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Guardianas en campos de concentración nazis



Las guardianas en campos de concentración nazis o SS- Aufseherinnen fueron mujeres que ejercieron de guardias en campos de concentración y exterminio durante el periodo de la Alemania nazi. De los 55.000 guardianes que sirvieron en los campos de concentración nazis, alrededor de 3.700 fueron mujeres. En 1942, las primeras guardianas llegaron a Auschwitz y a Majdanek desde Ravensbrück. Al año siguiente, los nazis comenzaron el reclutamiento de mujeres debido a la escasez de guardianes varones. El nombre en alemán de este puesto era Aufseherin (en plural Aufseherinnen) y significa supervisora o asistente.

Las guardianas eran generalmente de clase media y baja[1]​ y no tenían anterior experiencia en ese trabajo; su perfil laboral era variado: se indica que eran antiguas matronas, peluqueras, cobradoras de tranvía, cantantes de ópera o profesoras retiradas.[2]​ Las voluntarias fueron reclutadas por anuncios en periódicos alemanes que demandaban mujeres que quisieran mostrar su amor al Reich y unirse a las SS-Gefolge ("SS-Escolta", una organización de apoyo y servicio de las SS para mujeres). Adicionalmente, algunas eran reclutadas sobre la base de los propios archivos de datos de las SS. La Liga de Muchachas Alemanas actuaba como vehículo de adoctrinamiento para muchas de las mujeres.[3]​ En una de las audiencias de posguerra, la Oberaufseherin Herta Haase-Breitmann-Schmidt, jefa de supervisoras, aseveró que las guardianas no eran mujeres enteramente de las SS. Como consecuencia, en algunos tribunales estuvo en discusión si las SS-Helferinnen empleadas en los campos eran miembros oficiales de las SS, llevando así a decisiones judiciales contradictorias. Muchas de ellas pertenecían a las Waffen-SS y al Cuerpo SS-Helferinnen.[4][5]​ Algunas mujeres que sirvieron en los campos pertenecían al Allgemeine-SS o al SS-Gefolge. Otras mujeres, como Therese Brandl y Irmtraut Sell, pertenecían a las unidades del Totenkopf (del "cráneo" o "calavera").[6]

En un primer momento, las nuevas reclutas fueron entrenadas en Lichtenburg en Alemania en 1938 y después de 1939 en Ravensbrück, un campo cerca de Berlín. Cuando estalló la guerra, los nazis construyeron otros campos en Polonia, Francia, Países Bajos, Bélgica así como en otros países ocupados. El entrenamiento de las guardianas era similar al de sus homólogos varones: las mujeres asistían a clases que duraban entre 4 semanas y 6 meses, impartidas por guardianas veteranas - sin embargo, cerca del final de la guerra, se formaban con guardianas casi sin experiencia. Los registros judiciales citan a la exmiembro de las SS Herta Ehlert, que sirvió en Ravensbruck, Majdanek, Lublin, Auschwitz y Bergen-Belsen, quien describe su formación como "física y emocionalmente exigente" cuando se le interrogó en el juicio de Bergen-Belsen. Según ella, a las participantes se les aleccionó acerca de la corrupción de la República de Weimar y en la forma de castigar a los prisioneros y cómo vigilar posibles sabotajes y ralentizaciones en el trabajo. Las mismas fuentes afirman que Dorothea Binz, supervisora en Ravensbruck a partir de 1942, entrenó a sus alumnas en los puntos más finos del "placer malvado"[6]​ (Schadenfreude o sadismo).

Las guardianas fueron conocidas colectivamente como SS-Helferin (en alemán: "Asistenta de las SS") y nunca recibieron una equivalencia con los rangos de las Schutzstaffel / SS. Estas empleadas fueron conocidas como Rapportführerin "Directora", Erstaufseherin, "Primera Guardiana", Lagerführerin, "Líder de Campo" y Oberaufseherin la "Supervisora Principal". La posición más elevada obtenida por una mujer fue la de Chef Oberaufseherin, "Supervisora jefe Principal" tal y como ocurrió con Luise Brunner y Anna Klein. En la estructura de mando nazi, ninguna mujer guardiana podría dar órdenes a un hombre, el rango de SS-Helferin estaba por debajo de cualquier varón con rango en las SS, de tal modo que las mujeres no eran reconocidas como miembros efectivos de las SS salvo para tareas auxiliares.

