El hexámetro dactílico cataléctico o simplemente hexámetro es una línea métrica de origen griego arcaico, de amplísimo uso en la literatura clásica. Es el verso en el que están compuestas las más importantes poesías de las literaturas griega y latina, siendo en el que están expresados íntegramente los poemas épicos más antiguos de la tradición: la Odisea y la Ilíada de Homero. El hexámetro es el verso épico de la poesía en las antiguas lenguas griega y latina; el sistema prosódico de ambos idiomas distinguía "cantidades" o "duraciones" en las vocales y en las sílabas; así, había sílabas breves y largas: la cantidad de una sílaba larga equivalía convencionalmente a dos breves, y podían remplazarse entre sí. Un hexámetro puede tener entre 12 y 17 sílabas, manteniendo la cantidad sílabica. Básicamente, su estructura se explica así:
El uso del hexámetro como elemento de composición en la poesía oral se extendió por 15 siglos, en Grecia desde Homero y Hesíodo (s. IX-VIII a. C.) hasta Nonio (s. IV), y en la lengua latina desde Ennio (s. III a.C.) hasta Claudiano (s. IV), hasta la desaparición del sistema cuantitativo en la prosodia de ambas lenguas.
Un dáctilo está formado por una sílaba larga y dos breves ( _ U U ), un espondeo por dos sílabas largas ( _ _ ).
La cesura más corriente es la penthemíheres o penthemímera, llamada así porque va tras la quinta unidad de medida (entendiendo por tal una larga o dos breves); con ella sola ya es correcto el hexámetro:
La siguiente es la hepthemímeres o hepthemímera, que viene tras la séptima unidad de medida, y debe presentarse siempre con la trihemímenes o trihemímera para que sea correcto el hexámetro; esta última va tras la tercera unidad de medida. Hay otras combinaciones de cesuras, pero son muy raras. Los seis acentos o ictus del hexámetro van colocados siempre en la primera sílaba de cada pie, que es larga.
Cuantos más dáctilos contenga un hexámetro, mejor, y cada hexámetro debe contener al menos un dáctilo puro. La única excepción en la poesía clásica es Catulo, 116, 3. En Homero es muy frecuente la cesura femenina. En la métrica de la poesía castellana es posible imitarlo de dos maneras:
El hexámetro holodactílico consta solo de dáctilos, salvo el pie final; el holoespondaico solo de espondeos salvo la cláusula final de dos pies; el hexámetro latino se basa en la alternancia de pies dáctilos y espondeos, si bien la cláusula final es siempre la misma: __UU / __U. Lo ideal para el poeta es incluir el máximo número de dáctilos y el mínimo de espondeos, pero como es prácticamente imposible sostener un ritmo continuo de hexámetros holodactílicos y el ritmo sería muy monótono, la convención admite la sustitución de dos breves por una larga para formar un espondeo salvo en la cláusula final.
Los gramáticos antiguos como Servio en su De centum metris clasificaban también otras formas de hexámetro que no se tratan de métrica como se entiende ahora. Por ejemplo, los siguientes versos rhopalicos de Ausonio:
si castis precibus veniales invigilamus,
En cada verso, cada palabra se crece de una sílaba. En la misma manera, el verso áureo (vid. golden line) se trata de las partes de la oración, específicamente como los adjetivos, nombres, y verbos se encuentran dentro del hexámetro.
El hexámetro recurre frecuentemente, para lograr la correcta medida cuantitativa del verso, a diversas licencias como la sinalefa o elisión, el hiato, la aféresis, la sinéresis, la diéresis, la sinícesis, la abreviación yámbica o el zeugma de Hermann, entre otras.
El hexámetro es el verso comúnmente usado en la poesía épica y en la poesía didáctica griega y latina. Se empleó en las principales epopeyas griegas: La Ilíada y la Odisea de Homero; en las epopeyas latinas, como la Eneida de Virgilio, la Farsalia de Lucano y la Tebaida de Estacio; en la poesía didáctica griega y en la latina de Lucrecio (De rerum natura) y Ovidio (Las metamorfosis).
La métrica de las distintas literaturas europeas intentó imitar la andadura del hexámetro grecolatino con desigual suerte; lo intentaron sobre todo los poetas alemanes.
Entre los principales intentos de adaptar el hexámetro en la literatura en español se pueden citar a: Esteban Manuel de Villegas con su Égloga en hexámetros; Sinibaldo de Mas, que desarrolló un sistema para asignar cantidades a las sílabas castellanas; y Rubén Darío compuso un famoso hexámetro holodactílico: «Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda». Además, Agustín García Calvo reprodujo en su traducción parcial del De rerum natura de Lucrecio el ritmo del hexámetro procurando tan solo imitar la cláusula final con el ritmo acentual. Otras traducciones de la poesía latina clásica en español han utilizado este tipo de traducción rítmica en hexámetros.
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