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Virgilio



Publio Virgilio Marón[a]​ (Virgilio, 70 a. C.-Brundisium, 19 a. C.), más conocido por su nomen Virgilio, fue un poeta romano, autor de la Eneida, las Bucólicas y las Geórgicas. En la obra de Dante Alighieri la Divina comedia aparece como su guía a través del Infierno y del Purgatorio.

Formado en las escuelas de Mantua, Cremona, Milán, Roma y Nápoles, se mantuvo siempre en contacto con los círculos culturales más notables. Estudió filosofía, matemáticas y retórica, y se interesó por la astrología, medicina, zoología y botánica. De una primera etapa influido por el epicureísmo, evolucionó hacia un platonismo místico, por lo que su producción se considera una de las más perfectas síntesis de las corrientes espirituales de Roma.

Fue el creador de una grandiosa obra en la que se muestra como un fiel reflejo del hombre de su época, con sus ilusiones y sus sufrimientos, a través de una forma de gran perfección estilística.

Virgilio nació en Andes, actual Virgilio, una aldea próxima a Mantua, en la región italiana de Venetia et Histria el 15 de octubre del año 70 a. C. Según Macrobio era de origen humilde, sin embargo el consenso entre los doctos tiende a afirmar que su familia era de terratenientes que pertenecían a los équites.[2]​ Recibió una esmerada educación y pudo estudiar retórica y poesía gracias a la protección del político Cayo Mecenas. Sus primeros años los pasó en su ciudad natal, pero al llegar a la adolescencia se trasladó a Cremona, Milán y Roma para completar su formación. En Roma se introdujo en el círculo de los poetae novi. A esta época pertenecen sus primeras composiciones poéticas, recogidas bajo la denominación de Apéndice Virgiliano.

Llegó a Nápoles en el año 48 a. C. para estudiar con el maestro epicúreo Sirón. Por entonces estalló la guerra civil tras el asesinato de Julio César, lo que afectó a Virgilio, quien incluso vio peligrar su patrimonio. Pasó gran parte de su vida en Nápoles y Nola. Fue amigo del poeta Horacio y de Augusto, desde antes de que este se convirtiera en emperador.

Entre los años 42 y 39 a. C. escribió las Églogas o Bucólicas, que dejan entrever los deseos de pacificación de Virgilio en unos poemas que exaltan la vida pastoril, a imitación de los Idilios del poeta griego Teócrito. Aunque estilizados e idealizadores de los personajes campesinos, incluyen referencias a hechos y personas de su tiempo. En la famosa égloga IV, se canta la llegada de un niño que traerá una nueva edad dorada a Roma. La cultura cristiana posterior buscó aquí un vaticinio del nacimiento de su figura más importante, Jesucristo.

Entre los años 36 y 29 a. C., compuso, a instancia de Mecenas, las Geórgicas, poema que es un tratado de la agricultura, destinado a proclamar la necesidad de restablecer el mundo campesino tradicional en Italia.

A partir del año 29 a. C., inicia la composición de su obra más ambiciosa, la Eneida, cuya redacción lo ocupó once años, un poema en doce libros que relata las peripecias del troyano Eneas desde su fuga de Troya hasta su victoria militar en Italia. La intención evidente de la obra era la de dotar de una épica a su patria, y vincular su cultura con la tradición griega. Eneas lleva a su padre Anquises sobre sus hombros y su hijo Ascanio de la mano. En Cartago, en la costa de África, se enamora de él la reina Dido, quien se suicida tras la partida del héroe. En Italia, Eneas vence a Turno, rey de rútulos. El hijo de Eneas, Ascanio, funda Alba Longa, ciudad que más tarde se convertiría en Roma. Según Virgilio, los romanos eran descendientes de Ascanio, y por lo tanto del propio Eneas. El estilo de la obra es más refinado que el de los cantos griegos en los que se inspiró.

