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Genio (persona)




La genialidad se asocia típicamente a logros sin precedente, creativos, originales y universales.

No existe una definición científica precisa de genio, y la cuestión sobre si la noción en sí misma tiene algún significado ha sido largamente debatida. El término es utilizado en varios sentidos: para referirse a un aspecto particular de un individuo, o al individuo completamente; o un polímata o un conocedor de un área en particular (por ejemplo Albert Einstein o Marie Curie). La distinción entre genialidad y habilidad es materia de debate del que la psicología ofrece visiones relevantes. Para algunos, como el crítico literario, Harold Bloom: "El talento no debe ser original, el genio debe serlo", así lo afirma en su obra literaria "Genios".

En la Antigua Roma, el genio era el espíritu guía o deidad tutelar de una persona, familia (gens) o lugar (genius loci).[1]​ El sustantivo (del verbo latín gigno, genui, genitus, "traer a la vida", "crear") está relacionado con ingenio como sinónimo de creatividad. En los tiempos de César Augusto se hizo común la acepción "inspiración", "talento".[2]

El artículo Génie de la L'Encyclopédie, atribuido a Diderot en 1757, instaura la diferencia entre «el hombre genial» (del cual se busca estudiar la fisiología y la psicología) y «la producción» literaria o musical que provoca la necesidad de estudiarla.[3]

Los trabajos de Francis Galton y James McKeen Cattell defienden un análisis del tiempo de reacción y agudeza sensorial como medidas de "eficiencia neurofisiológica", y el análisis como medida de la inteligencia. Galton, él mismo un niño prodigio, publica Hereditary Genius (1869); es visto como el fundador de la psicometría, eugenesia y la historiometría (un estudio analítico del progreso humano histórico). Se inspira en Adolphe Quetelet y en Charles Darwin.

La genialidad se expresa de diversas maneras (e.g., matemática, literaria, artística). Un genio puede revelarse durante la infancia, como un prodigio con dones particulares (e.g., comprensión), o más tarde en la vida. Los genios son usualmente llamados así después de haber demostrado gran originalidad. Tienden a tener grandes intuiciones en sus dominios, y utilizarlas con tremenda energía. Es conocida la referencia entre la creatividad de un genio y mutaciones genéricas relacionadas con la psicosis.[4]

Una hipótesis llamada teoría de las inteligencias múltiples implementada por el profesor Howard Gardner en 1983, estipula que existen al menos siete tipos de inteligencias, cada una con su tipo de genio.

El libro de Malcolm Gladwell Outliers, popularizó una gran parte de la investigación en genialidad y habilidad. Gladwell menciona el trabajo del psicólogo K. Anders Ericsson, sobre las habilidades y conocimientos de un 'experto'; como resultado de su investigación, Ericsson sugiere que toma aproximadamente 10,000 horas de práctica deliberada dominar algo - es lo que llama la "regla del 10,000". En Outliers se discuten también otros elementos azarosos que juegan un papel en la creación del genio, incluyendo el Efecto Mateo de Robert K. Merton (e.g. el rico se vuelve más rico).

Según Ericsson, los mentores juegan un papel importante en lograr la maestría. Sin embargo, solo se puede enseñar hasta cierto punto, puesto que muchas de las capacidades de un genio son implícitas, siendo difícil explicar con palabras (explícitamente) cómo hacen lo que hacen.[5]

Muchos genios sufren de trastornos mentales, por ejemplo Vincent van Gogh,[6]Torquato Tasso,[7]Jonathan Swift,[8]John Forbes Nash,[9]Ernest Hemingway.[10]

El político y escritor Alphonse de Lamartine definió el genio humano bajo tres parámetros: la grandeza de propósito, la pequeñez de medios y la inmensidad de los resultados.[11]

El uso del sustantivo "genio" está íntimamente relacionado con el concepto general de inteligencia. Una manera comúnmente aceptada de intentar medir la inteligencia es con un test de CI. La etiqueta de "genio" para personas con alto CI fue popularizado por Lewis Terman. Junto a su colega Leta Hollingworth, sugieren diferentes puntuaciones para medir el grado de genialidad en términos psicométricos. Terman lo considera con un CI de 140, mientras que Hollingworth lo coloca con un CI de 180.[12][13]

Además de la crítica fundamental sobre que la inteligencia medida de este modo es una falacia,[14]​ el test de CI también ha sido criticado por introducir un "sesgo cultural" en su interpretación, a pesar de las aseveraciones de que estas pruebas están diseñadas para eliminar todo sesgo.

