechos públicos el lunes 11 de junio de 2012 referidos a 2011, España es uno de los países de Europa con más jóvenes de 18 a 24 años que ni estudian ni trabajan. Son unos 800 000 jóvenes, un 23,1 %, lo supone más de cinco puntos por encima de la media de la UE que se situó en 2011 en el 16,7 %. Lo que no sucedía antes de la crisis pues en 2007 España estaba justo en la media europea (13,8%). Hay que recordar que la tasa de paro juvenil en España se situaba en marzo de 2012 en el 52,7 %, una de las más altas de la UE. El único dato positivo del informe era que el crecimiento de los ninis se había estabilizado desde 2009.[13]​ En 2010 la cifra era del 22 %.[14]

En América del Sur la cantidad es menor; por ejemplo en Argentina, según el Ministerio de Trabajo, 20 % de los jóvenes de entre 14 y 24 años (más de un millón de personas) no estudian ni trabajan y 2 de cada 10 del total de 6 millones de argentinos de entre 15 y 24 años no tienen una ocupación académica ni laboral.[cita requerida]

En Uruguay, de acuerdo al programa de las Naciones Unidas para el desarrollo, un 18 % de jóvenes no estudia ni trabaja. En Brasil es un 19 % y un 21 % en Paraguay.[cita requerida]

Perú

Según el Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial (Iedep) de la Cámara de Comercio de Lima (CCL) informó que al 2017 el país registró la existencia de 1,4 millones de jóvenes —entre 15 y 29 años de edad— que no estudian ni trabajan.

Este grupo representa el 19,2% de la población nacional de 15 a 29 años. Además, el 62,4% de ninis son mujeres y el 37,6%, hombres. La CCL detalla también que el 78,1% de ellos se concentra en hogares «no pobres».[15]

Chile

En este país, de acuerdo a cifras oficiales Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional

Se tiene más de 500 000 personas en esa condición.

Razones de esta condición

Drogadicción:

El fácil acceso a esta, con consecuencias nefastas para el desarrollo social. Educación y prevención.

Deserción escolar:

La marginalidad, el no visualizar futuro ante el fracaso recurrente de estudios básicos. Debiese mantenerse una menor exigencia en colegios de personas de riesgo y vulnerabilidad social, facilitando su quema de etapas hasta al menos el sexto básico, y hacer más exigencia sobre este nivel, pero dando oportunidad de rendir exámenes y pruebas de nivelación hasta octavo básico en todos los establecimientos. Esto facilitaría estar con pares y no ser discriminado sin tener la madurez necesaria por el estilo de vida de sus padres. La mayor razón del abandono es ser muy grandes en edad para el curso. Siento que hay que privilegiar en esta edad, el desenvolvimiento social y el desarrollo comunitario.

Ya en la educación media, se nota menos la diferencia etaria por tanto se puede hacer más exigencia académica.

En este nivel facilitar la educación técnica, en todos los niveles escolares.

Técnica cuando esta se haya tomado por opción que su nivel sea superior, y en las educación media sea opcional (uso del tiempo libre) en talleres de carpintería, soldadura, bisutería, cocina, etc. con quema de etapas.

Técnica superior (centros de Formación Técnica, Institutos Técnicos) con más acceso social y más becas en estas áreas.

Existe más enfoque universitario, que técnico en el país, tenemos universitarios cesantes.

Alto costo de las carreras en las instituciones de educación superior:

La principal causa que lleva a un joven a abandonar su carrera o a no ingresar a estudiar es la situación económica de sus familias. Respecto a la deserción por problemas económicos del grupo familiar, ésta se produce principalmente en estudiantes que deben dejar de estudiar. En ese caso, los más afectados son los alumnos de universidades privadas, quienes cuentan con menos opciones para recurrir a créditos o becas.

Más allá de las cifras, abandonar los estudios en esta etapa tiene un tremendo costo. Le cuesta a la familia, que tendrá que pagar uno o más años adicionales por la educación de su hijo. Le cuesta al Estado, cuando está apoyando la formación de ese joven con becas o crédito. Y le cuesta al propio alumno, que debe postergar su sueño profesional. De ahí la importancia de recorrer paso a paso, y analizar con detención y responsabilidad el camino que lleva a la Educación Superior.

Negligencia parental (abandono, niños solos):

Cada familia es un mundo, la falta de red social, apoyo de adultos con los menores hace difícil la salud emocional y expectativas de vida de los niños solos, los padres deben procurar e insistir en buscar soluciones de acompañamiento. Algunos jóvenes maduran y cooperan, pero lamentablemente también hay muchos que no manejan estar sin un adulto responsable.