Ningún campo de concentración fue dirigido por una comandante femenina. Ravensbrück, el único campo reservado para reclusas, fue dirigido por soldados masculinos de las SS, ayudados por una minoría de asistentes femeninas.[6]

Se dice que las relaciones personales entre los hombres de las SS y las guardianas existieron en la mayoría de los campos. Por su parte Heinrich Himmler decía que los varones de las SS debían ver a las guardianas como a iguales y camaradas. En el relativamente pequeño campo de Helmbrechts cerca de Hof, Alemania, el comandante del campo, Doerr, tuvo un relación sentimental con la jefa de supervisoras Herta Haase-Breitmann. [cita requerida]

La corrupción fue otro aspecto destacado de la cultura de las guardianas. Ilse Koch, conocida como "la zorra de Buchenwald", fue la jefa de guardianas del campo de Buchenwald, y al mismo tiempo estaba casada con el comandante de campo, Karl Koch. Se rumoreó que ambos estaban implicados en la malversación de millones de Reichmarks, debido a eso Karl Koch fue condenado y ejecutado por los nazis pocas semanas antes de la liberación por parte del ejército norteamericano del campo de Buchenwald; sin embargo, Ilse fue eximida de culpa. Algunas fuentes especulan si hubo testigos de asesinatos en Buchenwald.

A pesar de la reputación de brutalidad, ciertamente hubo casos de guardianas que mostraron una relativa empatía. Un caso aparente de ello fue el de Klara Kunig que se hizo guardiana a mediados de 1944 y prestó servicio en Ravensbruck y en el campo secundario de Dresden-Universelle. La jefa de guardianas del campo manifestó que esta era demasiado educada y amable con los reclusos, razón por la cual prescindió de ella en el campo en enero de 1945. Su destino ha permanecido desconocido desde el 13 de febrero de 1945, fecha en que los aliados llevaron a cabo el bombardeo de Dresde.[7]​ En Auschwitz-Birkenau, una Aufseherin fue encontrada culpable de ayudar a los reclusos ilegalmente, y la jefa de guardianas ordenó su castigo: sus compañeras guardianas fueron obligadas a propinarle veinticinco latigazos.

Hacia el final de la guerra, las mujeres fueron sacadas de las fábricas en la Bolsa de Trabajo Alemán y enviadas a centros de entrenamiento. Las mujeres fueron también entrenadas a pequeña escala en los campos de Neuengamme; Auschwitz I, II, III y IV; Plaszow; Flossenbürg; Gross Rosen; Vught y Stutthof así como en Dachau, y unas pocas en Mauthausen y unas pocas mujeres fueron entrenadas en Buchenwald y sus campos satélite. La mayoría de estas mujeres llegaban de zonas alrededor de los campos. En 1944 las primeras mujeres guardianas fueron enviadas a Neuengamme, Dachau, Mauthausen, una minoría a Natzweiler Struthof, y menos aún en Dora Mittelbau (solo se conoce a una).[8]

Entre siete y veinte Aufseherinnen trabajaron en Vught, veinticuatro mujeres de las SS entrenadas en Buchenwald (tres a la vez), treinta y cuatro en Bergen Belsen, noventa en Dachau, doce en Mauthausen, tres en Dora Mittelbau, siete en Natzweiler-Struthof, veinte en Majdanek, 200 en Auschwitz y en sus subcampos, 140 en Sachsenhausen, 158 en Neuengamme, cuarenta y siete en Stutthof en comparación a 958 quienes sirvieron en Ravensbrück (2.000 fueron adiestradas ahí), 561 en Flossenbürg, y 541 en Gross Rosen. Muchas mujeres supervisoras fueron entrenadas y/o trabajaron en los subcampos en Alemania, Polonia, y unas pocas en el este de Francia, otras pocas en Austria, y otras pocas en campos de Checoslovaquia.[9]

Adicionalmente de aquellas que fueron mencionadas siendo ejecutadas por crímenes de guerra, las siguientes guardianas fueron juzgadas después de la guerra, condenadas y ejecutadas por los mismos motivos: Sydonia Bayer de Litzmannstadt (Lodz), fecha desconocida (en Polonia); Juana Bormann de Bergen-Belsen, colgada el 13 de diciembre de 1945; Ruth Hildner de Helmbrechts, colgada el 2 de mayo de 1947; Christel Jankowsky de Ravensbrück, fecha desconocida (en Alemania Oriental); y Gertrud Schreiter y Emma Zimmer de Ravensbrück, ambas colgadas el 20 de septiembre de 1948. Y un número desconocido fueron sumariamente ejecutadas por los soviéticos al final de la guerra.[6]

Cuando los Aliados liberaron los campos, las mujeres de las SS generalmente se mantenían en servicio activo. Muchas de ellas fueron capturadas cerca o en los mismos campos de concentración tales como Ravensbrück, Bergen Belsen, Gross Rosen, Flossenbürg, Salzwedel, Neustadt-Glewe, Neuengamme, y Stutthof. Después de la guerra, muchas mujeres de las SS fueron retenidas en el campo de internamiento de Recklinghausen, Alemania, o en el antiguo campo de concentración de Dachau. Entre 500 y 1000 mujeres fueron retenidas mientras el ejército de Estados Unidos investigaba sus crímenes y los servicios prestados en los campos. La mayoría de ellas fueron liberadas ya que los hombres de las SS fueron declarados prioritarios. Muchas mujeres ahí retenidas habían tenido un alto rango en el escalafón de la Liga de Muchachas Alemanas, mientras que otras habían servido en los campos de concentración.