Anders Ericsson argumenta que, en general (con la enorme excepción de la física teórica), después de que el CI de una persona rebasa 120, su éxito estará determinado mayormente por otras cualidades. En otras palabras, hay quizá, de modo general, una vuelta decreciente al poder mental puro. Ericsson propone habilidades sociales como ejemplo de otras cualidades que son entonces más relevantes para el éxito. También advierte que el CI no mide lo que muchos llamarían "creatividad" — a veces medida al observar la inhibición latente de un individuo en lugar del CI.[5]

Muchos filósofos han propuesto definiciones para genio y lo que esto implica en el contexto de sus propias teorías filosóficas.

En la filosofía de David Hume, la manera en que la sociedad percibe al genio es similar al modo en que percibe al ignorante, Hume estipula que una persona con características de genio es mirado como una persona desconectada de la sociedad, como quien trabaja remotamente, a la distancia, alejado del resto del mundo.[cita requerida]

En la filosofía de Immanuel Kant, "genialidad" es la habilidad de, independientemente, arribar y comprender conceptos que normalmente tienen que ser enseñados por otra persona. Para Kant, es originalmente el carácter de la genialidad.[15]​ Esta genialidad es un talento para producir ideas que pueden describirse como inimitables. La discusión de Kant acerca de las características de la genialidad está ampliamente contenida en Crítica del juicio y fue bien recibida por los románticos de principios del siglo XIX. Adicionalmente, gran parte de la teoría de Schopenhauer sobre genialidad, particularmente el talento y el "desinterés" (por ejemplo "juego libre") de la contemplación estética, se deriva directamente de los párrafos de la parte I de la Crírica del juicio de Kant.[16]

En la filosofía de Arthur Schopenhauer, un genio es alguien cuyo intelecto predomina sobre la "voluntad" mucho más que en una persona normal. En la estética de Schopenhauer, esta predominancia del intelecto sobre la voluntad permite al genio crear trabajos artísticos o académicos que son objeto de pura y desinteresada contemplación, el máximo criterio de experiencia estética para Schopenhauer. Su distanciamiento de lo mundano significa que el genio de Schopenhauer muestra rasgos de mala adaptación hacia las preocupaciones mundanas; en palabras de Schopenhauer, caen al barro mientras contemplan las estrellas, una alusión al diálogo de Platón Teeteto, en que Sócrates narra cómo Tales (el primer filósofo) es ridiculizado por caerse en tales circunstancias.

En la filosofía de Nietzsche, genialidad es meramente el contexto que nos lleva a considerar a alguien como genio. En El crepúsculo de los ídolos, Nietzsche escribe, "Los grandes hombres, como las grandes épocas, son material explosivo en quienes una tremenda energía se ha acumulado; el prerrequisito siempre ha sido, histórica y psicológicamente, que un prolongado ensamblaje, acumulando y preservando, les ha precedido – que no ha habido explosión en mucho tiempo." De este modo, Nietzsche sigue la línea del idealismo alemán.

En la filosofía de Bertrand Russell, genialidad implica que un individuo posee cualidades y talentos únicos que hacen al genio especialmente valorado en la sociedad en que opera. Sin embargo, la filosofía de Russell sostiene además que es posible que la genialidad sea destruida en su juventud por un ambiente no propicio. Russell rechaza la noción que creía era popular en su tiempo, que "el genio prevalecerá".[17]



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