Requisitos laborales (estudios básicos o medios, o carrera técnica):

En muchos lugares, no hay empleo para personas sin estudios.

Marginalidad tecnológica:

El acceso a información, talleres y otros no es accesible para quienes no se manejan digitalmente. Además que actualmente la búsqueda de empleo es a través de correo electrónico y vía web, y eso hace que la marginalidad social y vulnerabilidad de las personas aumente.

Cifras dadas a conocer por la OCDE y la organización internacional del trabajo dan cuenta de que el 21 % de la población juvenil de Centroamérica de entre 16 y 29 años, no estudia ni trabaja y el fondo de población de la ONU da cuenta de que el 20 % de los jóvenes en el Caribe no estudia ni trabaja.

Se calcula que existen 7 millones 226 mil jóvenes de entre 15 y 29 años de edad que no estudian o trabajan.

Los directores de las principales universidades públicas del país, el exdirector del IPN, José Enrique Villa, y el exrector de la UNAM, José Narro Robles, se han dirigido a los políticos y al gobierno actual con el fin de crear proyectos para generar mayores expectativas y oportunidades a la población juvenil para no desaprovechar al «bono demográfico», es decir a los jóvenes que en un futuro se harán cargo del país.

La UNAM advirtió en un estudio a través del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la Universidad Nacional Autónoma de México (CRIM-UNAM) que los ninis son una bomba de tiempo que el gobierno no ha querido desactivar, por lo que advierten que aumentará el número de jóvenes que prefieran migrar hacía E.U.A. o Canadá con el objetivo de encontrar mejores oportunidades, o bien, permanecer en el país y optar por la economía informal o incluso por la delincuencia.

También se menciona en la investigación que el 37 % de los adolescentes abandonan la escuela antes de terminar la secundaria, lo que equivale a más de una tercera parte, y se advierte que esta cifra podría aumentar debido a las condiciones económicas.

En México, dos de cada 10 jóvenes de 15 a 29 años no estudian ni trabajan, es decir, son ninis; pero lo más grave es que, en promedio, cada uno de ellos pierde 3.3 años de sus vidas en esa situación, lo cual es un año más que el promedio de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), que es 2.3 años.

El «Panorama de la Educación 2014» que presentó el organismo internacional da cuenta que en México la situación de los jóvenes es más crítica que en otras naciones, pues no sólo tener una carrera profesional no les garantiza un buen empleo, sino que además pierden tres años de su vida sin estudiar ni tener un trabajo remunerado. Esa situación que enfrentan los jóvenes mexicanos representa «un gran riesgo de que se desvinculen tanto de la educación como del mercado laboral», por lo que en vez de tener un trabajo o estar en la escuela, prácticamente pasan buena parte de su juventud sin una actividad productiva.

Con base en las tendencias actuales, «se estima que los mexicanos de 15 a 29 años de edad pasarán 3.3 años sin estar empleados ni en educación o formación», alertó la OCDE en el estudio anual que hace sobre el panorama educativo en diferentes aspectos.

En este caso específico, el organismo internacional no sólo reveló que México es de los países con el más alto índice de ninis, sino que además evidenció que esos jóvenes estarán varios años de su vida sin actividad productiva, ya sea laboral o académica, y posiblemente permanezca en casa ayudando a tareas domésticas o en algún oficio que no tiene ninguna retribución.

Estar inactivo por ese periodo ocasiona que «puedan perder habilidades valiosas y experiencia con efectos a largo plazo sobre su futuro, con menos oportunidades para acumular capital humano y los ingresos fiscales no percibidos para las economías nacionales. Además, muchos estudios han confirmado la asociación entre el desempleo y la mala salud mental, incluyendo la depresión, lo que puede también traducirse en costos sociales adicionales para la sociedad», advirtió la OCDE.[16]

La abundancia demográfica de ninis en la sociedad ha quedado reflejada en las estadísticas sobre el empleo. El crecimiento de ninis entre la población (cuyo tamaño estimado ha variado de 480 000 en septiembre de 2002 a 520 000 en septiembre de 2003, según el Ministerio de Sanidad, Trabajo y Bienestar japonés) se ha convertido en un motivo de preocupación para los políticos japoneses, debido al impacto potencial que podría tener en la economía. Otros estudios realizados por el gobierno japonés en 2002 estimaron que unas 850 000 personas podían ser clasificadas como nini en la población japonesa, el 60 % son jóvenes de entre veinticinco a treinta y cuatro años.[17]

Lo que diferencia a Japón y a Reino Unido en cuanto al uso del término NEET, es que en Japón suele utilizarse como un término despectivo. Esto es diferente de la definición estadística que incluye a caseros y lisiados quienes no puede participar en el mercado o el entrenamiento de trabajo debido a sus circunstancias. En la práctica, no ven a los caseros o a las personas lisiadas en esta categoría aunque los cuentan estadísticamente dentro del grupo. Por lo tanto, NEET en japonés significa desgana o la denegación de participar en el mercado o la educación del trabajo.