Había ya escrito la Eneida, cuando realizó un viaje por Asia Menor y Grecia, con el fin de constatar la información que había volcado en su poema más famoso. En Atenas se encontró con Augusto y regresó con él a Italia, ya enfermo. A su llegada a Brindisi, pidió al emperador antes de morir que destruyera la Eneida. Augusto se opuso rotundamente y no cumplió la petición, para gloria de la literatura latina. Murió en esta ciudad el 21 de septiembre del año 19 a. C.

Su nomen original (Vergilius) se alteró en el siglo IV a Virgilius quizá por influencia fonética debida a las palabras virgo y virga que significan «tímido» y «varita de mago», apodos que se le atribuían al poeta.[cita requerida]

En una fase posterior, se han añadido aún a esta colección:

El perfecto verso de Virgilio fue elogiado y considerado ejemplar tanto entre sus coetáneos como en la Edad Media, el Renacimiento, y siguientes, al tiempo que la Eneida era desmenuzada como un tratado de filosofía y política, cuando no considerada la obra de un vidente. El esfuerzo de los renacentistas por unir el cristianismo con la cultura clásica encontró en Virgilio su principal referencia.

Dante tomó su figura como uno de los personajes principales de su obra la Divina comedia; representa la Razón, y ayuda a Dante a atravesar el Infierno y el Purgatorio. Por otra parte, Hermann Broch, en su novela La muerte de Virgilio, narra sus últimos días.[4]

Las obras de Virgilio casi desde el momento de su publicación revolucionaron la poesía latina. Las Bucólicas, Geórgicas y, sobre todo, la Eneida se convirtieron en textos estándar en los programas escolares con los cuales todos los romanos educados estaban familiarizados. Los poetas que siguen a Virgilio a menudo se refieren intertextualmente a sus obras para generar significado en su propia poesía. El poeta Ovidio parodia las líneas iniciales de la Eneida en Amores 1.1.1-2, y su resumen de la historia de Eneas en el libro 14 de las Metamorfosis, la llamada "mini-Eneida", ha sido visto como un ejemplo particularmente importante de la respuesta postvirgiliana al género épico. La epopeya de Lucano, el Bellum Civile, se ha considerado una epopeya antivirgiliana, prescindiendo del mecanismo divino, tratando acontecimientos históricos, y divergiendo drásticamente de la práctica épica de Virgilio. El poeta Flavio Estacio en su épica de 12 libros Tebaida se relaciona estrechamente con la poesía de Virgilio; en su epílogo aconseja a su poema que no "compita con la divina Eneida, sino que siga lejos y venere siempre sus pasos". En Silio Itálico, Virgilio encuentra a uno de sus admiradores más ardientes. Con casi todas las líneas de su épica Púnica Silio se refiere a Virgilio. De hecho, Silio es conocido por haber comprado la tumba de Virgilio y adorado al poeta. Parcialmente como resultado de su cuarta Égloga "mesiánica" —ampliamente interpretada más tarde como una predicción del nacimiento de Jesucristo— Virgilio tuvo en la antigüedad tardía la reputación de tener las habilidades mágicas de un vidente; las sortes Vergilianae, el proceso de utilizar la poesía de Virgilio como una herramienta de adivinación, se encuentra en la época de Adriano, y continuó hasta la Edad Media. En la misma línea Macrobio, en la Saturnalia, define la obra de Virgilio como la encarnación del conocimiento humano y la experiencia, reflejando la concepción griega de Homero. Virgilio también encontró comentaristas en la antigüedad. Servio, comentarista del siglo IV a. C., basó su trabajo en el comentario de Donato. El comentario de Servio proporciona una gran cantidad de información sobre la vida de Virgilio, sus fuentes y referencias; sin embargo, muchos eruditos modernos encuentran la calidad de su trabajo variable y frustrantes las interpretaciones a menudo simplistas.

A medida que el imperio romano occidental se derrumbó, los hombres alfabetizados reconocieron que Virgilio era un maestro poeta. Gregorio de Tours lee a Virgilio, a quien cita en varios lugares, junto con otros poetas latinos, aunque advierte que "no debemos relacionar sus fábulas mentirosas, para que no caigamos en sentencia de muerte eterna".

