El gerundio es, en diversas lenguas, una de las formas no finitas del verbo, es decir, una forma verbal que no se define por rasgos tales como el tiempo, ni el modo, ni el número, ni la persona. Su definición más concreta puede variar de una lengua a otra; en castellano se suele definir como la forma verbal no finita que tiene características comparables a las de un adverbio.
En castellano deriva del gerundium latino que, inicialmente, era el caso ablativo del gerundivum (participio de futuro pasivo).
Junto con el participio, el infinitivo, y otras, el gerundio es una de las formas no personales del verbo, también llamadas verboides.
En general el gerundio puede adoptar dos formas: la simple —por ejemplo, comiendo— y la compuesta, construida mediante el uso del verbo auxiliar haber —habiendo comido—.desinencia -ando, mientras que los de la segunda y tercera conjugación (-er, -ir) lo hacen con -iendo.
Existen dos modalidades para la construcción del gerundio, en función de la conjugación a la que pertenece el verbo. Los verbos de la primera conjugación (acabados en -ar) se forman con la terminación oLos gerundios con modificación ortográfica no deben realmente considerarse una irregularidad. Únicamente seguimos la regla ortográfica del español según la cual, en el caso del triptongo formado por: vocal + i átona (semiconsonante) + vocal, la "i" se cambia por "y".
El mismo también puede aparecer en el principio de la palabra.
Pero, a todos los efectos, incluso en el plano fonético, el resultado es el mismo en otros casos (con la excepción del yeísmo).
Estas formas verbales, formadas a partir de un verbo y el gerundio, señalan una acción en proceso
o una acción interrumpida (perífrasis terminativa). Tiene el significado de «para concluir», «para resumir».
El uso normativo del gerundio en español es el adverbial.
Es el empleado para denotar idea de sucesión de acciones verbales en el tiempo. El uso del gerundio con matiz de posterioridad está generalmente desaconsejado por los prescriptivistas en el castellano actual. Es decir, según ellos no debe emplearse cuando la acción que denota el gerundio no es anterior, simultánea o inmediatamente posterior a la del verbo a la que acompaña. Varios autores achacan este uso no normativo del gerundio a préstamos de otras lenguas, como el inglés, el francés o incluso el árabe.
En general los prescriptivistas afirman que un empleo excesivo del gerundio denota pobreza de estilo y es característico de un habla no culta. Es especialmente frecuente —y no normativo— su uso en oraciones de enumeración cronológica que normalmente habrían de emplear el verbo en su forma conjugada personal.
Un ejemplo de este uso, frente a su forma nomativa, sería el de:Tradicionalmente, a lo largo de los siglos XIX y XX existió entre los gramáticos un enconado debate en torno a la idoneidad del uso de este tipo de gerundio.
Andrés Bello, célebre lingüista venezolano, sería el primero en afirmar que el empleo del gerundio con connotación de posterioridad es «una degradación que desluce el castellano moderno». Otros autores, como Niceto Alcalá Zamora, sin necesidad de proscribir el uso del gerundio de posterioridad, abogaron por un uso prudente y contenido de este, al destacar la virtud que tiene de romper la monotonía que supone el uso abusivo en un texto de la conjunción subordinante «que».
Rufino José Cuervo aceptó el uso del gerundio con significados de coexistencia y posterioridad, abogando por el uso del segundo sólo en los casos en los que este aparezca en la primera parte de la oración. Eduardo Benot propuso no desaconsejar el empleo de ningún tipo de gerundio, independientemente de sus connotaciones temporales. Samuel Gili Gaya fue otro gramático que, corrobando las ideas de Bello, pretendió restringir el uso del gerundio con connotación de posterioridad, aceptando en cualquier caso su uso en las situaciones en que las dos acciones se produzcan con tal inmediatez que puedan considerarse simultáneas. Emilio Alarcos Llorach sería otro autor que defendería el uso del gerundio para significar posterioridad.
El gerundio modifica un total tomando una parte separada de este.
Aunque algunas fuentes prescriptivistas rechazan los gerundios dobles,
las Academias de la Lengua no lo consideran incorrecto, aunque sí poco elegante. Así, la Nueva gramática de la lengua española (sec. 28.12b) da como ejemplo válido: Estando trabajando en este asunto, me enteré de muchas cosas.El uso del gerundio acompañando a un sustantivo y complementando su significado es incorrecto para la RAE, excepto en dos casos concretos: «agua hirviendo» y «clavo ardiendo».
A pesar de estar considerados como incorrectos, es frecuente su uso en anuncios por palabras. También aparece en lenguajes especializados, como el periodístico, legislativo o administrativo. Así, por ejemplo, para los normativistas serían incorrectas oraciones como la siguiente:
Sin embargo, los normativistas sí consideran correcta la siguiente oración, como caso excepcional, puesto que existe la posibilidad de relacionar al gerundio con el verbo principal, ver con recoger:
De forma general, los normativistas aceptan casos en los que el verbo principal responde al significado de percepción (ver, notar, oír,...) y el gerundio indica una acción.
Casos particulares:
Los normativistas consideran incorrecto el uso de un gerundio que complementa a un objeto directo inanimado.
Para ellos la forma correcta sería:
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