Al contrario de la mayoría de los países de Europa occidental, en Japón el seguro de desempleo termina automáticamente después de tres a seis meses. Por lo tanto los nini en Japón son financiados enteramente por sus padres. El problema se atribuye al retiro social del individuo así como a la buena voluntad de los padres de clase media de apoyar esto. Esta forma de retiro social se vincula al fenómeno hikikomori. Este fenómeno se considera como un síntoma de la cultura de trabajo japonesa a la cual se ve como indebidamente opresiva por sus demandas rutinarias en horas extras y sacrificio personal, en casos extremos dando por resultado la muerte debido al trabajo excesivo (karōshi). Los NEET, hikikomoris o freeters pertenecen a una proporción de la generación más joven la cual está poco dispuesta o es incapaz de tolerar los valores impuestos a ellos por las generaciones mayores.

En Japón, los ninis son aquellos que han rechazado el modelo social aceptado de la edad adulta en intentar el empleo a tiempo completo después de la graduación o el entrenamiento adicional con programas gubernamentales como «hola trabajo» para obtener habilidades de trabajo comerciales. Algunos expertos indican que esta situación es debida al estancamiento económico extendido durante los años 90, que llevaron al elevado paro entre gente joven, 2,13 millones por algunas estimaciones, reflejado en un cambio en el estado de los freeters, que fueron empleados nominales, en ninis.

NEET es un concepto distinto de freeter, la clasificación para los que se mueven continuamente entre trabajos con salarios bajos. Ambos son vistos como reacción de la juventud japonesa contra la trayectoria de carrera más tradicional de salaryman. El desarrollo de freeters y de NEET en Japón demuestra que el sistema de empleo de curso de la vida se ha desintegrado frente a las presiones económicas y la globalización, donde se espera que a los individuos innoven y comuniquen a través de culturas, y donde un papel definido del empleado puede no existir. La disponibilidad de siempre del empleo en una sola compañía ha llegado a ser cada vez más insostenible para las corporaciones y los individuos.

El profesor Michiko Miyamoto describe la situación como una «avería del marco social forjado en una sociedad industrial, a través de la cual los jóvenes pasan a la adultez».

En las revoluciones árabes de 2010 y 2011 se considera que la participación de las generaciones de jóvenes nini ha sido decisiva.[18]

En Colombia el término nini es poco conocido y los estudios al respecto son escasos. El tema de los jóvenes ninis en Colombia ha sido abordado con el objetivo de conocer cuántos son y en qué condiciones socio económicas se encuentran. Existen varios debates respecto al término, primero se encuentra la cuestión sobre la definición de juventud, que incluye, además del rango de edad establecido políticamente, la discusión sobre las transiciones a una edad adulta. La segunda cuestión que se discute es sobre lo peyorativo y prejuicioso que puede ser el término nini por su relación con la completa inactividad. Esta discusión va dirigida a si es un problema de autogestión por parte de los jóvenes quienes no buscan las oportunidades, no quieren insertarse al sistema educativo o al mercado laboral, o, si se trata de una cuestión del propio sistema quien no ofrece la cobertura necesaria para la alta demanda de empleo y educación que actualmente vive la región de América Latina con el Bono demográfico. Algunas de las investigaciones realizadas en los últimos años estiman que la población de jóvenes ninis en Colombia es superior al 20%. Según Díaz, Silva, & Sarmiento (2015)[19]​ en Colombia existen 24,6% de jóvenes entre 15 y 24 años, en números absolutos, 2.020.524 jóvenes colombianos que durante 2012-2013 no tuvieron una actividad definida. Un informe publicado por el Banco Mundial[20]​ confirma que Colombia es el segundo país de Latinoamérica con mayor población de ninis: personas entre los 15 y los 24 años que ni estudian ni trabajan. Según la Universidad del Rosario, (2017) se suman en Colombia alrededor de medio millón de individuos, de los cuales el 57.2% son mujeres seguido de 42.8% hombres, esto quiere decir, 212.000 son hombres y 370.000 mujeres, según cifras oficiales emitidas por el (DANE, 2017). Por lo tanto, 16% de los jóvenes entre 15 y 24 años de edad de la población de las 13 ciudades principales del país no están recibiendo algún tipo de formación educativa, ni laborando o buscando un trabajo.



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