Muchos miembros de las SS (hombres y mujeres) fueron ejecutados por los soviéticos cuando liberaron los campos, mientras que otros fueron enviados a los gulags. Solo unas pocas mujeres de las SS fueron juzgadas por sus crímenes comparados con los de los hombres de las SS. La mayor parte de las guardianas fueron juzgadas en el Juicio de Auschwitz, en cuatro de los siete Juicios de Ravensbrück, en el primer Juicio de Stutthof, y en segundo y tercero de los Juicios de Majdanek y del pequeño campo de Hamburg-Sasel. En este juicio fueron juzgados todos los cuarenta y ocho miembros de las SS involucrados.[6]

El último juicio a una supervisora se celebró en 1996. La antigua Aufseherin Luise Danz, que trabajó como supervisora desde enero de 1943 en Plaszow, y después en Majdanek, Auschwitz-Birkenau y en el campo secundario de Ravensbrück en Malchow como Oberaufseherin, fue juzgada en el primer juicio de Auschwitz y sentenciada a cadena perpetua en 1947. En 1956, fue liberada por buen comportamiento. En 1996, fue de nuevo juzgada por el asesinato de una joven en Malchow al final de la guerra. El médico que supervisaba el juicio confirmó a la corte que los procedimientos no podían ser sostenidos debido a la avanzada edad de la acusada y todos los cargos fueron retirados. A fecha de 2011, Danz sigue viva a la edad de 94.[6]

En 1996, una historia irrumpió en Alemania sobre Margot Pietzner (nombre de casada Kunz), una antigua Aufseherin de Ravensbruck, del subcampo de Belzig y de un subcampo en Wittenberg. Originalmente fue sentenciada a muerte por un tribunal soviético pero le fue conmutada la pena por cadena perpetua y finalmente liberada en 1956. A principios de la década de 1990 a la edad de setenta y cuatro años Margot recibió una compensación de 64.350 marcos (32.902 euros) por recibir la consideración de "víctima de Stalin". Algunos historiados argumentan que mintió y no es merecedora de esa compensación económica, y recuerdan que sirvió brutalmente como personal en tres campos de concentración.

La única guardiana que ha contado su historia en público ha sido Herta Bothe, que sirvió en el campo de concentración de Ravensbrück en 1942, y después en Stutthof, en el campo secundario de Bromberg-Ost, y por último en Bergen-Belsen. Fue sentenciada a 10 años de prisión, y fue liberada a mediados de los años 50 del siglo XX. En una entrevista en 2004, Bothe fue preguntada si lamentó haber sido guardiana en un campo de concentración. Su respuesta fue, "¿A qué te refieres? ...Cometí un error, no... El error fue que era un campo de concentración, pero tenía que ir; si no yo misma estaría dentro, ese fue mi error."[11]

No ha sido probado, pero en 2006 fue deportada por el Departamento de Justicia de los Estados Unidos la residente en San Francisco de 84 años Elfriede Lina Rinkel, que ocultó su secreto durante más de 60 años a su familia, amigos, y a su marido judío-alemán llamado Fred. Había trabajado en el campo de concentración de Ravensbrück desde 1944 hasta abril de 1945, y había utilizado un perro entrenado por las SS en el campo. Rinkel emigró a los Estados Unidos en 1959 al finalizar la Segunda Guerra Mundial buscando una vida mejor y omitió Ravensbrück en la lista de lugares de residencia en su solicitud de visado. En Alemania Rinkel no afronta cargos criminales ya que solo las denuncias de asesinato pueden sostenerse después de este tiempo,[12]​ aunque el caso continúa siendo investigado.[13]

En la novela The Reader un joven tiene una relación con una mujer mayor (que había sido guardiana en un campo de concentración) Hanna Schmitz. Finalmente es juzgada por un tribunal de justicia. En la adaptación cinematográfica fue interpretada por Kate Winslet.

En la película Pasqualino Settebellezze, dirigida por Lina Wertmüller, el protagonista salva su vida por tener una relación sentimental con la comandante de un campo de concentración, en el cual fue recluido por haber desertado del ejército italiano.

Aufseherinnen han sido representadas en distintos roles de diversa importancia en numerosas películas:



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