Dante hizo de Virgilio su guía en el Infierno y la mayor parte del Purgatorio en la Divina comedia. Dante también menciona a Virgilio en De vulgari eloquentia, junto con Ovid, Lucan y Statius, como uno de los cuatro regulati poetae (ii, vi, 7).

Los manuscritos supervivientes más conocidos de las obras de Virgilio incluyen el Vergilius Augusteus, el Vergilius Vaticanus y el Vergilius Romanus.

En la Edad Media, la reputación de Virgilio era tal que inspiró leyendas que lo asociaban con la magia y la profecía. A partir de por lo menos el siglo III, los pensadores cristianos interpretaron la Égloga 4, que describe el nacimiento de un niño inaugurando una edad de oro, como una predicción del nacimiento de Jesús. En consecuencia, Virgilio llegó a ser visto en un nivel similar a los profetas hebreos de la Biblia como uno que había anunciado el cristianismo.

Posiblemente, ya en el siglo II d.C., las obras de Virgilio también empezaron a ser vistas como poseedoras de propiedades mágicas y se usaban para la adivinación. En lo que se conoce como Sortes Vergilianae ("lotes virgilianos"), los pasajes se seleccionaban e interpretaban al azar para responder a las preguntas. En el siglo XII, empezando por Nápoles pero extendiéndose por toda Europa, se desarrolló una tradición en la que Virgilio era considerado un gran mago. Las leyendas acerca de Virgilio y sus poderes mágicos siguieron siendo populares durante más de doscientos años, posiblemente haciéndose tan prominentes como sus propios escritos. El legado de Virgilio en el Gales medieval fue tal que la versión galesa de su nombre, Fferyllt o Pheryllt, se convirtió en un término genérico para el trabajador de la magia, y sobrevive en la palabra galesa moderna para el farmacéutico, fferyllydd.

La leyenda de "Virgilio en la canasta" surgió en la Edad Media, y se ve a menudo en el arte y se menciona en la literatura como parte del topos literario del Poder de la Mujer, demostrando la fuerza disruptiva del atractivo femenino en los hombres. En esta historia, Virgilio se enamoró de una hermosa mujer, a veces descrita como la hija o amante del emperador y llamada Lucrecia. Ella fingió seguirle el juego y acordó una cita en su casa, donde él debía colarse en la noche subiendo en una cesta grande que ella bajaría desde una ventana. Cuando lo hizo, la joven sólo lo izó hasta mitad de la pared y luego lo dejó atrapado allí hasta el día siguiente, expuesto al ridículo público. La historia es paralela a la de Phyllis montando sobre Aristóteles. Entre otros artistas que representan la escena, Lucas van Leyden hizo una xilografía o grabado en madera y más tarde un grabado.

La estructura conocida como "Tumba de Virgilio" se encuentra en la entrada de un antiguo túnel romano llamado Cripta Napolitana (también conocido como "grotta vecchia") en Piedigrotta, un distrito de Nápoles, concretamente en el Parque Vergiliano a Piedigrotta. Mientras Virgilio ya era objeto de admiración y veneración literaria antes de su muerte, en la Edad Media su nombre se asoció con poderes milagrosos, y durante un par de siglos su tumba fue el destino de peregrinaciones y veneración.

De Virgilio se conservan siete manuscritos en letras capitales, dos de ellos contienen pinturas que pertenecen a la época final de la antigüedad.[5]

Fragmentos.

Fragmentos.
77 ff. perdidos.

Fragmentos.
33 ff. perdidos.

Fragmentos.

Fragmentos.

Fragmentos.

Schedae Vaticanae: 4 ff.
Schedae Berolinenses: 3 ff.

π = Pragensis. Siglo X

a = Bernensis 172. Siglo X.

b = Bernensis 165 . Siglo IX.

c = Bernensis 184. Siglo IX.

γ = Gudianus lat. 2º70 = Guelferbytanus, por provenir de la Herzog August Bibliothek, en Wolfenbüttel. Siglo X.

m = Minaurogiensis. Siglo X o XII.

r = Rehdigeranus 136. Siglo XII.



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